domingo, 25 de septiembre de 2011

DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". CONTINUACIÓN: Fascinus (Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXVII).

Esta entrada es continuación de las tres anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

De nuevo hoy, intentaremos relacionar diferentes amuletos contra el Mal de Ojo -que pervivieron en su uso hasta hace no mucho en la "España profunda"-; comparándolos con los que utilizaban en Roma, para un idéntico fin. Tratándose en la presente entrada, analizar aquellos talismanes con forma de cuernos -o dientes-, tan comunes en la Ruta de la Plata y en zonas del Norte de la Península. Estudiándolos junto a algunos similares habidos entre los romanos, usados por aquellos también para combatir el Aojo. Para ello, comenzaremos mostrando algunos ejemplos de los amuletos españoles, piezas ilustrativas que tomaremos entre los fondos del Museo Etnográfico de Castilla y León (al que agradecemos nos permita divulgar las imágenes de sus estas).

BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado, dos amuletos de los siglos XVII-XVII. Uno en coral, que imita el puño cerrado de una mano, en forma de higa y otro en asta de ciervo, que igualmente tiene cierta similitud con una mano cuyo dedo pulgar se separa de esta. Son lo que normalmente se denominan "higas de coral o de hueso" y su uso como talismán contra el aojo, se extendía y documenta por toda España, desde tiempos inmemoriales.
Bajo este párrafo: Dos colgantes contra el Aojo, hechos en asta de ciervo; uno del siglo XVII y el de la derecha del XVIII. Al igual que los protectores contra el hechizo de las miradas arriba fotografiados, apenas tienen unos centímetros de tamaño y se solían llevar al cuello. Pese a lo que había múltiples ritos para comprobar el aojamiento, en los que se leía a través de estos cuernecitos si la casa, el animal, el objeto o la persona estaba madecida por una pupila transmisora. (1)


Continuaremos exponiendo el significado del Fascinus (falo que protegía de la mala suerte), para intentar comprender realmente lo que era el Mal de Ojo en la Antigüedad. Más concretamente, en Roma, donde sus ciudadanos se distinguían por ser profundamente supersticiosos. Para ello, quizás hubieramos de comenzar por un objeto muy conocido por todos (debido a las películas de "espadas", pero cuyo nombre y origen, en gran medida se ha olvidado. Hablamos de las Phellerae (en español Falerias), que eran aquellas piezas redondas, que -cual chapas- se colocaban los romanos en sus corazas. Discos protectores que asían sobre sus petos de cuero, para reforzarlos en puntos vitales, donde la faleria actuaba como "antiflechas", o "antilanzas" -puesto que entonces lo más parecido a las balas eran los llamados "glandes" de honda. Proyectiles hechos en ocasiones con piedra y hasta en metal, que solo eran verdaderamente peligrosos si impactaban en la cara-. El nombre de faleria, consideramos que se identifica con el de "falo", por lo que estudiando la relación entre ambos -el fascinus y aquellos discos de la coraza-, nos daremos cuenta de su relación e importancia; tanto como del origen común entre este amuleto de la suerte llamado phallus (pene) y los protectores del peto.


Siendo idea nuestra, que la etimología de Faleria incluso procedería de "phale-ras", voz proviniente de "falo" (en latín); porque posiblemente comenzaron a denominarlas así dado que los militares romanos, además de reforzarse el cuerpo con esas placas de metal, colgaban también innumerables de amuletos en forma de sexo viril de sus uniforme (con en fin de evitar la mala suerte). Pese a que con los días hemos llegado a pensar que quizás no sea este un origen tan probable del nombre de "faleria"; creemos como sí es cierto, es que las palabras "phallus", "phelerae" (en latín), están plenamente unidas a algunas que indican suerte, competición y lucha. Tanto que de este radical "phall" hemos heredado varios términos que en nuestras lenguas modernas se identifican con el "azar" y "la pugna". En castellano -por ejemplo- se llama "porra" en España, al lo que en Hispano América se denomina "polla", y que significa: Lotería, concurso o premio.


Algo que igualmente tienen relación con los términos que en el mundo anglosajón se utilizan para indicar "concurso con premios y apuestas": Pull. Voz que a su vez se traduce en inglés por "tirador, y tirar de algo"; ya que seguramente esta proceda -o se relacione- con el nombre de las aldabas y tiradores de las puertas (pulls), que como las falerias eran discos de metal que se colgaban sobre los portones. Aldabas, que normalmente llevaban en hierro forjado representación de figuras (o animalitos), y sobre todo de manos, para proteger la casa de Mal de Ojo. Siendo muy normal en el Mediterraneo, que tales ahuyentadores del aojo se pusieran en los llamadores exteriores. Entre los que el más conocido es la Mano de Fátima (del Mundo Árabe); aunque en toda la Europa hasta hace un siglo se colgaban figuras muy semejantes en las puertas, con fines apotropáicos (2). Algo que -para que comprendamos su significado (y sin deberse comparar)-, antiguamente cumplía un fín similar a los Corazónes de Jesús, que desde el siglo XX se pusieron en las entradas de pueblos, casas y habitaciones.


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: A nuestro lado, una aldaba (llamador) con la famosa Mano de Fátima (az-Zahr), amuleto que para ser verdaderamente "efectivo", suele llevar un hojo en su centro. Denominada así en el mundo árabe como protectora del "N-azar"; entre los judíos existe un similar objeto que también combate el aojamiento, aunque esta tiene una estrella de David, rodeando el ojo -central- y se llama: Mano de Miriam, o kHamsa. Todo ello, porque el mal de la mirada con envidia, es temido entre muchos árabes, quienes lo "combaten" bajo el nombre de "Nazar" (mal fario); y aunque el Korán no admite la Mano de Fátima -por cosiderarse superchería-, si nos advierte que no debe provocarse la envidia (sura al-Faluq). En Turquía -"tierra madre" y heredera del mundo heleno y grecorromano- existe gran tradición sobre estos amuletos del Nazar. Siendo especialmente divertido como conservan casi los mismos talismanes que "sus abuelos" los fenicios, vendían y fabricaban para combatirlo hace tres mil años: Una pupila azul sobre un ojo blanco (preferentemente hecho en bolas de vidrio, o cerámica).

Abajo en la foto: Faleria romana de soldado, del siglo III a.C. (propiedad del Museo de Arte romano de Brescia, al que agradecemos nos permita divulgar la imágen). Observamos el disco metálico, que solía tener unas dimesiones considerables (más de los diez centímetros de diámetro); el cual se "entallaba" como protector sobre el peto del soldado, situándolo en las partes vitales (delante y detrás en las corazas de cuero). Evidentemente que las flechas y los lanzazos, no dañaran el cuerpo del que luchaba y toparan con la faleria, era un simple "tema de los dioses"; dependiendo de la suerte o del aojo....



Como explicábamos anteriormente, nuestra etimología que relaciona falo con faleria, dado que los militares colgaban junto a quellas falos en sus trajes de campaña (para evitar el mal fario); quizás no sea del todo admisible. Puesto que hemos de pensar que estos protectores metálicos -de forma discoidal-, ha de ser anteriores al hecho conocido de que los soldados (por superstición solo), pusieran en sus uniformes esos penes en bronce para evitar ser heridos. De ello, nos hemos planteado que quizás faleria (phalerae), proceda de "falárica" (phalârica), que en latín significaba "lanza arrojadiza", "gran venablo". Tanto como que "falárica", "falo" (y sus derivados) que nos llegaron juanto a la voz castellana "palo", tenga su etimología en palabras romanas como "phallus" y "phalanga" -última voz que significa rodillo y por ende, todo elemento en forma troncoidal-. Tanto como que estas, a su vez procedan del griego "pálos" ( que con acento fuerte en la "", significa: "Clavo, estaca, palo" (y por derivación, objeto de madera con una punta). Mientras con "" acentuada débil es en idioma heleno: "Suerte" (3).

De tal manera, concluimos que este "dios falo", llamado en Roma Mutunus Tutunus y que se tenía por el "padre de la raza", en nuestro modo de ver, tenía un profundo carácter militar. Por lo que no debemos de unir ese Fascinus tanto a las deidades de tipo agrarias, que adoraban al pene como dador de fertilidad. Sino más bien pensar, que aquellos ciudadanos que se veían obligados a pasar décadas en el ejército, donde se batían en campaña, expuestos a las lanzas y flechas del enemigo; usaban este amuleto de la suerte, no tanto con un carácter sexual, sinó más bien ritual. Ello, porque el "palo" era ya tenido como sortilegio del azar, debido a que donde aquel diera o clavara, la vida peligraba o se salvaba -dependiendo de si el "", topase o no con la faleria-. Pudieron haber creado así los soldados en la Antigüedad, un pensamiento de "magia simpática", pretendiendo quizás defenderse con aquellos falos colgados, para evitar que "el palo" -las faláricas, lanzas y flechas del enemigo- penetrasen en sus cuerpos, llevándose sus vidas.


Ello se debe a una mentalidad típica del Mundo Antiguo, en la que se pretende dominar el destino por simpatía -entiéndase por "simpatía" en la magia o en la superstición: Realizar un acto o ritual semejante a otro sobrenatural sobre el que se desea influir-. Lo que se relaciona plenamente con el pensamiento del guerrero de hace dos o tres mil años; para quienes las armas se identificaban con el pene (voz que procede de "penetrar"). De tal modo, cuando se penetraba con aquellas el cuerpo del enemigo, la vida se modificaba y desaparecía. Siendo las lanzas, flechas o espadas lo que marcaba fin la existencia; algo muy similar a lo que ocurría con los falos, más en sentido contrario. Puesto que la penetración con el miembro viril, cambiaba la existencia, haciendo comenzar las vidas.


De todo ello, sabiendo que "palo", en los tiempos más remotos de Grecia significaba "la lanza" (estaca con punta o clavo), deducimos por qué asimismo aquel era tenido por "la suerte". Debido a que en batalla, que se clavaran las lanzas o las flechas en el cuerpo del soldado, dependía solo de "los dioses". Algo que igualmente debe hacernos meditar sobre los "por qués" del nombre del proyectil de la honda, que se denominaba glande (en latín "glans") y que quizás se relaciona plenemente con esta creencia e imágen, por la que atravesar el cuerpo del enemigo con el arma, se identificaba con la penetración sexual. Hechos estos que explican el amuleto del falo como protector en la cultura latina, relacionado con las armas arrojadizas. Pudiéramos por último, plantearnos qué no se unía tanto este rito con el "gladium", pero aquella permitía el cuerpo a cuerpo y no dependía tan solo de la suerte; dado que con la espada podía vencer aquel que mejor la dominara. Mientras la caida de una desafortunada saeta, era inevitable hasta para el más aguerrido de los soldados. De tal modo, la unión entre falo del aojo y flechas ( glandes del hondero), pudo llevar a sublimar tanto la idea de la muerte bajo el efecto del mal fario (por lanza, puedra o venablo certero). Que quizás hasta de ello llegaría a nacer la imagen de un Cupido (Eros); angelito, con su arco y carcaj, como símbolo del enamoramiento y del sexo -lanzando las saetas que hacían desvanecerse hasta al más fuerte- (4).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado estatua en bronce de guerrero votivo, samnita; fechada en el siglo III a.C. y perteneciente al Museo del Louvre (al que agradecemos, nos permita divulgar la imagen). Se observan en ella claramente las falerias en el peto del pecho, puestas sobre los órganos vitales frontales (corazón, pulmones y estómago). Bajo aquellas, luce asimismo como protectores algo que se asemeja a una pretina de armadura ("praeterea o coquilla, que tapa a modo de falda el frente y el "trasero"). Por último, con las espinilleras se evitarían los golpes y daños en las piernas.
Abajo: Parte de un cinturón contra el mal de ojo para niños, que ya recogíamos en entradas anteriores; propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen. Observemos en este talismán de los siglos XVIII al XIX y que hemos visto como se colocaba sobre los recien nacidos -hasta sus tres o cuatro años-; que lleva claramente un Nazar (ojo azul igual a los que se usan contra su Mal en Turquía, Grecia y el mundo árabe). Junto a este, aparece la extraña estatua de un Cupido con flechas; lo que nos hace entender el profundo símbolo sexual del Aojo que quiere combatirse con este talismán tan usado en España desde los siglos XVII al XIX.








En la imagen anterior, hemos podido observar cómo en la Antigüedad los petos comunes (no las corazas de los nobles) eran muy rudimentarios y se "parcheaban" con estos discos que protegían fundamentalmente de los flechazos. En el soldado votivo que expone el Museo del Louvre (al que agradecemos nos permita disponer de esta preciosa imagen) y que se fecha en el siglo III, se aprecia lo básico de aquellos métodos de protección, en los que evidentemente la suerte era fundamental para salvar la vida en batalla. Pese a ello, los nobles (equestres) y quienes podían permitírselo, utilizaban coraza completa; que en época imperial llegó a tener el diseño de un torso desnudo hecho en metal, sobre el que colocaban las figuras de diferentes dioses (principalmente la de Medusa). Por ello, entre los guerreros de alta alcurnia -ya desde riempos del rey Tarquinio- las falerias pasaron a ser condecoraciones, que se ponían sobre aquel pectoral metálico (al igual que la "bulla militar, de la que ya hablaremos).


Tanto fué así, que las falerias -sobre coraza- tan solo pudieron utilizarlas los nobles y los condecorados desde el siglo IV a.C. ; mientras el peto del soldado romano fué avanzando en protecciones, para no precisar de aquellos rudimentarios discos de bronce o hierro, que ya se tenían por insignias. Siendo muy importante el hecho de que en los pectorales de los romanos y en las falerias se representara de común a Medusa, lo que nos lleva claramente a relacionar esta con el Mal de Ojo (debido a que aquella diosa petrificaba con la mirada) (5). Finalmente diremos, que aunque aquellos elementos pasaron a ser decorativos e insignias y no objetos de protección; tanto la "bulla" (collar con una "bolla" de metal) como las falerias, nunca perdieron su carácter mágico. Condecorándose con aquellas en la intención de que el que las portara estuviera más cuidado por los dioses.


Por cuanto narramos, creemos que aquel falo llamado en Roma Fascinus; tanto como su deidad: Mutunus Tutunus; tenían un pleno carácter militar y se debe de identificar con esta idea de virilidad y valor. Imagen que bien conocemos los hispanos, puesto que la valentía se expresa vulgarmente con el término "tener muchas p....". Frase que aunque no habla del falo, sí se refiere a "unos vecinos" de este, como los "atributos" imprescindibles del valiente. De lo que se deduce que aquella costumbre de identificar las facultades militares con el tamaño del sexo -que tanto impera por el Mediterraneo-, puede proceder de aquel culto romano al Fascino, que estamos analizando. Algo que no será muy importante desde el punto de vista arqueológico, pero para el humano de a pié, sí puede asombrarnos como aquello que tomamos como una actitud y una frase tan vulgar, tenga unos orígenes etnográficos, tan "sofisticados" y antiguos.


De tal manera, es de entender que en la interpretación personal que damos al nombre de su dios, esta provenga de la deformación de las palabras romanas "Tütela"-"Mutuus" (Tutunus Mutunus); cuyo significado en latín correspondería a: Protector de todos; tutor mutuo. Siendo aquel falo sagrado el ejemplo deificado de lo que hoy diríamos o traduciríamos por: Aquellos que nos cuidan (que en verdad eran, "los cataplines de los romanos"). Imprecindibles para todo ciudadano de honor y rango en aquel Imperio, donde durante decenios los hombres vivían en la milicia, cuidando las fronteras y sometiendo a las Provincias.


BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado, colgante amuleto romano hallado en las inmediaciones de Lancia y que actualmente conserva el Museo Aqueológico de León (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Era esta ciudad de León, uno de los principales centros militares romanos del norte hispano, que guardaba la temida Legión VII (dando nombre a la ciudad). Sin duda alguna, la romanización en la zona norte peninsulart fué tardía y compleja; tras casi dos siglos de guerras entre iberos y latinos, culminando con luchas terribles fieras protagonizadas por los últimos que se resistían a ser romanizados: Los Astures y Cántabros. Lancia -en las inmediaciones de Mansilla de las Mulas- era uno de los enclaves más importantes de aquellos que se opinían al paso de la Legio VII (situada a pocos kilómetros). Allí, se debieron necesitar muchos "de estos amuletos" para resistir (unos) y para vencer (los otros). Se dice que César Augusto, en su juventud tuvo que ver alguna de estas batallas entre astures y romanos; pero que de la crueldad que allí observó (en todos) adquirió una dolencia llamada "infarto de hígado". Ello, porque el hígado se identificaba en la Antigüedad con la bilis, que consideraban, emitía los humores de los que procedía el valor y la agresividad.

Bajo este párrafo: Típico anillo romano en oro, que regalaban a los niñitos romanos en su más tierna infancia. Muy normal era que tuvieran tallados estos falos tan obscenos, sobre los que en ocasiones de les añadía la palabra "felicitas". Ello de seguro con el deseo de los padres (o de quienes se lo entregaban), que en su vida no le faltara "testosterona" para poder sobrevivir en la dureza de la Sociedad romana. Un Estado altamente militarizado y -durante su mayor parte- con decenios de servicio obligatorio a la patria. Por lo demás, sus generales tenían como Derecho (al menos antes del Imperio) "diezmar" las tropas en caso de que no fueran eficaces. Al parecer, el último que se recuerda, realizaba estas "purgas" entre sus soldados, fué Julio César. Quien no reparó tras una derrota, en diezmar la Legión que fracasó, lo que suponía tomar a sorteo uno de cada diez soldados y darles una muerte mucho más cruel que la que pudieran tener en campaña (frente al resto de compañeros, que en ocasiones había de participar -o actuar como verdugos- en tan tremenda ejecución).




La identificación entre vigor sexual y valor tan existente en el Mediterraneo, en nuestra opinión nacería del sistema "ganadero" de selección del semental. Siendo la mentalidad de aquellos pueblos muy antiguos y necesitados de un ejército fuerte; que el más valiente de entre ellos, fecundase a cuantas más "hembras" pudiera. Ello procede de la genética zoológica, donde estaría al menos comprobado que entre los animales tiene una razón y explicación (sobre todo en algunos como el toro y el gallo). Comprendemos quizás con ello la importancia de estos dos totems (el bovino y el pollo), que nos han llegado hasta nuestros días criados como animales de lucha. Cuya pervivencia hoy de sus peleas (tauromaquia o alectromaquia) quizá estuvo en pretender demostrar que el valor pasaba solo de padres a hijos; justificando así la nobleza heredada. Puesto que el becerro descendiente de bravos embiste sin miedo; mientras el ganado manso, tan solo se arranca y es peligroso cuando en sus ancestros existe un cruce con bravo (lo mismo que sucede al gallo de pelea). Idea que seguramente llevó a deducir que el valor en el hombre era puramente hereditario, de lo que surgieron probablemente las castas de guerreros (fundamentalmente endogámicas, "para no perder la genética" -pero sobre todo el status-). Todo ello, lleva sin duda a identificar en el Mundo Antiguo, la sexualidad con el valor, puesto que el héroe ha de ser el que más hijos diera al grupo. Y de cuanto consideramos, pudo proceder esta unión que se hizo inseparable, entre falo (o testículos) y valentía, o heroicidad.


Más siguiendo con Fascinus, el hecho cierto es que el falo era tan sagrado en Roma que la escultura principal de todos, se guardaba en el templo de las vírgenes Vestales (siendo considerado uno de los artículos más venerables y que precisaba de más cuidados, de entre los votivos). Por su parte, aquel gran Fascinus del patio de Vesta, simbolizaba el rayo (como arma de Iu-piter, el padre de la unión=Júpiter-Zeus), por lo que se identificaba con el culto solar que rendían las vírgenes dedicadas la diosa del fuego, el estío y del calor. De lo que la relación entre Fascino con la vista y el ojo, se hacía inmediata; ya que la luz era regalada por el rayo, como hijo del fuego, enviado con el relámpago por el "dios de la Unión" (adorado como un gran pene junto a la llama sagrada y permanente en el templo de las Vestales). Por su parte, el temor y el mal del que protegía este Fascinus era el que su nombre indica: La fascinación. Entendiendo los romanos que aquella se producía cuando alguien nos miraba con una envidia y admiración incomensurables. Maleficio cuyo temor no se limitaba a que lo sufrieran los niños, sinó que también en adolescentes era muy peligroso; puesto que la juventud era tremendamente envidiable. De lo que recién nacidos, jóvenes, hombres, mujeres y (sobre todo) los guerreros, lucían aquel falo como colgante apotropáico (ver cita 2) -en adornos con formas explícitas o esquematizadas-.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, amuleto zoomorfo hallado en Velilla de Ebro, actualmente en propiedad del Museo Provincial de Zaragoza (al que agradecemos nos permita divulgar la imágen). Probablemente usado como bocado de caballo o pieza de carro romano, es posible que fuera utilizado como medio de evitar el aojo de animales (muy común, por ser también bienes envidiados). Aunque en Turquía actualmente afirman que estos aojadores que antaño dañaban los caballos y las ganadería, se han trasladado al mundo del motor; donde con su envidia consiguen que los vehículos de la más alta gama, se averíen tan solo con echarles "el ojo posesivo"... (aún desconocemos si se pueden asegurar de este peligro los coches y las motos...).
Bajo estas lineas: Falo-higa propiedad del museo de Burgos,al que agradecemos nos permita divulgar la imágen. Tales adornos eran imprescindibles en las ceremonias del triunfo, donde ningún general romano subía al carro de entrada a Roma, sin colgar allí un "adorno" similar al que vemos en la foto. Hemos querido exponerlo tal como se exhibe en la vitrina del Museo Arqueológico de Burgos, debido a que algún conservador (con gran sentido del humor), ha colocado dobre este un vaso, de los que en Roma se denominaban "Poculum". Ello hace que algunos de los visitantes al observar el extraño colgante y no saber muy bien su significado, interpreten que el cartel sobre aquel (el del vaso: "poculum") corresponda al falo-higa, terminando por entender que en latín existía un objeto semejante, y cuyo nombre era similar a "unas palabras" que en nuestro idioma tendrían una "r" intercalada (entre la"o" y la "c")... . 




De cuanto exponemos, no nos será extraño suponer que en El Triunfo (ceremonia de regreso a Roma de los generales y sus tropas tras vencer), era imprescindible aquel gran falo, presidiendo la parada militar. Tanto que en el carro que llevaba al general había de lucirse bien a la vista aquel fascinus; para evitar la envidia y la fascinación de los que presenciaban el desfile. Siendo este objeto imprescindible, junto a la "bulla" o collar con bola mágico que terminó por entregarse en cada Triunfo como condecoración, debido a que igualmente tenía poderes para proteger al general del Mal de Ojo. Siendo muy curioso en referencia a cuanto contamos, como los romanos temían tanto a los aojadores, como a los aduladores; ya que producían hombres fatuos. Por lo que en aquellas ceremonias del Triunfo, los soldados que entraban junto al general debían de insultarle y difamarle publicamente y de la peor manera, para que aquel no fuera tenido ni por fatuo, ni por persona envidiable. Y tanto era en Roma el temor al "pelota", que existía entre ellos la costumbre de escupir al suelo cuando eran halagados, mientras pronunciaban las palabras "praefiscini" (que significa "sin fascinación" y que se nombraba ante un posible aojador). Algo que parece pudo ser heredado de los griegos, a quienes cuando se les adulaba decían la palabra "chaiso", siendo esta la misma expresión que usaban para combatir el mal de las miradas.
Por último, comentaremos lo que Plinio nos dice sobre aquel maleficio tan temido de ese "horrible hechizo" al que denominan en Murcia, Aliacán. Diciéndonos en su Historia Natural: "hay gente que también embruja con una mirada y que matan a aquellos que los miran fijamente durante un tiempo, especialmente si es una mirada cargada de ira, su mal de ojo, es sentido aún con mas fuerza por los adultos (6) . Por lo que vemos, en las palabras de Plinio el medio del aojamiento, más parece relacionarse con la mirada del enemigo que durante la guerra acecha para saetearnos, que con algo mágico (que ciertamente existiera). Pudiendo concluirse que el culto a este Mutunus Tutunus (o Fascino) es más bien de tipo guerrero que agrario y se identifica con la mala o buena suerte en la batalla. Siendo quizás aquel simbolo mostrado con el falo, le seña de identidad del valor, por lo que los envidiosos y aquellos que deseaban tener o conseguir lo que el romano triunfante había llegado a obtener, se retrotraían al ver como lo obtenido se había conseguido gracias a su "fascinum" (o como diríamos en castellano: "Con un par de...).


BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Dos colgantes fálicos, cuya forma en mucho nos recuerda ya a una flecha, una estaca o un clavo (que como hemos visto, se denominaban en Grecia:  , "palos"). De tal modo podemos comprender al ver los pendietes de la imágen, que deberíamos entender de un amuleto contra el Mal de Ojo, de forma puntiaguda y usado como colgante, como un símbolo fálico. Considerando que ello se debe al carácter militar que ya hemos explicado del Fascinus; siendo ese la protección contra la flecha o la punta de lanza, para el soldado. De ello, deducimos que otros talismanes similares a estos de la imágen y que se usaron a lo largo de toda la Historia como apotropáicos, son igulamnete esquematizaciones del Fascinus (o phallus). Por lo que en nuestro parecer, no solo consideramos los talismanes llamados en la Ruta de la Plata, Porros, como símbolos del falo. Sinó que igualmente, vemos en los cuernos, astas y colmillos que se usaban contra el aojo, una reminiscencia de estos otros talismanes romanos y que en las fotografías observamos.
Arriba, al lado, falo perteneciante el Museo Arqueológico de Jaén y a su lado, otro propiedad del Museo de Mérida (entidades a las que agradecemos nos permitan divulgar la imagen).




Como conclusión y para que comprendamos cuanto hemos expuesto, probablemente el Fascinum (falo erecto, símbolo de la virilidad) lograba un "efecto disuador" sobre la mirada del que sentía envidia del rico o del poderoso en Roma. De una forma similar a la que en España ocurre con los toreros, o en el Mundo sucede con los campeones de élite, en deportes de alto riesgo (como los de motor). De los que, aunque todos conocen su gran fortuna y su éxito, nadie le niega su puesto ni su valor; comprendiendo al verlos "trabajar" que el peligro que cierne su vida es tan grande, que merecen lo que tienen. Con ello, quizás comprendamos como quizás ese "estrambótico" culto al Falo en Roma, no era tan absurdo, extravagante ni fuera de lugar. Pudiendo con aquel Fascino quizás haberse evitado que muchos envidiosos pusieran trabas en el éxito, o ascensión social a hombres de gran valor.


Finalmente solo añadiremos que en nuestra opinión ya expresada, los cuernecillos, astas y colmillos que se usaban en España como amuletos contra el Aojo -hasta casi nuestros dias-, son el recuerdo del Fascino romano. Pudiendo quizás deducirse que todos aquellos talismanes que tengan una mayor forma puntiaguda, que sean herederos principalmente del Mutunus Tutunus, dios que cuidaba con su gran valor de la Union (el padre de la Unión, que no es otro más que Júpiter = IU-PATER). Por lo demás, a cuantos nos negaran que aquellos cuernecitos (o puntas) apotropaicos, tengan relación con el falo, les haríamos una pregunta: ¿Por qué un trozo de coral con forma indeterminable similar a una raiz; tanto como un asta que en algo se pueda parecer a dos dedos, es llamada higa. Mientras un cuernecito, no se considera un símbolo fálico?. -Al comienzo de la presente entrada ilustramos con fotos los casos sobre los que nos preguntamos, concluyendo finalmente que unos amuletos son higas y tanto como los otros talismanes fálicos-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: A nuestro lado, amuleto fálico del museo de Córdoba (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Este, apenas tiene unos tres centímetros de longitud y se asemeja totalmente a un clavo o una flecha (sin forma alguna similar al sexo viril). Pese a ello, nadie duda de que se trate de un símbolo fálico y un amuleto romanos contra el Aojo.
Bajo estas lineas: Collar con Maza y corales. Procede zona de Sanabria -foto tomada del libro de Carlos Piñel, "La Belleza que protege" (7)-. En nuestra opinión estas "mazas" tanto como los "porros" (que son similares, pero están compuestos varias bolas fundidas) y los dientes o astas, son el recuerdo del Fascinus romano.



CITAS:
(1) Fotos tomadas del libro editado por el Museo Etnográfico: ENSERES. Exposición del Museo Etnográfico de Castilla y León comisariada por Carlos Piñel y Joaquín Díaz (Zamora 2003), página 208.



(2) APOTROPÁICO: Dícese de todo objeto que hace huir al mal de ojo; es voz que procede al parecer del latín "atropetein" cuyo significado al parecer es: ahuyentar.
(3) De esta voz griega "PALOS" creemos que procede la misma palabra que se aplica al Tarot, en los de la Baraja, como suerte en cada "palo". Al igual que puede tener idéntica procedencia el término "palo flamenco"; debido a que antaño la danza, el cante y el toque, se entendían cargados de embrujo y nacidos de un hado que daba la suerte de interpretarlo. Tanto que de ese "genio" o "hado" del flamenco, nacen varios términos musicales, entre los que llega a encontrarse la palabra "Fado". Que nombra o define en portugués el "hado": Halo necesario para crear un arte. -Lo que normalmente se denomina: Inspiración-.
(4) Recordemos que en los cinturones contra el Aojo que se les ponía a los niños españoles en el siglo XVII y XVIII es muy frecuente ver la imagen de un Eros con su arco y flechas. Esculturita pequeña que a primera vista parecería un angelito, sino fuera armado del modo en que vemos muy comunmente en aquellos cintos ahuyentadores del mal. En la entrada de hace dos días contemplábamos uno de ellos.
(5) Ver en mi estudio sobre el Mal de Ojo, páginas 82 y siguientes: "Medusa y el Mal ojo en Grecia y Roma"; publicado en
EL CUERPO EN LA TRADICIÓN Fundación Joaquín Díaz, Valladolid 2007 -HIGA, HIGO, HÍGADO Y AOJO (MAGIA RELIGIÓN Y MEDICINA)-.
(6) Plinio, Historia Natural VII, 2.



(7) LA BELLEZA QUE PROTEGE; Carlos Piñel. Zamora 1998 . Imágen de la página 69.




















viernes, 23 de septiembre de 2011

DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". CONTINUACIÓN: Pater Libero (Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXVI).

Esta entrada es continuación de las dos anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.



BAJO ESTAS LINEAS: En el artículo de hoy, intentaremos demostrar que muchos de los talismanes hispanos contra el Mal de Ojo -como los pendientes de la Ruta de la Plata con forma alargada y bolas, denominados comunmente Porros-, son en realidad una herencia de los amuletos grecoromanos del Aojo. Pendientes, colgantes o joyas, que con la imagen del fascinus (o falo) llevaban en especial las matronas romanas, para protegerese de el hechizo de las miradas insidiosas. Tras ello, en diferentes entradas tomaremos como ejemplo comparativo algunos amuletos del Camino de la Plata, para verlos junto a los latinos. Aunque hoy estudiaremos especialmente los llamados de "Porro", que consideramos son plenamente fálicos. El motivo fundamental de pensar que aquellos son símbolos del Fascinus, no estriba en la semejanza alargada -ni menos en el nombre- que tienen estos colgantes (muy comunes en la zona de Aliste). Sino en que los pendientes de Porro, aún no hasta hace mucho se lucían como amuletos contra al Aojo. Por cuanto, en Roma las mujeres se colgaban pequeños falos o amuletos similares, con el mismo fin; todo ello nos lleva a deducir que seguramente aquellas joyas alistanas, son los herederas de los que hace dos mil años lucían la gran mayoria de las mujeres -con en fin de combatir el hechizo de las pupilas-.

Para intentar mostrarlo, ilustraremos el artículo con numerosas imágenes de artículos romanos con el mencionado Fascinus -falos mágicos en oro, plata y bronce-. Talismanes con un pene, tan usuales en Roma como para que una de las piezas metálicas que más aparecen en los yacimientos sea aquella (después de las monedas). En la imagen bajo estas lineas: Pendientes llamados Porros, procedentes de Aliste y propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León, que a nuestro parecer son herederos del Mutunus Tutunus latino -foto tomada del libro de Carlos Piñel, LA BELLEZA QUE PROTEGE (1)-




Iniciamos hoy nuestro artículo mencionando a uno de los grandes maestros de la arqueología etnográfica: Carlos Piñel. Aunque, trás estas palabras, hemos de añadir que también hoy vamos a dedicar nuestra entrada -en parte-, a rebatir una afirmación suya, que expone en su magnífico libro "La belleza que protege" -antes citado, ver (1)-. Del cual hemos tomado la foto de los pendientes en que deseamos demostrar como son amuletos fálicos heredados desde Roma. Aunque idea muy distinta expresa en aquel libro Piñel; donde en una edición preciosa que habla sobre amuletos y joyería, de la zona Norte en la Ruta de la Plata; afirma el autor que estos pendientes de Porro, tan usados por la mujeres de la tierras de Aliste; nada tienen que ver con lo fálico.


BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Dos pendientes (colgantes) romanos, fechados hacia el siglo II (d.C) y hallados en Gran Bretaña no hace mucho. El primero, a nuestro lado, pertenece a la colección del Braintree District Museum -a la que agradecemos nos permita divulgar su imagen-. El segundo -bajo el párrafo- , fue hallado por el coronel William Amstrong recientemente en Nortfolk; habiendo divulgado su propietario la foto, que tomamos del artículo de prensa inglés (del que damos su dirección en internet y que no contiene limitación explicita de los derechos sobre esta imagen, por lo que agradecemos nos permitan darla a conocer):
http://www.thehistoryblog.com/archives/date/2011/04/page/2 .
En ambos casos, estos colgantes y pendientes, que no superan los dos centímetros de longitud, se asemejan mucho a los de alistanos y que arriba regimos. Tanto que viendo unos y otros, nos es difícil aseverar que los de Aliste no tengan nada en común con estos talismanes romanos en forma fálica. Al margen de ello, comentaremos nuestra opinión sobre la datación del segundo Fascinus mágico -propiedad del coronel británico Amstrong-. Puesto que parece mucho más tardío de época, a la fecha que indican (hacia el siglo II d.C.). Pensándose que es una pieza traida desde Roma a Inglaterra por algún militar entre los siglos I y II d.C.. Pero, su falta de perfección en el trabajo y por su "tosquedad" en la manera de su batido del oro (muy en frío); creemos que bien pudiera ser un talismán del siglo IV o V (sinó aún más tardío). Debido a que se asemeja a la orfebrería altomedieval y parece más bien una pieza tardorromana (no de época imperial, tal como la catalogan).


Como deciámos en el epígrafe anterior a las imágenes, creemos que los pendientes de Aliste -tanto como otros muchos talismanes contra el Aojo con formas alargadas y "extrañas" que se dan en La Ruta de La Plata- son "herederos sincretizados", de los Fascinus romanos. En referencia a los colgantes de Porro, lo expresamos con cierta seguridad, puesto que gran los amuletos para combatir el Aojo, desde el decreto de Tours (que promulga la Iglesia a fines del siglo XIV), han de ir cambiando y disimulando su forma fálica. Ello porque en Tours se prohibía el uso del falo y de vulva para protegerse contra el hechizo; de lo que pasaron sus amuletos a tomar formas similares al sexo, pero más esqematizadas. Así nos atrevemos a afirmar que los pendientes, tanto como otros talismanes charros, cacereños, leoneses o zamoranos (contra el Aojo), eran originariamente penes.


Ello, aunque muchos lo nieguen y pese a mi gran admiración por Carlos Piñel, al que se debe una de las ideas etno-arqueológicas más geniales que se han tenido en los últimos años. Siendo aquella su teoría, la de que los modelos tartéssicos, fenicios y orientalizantes en la joyería; han permanecido en Cáceres, Zamora, Salamanca y León, durante casi tres mil años. Debido a ser aquella la zona alta del Camino de la Plata, el lugar donde comerciaban sus metales ibero-tartessios, fenicio-cartagineses y greco-romanos. Viniendo hasta el Norte de aquella Ruta, las gentes que debían trabajar y seleccionar el oro (o la plata) que los colonizadores obtenían en gran abundancia de Orense, Galicia y Asturias. Asentándose aquellos orfebres, plateros y metalúgios, a vivir en las zonas de comercio, transporte y labor de aquellas ricas minas; que comprendía fundamentalmente el territorio desde Astorga, hasta el Sur de Extremadura.


De ello deduce Piñel, como es evidente pensar que hasta aquí acudirían los los mejores especialistas en oro en la Antigüedad, para establecer su comercio; extraer, purificar, o trabajar el metal. Lo que daría como resultado, que se desarrollara una magnñifica joyería que durante casi tres mil años haya podido permanecer con casi unos iguales modelos, formas, diseños -y hasta significados-. Orfebrería, dijes y adornos que han lucido las gentes de la zona alta de Cáceres, de Salamanca, Zamora y Sur de León y que eran casi iguales a los tartessios, fenicios y romanos. Un hecho, que hasta los hallazgos arqueológicos del siglo XX, no pudo aprecierse; pues desconocía que aquellas joyas lagarteranas, maragatas, o charras; eran casi idénticas a las que lucían quienes poblaron -o colonizaron- la Península (incluso hace treinta siglos).


Teoría esta de Carlos Piñel, que es una de las ideas más importantes para poder comprender nuestra joyería etnográfica y antigua; tanto como la relevancia e importancia de la orfebrería cacereña, salmantina y zamorana (tanto como la leonesa maragata y en especial la de Aliste) . Pese a ello, creemos que su jucio sobre los pendientes con bolas -llamados Porros-, diciendo aquel que hoy dirige al museo etnográfico de Castilla y León, como carecen de toda simbología fálica. En nuestra opinión es un pequeño error; pues como dice el refrán: "Todo sabio comete un borrón", y el de Piñel probablemente sea este. Que nos atrevemos a corregir publicamente, conociendo que el arqueólogo y etnógrafo es una persona de enorme humanidad, con gran personalidad; que guarda respeto y cariño hacia todos quienes le seguimos.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Recogemos en este caso la imágen de otros pendientes o colgantes (con forma fálica), que no miden más de tres centímeros. El de nuestro lado es asiático -probablemente persa (o parshi), pero de influencia romana-; se encuentra en colección particular europea, que divulgó la imagen, sin requisitos para su uso (a la que agradecemos nos permita utilizarla). Este pendiente asiático -junto a estas lineas-, se fecha hacia el siglo III d.C.; ya es en algo más esquemático y se parece más a los amuletos que quedaron en la España cristiana para protegerse contra el Aojo. Abajo, podemos ver el típico colgante latino del siglo III (d.C.) y de los que en cualquier yacimiento hispanorromano se hallan a decenas (guarda la forma del Fascinus y pertenece al museo de Cáceres, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen).



Para demostrar la importancia y relación del pene con la protección del Mal de Ojo, veremos a continuación algunos aspectos sobre el culto en Roma del llamado Mutunus Tutunus, que se representaba por el "falo sagrado". Aquel "padre de la raza", también llamado Pater Liber, era el que protegía contra "la fascinación" (comunmente llamada: Aojo); por lo que su símbolo falico, era el más común de los talismanes entre los ciudadanos del Imperio. Por ello, creemos que cuantos amuletos alargados y de "forma sospechosa" existieron (y que aún perviven), para ser usados contra el "hechizo de la mirada"; debieran tenerse por herederos del Fascinus. Phallus, del vamos a analizar su uso y significado desde la Roma más antigua, donde se llegó a asimilar al mismo Baco (uno de los más reverenciados dioses latinos).

PATER LIBERO: ¿MUTUNUS TUTUNUS, FASCINO o BACO EN SUS RITOS ÓRFICOS?:

Intitulamos este pequeño epígrafe así, puesto que habría de diferenciar entre estos dos dioses (Baco o Mutunus, que protegía contra la la fascinación). Pues es seguro que de la unión de ambos, nacieron los ritos del Pater Liber (las liberalias). Todos ellos, dioses de lo obsceno y los excesos (tanto como de la diversión desmedida) representados, o adorados, como aquel "gran pene". "Efigie" que dió lugar a los cultos más extravagantes e impensables que hoy pudiéramos imaginar (al menos, en nuestra civilización). Aunque, pese a no poder ser concebida como deidad un gran falo, para el hombre occidental moderno; hemos de decir que en la Antigüedad fué uno de los "dioses" más venerados. Ciertamente no como un dios del panteón propiamente dicho, aunque sí como amuleto símbolo o talismán benefactor. Por cuanto su uso de "efigie y escapulario", era una de las pocas que los romanos pendían sobre su cuerpo, de sus ropas. Siendo muy escasos otros colgantes con la silueta de diferentes dioses mayores; mientras estos en forma de pene se multiplicaban (tanto que se hallan a miles, en los museos arqueológicos). El dios al que se rendía tributo con la figura "erecta" en su nombre festivo, era el Padre Liberal, cuyas ceremonias y cultos se rendían en el comienzo del año antiguo -a la llegada de la Primavera-. Coincidiendo sus fiestas, llamadas Liberalias con los dias cercanos a los que se dejaron los Carnavales, en nuestra cultura.

De aquel Pater Liber, habla San Agustín, refieriéndose a que era el dador de la semilla y de la simiente (2). Tanto como relata las peregrinaciones de los Idus de Marzo, que se presidían por un gran pene; falo que coronaba una mujer "nombrada como reina de las fiestas". Santo Tomas denomina e identifica estas Liberalias con las fiestas del dios Baco; realizadas por la "ayuda" y ofrecimiento de mujeres libertinas (Bacanales) (3), de las que la primera era un monarca femenino del festival. Mujer de conocida reputación y que debía ser madre de familia honrada, pero que asistía presidiendo el cortejo, coronando al falo y tras ello, se dejaba hacer todo tipo de usos y abusos sexuales por cuantos seguían la romería -que terminaba como el "rosario de la aurora" (pero en esta, en vez de acabar pegándose todos contra todos, en él se sucedían otros tipos de "luchas"- (4).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos falos romanos, ya más tardíos y por lo tanto esquemetizados. A nuestro lado, tenemos la clásica "higa-falo" de los siglos III al IV -propiedad del museo romano de Mérida, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. En este tan solo se observa una bola al final de un bastón (indicando el glande y el pene). Y es evidente que se trata de un símbolo fálico, porque del otro lado, figura la higa (aunque no podemos verlo en la imagen). Por lo demás, es seguro que de no haberse fundido en el punto opuesto a este bastón con bola, una mano con el puño -que no vemos-, normalmente, se negaría su identificación con el Fascinus. De igual manera, bajo estas lineas, observamos una pieza (probablemente de casco romano) que en forma de pendiente, que se tiene comunmente como símbolo fálico. Es discutida esa afiliación a Fascinus de esta pieza colgante romana, más en siguientes artículos veremos como el falo es un adorno fundamental en la indumentaria del ejército en Roma (la pieza en imagen bajo estas lineas, pertenece al museo arqueológico de Arles, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen).


Cuanto hemos recogido sobre lo escrito por San Agustín acerca de las peregrinaciones de culto al Pater Liber, se corresponde a las fiestas sobradamente conocidas como las famosas Bacanales -o Liberalias-. Siendo muy de destacar que aquellas se presidieran por muy honestas madres o damas a las que el mismo Santo denomina: "Bacantes". Lo que nos lleva a pensar que quizás el culto que Agustín de Hipona nos está relatando no trata tanto de una ceremonia sobre el "falo sagrado", sinó más bien del recuerdo de los antiguos ritos griegos de Dionisos, sincretizados por la mitología romana en Baco y Mutunus. Ya que cuanto apunta, nos parece que consta de tres cultos distintos, unidos en una misma fiesta: Primero, de los "misterios órficos", que se referían a la siembra de las cosechas y que se celebraban en honor de la simiente y la fecundación (Orfeo, Eurícice y Perséfone). En segundo lugar, creemos que nos habla de las dionisiacas (las fisetas propiemante del dios Dionisos-Baco); en las que se adoraban -por medio de sus bacantes-, la recolección del grano y de la vid. Mientras en todo cuanto narra Agustín de Hipona, incluye como "efigie adorada", la del falo. Fascinus, que se corresponde con Mutunus Tutunus romano, el cual procedía de otros ritos ancestrales, de celebración de la fertlidad, pero que se referían a misterios sobre la salud y la suerte (no tanto a los de Orfeo y Dionisos).


Por cuanto habríamos de diferenciar los tres cultos de los que nos hablan en la Ciudad de Dios, para comprender que el Fascino (Mutunus Tutunus), pene que se tenía por padre de la raza romana, era una veneración más relacionada con las Vestales. Entroncada con la virginidad y celebraciones del Sol, que se llevaban a cabo por medio del fuego. Aquel Fascino era el dios de la luz y de la fecundación; mas no tanto como simiente, sinó en alguna forma como deidad del Sol y agua, que hacían que los campos crecieran y se multiplicaran. De ello, ya hemos dicho que se convertía en el dios de las riquezas y de las buenas cosechas; por lo que fuera el símbolo más antiguo que tuvo de Mercurio (Hermes) dios del comercio. En tanto y cuanto, el comercio en principio dependia del campo y sus frutos. Donde si la fertilidad era importante, más aún lo era la lluvia y la luz para que las cosechas crecieran. Por lo que aquel Mutunus, tiene su origen en verdad en las deidades de los agricutores (y ganaderos), pero en la medida que estos precisaban la suerte, para que sus tierras y ganado fueran fecundos y produjeran grandes cosechas o rebaños.


De ello, que aquel dios representado por un pene, fuera el símbolo fundamentalmente de la suerte y quizás por ello en español antiguo -tanto como en lenguas anglosajonas-, el juego y el azar tuvieran el nombre de "pull" (en Argentina, por ejemplo: Polla -con perdón de los españoles que nos lean...-). Voz que posiblemente tenga su raiz etimológica en "phallus" (falo), debido a lo que aquel Fascinus significaba. No queremos decir con ello, que los griegos y los romanos dijeran de aquel que tenía una gran suerte, que gozaba de un gran "phallus" -ni menos, la viceversa; que ya sonaría tremendamente ordinario-. Pero lo que sí es indiscutible es que ese "miembro" de "enormes dimensiones" y erecto, era el símbolo de la fortuna. Por lo tanto, es comprensible por qué, todo aquel que la necesitaba (o la deseara), colgara de su cuello -carro, o casas-; varias de estas insignias con la "efigie del dios" Mutunus. Y por cuanto vemos, parece lógico ya pensar como el mal fario (lo que se denominaba "MAL DE OJO") de combatía muy bien con semejante amuleto, cuya imagen -decían- hacia huir o repeler la mirada del envidioso y del insidioso -portadora de las desgracias-.


Llegando hasta donde lo hemos hecho, creemos que al menos podemos justificar nuestra afirmación expresada al comienzo de esta entrada. En la que afirmábamos, como muchos de los talismanes en la joyería del Norte de la Ruta de la Plata, son herederos del Fascinus. Dijes, colgantes o pendientes, en formas que recuerdan falos o cuernecillos; y que creemos en verdad se trata de objetos sincretizados, fundamentalmente desde el edicto de Tours (1396), cuando la Iglesia comienza a prohibir el uso de las imágenes de la vulva y del falo, para combartir el Mal de Ojo. Aunque en las imágenes anteriores, hemos apreciado como estos talismanes contra la mala suerte, fueron esquematizándose en época tardorromana. Más con la conversión al catolicismo del Imperio, cuando tras la prohición de las Liberalias, vemos estos Fascinus con formas, en las que es muy difícil distinguir su inicial "efigie" de Phallus.


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, collar romano de corte helenizante con falos en sus dijes. Abajo, el típico colgante que lucía el común de los romanos (hallado en Reinosa hace unas décadas; se encuentra en el Museo de la Prehistoria y Arqueología de Santander, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Se trata de un fascinus hecho en bronce y de apenas unos cuatro centímetros de longitud, que solían colgarse romanos y romanas en el cuerpo, ropas; en los animales, carros, casas y todo lugar o ser, que desease proteger contra el Mal de Ojo.


CITAS:
(1) FIGURA Nº 64 de "La belleza que protege"; Carlos Piñel; Ed. Zamora 1998


(2) Habla San Agustín de ese dios falo, en "La Ciudad de Dios", diciendo: "Libero, selecto, también confiere la emisión del semen a los varones. Esto mismo da Libera, que es Ceres o Venus, a las hembras. Si encuentran (los romanos) respuesta adecuada para atribuir, y no sin razón, a Jano el poder de todos los principios, precisamente en que abre la puerta a la concepción. Tanto como para asignar, el de todos los sémenes a Saturno. Por que no puede separarse la seminación del hombre de su propia operación; y asimismo, para imputar a Libero y a Libera el poder de emitir los sémenes todos, en que presiden también lo que concierne a la sustitución de los hombres" (LA CIUDAD DE DIOS, Libro VII; Cap.)
(3) "Por entonces también el padre Libero o Baco, hizo guerra a la India, y trajo en su ejército muchas mujeres que llamaban bacantes, no tan ilustres y famosas por su virtud y valor sino como por su demencia y furor (...) Como si fuera Dios, han instituido los impuros demonios unas solemnidades religiosas; o por mejor decir, unos execrables sacrilegios que llaman bacanales. De cuya horrible torpeza, después de transcurridos tantos años y como de aquellas se avergonzó tanto el Senado, se prohibió su celebración en Roma. (LA CIUDAD DE DIOS, Libro XVII; cap. 13)
(4)"Torpeza de los sacrificios celebrados en honor de Libero: Los misterios de Libero, a quien hicieron presidir las semillas líquidas. Por tanto, no sólo los licores de los frutos, de entre los cuales ocupa el primer lugar (en cierto modo), el vino. Sino también los sémenes de los animales; ruborízame decir a cuánta torpeza llegaron, y ma avergüeza por la prolijidad del discurso, pero no por su arrogante enervamiento. Entre las cosas que me veo precisado a silenciar, porque son muchas, una es ésta: En las encrucijadas y cruces de Italia, se celebraban los misterios de Libero -dice Varrón-. Haciéndose con tal libertinaje y obscenidad, que en su honor se reverenciaban las vergüenzas más íntimas de los hombres. Esto se hacía no en privado, (donde fuera menos vergonzante), sino en público. Triunfando así la carnal torpeza y lo obsceno. Este impúdico miembro, durante las festividades de Libero, se colocaba con grandísimo honor en carrozas y tras ser paseado primeramente del campo a las encrucijadas; luego se llevaba hasta la ciudad. Llegándose en la villa llamada Lavinio a dedicar todo un mes a festejar a Libero. En estos días usaban todos las palabras más indecorosas, hasta que aquel miembro que llevaban durante un tiempo en procesión por las calles, reposaba por fin en su lugar de origen. A este pene indecoroso era preciso que una honestísima madre de familia le impusiera públicamente la corona. De esta suerte debía amansarse a ese padre y dios Libero, para el mayor rendimiento de las cosechas y con aquello, debía repelerse el hechizo de los campos. A fin de que la matrona que lo coronaba, se viera obligada a hacer en público lo que ni la meretriz, debió permitirse en las tablas (de lupanar), si la observaran las decentes. Sólo una razón fundó la creencia de que Saturno no era suficientemente dios, para todas las semillas. Esta era el que el alma inmunda hallara ocasión para multiplicar sus dioses. Así como en premio de su inmundicia, del único y verdadero Dios que prostituida a muchos y falsos dioses, se hizo este. Y ávida de una mayor suciedad, llamara a estos sacrilegios sacramentos. Siendo para que en sí misma, se entregara a la canalla de sucios demonios para ser violada y mancillada" (LA CIUDAD DE DIOS; Libro VII, 21 -capitulo transcrito en completo-)





miércoles, 21 de septiembre de 2011

DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS": CONTINUACIÓN. (Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXV).

La presente entrada es continuación de la anterior; es recomendable leer previamente la que antecede, para poder comprender perfectamente esta.

BAJO ESTAS LINEAS: Charro de principios del siglo XX; observemos que sus botones son del tipo que en otras entradas hemos analizado, como iguales a modelos de joyería tartéssica, etrusca y -sobre todo- fecnicia. Además, este en su cuello lleva un amuleto contra el Mal de Ojo: Lo que hemos llamado "Bolla" (heredera de la "bulla" latina, que servía en Roma para evitar el Aojo, tanto como en Salamanca se usaba para combatir igual mal y del que a continuacón tratamos) -Foto tomada de la página web del joyero salmantino Luis Méndez, quien continúa en su taller heredado de su familia, con la tradición milenaria que la Ruta de la Plata le transmitió (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen)-.


En el artículo de hoy vamos a tratar sobre el origen y significado de esos amuletos y orfebrería que durante milenios han colgado y lucido hombres y mujeres, con el fin de evitar el tan temido Mal de Ojo. Siendo el Norte de la Ruta de la Plata (concretamente en su tramo desde la Sierra de Gata hasta Astorga) uno de las zonas de España donde hasta época más tardía se conservaron esos anillos, collares, botones, dijes y pendientes, que protegían del Aojo. Tanto es así, que no solo el traje regional de Salamanca, Zamora y zonas de Cáceres, lleva mútiples talismanes (de este tipo). Sinó que además, hasta día de hoy ello y "gracias" al temor o prevención contra el Aojo; se ha conseguido que se conservara la joyería y sus formas ancestrales milenarias, en aquellos lugares. Consecuentemente, en esta parte del Camino de la Plata, aún podemos encontrar orfebres y joyeros que trabajen modelos y diseños, cuyos orígenes tienen mas de cuatro mil años. Todos ellos conservados en la tradición popular y cuya antigüedad no se llegó a conocer hasta los hallazgos arqueológicos del siglo XX. Viéndose hace muy poco que los pendientes, collares, dijes o botones que lucían charros, cacereños, maragatos y zamoranos; eran casi iguales a los de los fenicios, romanos, o griegos.


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Hoy nos planteamos la absoluta necesidad que hubo hasta no hace mucho de llevar talismanes contra el Mal de Ojo, al cual tantos temían. Ello, porque aquel hechizo procedía de las religiones más fuertes que hubo la Antigüedad europea: Las del culto al sexo. De ello, estudiaremos por qué y cómo llegaron a ser tan importantes los ritos de sexualidad y fertilidad en las creencias europeas. Tanto que la Iglesia hubo de sincretizarlos y mantenerlos vivos hasta practicamente el Concilio de Trento. Aunque ya sabemos que "estas síncresis" tan forzadas se producen siempre y cuando no se puede hacer prescindir de cultos y costumbres muy antiguas, al pueblo. Tras lo que, observando que no existe manera de cambiar su ancestral comportamiento, el clero decidía "bautizar" esos ritos tan viejos y arraigados. Como dato y ejemplo para que podamos hacernos una idea y conocer lo que son "estas síncresis" cristianas, vamos a exponer un caso (que hemos vivido muchos). Este fue el famoso "San José Obrero"; "creado" a mediados del siglo XX, con el fin de "dar una equivalencia" al Primero de Mayo. Fiesta que así pasó de pagana a religiosa, seguramente sincretizada al comprender que si no se declaraba un festivo muy importante en España, este día del Trabajo, podía haber grandes conflictos. El "remedio inventado" fué aquel Santo que unía lo "cristiano con lo laboralista" y con ello celebraban una fiesta que de no guardarse, generaría problemas sociales.

Algo muy similar debió ocurrir hace unos mil quinientos años, con los ritos priápicos y de fertilidad, que comprendían las religiones paganas de adoración al sexo. Cuando la gran mayoría del Imperio se convirtió al cristianismo, pero no pudo quitar las costumbres relacionadas con las creencias agrarias. Estas, que comunmente eran totalmente ajenos a la nueva religión romana -llegando a ser obscenos y hasta de un horrible gusto en sus representaciones y fiestas-; poblaron las celebraciones y las costumbres de toda Europa (hasta la Edad Moderna). Siendo sus dedidades y ritos tan populares, que la Iglesia hubo de incorporar a su estatuaria, capiteles, canecillos y esculturas de hombres y mujeres desnudos, copulando, enseñando el sexo (o hasta en actitud de aberrantes posturas lascivas).





EN LA FOTO DE NUESTRO LADO (arriba), vemos la portada del magnífico libro de Jesús Herrero Marcos, en el que trata sobre La Lujuria en las religiones y en El Románico. Comenzando su autor el tema, desde la época de las cavernas, pasando luego por las grandes civilizaciones de la Antigüedad (principalmente Egipto) y llegando a Grecia y Roma. Desde donde arranca para explicar la manutención de determinados cultos de Príapo, Afrodita, Herma, Mutunus etc., en toda Europa (principalmente hasta la época del Románico).






EN LA IMAJEN BAJO ESTAS LINEAS: Retablo renacentista de la iglesia de Pampliega. Es quizás uno de los últimos ejemplos en los que se "autoriza" (o muestra) el desnudo en España y en una altar, de manera tan destacada. Puesto que tras la llegada del Barroco, ya es difícil volver a ver "erotismo" en el arte hispano y menos aún en el interior de una Iglesia (recordemos que la Venus del Espejo se pinta por Velázquez en Italia -seguramente- y que aún Goya fue procesado por la Inquisición, ya a comienzos del siglo XIX, debido a la Maja desnuda). Muy por el contrario observemos este maravilloso retablo de Pampliega (del gran escultor flamenco Domingo de Amberes), en el que bajo el Calvario, se encuentra una virgen y sus lados Adán y Eva, sin ropas; que tan solo se tapan el sexo con las manos. Siendo muy llamativo que se dé esta estatuaria precisamente en Pampliega; un lugar marcadamente religioso en la Edad Media. Tanto, que cuando tonsuran al rey godo Wamba y este ha de dejar de reinar (por haberle sido cortado el pelo -en su embriaguez- y verse vestido de fraile). Se refugia tan religioso monarca godo en este pueblo con nombre que mucho nos recuerda a Pompeya -aunque hay quienes hacen derivar su etimología desde los "pliegos de lana" y de pieles, que allí vendían y fabricaban-



Muchas veces nos hemos preguntado sobre el tremendo arraigo que habrían tenido los cultos priápicos y orgiásticos en la Antigüedad. Tanto como para haberse mantenido vivos en el pueblo durante toda la Edad Media. Decimos, más; incluso habiendo sido seguidos hasta bien entrado el Renacimiento por las gentes comunes; ritos que tan solo pudieron ser totalmente abolidos en épocas cercanas a Trento. Ello significa que esas costumbres priápicas, permanecieron vivas en la religiosidad europea al menos durante tres mil años -que es casi lo mismo que decir, que surgen cuando Europa comienza a "existir", para dejar de celebrarse con la creación de los Estados y en la Edad Moderna-. De tal manera, pudiéramos plantearnos si religiosidad popular y Antigüedad, va unidas al priapismo; tanto como si medievo es sinónimo de manutención de esos cultos al sexo (lo que por cuanto "nos dice" la Historia, parece indiscultible, ya que parece que fué el Nuevo Estado del siglo XVI, el que consigue erradicarlo). Algo que muestra como la Historia de Europa estuvo poblada en gran parte por aquellos ritos que luego y tras el siglo XVI, se consideraron akelarres o misas de brujas. Pese a lo que fueron las más antiguas religiones del Mediterraneo, ya que tenemos una primera constancia de la práctica de religiones órficas, dionisiacas o de Afrodita; precisamente cuando nacen las Civilizaciones Europeas (Minoica, Micenia, y luego las del Hierro). Pero lo más curioso, es que aunque fueron prohibidas ya desde Teodosio y perseguidas teóricamente por las autoridades eclesiásticas romanas; podemos aún observar, en las iglesias y templos hasta bien entrado el Medievo, similares escenas y esculturas obscenas a las que hubo en la más remota antigüedad.


Por todo ello, siempre nos hemos preguntado cuán importante debió ser -al manos hasta la Edad Media-, esa religión que unía el placer -y el sexo-, con lo divino. Llegando a la conclusión de que hubo de significar mucho para la Europa Antigua; aún más que cualquier otro símbolo o deidad heredada de Grecia y Roma. Algo que puede verse en como aquellas celebraciones de hombres y mujeres desnudos (fiestas de borrachos y rijosos, que luego se llamaron akelarres), debieron de ser muy seguidas y celebradas hasta al menos el siglo XIV; tanto que aparecen en la estatuaria cristiana. De lo que se deduce que esos cultos priápicos, se permitieron durante las fiestas patronales medievales; quizás con el fin de controlarlos y sincretizandos -ocultadas bajo otros nombres, o aspectos-. Unos ritos que hubieron de significar tanto hasta aquellos años en los que se erradicaron, como para los íberos lo fue el toro (por ejemplo). Totem que no puede faltar aún nuestros días en toda fiesta patronal de España; como símbolo del guerrero y del valor (del dios Marte, ibérico), que en la más remota antigüedad feu el astado bravo.




De tal manera, observando cuantos canecillos, esculturas y capiteles de iglesias románicas -hasta góticas-, representan figuras copulando, enseñando el sexo o en las más aberrantes posturas; nos hemos preguntado qué llevaría a sincretizar estos cultos en esos años, a la iglesia cristiana. Algo que se comprende quizás porque de no aceptarlos, o de no hacer la vista gorda (los clérigos), se realizarían aquellas celebraciones a escondidas, en los montes y en las cuevas -lugares de donde realmente procedían, puesto que realmente son ritos de religiones neolíticas y ancestrales-. Siendo siempre mucho mejor que aquellas procesiones de Príapo más antiguo que al parecer se celebraban con las estalagmitas y en las cavernas; o las fiestas dionisiacas, donde todos se embriagaban de manera "tóxica". Al igual que los ritos órficos del comienzo y fin de la labranza, en los que mujeres y hombres adoraban a la fertilidad, copulando, para recibir buenas cosechas. Todos ellos, fueran realizados en el exterior de los templos, pero bajo la vigilancia de la Iglesia, quizás para poder regular de algún modo su desmesura (al igual que pasa hoy con diversas romerías y otras fiestas).


De tal manera, se entiende cómo en el exterior de tantos templos cercanos a iglesias rupestres y de montaña, junto a ermitas excavadas en la roca y principalmente al Sur de Cantabria o Norte de Palencia. En los valles de esos territorios reconquistados, se comenzaran a elevar iglesias románicas, en las que curiosamente observamos estas figuras obscenas (principalmente esculpidas en su exterior). Las que -a nuestro enteder-, nos hablan de cómo en esas épocas mdievales se "trajeron" los cultos paganos hasta los templos cristianos. Algo de lo que ha quedado aún mucho y que podemos ver cada fin de año agrario, en el Carnaval; que se corresponde en fechas con las fiestas de Liberalia romanas, donde se divertían de manera desmesurada y obscena. Siendo más que probable que en aquellos años del medievo, trajeran esos cultos paganos (de las cuevas y la fertilidad) hasta los lugares cristianos, para ir regulándolos. De los que aún se conservan las esculturas en sus iglesias románicas. Del mismo modo que hoy en las romerías y fiestas patronales, existen multiplicidad de ancestrales ritos sincretizados; en los que participa no solo el vino y el baile, sinó por ejemplo el juego con todo tipo de animales (toros, cerdos, cabras, gallinas, patos, équidos y largo etcétera, con los que se realizan las mas curiosas costumbres). De lo que allí donde existen esos templos románicos cargados de figuras obscenas, es muy probable que antes de existir esa iglesia, se celebrasen ritos y fiestas de fertilidad (que fueron los "restos" de aquellas religiones órficas, de Venus y de Baco, que antaño poblaron Europa).




JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, canecillo de la iglesia de Tozalmoro (Soria) en el que vemos un personaje -que para algunos es un clérigo- en actitud obscena y con el pene erecto. Bajo este párrafo, otras dos ménsulas, esta vez de la famosa iglesia de Cervatos (Palencia), que está plena de figuras como esta: Mujeres y hombres fornicando o enseñando el sexo. La explicación para algunos investigadores es muy distinta a la nuestra; pero a nuestro parecer, creemos que ello responde solo al arraigo que tuvieron las religiones órficas en toda Europa. Tanto que, posiblemente no pudiendo la Iglesia impedir esas "romerias" y fiestas dionisiacas (donde los asistentes se emborracharan y se divertieran llegando a fornicar en público). Seguramente las sincretizaron, dando cierta permisibilidad, para luego irlas dirigiendo hacia unos ritos menos obscenos. Hasta llegar a prohibirlas y perseguirlas, después del Medievo, con la llegada del Estado Moderno; al que para nada interesaba el paganismo, sinó que muy por el contrario, pretendía incorporar a toda la población bajo el mando de un solo Poder. -(fotos tomadas del libro anteriormente citado de Jesús Herrero Marcos)-




BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: La teoría que exponemos puede explicarnos -quizás- por qué en las representaciones más tardías, ya los personajes que enseñan el sexo -o muestran estas actitudes obscenas, en las esculturas de las iglesias-, son representados como demonios. No siendo así en aquellas figuras que fueron anteriores al siglo XIII; donde los lascivos comunmente aparecen como simples exhibicionistas, contorsionistas, o gentes del pueblo (en actitud hasta divertida). Como ejemplo de cuanto exponemos, ilustramos con dos imágenes nuestra hipótesis (igualmente tomadas del libro de Jesús Herrero). EN LA PRIMERA, A NUESTRO LADO, vemos un capitel perteneciente a San Isidoro de León, en el que se muestra una mujer en actitud libidinosa, quien es rodeada por dos cornudos con zarpas (similares a la que ella lleva en sus manos). Ello, al igual que la postura, cara y pelo de la exhibicionista, dejan ver y entender perfectamente que se trata de una bruja (o harpía) junto a dos "cornúpetas" (o brujos). Identificando ya en esa época a estas personas que se unen para celebrar ritos y fiestas desnudos; con el mal, lo infernal (y los akelarres).

Abajo, muy por el contrario, la mujer que enseña el sexo y de manera mucho más descarada, en un capitel de la iglesia de Cervatos (muy anterior al de la imagen superior -en época-); tiene tan solo el apecto de una aldeana, o una contorsionista. Llamando a muchos la atención que lleve "toca" en el pelo, a la vez que está completamente desnuda y enseñando el sexo. Lo que ha hecho pensar que podía incluso tratarse de una religiosa en esta actitud. Por ello y debido a que el pelo con tocado significaba elegancia y protocolo, no sería tan extraño que representase a alguien del clero, puesto que en infinidad de canecillos y capiteles del siglo XII, se contienen frailes copulando (o itifálicos).



Dejando aparte este aspecto y regresando a lo que comentábamos: No nos cabe la menor duda de que aquella no se representa como un ser malévolo, para advertir del pecado (tal como sucedía en la anterior, que tenía aspecto de infernal). Sinó más bien como alguien divertido, curioso o iniciático; cuyo significado en verdad, de seguro se nos escapa. Pudiendo tratarse sin duda de la famosísima figura llamada en las Islas Británicas, SHELAH-NA-GIG. Que se traduce como "Julia la Prostituta" y que se esculpía en casi todas las entradas de las iglesias irlandesas, hasta el siglo XIII. Ello porque esa "dama" de piernas y sexo abierto, era la benefactora y la gran protectora del pueblo contra el Mal de Ojo; que se representaba como una mujer que enseñaba obscenamente la vulva. También se esculpía aquella imagen de Shelah, simplemente con la figura de una vagina femenina, que se esquematizaba o realizaba detalladamente en piedra; colocada con fines benéficos en las entradas de lugar sagrado, para cuidar el Aojo (fundamentalmente en los accesos a los templos). Aunque como aquellas iglesias y monasterios eran cristianos, en el siglo XVIII y XIX, se mandaron destruir la gran mayoría de estas estatuas de Shelah-Na-Gig, pese a lo que infinidad de ellas quedan aún en Irlanda e Inglaterra. Siendo a nuestro parecer esta figura que abajo vemos, una de aquellas representaciones de la que en España se llama "Julia la Prostituta" -y que hemos dicho, servía para luchar contra el Mal de Ojo-. Lo que puede explicarse porque se encuentra en Cervatos (al Norte de Palencia), que se trata de uno de los inicios del Camino de Santiago Inglés, que desembarcaba en los puertos de Cantabria y baja a encontrarse con La Ruta Jacobea francesa.





El primer edicto que emite la Iglesia prohibiendo usar el falo y la vulva en ceremonias religiosas cristianas (como talismán ddel Aojo), es de 1247; pese a que los canteros continuaron esculpiendo penes, sexos y personajes en actitudes obscenas, en las muchas de las iglesias románicas que entonces seguían alzando. Tanto que siglo y medio después y en Tours, vuelven a reiterar los Cardenales en un Estatuto Sínodial del año 1396, que no deben magnificarse ni menos esculpirse falos ni vaginas en las iglesias; menos para ser adorados como benefactores contra el Hechizo del Ojo. Lo cual ya sí, comenzó a producir el cese de la imaginería priápica cristiana, siendo en estas épocas, cuando comienzan ya a repersentarse las mujeres y hombres desnudos en las iglesias -copulando o enseñando el sexo-, pero solo como demonios (o en el Infierno). Pudiendo decirse que claramente es tras aquel edicto de 1396 cuando se inicia una etapa en el Cristianismo, en la que el pecado y el sexo se aunan; siendo consideradas ya como brujas (prostitutas o marginadas) aquellas -y aquellos- que ceebrasen estas reuniones obscenas y priápicas -principalmente durante los Carnavales, en recuerdo como hemos dicho, de las famosas Liberalias romanas-. Tanto, que pécora y ramera se identificaron, por cuanto el pecado en Cuaresma (tras aquellas libertinos Carnavales), era doblemente mal visto. Especialmente en los dias de los "Ramos" (del Domingo al Lunes de Resurección), de donde viene la palabra "ramera", por ser aquellas expulsadas de las ciudades durante esos dias-.


Tras aquello y posiblemente con el azote de la peste; que se expande desde 1347, cercenando la población de algunas zonas de Europa en más de un tercio. Posiblementemente pudo identificarse aquella plaga trasnmitida por las ratas -que se tenía como castigo divino-, con los excesos de "la carne". Todo lo que puede explicar que desde el siglo XV comiencen a desaparecer de la estatuaria de los templos critianos, los sexos y las gentes obscenas allí antes representadas. Pese a lo que aquellas costumbres que se relacionaban con el Mál de Ojo, continuaron practicándose. Aunque, ya sus amuletos fueron cambiando y disimulándose, para que no tuivieran el aspecto de un falo, ni menos de una vagina. De ello, el que más se extendió como talismán usado contra el Aojo desde esta época, fué la llamada Higa. De la que sabemos, es una mano con el puño cerrado, que saca entre los dedos el pulgar, simulando la entrada de la vagina (Figa= Sexo de la mujer, del bajolatín (Ficus)-Figo= Higo); pero que desde el siglo XVI, para nada se explicaba como algo relacionado con el sexo, sinó como un talismán contra las miradas malditas.


En breves palabras y en los párrafos anteriores, hemos resumido el paso desde los cultos priápicos, en los que se adoraba en Gracia y Roma al falo y a la vulva (como protectores del aojo). Su manutención en los templos, tan arraigada hasta el siglo XV; tras los que van sustituyéndose sus cultos y talismanes por otros más disimulados. Transformación de aquellos penes y figas benefactores, en otros símbolos que (insinuando aquello), ya no eran tan obscenos, y en los que prácticamente no se percibía su verdadero significado anterior. Pese a que tal como narramos, aunque en el siglo XIV se prohibieron los amuletos del pene, la vulva y las esculturas lascivas; el temor al Mal de Ojo de la poblacíon no cesó. Ni menos aminoró tras el edicto de Tours; de lo que simplemente se pasó a usar contra aquellos males otros amuletos, que quizás por ser más disimulados proliferaron aún más. Talismanes que pasaron a ser fundamentalmente colgantes con las formas de cuernecitos (sustituyendo a los falos); garras (que simbolizaban la higa-vulva) y la Higa (que fué el único que se mantuvo igual a como era en época romana) . Proliferando desde entonces otros amuletos, como aquellos con forma de burbuja que se denominaron bullas ("bollas" -boya-, o bolas), y que eran talismanes fundamentalmente para niños -sobre cuyo significado trataremos más adelante-. Siendo estos las clasicas "avellanas", "pelotas de metal", cascabeles o simplemente burbujas de plata, que igualmente servían para ahuyentar el Aojo y que se llevan por decenas en los colgantes de los trajes de las carereñas, salmantinas, zamoranas y leonesas.

BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado collar maragato del siglo XIX, publicado por Carlos Piñel en su libro: LA BELLEZA QUE PROTEGE (1). Observemos los amuletos contra el Mal de Ojo que penden, junto a las medallas religiosas. Bolas que se denominan vulgarmente "avellanas" -y que en este caso son de plata dorada en filigrana-. Talismanes que son las que hemos denominado "BOLLAS", puesto que descienden directamente de la "bulla" (burbuja) romana, de la que ya hablaremos. Aunque sobre aquellas Bullas latinas, diremos para que se comprenda su importancia (y nuestra afirmación sobre que anteceden a las "avellanas mágicas" -en plata y oro-), que era el primer amuleto que se colgaba al recien nacido; junto a un falo -que también se le hacía pender del cuello del bebé-. Siendo solo "obligado" que se le pusiera al neonato latino, un collarcito con una burbuja de metal (normalmente plata) que se consideraba, le protegía durante toda su infancia.

La costumbre era ancestral y hemos podido documentarla en el Egipto de hace cuatro mil años, donde también como conducta de "proteción" contra el Aojo era común que todo recién nacido, tenía que llevar un amuleto en forma de corazón (pudiendo ir desnudos los nilos, más nunca sin su amuleto al cuello). Por su parte, en Roma, aquella Bulla se convirtió en el símbolo social de la niñez, tanto que cuando se llegaba a la madurez, el adolescente se quitaba el colgante, del que ya no necesitaba sus poderes. Ello, hizo identificarse plenamente estas piezas redondas con el sexo; puesto que cuando el joven se desprendía de ellas era en la edad nubil, en la que comenzaba a tener sus primeros amores. De aquellas "bullas" romanas y egipcias, imprescindibles en el niño como amuletos de portección contra el Mal de Ojo; consideramos que proceden estas "avellanas" de la joyería mágica española -a las que hemos llamado "Bollas"-.



BAJO ESTE PÁRRAFO: Varios amuletos pertenecientes al Museo Etnográfico de Castilla y León, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen (2). Son todos ellos contra el Mal de Ojo, pero ya pertenecen a los que en su forma fálica (o de vulva) se ha disimulado. En el Primero -a nuestra izquierda arriba-, podemos ver lo que llamamos una "bolla" ("bulla" de plata), que se remata con un ágata; piedra que claramente simboliza el ojo. Aludiendo a la tan temida "pupila azul", que se representa en toda pulsera contra el aojo de tracición anatolia: Griegas, Turcas o Sirias. Ello, porque se dice que aquellos temían la mirada de los bárbaros (como llamaban a pueblos feroces que les invadían por el Norte -tales como el Escita o el Celta-). La tradición de la pulsera o el colgante con la pupila azul se extendió posteriormente por toda la zona de ámbito e influencia fenicia, donde igualmente tenían como deidad protectora del Aojo, estas bolas en blanco cristalinas y con el círculo en azul en su centro (existiendo aún este amuleto además de en Grecia y Turquía; en Siria y todo el Norte de África, hasta Marruecos).


El segundo de la imagen (arriba izquierda) es la Higa de coral, que imita al puño cerrado del que sale el dedo a modo de vulva (de la que ya hemos hablado en entradas anteriores -ver artículo que precede, en lo que se refiere al cuadro de la niña infanta María Ana de Austria-). Siguen a este, una colección de cuernecitos de los siglos XVII al XVIII, de cuyo funcionamiento y función como talismanes ya hablaremos; pero de los que diremos que sustituyen al falo (que sabemos se prohibe desde 1396, en su uso como amuleto protector). Más adelante, en la entrada de hoy, recogeremos algunas imágenes de los falos que pendían de todo niño o ciudadano romano para protegerles. Con la imagen de ellos, comprederemos que su relación es muy cercana a esos cuernecitos que los aldeanos, gentes de dinero y reyes, se colgaban hasta no hace mucho para evitar el hechizo del Ojo. Finalmente, entre los talismanes de la imagen, existe una curiosísima Higa, que pertenece al mundo sincrético, aunque personalmente hemos de decir que nos resulta bastante desagradable. Teniendo en su dedo medio un crucifijo, y asi uniendo la figura de Cristo a las virtudes mágicas de la Higa (como protectora).




En todo cuanto hemos ido explicando, nos surge la pregunta sobré el "por qué" y "cómo" pudieron tener tanta fuerza estas religiones y rituales del culto priápico, llegando a creer en el Mal de Ojo y en el falo y la vagina como sus protectores, practicamente la mayoría de las personas (incluso hasta épocas muy recientes). La respuesta viene muy pronto, si estudiamos el verdadero significado en Grecia y Roma de los dioses del falo y de la fertilidad. LLegando a la conclusión de que la veneración a aquellos que se representaban en formas sexuales, surge debido a que eran los que entregaban la felicidad. Ello, porque las deidades antiguas tenían dos tipologías: Una de carácter agrario; y otras, del tipo guerreo. Ello hacía que el comportamiento de los dioses se basara en dos conductas: Guerrear y matar; o bien fornicar (sembrar) y reproducirse. Naciendo de aqui el tan "trillado tema" de "Eros y Tánatos... . Lo que significaba que el panteón grecorromano se dividía fundamentalmente en dos clases de mitologías: Las que narraban cómo habían luchado sus dioses (venciendo, perdiendo o matado); frente a las que mostraban con quién y cómo habían copulado aquellas deidades y héroes (para generarse unos a otros). La consecuencia inmediata a lo que vamos explicando es que había fundamentalmente dos tipos de celebraciones o ritos religiosos -entre las muchas festividades, fiestas y reuniones sacras-: Los cultos masculinos; de guerra, enfrentamiento y muerte. Frente a los femeninos: De fertilidad, bondad, sexo, reproducción y placer. Pese a ello, ambos (Eros y Tánatos) se entremezclaban en sus creencias y el amor se unía a la lucha, tanto como la guerra o la muerte a lo romántico; haciendo nacer un panteón complejo en su diversidad y diversificación. Aunque muy sencillo en sus funciones y significados.


La última frase la hemos expresado en relación a lo que realmente eran los principios de la religión grecorromana: Unos agrarios (o campesinos) y otros sociales (o civiles). Existiendo diosas y dioses que habían de ser adorados por aquellos dos motivos: Unos por entregar o dar la fertilidad a las cosechas y a los animales, generando así las riquezas (del campo, de las que luego nacían los demás bienes). Otros, por habernos civilizado gracias al ejército, al gobierno y a su fuerza; aunando bajo un poder a pueblos, tierras y gentes, que trabajaban por una civilización y por unas ideas. En lo que se refiere a los primeros (de los cultos de fertilidad), en su gran mayoría eran de origen femenino; dado que la agricultura "como se sabe", es innata en la mujer (mientras que al parecer -y tristemente para nosotros-, la guerra y la agresividad, es atávica en los hombres). De ello y de su tipología femenil, nace la identificación entre agricultura, plantación, cultivo y recolección, con el embarazo y la gestación de la vida. Al igual que de un mismo origen procede el concepto de "semillar y preñar" al ganado, para luego aprovechar las crias (su cosecha). De tal manera, la pecunia que ya hemos visto es de donde procede el concepto del dinero, es de este origen: Del "pecus", animal en latín; pero cuyo significado monetario es el de "rebaño" (en la ganadería y explotación). Por lo que la pecunia -el dinero o las riquezas (que antes se medían en cabezas de animales)-, procedía de estos dos actos agropecuarios: La fecundación de las hembras y la siembra y recolección de los frutos (de la cosecha y del ganado).


Entendidas ambas cosas como muy cercanas: La preñez de la tierra y la de las vacas (o las ovejas). Se consideraba que las riquezas y el bien procedían de las mismas deidades, quienes entregaban la pecunia y los frutos. Con lo que esta pequeña explicación sobre el origen de los cultos agrarios y pecuarios, nos ha conducido a identificar los misterios (o religiones) de la siembra, con los ritos del sexo; para que las hembras fueran fecundadas. Hasta aquí ya comprendemos cómo la copulación y el embarazo, al igual que la germinación de lo plantado, eran tan fundamentales en la Antigüedad, como para adorarse. Tanto, que los cultos y celebraciones más importantes se solían realizar para que hubiera buena cosecha; tanto como para que el ganado creciera y se multiplicara prósperamente. De tal manera, debido a que la mitología es el modo poético de representar la realidad y la Historia, por medio de una alegoría personalizada en un héroe (o en un dios). La personificación de aquellos fenómenos que representaban la buena cosecha, la fertilidad del ganado y las riquezas de la tierra, se simbolizaban en seres, animales o dioses que lucían una gran vulva (o un gran pene). Este era el caso de Herma, quien dió origen a Hermes, el dios de las riquezas y del comercio heleno; tanto como de Perséfone o de Afrodita, diosas que gracias a su atractivo físico o su poder engrendrador, conseguían el milagro de la germinación o de la reproducción y el placer.



JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado portada de la segunda edición de la magnífica obra sobre sexo y religión en la Antigüedad escrita por la profesora inglesa Catherine Johns, del British Museum (
Sex or symbol: erotic images of Greece and Rome) . Este fué uno de los primeros tratados sobre religiones priápicas y de adoración al falo, tras la obra de Payne; mecenas y creador del Museo Británico, quien en el siglo XVIII escribió su famoso libro "EL CULTO A PRÍAPO". Tras Richard Payne, mucho se tardó en volver a estudiar en profundidad los interesantes ritos de fertilidad religiosos del Mundo Antiguo, que se conservaron hasta nuestro siglo XV y de los que aún quedan reminiscencias como el hechizo que venimos estudiando (llamado Mal de Ojo).
Quizás los complejos occidentales sobre el sexo han primado sobre lo que debiera ser investigación y se han apartado estos estudios de las religines priápicas, hacia un camino de lo cómico o lo casual; pensando que se trata de investigación "poco seria" y sobre el mundo privado de Grecia o Roma. Tanto es así, que teniendo una interesante portada en su primera edición el libro de Catherine Johns (Sex or symbol: erotic images of Greece and Rome); debió parecer a alguien obscena y por ello en la siguiente reimpresión, han puesto la presente carátula del vaso aúreo (que vemos y que nada expresa sobre el tema que trata). Puesto que en su edición príncipe, tenía la figura pintada de una cerámica griega, en la que una mujer sembraba la tierra, mientras le crecían grandes penes erectos... . Ello, pese a resultar muy ordinario y divertido, expresa realmente lo que eran las religiones agrarias; en las que se concibe el sexo de la mujer como la tierra, el pene del hombre, como el arado, y el semen cual la semilla (tal como indica su nombre). De tal manera, nos será bien fácil entender por qué un falo o una higa significaba prosperidad, felicidad, riqueza y bien (bienes, riquezas, prosperidad o felicidad que procedían de la fecundidad del campo, del ganado y de la población, para que crecieran las Sociedades).









BAJO ESTAS LINEAS: El llamado Mercurio Polifálico de Pompeya. Se trata de una escultura que repersenta al dios que da nombre al comercio (mercado) y que se personificaba en el metal con el que se trabajaba el oro: El Mercurio (imprescindible para dar pureza y limpiar los metales nobles -en especial el oro-, al que deshace y convierte en 24 kilates, solo por su contacto). Lleva por ello el dios una bolsa, que significa el dinero y luce sobre su cabeza penes erectos (como símbolo de la fertilidad y las riquezas). El antecesor griego de este dios del miércoles y del mercado, era Hermes; al que igualmente se le comenzó representando en origen por una piedra con un gran falo en su centro (llamadas Herma); pedestales que se colocaban en los campos para que hubiera grandes cosechas. Tras ello, paso a ser Hermes la deidad de las riquezas (agrarias) y con ello el dios del comercio (que se identificó luego en Roma con el Metal que trabajaba el patrón oro: Mercurio).





Por cuanto hemos expuesto, ya es nos fácil comprender como Hermes-Mercurio, el dios del comercio y de la riqueza, fue representado en Pompeya pleno de falos en la cabeza; cuyo símbolo no es otro más que el de la fecundidad y las riquezas. Penes erectos que por otro lado pueden recordarnos enormemente a los cuernos; ello debido a que igualmente el cuerno era tenido por imagen del dinero, ya que significaba la pecunia (el ganado, que se medía en cabezas y se contaba por cuernas). De lo que cultos como el del cuerno de la abundancia, que a veces tantos problemas plantéa en su explicación, también observamos que es fácil de entender. Máxime cuando el asta o el cuerno era el símbolo de la masculinidad y de la virilidad (por su parecido con las armas, pero sobre todo porque originariamente y hasta la expansión completa del Hierro -hacia el siglo VIII a.-, los campesinos solían labrar con una dura asta). Por lo que ese cuerno que se ponía en el extremo del arado es el verdero origen del de la abundancia, tanto como un símbolo muy cercano al del pene erecto, que traía la fecundidad (las riquezas y el bien, que combatía la mala suerte: El Aojo). De tal manera sabiendo que el arado era entendido como un pene, la semilla como el semén y la tierra como el útero materno. Entenderemos por qué un falo erecto, o una vagina, eran los atributos de la felicidad, la prosperidad y de la riqueza. Significando todo aquello lo contrario del mal: La esterilidad, la impotencia, l pobreza, la infelicidad, el mal, la pena... . Y por ende: El Aojo.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, pequeños penes colgantes en bronce; de apenas unos centímetros y del siglo II, que se fabricaban en Roma para evitar el Mal de Ojo en los niños (a los que se les colgaban estas "bonitas joyas") -propiedad del Museo Arqueológico de Córdoba al que agradecemos nos permita divulgar su imagen-. Abajo, la misma versión del amuleto contra el Aojo, pero esta vez en tamaño grande y del siglo I (propiedad del Museo Arqueológico de Jaén, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Como podemos observar en la foto bajo estas lineas, el talismán lleva en su centro un sexo masculino completo (en estado de "reposo"...). Mientras a la Derecha ya observamos el falo completamente erecto, que en forma de media luna se une con un brazo (a nuestra izquierda) que lleva la famosa Higa, como símbolo de la Vulva. Era este que abajo vemos, uno de los amuletos más normales en la Roma Antigua; tanto que podemos decir, colgaba en cualquier entrada de casa -alcoba o dormitorio-. Su finalidad era la de proteger y traer el bien, evitando el llamado "Fascinus" (hechizo por el ojo o la mirada del envidioso).
Y para aquellos que hayan quedado plenos de dudas sobre lo que arriba hemos explicado y expuesto les haremos una pregunta final de reflexión: ¿HAN PENSADO ALGUNOS DE UDES., PARA QUÉ SIRVEN LOS CALENDARIOS DE MUJERES DESNUDAS TAN OBSCENOS, QUE EN TANTOS LUGARES DE TRABAJO Y EN VEHÍCULOS DEDICADOS AL TRANSPORTE, SE LUCEN...?. ¿SERÁ PARA COMBATIR ESTE FASCINUS -O MAL DE OJO-?. No lo sabemos, más este hecho tan curioso es verdaderamente muy de destacar....











CITAS:

(1) LA BELLEZA QUE PROTEGE; Carlos Piñel. Zamora 1998 (Pag. 26).


(2) FOTO tomada de la página 208 del Libro ENSERES. Exposición del Museo Etnográfico de Castilla y León comisariada por Carlos Piñel y Joaquín Díaz. (Zamora, 2003)