jueves, 15 de diciembre de 2011

Dioses de la fertilidad, de la luz, del Sol y del oro; diosas del agua, de la Luna y la plata. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXII).

Esta entrada es continuación de las ocho anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.




SOBRE ESTAS LINEAS Y BAJO ELLAS: Fotos de los obeliscos que hasta fines del siglo XIX estuvieron en Alejandría, época en la que fueron trasladados a Nueva York y Londres (Central Park y Westminster, respectivamente).
Levantados originalmente en el 1461 a.C , y erigidos en honor del rey Tutmosis III, fueron situados el templo del Sol de la antigua ciudad de Heliópolis (la Lunu egipcia). Allí permanecieron hasta ser transportados por Julio César (sobre el 45 a.C.) a Alejandría. En año 1869 y tras abrirse el canal de Suez, el virrey otomano (Ismail Bacha), regaló uno de ellos a Estados Unidos y otro a Reino Unido -existe un tercero muy similar, también de Tutmosis, que fuera transportado a Constantinopla por Teodosio, tanto como su "pareja" fue llevada poco antes por Constantino a Roma y hoy se situa en la Plaza de San Pedro 1-.

Obeliscos con algo más de 20 metros de altura (unos 40 Codos egipcios) tallados de una pieza granítica, en las canteras de Assuán aún para la civilización moderna han conservado un significado de gran importancia (relacionado con el progreso y la unidad de las culturas). De tal manera, se llama "Agujas de Cleopatra" a los tres llevados y situados hasta las principales ciudades de Occidente: El de Nueva York y el de Westminster -ya mencionados- al que se suma un tercero erigido por Napoleón en la plaza de la Concorde en Paris. Su simbolismo, sin lugar a dudas, se relaciona con el que desde fines del siglo XIX dieron a los grandes rascacielos, como muestra del progreso y la civilización. Tanto como originariamente debió relacionarse con el culto solar y el calendario, como sistema de orden y progreso para una cultura (que sin un calendario perfectamente regulado, es imposible su avance)

El significado de estos colosales pilares petreos (al igual que el posible uso de los menhires) enlaza con lo que hasta hoy veníamos exponiendo sobre su sentido entre los cultos solares y en la veneración a la columna. Por ser estos grandes cipos -o gnomons-, donde podían leerse a la perfección las horas y los días. Bastando para estudiar el ciclo solar, elevar un vástago de gran tamaño e ir marcando (en la arena) la situación y evolución de todas sus sombras, durante las diferentes jornadas de los 365 días. En tan solo un año, nos daríamos cuenta que la sombra más larga y la mas corta se producen en nuestro 24 de Junio y el 24 de Diciembre. Al igual que en pocos decenios comprenderíamos que el ciclo anual solar es de más de 365 días; puesto que cada cuatro años, el Sol habría salido una jornada más tarde (el dia 366 de cada bisiesto en el calendario moderno). Por todo ello, en tan solo cuatro décadas ya las sombras más cortas y más largas pasarían a darse el 3 de Julio y el 3 de Enero (desfase que un solo hombre midiendo diariamente las sombras conocería perfectamente). Con tan simple explicación expuesta, nos es fácil comprender por qué las culturas del desierto comprendieron el calendario solar a la perfección. Aunque no es fácil saber por qué curiosamente no lo usaban... . Algo que consideramos se produce por otros motivos (que ya trataremos), pero que conciernen a secretos sobre astronomía celosamente guardados por el sacerdocio, para impedir al ciudadano común orientarse en el desierto -o que llegaran "extraños al templo" hasta las ciudades defendidas por kilómetros de arenas-.

Este de la lectura de sombras en el obelisco (o del menhir), hubo de ser el primer sistema de conocer los ciclos del Sol, sin precisar casi de mediciones astronómicas. Método rudimentario, pero muy exacto; sobre todo si se lleva a cabo durante años y con monolitos de gran tamaño, con el fin de que los fenómenos meteorológicos -o los movimientos telúricos-, no varíen la dirección o situación del "gran gnomon" (de ello el tamaño colosal de aquellos). En lo que se refiere al calendario en Egipto, ya dijimos que carecian de año bisiesto, pero por considerarlo "anatema" religioso; dado que se regían por el ciclo de Shotis (Sirio). Estrella que hacía su aparición en el firmamento a la vez que se sucedían las crecidas del Nilo, hecho que realmente regulaba la agricultura y la vida civil del Imperio y que se sucede cada 365 días exactos. En la presente entrada analizamos el significado del año y su relación no solo con los planetas, sinó también con la pecunia (el ganado, el metal y el dinero)

Arriba hemos visto la imagen del obelisco de Londres (aguja de Cleopatra) cuando estaba en Alejandría. Abajo, su "hermano", igualmente en los años que se elevaba en Egipto, hasta que fuera llevado a Central Park de Nueva York. Donde se colocó en 1880, llevándose desde el puerto hasta ese parque neoyorquino, simplemente movido por un armón tirado con 32 caballos. Algo que deseamos destacar, puesto que hay quienes se hacen grandes preguntas sobre cómo pudieron transportar los egipcios sus enormes moles de piedra (sin observar que en Egipto también existían los animales de tiro -vacunos-, los "armones" y las bases de madera con ruedas; tanto como barcos, sobre los cuales en canales, se podía navegar por gran parte de la llanura egipcia). Foto tomada del blog, donde observamos cómo se levantó este monolito egipcio en Nueva York, tan solo ayudado por caballos y gruas (fundamentalmente de madera). Igualmente Wikipedia U.K. tiene un magnífico artículo en el que trata sobre el transporte y elevación de las llamadas Agujas de Cleopatra
http://www.egiptoantiguo.org/foro/viewtopic.php?p=22973&sid=e5a441e9642a89748119bcdb5dddd50e o bien http://en.wikipedia.org/wiki/Cleopatra's_Needle




Pasamos hoy a analizar los dioses de la prosperidad, con relación al calendario, la agricultura y los metales. Puesto que habíamos dejado ciertamente claro que el "nuevo año" o el "año próspero" japonés era una de las poquísimas fiestas agrarias que aún quedaban en el Planeta. Fiestas de la agricultura y de los bienes, que en toda civilización basada en las labores del campo se habían celebrado durante milenios (pero que en su mayoría, se perdieron o se sustituyeron, por otras muy similares como el Carnaval o las patronales de la cosecha). De tal manera y regresando al culto agrario en Egipto, ya vimos como el ciclo de su calendario dependía fundamentalmente de las crecidas del Nilo, que se regulaban con la salida de la estrella Sirio (que aparecía en los años de la creación de su año civil hacia el 22 de Julio). Aunque a ello, añadimos la idea expuesta en la anterior entrada de que igualmente hubo de existir un segundo calendario de crecidas, debido a las pleamares. Mareas que contendrían y elevarían las aguas del Nilo, centenares de kilómetros adentro (provocando igualmete una regulación en horas de las labores del campo). Este segundo calendario, lo habíamos relacionado con la muerte de Osiris y su "partición" en 14 trozos, de las cuales solo se hallaron 13 -ya que el mito narra que su sexo se perdió-. Razonando su unión en base a que 13 es el periodo de pleamares que completa un ciclo anual solar. Ya que estas varían cada 28 días y 4 horas, que por 13 son 366 días y 4 horas (es decir, 22 horas más que el año trópico solar, que sabemos tiene 365 dias y 6 horas, aproximadamente: 365 d. + 6 h. + 22 h. = 366 d. + 4 h. = 13 mareas )

Ello nos llevó a deducir que estos periodos de pleamar, en los que se regaría gran parte del delta de forma muy abundante -llegando a contenerse el agua y los limos hasta las primeras cataratas del Nilo- simbolizarían algo muy semejante a los ciclos de fertilidad femeninos, que son igualmente unos trece al año. De lo que entendíamos que el mito de Osiris, que narra como tras ser asesinado el dios había sido troceado en 14 partes y repartido su cuerpo por todas las tierras del Nilo. Se relacionaba no solo con las semillas, que proceden de una espiga segada, trillada y "dividida"; que tras sembrarse "resucitan". Sinó que además podía estar hablándonos del ciclo calendárico de mareas. Ello porque el mito también expone que nunca se halló el pene de Osiris, de lo que Isis (su viuda) hubo de fabricar uno en madera (que se supone el Ank), para llegar a autofecundarse, situándose junto a la momia del dios -luego, su hijo Horus, nacido del falo artificial, resucitó tocando al padre con su ojo-. Por todo ello, deducíamos que esas 13 partes halladas de Osiris, quizás hablan de "un calendario" de Isis; la diosa femenina, compuesto de 13 pleamares, o de 13 periodos de fertilidad (ciclos relacionados con los luni-solares.)

Siendo así un hecho evidente, que la diosa Isis, simbolizaba la Luna y su reflejo del Sol (tal como lo es Amaterasu-o-Mi Kami lo es en Japón); parece más que lógico concluir que nuestro satélite igualmente se relacionara con los periodos de fertilidad ovulatoria y a la vez se uniera al concepto de las aguas, como madre fecundadora -Siendo este un hecho que hasta hoy se mantiene como cierto entre las comadres de las diferentes culturas, quienes afirman que partos, embarazos y hasta el sexo del neonato, es regido por la Luna-. A ese influjo de nuestro satélite sobre las mujeres y las embarazadas, se une la similitud entre el color de la Luna, el argento y del agua (donde nos reflejamos). Representándose de forma sacra aquel astro en la plata y en el espejo. Tal como sucede con Amaterasu en Japón -o con Isis en Egipto-, que portan como atributo el reflejo de la luz (ese espejo cuyo símbolo es la maternidad o la visión del mundo que la madre siente tras haberse dividido -parido o "partido"- y observar el mundo en su reflejo: A través de su hijo).

Aunque consideramos que realmente, sería el efecto que sobre las mareas ejerce la Luna al girar entorno la Tierra, lo que la haría relacionarse con el agua desde los tiempos más remotos. Motivando una identificación común y plena entre los mares y la diosa Madre-Luna; algo que se produce en casi todas las culturas antiguas. Del mismo modo, se hizo con el "Padre Sol" (luz), benefactor para los campos y sin cuyo calor y luminosidad no pueden germinar los cultivos. Astro rey que igualmente se asocia con el oro, siendo finalmente ambos los colores y metales más nobles (oro y plata), que se identificarán con aquello que contiene la vida eterna (al no destruirse la plata -ni menos el oro- por efecto del tiempo).

Más regresando a la agricultura y al famoso "pene perdido de Osiris" simbolizado en los obeliscos como los que recogimos en foto, habríamos de matizar la relación de este mito igualmente con la cosmogonía de la Luz Solar. Ello en base al cipo o columna, que siempre se a tenido como símbolo fálico; no solo por el calor que el Astro rey emite, sinó también por su sombra (que aumenta o disminuye, desde el día más largo al más breve -que en nuestro calendario se sucede el 24 de diciembre y el de Junio-). Siendo evidente que los egipcios identificarían esta sombra del gnomon (que crece o se hace más corta), con el famoso pene perdido de Osiris; que como la luz del dios, aumentaría en los meses de siembra de Egipto (a comienzos del verano) para posteriormente decrecer con la llegada del invierno -cuando ya se habían recogido las cosechas-.

De tal modo, si entendiéramos el estudio de las sombras del obelisco, comprendiendo que estas moles de piedra eran de algún modo símbolos del padre fecundador (fálico-solar); sirviendo como gnomons para leer las horas y los dias. Llegaríamos a la conclusión de la relación entre aquellos y el mito que narra cómo se destruye el pene del dios Osiris, al trocearse su cuerpo. Algo que de seguro también se relaciona con el hecho de la triangulación y reparto de tierras, que llevaban a cabo los sacerdotes egipcios tras la inundación. Dividiendo las tierras de cultivo y asignando a cada propietario una parcela nueva (anualmente). Momento en el que el calendario que usaban era solar -pues la triangulación y reparto se llevaba a cabo regularmente en las fechas del verano-; aunque curiosamente basaban toda su religión y vida civil en el ciclo de la aparición de Sirio, tras las inundaciónes del rio Nilo (que se fecha hacia nuestro 22 de Julio). Siendo increiblemente extraño que un pueblo fundamentalmente adorador del Sol, no se guiara por un calendario solar; algo que sin duda corresponde a anatemas religiosos y a problemas sociales (que más tarde exponemos)

Por todo lo narrado, las sombras del dios Osiris-Sol (las del obelisco erecto y petreo, que pudo simbolizar el pene), curiosamente nada tenían que ver con el año que usaban los egipcios, quienes tan solo se regían por las crecidas del rio y por Sirio; inundaciones que se producían a mediados del verano. De ello interpetamos que todo se corresponde con el mito que narra como arrojaron el sexo amputado del dios al Nilo, donde lo devoraron los peces y jamás se encontró; habiéndo de fabricarse otro en madera la viuda Isis, para concebir su hijo póstumo. Es decir, que aquello puede traducirse por una cosmogonía que expone cómo el verdadero calendario regulado por la lectura de sombras en el "gran cipo" (obelisco) fué tristemente "olvidado" (amputado y tirado al rio); para ser sustituido por otro que enmascaraba la verdadera duración del año trópico: El ciclo de Shotis, la estrella Sirio que tenía tan solo 365 días -los motivos para "ocultar" la verdadera duración del año y la fecha en la que vivían los egipcios; creemos que son fundamentalmente sociales. Para que los ajenos al "templo" y a los conocimientos astronómicos (que se reservaban para el sacerdocio), carecieran de datos para poder siquiera guiarse en el desierto, saber cuando aperecen los astros en el cielo, se suceden los eclipses, cambia el tiempo y llegan las inundaciónes. Puesto que con el ciclo Siriaco, cada cuatro años se añade un dia, lo que leva a que en cuatro siglos ya haya un desajuste de cien jornadas en el calendario...-


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, figura de la diosa Tanit fenicia del siglo V a.C. y hallada en Ibiza (propiedad del museo Arqueológico de Ibiza, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Observemos el parecido de la figura e imagen de Tanit, con el Ank de Isis, que sabemos significa el pene artificial de Osiris.
Abajo: Unos pendientes del siglo IV a.C.; joyas fenicias del museo nacional de Cagliari (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen) que igualmente guardan el símbolo del Ank. Como ya dijimos hay quienes opinan que tal cruz ansada se corresponde con un plantador, por cuya asa la tomaría el agricultor, para introducirla en la tierra y sembrar (de ello su identificación con el sexo masculino).




Exponíamos en el párrafo anterior a las imágenes, que el "pene destruido" de Osiris se podía identificar con el calendario solar (también perdido o inexistente entre los egipcios antiguos). Ello, porque sabiendo que a través de los grandes obeliscos se estudiaron las sombras solares, aquellas no sirvieron para regular su verdadero año civil, que se marcaba por Sirio (la estrella más luminosa del firmamento, a la que llamaban Shotis). Así, entendiendo estos cipos como primeros "gnomons" donde hubieron de estudiar la duración del año, cualquier especialista en Egipto se preguntará los motivos que llevaron a tener un calendario civil de 365 dias, ajeno al Sol, tanto como a considerar el bisiesto un "anatema religioso". Un hecho que podemos comprobarlo históricamente cuando Julio César desea reformar el calendario, e imponer uno basado en el de Egipto (pero con "duración solar perfecta"). De tal manera, el emperador romano se asesora por uno de los sabios clérigos más famosos del Nilo (llamado Sostígenes de Alejandría), quien le dicta la reforma que debía realizar en fechas y horas. Astrónomo que tras transmitir a los romanos el "secreto de la duración del año", se ve sometido al rechazo de todo el sacerdocio egipcio, que consideraban el bisiesto como anatema. En base a este sabio alejandrino, se realizó el Calendario Juliano, con un día más cada cuatro años, algo que para los clérigos del Nilo suponía una aberración. -Reforma en la que añade Julio César un mes al que llama Julio y que precisamente era el que regulaba el ciclo de inundaciones por Shotis (Sirio en el antiguo Egipto), cuando nacía esa estrella en nuestro dia 22 de ese mes -


El hecho de considerar aberrante o anatema religioso el bisiesto entre los templos de Egipto, aunque nos pudiera parecer extraño, nace posiblemente de una verdad astronómica: Ello es que la duración del año no es de 365 días y 6 horas -tal como Sostígenes comunica a Julio César-, sinó de unos minutos menos. Lo que produce que cada cien años, haya un desajuste aproximado de un día, si se siguiera con el calendario impuesto por Julio César (desde el 46 a.C.). Muchos afirman que los sacerdotes de Egipto desconocían este desfase de unos 22 minutos, e incluso el propio "bisiesto". Más es del todo improbable que una civilización que pudo dar nombre a cuantas estrellas conocidas hay en el firmamento (hasta la aparición del telescopio) y que orientara sus edificios con tal exactitud astronómica, no supiera que el año duraba 365,2422 días. Ello podemos demostrarlo con un hecho arqueológico tan simple, como la orientación del templo de Abu-Simbel; donde cada amanecer del equinocio de primavera y otoño (exactamente), el Sol iluminaba la cara del faraón y de los dioses, dejando en la penumbra a la divinidad de las sombras. Algo que al trasladar el monumento la UNESCO para salvarlo -tras la construcción de la presa de Aswan-, no pudo conservarse a la perfección por los reconstructores y astrónomos que lo reorientaron en los años sesenta; pues curiosamente a día de hoy, la cara de Ramses II se ilumina con el Sol un día después de los equinocios... (pese a ello, los arquitectos de hace unos de tresmil quinientos años supieron medir exactamente donde entraría la luz solar cada amanecer de un 21 de septiembre y de marzo) .



Dejando claro que los sacerdotes egipcios eran unos expertos astrónomos, cuya función fue no solo la del reparto y medición de tierras, sinó también la de calcular la hora y la fecha (a la perfección). Diremos que no hay que tener grandes conocimientos para determinar la duración del año por medios empíricos, pues tal como hemos expuesto, basta con medir la sombra en un obelisco durante cien años, para darse cuenta de que la duración del sol es de 365,2422 días (y no de 365,25, tal como Sostígenes transmite a Julio César). De tal manera, se debieron hacer dichas mediciones solares tras la reforma del Calendario Juliano; pues ya en el Concilio de Nicea (del 325 d.C.) advirtieron que existía un desajuste de varios dias con el Sol. Esta vez fueron las autoridades eclesiásticas cristianas las que dieron la "voz de alarma" del error del calendario que usaban en Roma impuesto por Julio César; ajustando en el año 325 d.C. los días que por exceso de luz solar faltaban -algo facilmente de observar, pues en el año de 325, la sombra más larga y la más corta del año no se correspondía ya con el 24 de diciembre y de junio, sinó con cuatro jornadas posteriores-.



JUNTO ESTAS LINEAS: Pintura bajorrelieve de la diosa Isis coronada con la Luna espejo y los cuernos de aquella, que significan sus ciclos lunisolares (imagen de la Tumba del rey Horemheb, dinastía XVIII). El simbolismo de la Luna no solo se refiere al calendario, dando nombre hasta al mes, que procede de "mesis" = lunas (tal como sucede en japonés con "tzukí). Sinó que a su vez relaciona la fertilidad y la feminidad, por ser los ciclos ovulatorios cercanos en duración a las lunaciones y a las mareas. Igualmente, la unión entre espejo y aquella, se debe al ser su luminosidad el reflejo de la luz solar; evidencia astral conocida desde los tiempos más remotos (como manifiestan todas las religiones que representan con un espejo, el satélite de la Tierra). Finalmente, la unión entre Luna y agua se debe a la observación de coincidencia entre los periodos de pleamar y la proximidad del aquella; como también a considerarse el líquido elemento como un atributo materno (ya que incluso el nacimiento de un hijo se precede con "la rotura" de aguas).

Pese a ello y por muy extraño que nos pueda parecer, los posteriores Concilios Cristianos nunca volvieron a reajustar el Calendario Juliano, por lo que se llegó hasta el Renacimiento con varios días de exceso. Este hecho fue ya advertido desde la Edad Media, de una forma tan sencilla como la de observar la sombra más larga de los campanarios, que llegaría a ser en siglo XVI once jornadas antes del 24 de Junio. Debido a ello se realiza y propone la reforma Gregoriana (impulsada por el Papa Gregorio XIII), que desde 1582 se impone en España; fechando el 4 de Octubre de 1582 como un 15 del mismo mes y año. Nuevo Calendario Gregoriano y medición del ciclo solar, que poco a poco se fue aceptando en todo Occidente y que determinaba que la duración del año trópico era de 365,2425 días -por lo que en cada siglo ha de quitarse un dia bisieto (algo que hemos experimentado en el 2000, que no tuvo 366 jornadas, pese a ser "bisiesto")-.


Esta simple conclusión de que el año tiene menos de 365 días y 6 horas; obtenida por observación, sin precisar de otro estudio diferente a medir la sombra cada dia 24 de junio, explica el uso de los menhires y obeliscos en la antigüedad (tan útiles así pasa saber cuando había de comenzar a trabajarse el campo y sembrarse las tierras). Y pese a creer le Historia que es un descubrimiento del Renacimiento, ya fue determinada 1257 años antes de Gregorio XIII, cuando en el 325 el Concilio de Nicea reajustó en varias jornadas el Calendario Juliano. Siendo probablemente también este el motivo por el cual los sacerdotes egipcios consideraban "anatema" religioso establecer el "bisiesto", tanto como anunciaban como "confundido" el ciclo solar que Sosígenes transmitía a Julio César (de 365,25 dias). Un emperador que "curiosamente" hizo trasladar a Alejandría estos dos grandes obeliscos mientras realizaba la reforma del Año Juliano; monolitos que hoy están en Central Park y en Westminster -con los que encabezábamos el artículo de hoy-. Traidos desde la antigua Lunu, aquella "Ciudad del Sol" egipcia (llamada Heliópolis por los griegos) donde se estudiaba y rendía culto precisamente al astro rey... . Hechos estos que no solo contienen un maravilloso simbolismo, sino que además muestran que puede haber algo común, superior e inevitable, en el destino y significado de todas las civilizaciones o culturas.






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, depósito de la Edad de Bronce con decenas de pequeñas hachas. En nuestro entender este tipo de instrumentos (para su uso, para cambio, o votivos) fueron las primeras monedas que se utilizaron en la más remota antigüedad. Ello, porque con un molde o modelo de peso, podía valorarse y ponderarse un patrón. Aunque sabido es que el primer "patrón" moneda fué la cabeza de ganado -de ello se cree que la letra inicial del alfabeto sea la "A". Signo que representa la cabeza de una "vaquita" pintada en sentido inverso (para comprobarlo, demos la vuelta a la "A" y pongamos dos ojos en el triángulo interior, para ver como es claramente la cara del bovino)-.
Abajo, puntas de flecha japonesas del periodo Yomo (o bien Jomo-Jidai). Sin lugar a dudas una de ellas es votiva, tanto como ambas están talladas en obsidiana semipreciosa. Ello hace obviar que se trata de abalorios con un valor más mágico que bélico, tanto como posiblemente fueran adornos u exvotos, para ser depositados en templos y tumbas. Un estudio reciente sobre el paleolítico japonés explica que las canteras de algunas flechas, en ocasiones se encontraban a centenares de kilómetros y en diferentes islas donde se hallaron por los arqueólogos. Habiendo de deducirse que existía ya un verdadero comercio organizado de estos objetos bélicos, de las que algunas se distribuían por todo Japón. Ello obliga a pensar que hubieron de ser usadas igualmente como moneda (u objetos de cambio), lo que explicaría que muchas de ellas (que no fueran votivas), estén en un estado perfecto y sin haberse utilizado -como las que vemos en la foto; en especial la de la izquierda en la imagen-.





Volviendo a las anteriores entradas en las que veníamos hablando de los dioses de la fertilidad y de las celebraciones del año próspero -cuyos rituales curiosamente se relacionaban con la fecundación (animal, y por ende con la cópula)-. Vimos como aquel comienzo del año agrario, entre las civilizaciones de labor situadas a "la altura" del Mediterraneo Norte, se producía con la llegada de las lluvias y en el fin del invierno; es decir: En el paso de Piscis a Aries y al principio del ciclo de Horóscopo (un hecho curiosamente común en Ocidente y Oriente). De tal modo y como nos será fácil entender, si las primeras lluvias daban comienzo al año agrario y en él se celebraba el deseo de la prosperidad y la abundancia; obvio será unir estas a la fecundación, tanto como la lluvia a la cópula entre el cielo y la tierra. Aquellos que se celebraba en fiestas, de las que en Occidente posiblemente quedó principalmente el recuerdo del Carnaval; aunque en Oriente aún se siguen celebrando como primero de año agrario. Ritual que también se dedica al ganado y a la pecunia y ello porque el dinero fué el símbolo de la abundancia, tanto como la pecunia significa precisamente "El Ganado" (de "pecus" = animal).






Pese a que la explicación pudiera resultarnos simple, no lo es; ya que en verdad los ritos de fertilidad y fecundación se relacionaban más bien con el metal, habida cuenta de que las labores del campo sin metales son penosísimas y practicamente irrealizables. De tal modo veíamos como en Japón se celebra aún el Hou-Nen de Kawasaki, rememorando la historia de una princesa cuyo sexo estaba dentado y que por ello no podía concebir. Llegando hasta el lugar un herrero, que introdujo un pene de metal en la vagina de la noble dama, consiguiendo con ello desdentar al demonio que allí había. Tras aquello, se casó ese feliz forjador, que le pudo dar prole a la princesa. Una historia que interpretábamos como la narración del mito sobre la llegada de los metalurgios a la isla niponna (hacia el siglo II a.C.) comenzando con ello el periodo Yayoi (llegada de los metales). Todo ello simbolizado en la tierra para ser sembrada (que se imagina en el sexo de la jóven princesa), cuyas piedras y durezas destruían los aperos de labranza de los agricultores, hasta que aparecieron los instrumentos de hierro o bronce (el pene forjado que curó al mal de la princesa).









Cuanto narramos puede parecernos una simple fantasía o suposición personal nuestra, más no será así cuando observemos un "altar" de recuerdo sobre e mito narrado. De tal modo, en la foto bajo estas lineas podemos ver el lugar donde se rememora la historia del herrero y la "noble dama del sexo dentado", donde se sitúa el yunque del que sale un enorme pene. Falo de hierro, que sin lugar a dudas simboliza el apero de labranza ferreo, tanto como la "katana" (espada japonesa). Ello, porque con aquella espada el "samurai" daba y quitaba vida; del mismo modo que el labrador con la azada (o el arado) la sembraba, o arrancaba. Lugares, labores y dedicaciones, de donde procedía la riqueza, el bienestar y la abundancia en Japón y que daban comieno en el yunque. Siendo recogidos en el símbolo de aquel con un pene generador de vida (que vemos), donde se forja la espada a la vez que creaban los aperos para laborar la dura tierra.



ABAJO: Kaneyama, foto (1) del altar yunque con pene erecto del templo de Kawasaki. Se sitúa este lugar en la montaña del dinero llamado por ello así en japonés "Kane - Yama" (monte del oro). Hasta aquel se acercan a rendir homenaje (sobre todo en el año nuevo agrario Hou-Nen) cuantos desean recibir bienes y prosperidad en el ciclo anual. Como podemos ver, se le ofrendan moneditas que se tiran sobre el yunque; que de quedar allí (sobre este), se tiene por buen augurio.







Pero continuaremos con el tema que nos concierne, puesto que vamos llegando a solucionar "por qué" esta serie incluida en "Los Toros de Gerión en el Tesoro del Carambolo" , puede estar dedicada a "los falos y a las joyas" -VER CITAS en: (2)- . Ello, porque como ya sabemos y hemos repetido, la pecunia y la suerte se medía y guardaba por unos iguales dioses: Las deidades del dinero y de la fertilidad. Divinidades que a su vez solían conservar en sus templos los medios y fórmulas para medir, pesar y ponderar el grano, el dinero los productos y los metales. Siendo una necesidad de toda civilización, la de establecer unos patrones de pesos y medidas (tanto como de pureza en el metal), que en caso de impugnación, habían de comprobarse en determinados lugares establecidos y acordados por todos (misión que comunemente se reservaba a templos en los que se asignaba el cometido de guardar esos patrones y pesos).


De tal manera, comprendemos la unión absoluta entre el mundo del metal y la agricultura en razón de los aperos de labranza, que asimismo se unifican de nuevo en el mercado, con la necesidad de guardar unas medidas o patrones para su peso (al igual que en la comodidad de establecer una moneda o peso común, que evite tener que comprar en continuo trueque). De ello y de este comienzo de la economía de mercado, nacerían los templos dedicados a la fecundidad, donde la prosperidad ya se asocia con el metal (el oro) y esta con los cultos más ancestrales. Lugares sacros que antaño sirvieron para acordar la pureza y valor del dinero o de las mercancías, tanto como las fórmulas de cambio (asegurando el cumplimiento de las normas civiles que lo regulaban). Habiendo sido ya en el Egipto más antiguo, el trabajo de pesador y medidor oficial, una de las labores y servicios que prestaba el Estado. Cuyos funcionarios -comunmente asociados a un templo, dedicados a dar peso y valor a las mercancías o metales-, tuvieron un carácter similar (o a precido) al de nuestros notarios, interviniendo en las transacciones en las que se les requería.





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, foto del símbolo que aún se utiliza para piel o cuero. Se trata del dibujo o diseño del pellejo, tras ser tratado. Lo recogemos para que claramente se vea de donde procede el valor y el significado del "lingote keftiu", con igual forma. Cuyo simbolismo inicial son cabezas de ganado, o pecunia (o pieles). Habiendo tenido este lingote llamado talento de Creta y usado a fines del II milenio a.C., seguramente un precio determinado y ponderable en un número de animales (o de pieles). Ello porque uno de los tesoros en la antigüedad no hay que olvidar que lo fué el cuero, con el que se podían vestir, tanto como hacer instrumentos de guerra y cabalgadura (calzados, hondas, riendas y monturas; entre otros).
Abajo: Lingote de cobre llamado Keftiu, del que ya hemos hablado repetidamente y que se distribuyó entre las islas de Chipre, Creta y Cerdeña, principalmente hasta el siglo XII a.C. (foto tomada del magnífico blog de Plácido Gónzalez Hermoso MITOTÁURICO:
http://mitotaurico.blogspot.com/2009/07/la-piel-y-las-astas-del-toro.html). Su forma claramente nos recuerda a la piel del animal y se ha de suponer que nace del valor su peso del cobre cercano a los treinta y dos kilos, correspondiente a un número de cabezas de ganado. Este tipo de lingotes caen en desuso desde el siglo XII a.C., dejando de aparecer en yacimientos posteriores. Muy extrañamente, en la zona de Tartessos, unos cinco siglos más tarde y desde el VII a.C., comienzan a hallarse objetos sagrados con esta forma de Keftiu, igualmente relacionados al mundo sagrado y de los metales (principalmente en la actual Andalucía y Extremadura, aunque también se sucede en Castilla La Mancha).




De tal modo y tras lo expuesto, observamos ya el carácter religioso de la metalurgia, asociado con la prosperidad y con la fecundidad de los campos; por lo que no nos será difícil comprender por qué las celebraciones de la fertilidad y del nuevo año se unen a cultos metalúrgicos. El más determinante que hemos recogido es el que mostrábamos de Hou-Nen en Kawasaki, donde se rinde homenaje a un falo saliendo del yunque, al que se ofrecen monedas. Pese a ello, si analizamos las celebraciones de las cosechas y de la prosperidad relacionadas con la fertilidad desde la más remota antigüedad, en todas ellas encontraremos el mismo ritual que une la abundancia y los productos agropecuarios (el dinero), con la fecundación y el ciclo anual. Siendo en España el toro y sus celebraciones, el totem y las fiestas más significativas en que se basan estos cultos ancestrales de fertilidad, que se realizaban para adquirir la fortaleza generadora de la vida y la prosperidad. Llegando a ser común hasta no hace mucho, torear con las sábanas nupciales para hacer fecunda a la pareja (el dia de la boda), al igual que regar los campos con sangre del astado muerto en la plaza por los campesinos; todo ello esperando obtener una gran familia y cosechas.


Pero regresando al tema que nos corresponde, esta amalgama de cultos y fiestas de la fecundidad, curiosamente tienen un hecho común en todas las civilizaciones. Algo como es la "necesidad de llamar" a la buena suerte y a la prosperidad a través de colgarse y lucir abalorios, dijes o piezas de metal, con formas que aluden a aquel. Diseños entre los que más destaca el del ojo, los astros, las higas (o manos) y las figuras relativas al dinero -bien en forma de monedas directamente, o a través de piezas de plata y oro que se portan, dando a entender una abundancia de riqueza-. Junto a ellos, existen otras multiples representaciones que casi todas las civilizaciones cuelgan en la ropa o cuerpo del interesado, para atraer esta buena suerte. Ello serán talismanes, medallas o bien efigies y estampas religiosas de cada culto; pero entre esas es curiosamente común que se añadan figuras astrales decoradas en forma solar o lunar (bien con bolas estrelladas o con medias Lunas ahigadas y etc). Unos abalorios y dijes que podemos ver en casi todo el Mundo, a manera de discos con espejos, o bien de estrellas decoradas y bolas repujadas o granuladas.


Para que entendamos el significado de cuanto narramos, expondremos en las dos imágenes bajo este párrafo unos ejemplos ciertos y manifiestos. Tal como lo son el pectoral del Tesoro de El Carambolo -de manufacturación tartessica, fechado hacia el siglo VII a.C.-, junto a un collar de mujer salmantina del siglo XIX -con dijes del XVII y XVIII-. Estas dos joyas a las cuales separan unos cientos de kilómetros de localización y unos dos mil quinientos años de datación; en principio debieron tener un uso común (como abalorios contra la desgracia y en favor de la fertilidad y el progreso). Ello lo afirmamos, no solo porque ambas comparten muchos rasgos afines en el trabajo de su metal, siguiendo las pautas de los orfebres fenicios y anatolios, quienes granulaban en oro sus joyas, dándoles apariencia de órbitas planetarias. Algo que heredaron los joyeros tartéssicos e ibéricos, que desde el siglo VII a.C. hasta nuestros días, no han dejado de trabajar la plata y el oro de forma muy similar. Sinó que además contienen un significado muy próximo, como "protectores" del que la lleva.


Tal como dice el refrán "para muestra, vale un botón"; así que si deseamos comparar la orfebrería fenicio-tartessia con la que se hizo (y se hace) en la zona Norte de Ruta de la Plata, bastará con observar este pectoral del tesoro de El Carambolo junto a un botón charro. Viendo claramente que aquel que aún lucen los salmantinos en sus capas -o en sus trajes regionales-, tiene un igual diseño y quizá hasta un idéntico significado. Puesto que es bien sabido que aquellos gemelos y abalorios charros, contienen un simbolismo planetario representando la Luna o el Sol (sentido heredado desde los más remotos tiempos). Un significado que concede "poder" a estos adornos corporales, tanto como para decirse de ellos que alejan el mal fario, el aojo y atraen la fertilidad, la prosperidad y la suerte.


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado pectoral del Tesoro de El Carambolo, en el que podemos apeciar que su forma es exacta a la del "keftiu", tanto como a la piel del bovino. En los párrafos que siguen a estas imágenes ampliamos el significado de este diseño, tanto como su simbolismo relacionado con los "Bueyes de Gerión" -mito que narra como el tebano Heracles, robó estos "toros" del rey de Tartessos, para llevarlos hasta Grecia-. A su vez, en la imagen del pectoral, podemos apreciar el trabajo en granulado que es exacto al que aún se realiza en la orfebrería de la zona Norte de la Ruta de la Plata (en especial en joyerías tales como la charra) -en entradas anteriores, ya hemos explicado el sentido astronómico de estos adornos con reconocidas formas planetarias; de lo que consideramos en nuestra opinión que tienen en el pectoral del tesoro de Tartessos un significado calendárico-.
Bajo estas lineas: Imagen de un cuadro expuesto en la Fundación Joaquín Diaz (a la que agradecemos nos permita divulgar la foto), que contiene un collar de mujer charra. Se trata de varias vueltas compuestas de abalorios y colgantes religiosos, mezclados con dijes y amuletos de tradición popular. Entre todos ellos destacan las "bolas" y "alcorciles" hechas en filigrana de oro y plata, que consisten en piezas redondas y alargadas fabricadas con granulados (destacando las de los pendientes). Estos dijes eran considerados por el saber popular, como ahuyentadores el "mal de ojo", tanto como servían para atraer el dinero y el bienestar. Su diseño es milenario y las encontramos casi iguales ya en la orfebrería fenicia e ibérica (joyería que no pudieron conocer los artesanos del siglo XVIII, puesto que entonces no se había descubierto por la arqueología). También el uso y significado de estos abalorios debió ser muy semejante en todos los tiempos, ya que en Fenicia igualmente se les atribuía poderes mágicos (fundamentalmente contra el aojo y la esterilidad).


Con toda seguridad, el "keftiu" del pectoral tartéssico de El Carambolo, no solo recordaba el dinero y la riqueza en metales, que desde la más remota antigüedad se comenzó midiendo en lingotes con esta forma. Sinó que como ya vimos en anteriores entradas, el poder mágico que se le concedía, estaría relacionado con la protección que el collar daba a quien lo poseía. Un poder que unido al de las figuras que allí se representaban, otorgaban el bien y el cuidado de los dioses al portador. Ello explicaría la imagen del "keftiu", en un antiguo ponderal de metal sagrado, nacido del Labrys cretense (hacha de doble filo); pero que a su vez recordaba la pecunia como cabezas de ganado. Por lo que en nuestra opinión podemos determinar que los "Bueyes de Gerión" -de los que nos habla el mito de Heracles diciendo que el héroe tebano robó en Tartessos-, se corresponde a estos "keftius" o lingotes metálicos sagrados. Explicando aquel mito en un sentido figurado, cómo los helenos consiguieron hacerse con la pecunia de Tartessos: Los "toros del rey Geriones"; que simbolizarían el dinero y la prosperidad que los griegos consiguieron hacer llegar hasta el Egeo en tiempos de Kolaios (abriendo en este siglo VII a.C., una ruta comercial con el Sur de Iberia).


Este "hito" se narra en la forma de "un robo" de Heracles, y su explicación consideramos que se basa en el hecho de que el comercio con Tartessos estaba cerrado y altamente vigilado por los fenicios. Algo que quizás lograran "saltarse" los egeos, probablemente aprovechando la aparición de los Asirios en tierras cercanas a Tiro y Sidón (asediando entonces Fenicia). Años estos del siglo VII a.C., en los que los una vez cercadas por los babilonios las metrópolis punicas, quizás solicitaron los helenos paso hacia las minas del Sur de Iberia, para armar a los anatolios, contra estos enemigos comunes venidos de Babilonia (que amenazaban invadir toda Asia Menor). De una manera u otra el hecho históricamente cierto es que consiguieron los egeos autorización -o tolerancia- por parte fenicia (y de Cartago) para comerciar durante un tiempo, el oro y los metales de Tartessos; que hasta entonces se habían monopolizado desde las ciudades de Tiro y Sidón.


Sea como fuere, en todo ello es importantísimo el recuerdo de aquel lingote "keftiu" que se había usado como medida o ponderal del cobre a fines del II milenio a.C., fundamentalmente en Creta y Chipre (llegando a zonas de Cerdeña).Talento de la Edad del Bronce, en forma de piel de toro, que pese a haberse dejado de utilizar desde el siglo XII a.C., aparece de nuevo como atributo sagrado en Tartessos y en el Sur Peninsular (después de más de quinientos años en desuso). Algo que solo pudo deberse a la llegada hasta nuestras tierras de Iberia de gentes venidas del mundo anatolio en este siglo VII a.C.. Una Anatolia entonces asediada por babilonios y donde en los reinos neohititas habían guardado desde el siglo XIV al VII a.C., todas las costumbres prehelenas -e incluso las premicénicas-.


Entre ellas estaría seguramente la del culto a esta forma de hacha Labrys o bipenna, de la que nacería el lingote en diseño de piel de toro. Significando esta pieza-talento de metal a imágen del pellejo bovino, además del hacha sagrada cretense (que adoraban los minoicos y con las que comerciarían, dándoles un valor moneda durante la Edad del Bronce). Igualemnte la pecunia o el dinero medido en cabezas de ganado; por lo que aquellos bueyes que Heracles roba a Geriones y que lleva hasta Grecia, en nuestra opinión deben ser interpretados por estos lingotes de oro, plata y bronce que se representan en el mismo pectoral del tesoro más importante de Tartessos: El Carambolo. De igual modo, aquella gran joya que protegería el pecho de un sumo sacerdote (o rey) tartessio, guarda el diseño del granulado, cuyo significado sabemos es astronómico y planetario relacionado con los ojos del Universo: El Sol y la Luna. Un tipo de trabajo que también recuerda a los dijes fenicios en forma de pupilas, muy similares a estos alcorciles (y de los que abajo recogemos dos ejemplos).


BAJO ESTAS LINEAS Y SOBRE ELLAS: Al lado, collar ibérico procedente de Toya (Tugia) y fechado en el siglo III a.C.. En la joya se observan dijes y trabajos de orfebrería que se mantendrán en nuestra Península hasta la actualidad (ver como ejemplo, el taller de Luis Méndez, en Salamanca). Colgantes que se continúan usando en nuestro tiempo, dándole iguales propiedades; destacando los de filigrana en oro con un sentido religioso, tanto como las cuentas con el "Ojo del Nazar" (abalorio con forma de pupila, que hasta hoy se utiliza con el fin de ahuyentar el mal fario).
Abajo, collar fenicio hallado en Olbia, fechado en los siglos IV al III a.C. (propiedad del museo arqueológico Nacional de Cagliari, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). En este podemos observar los dioses "Bes", también llamados " dios ojo" con los que evitaban los púnicos el mal fario y el infortunio. A su vez, le rodean piezas alargadas casi iguales a los "arcorciles" charros, aunque aquellos se hicieran en pasta vitrea en Fenicia y Cartago. Como vimos, se adornaban los collares y dijes en la antigüedad con esas canicas vitreas cargadas de pupilas, que sin duda deben ser el antecedente de las llamadas "avellanas" o "bolas" que luce la joyería del Norte de la Ruta de la Plata (esferas metálicas rodeadas de granulados en oro y plata, muy comunes en los pendientes y collares charros).










Para finalizar el presente artículo tan solo añadiremos que estos abalorios fenicios aparecen a cientos (sinó a miles) en todos los yacimientos arqueológicos donde hubiera contacto con los púnicos. Lo que dió pie a llamarlos "quicallería" entre los griegos, quienes consideraban que los fenicios inundaban todo lugar al que accedían, con estos dijes y amuletos. Ello da pie a pensar ciertamente que aquellos fueron de algún modo moneda de cambio y forma de trueque entre los colonizadores púnicos y cuantos tomaban contacto con ellos. Lo que explica que quizás su significado fuera ciertamente monetario, concediendo un valor económico a toda esa "parafernalia" que los marineros lelgados desde Cartago y Fenicia extendieron por el Mediterraneo (y parte del Atlántico). Una idea que concuerda con los abalorios que las mujeres de la Ruta de la Plata aún lucen, quienes realmente llegan a colgarse monedas y verdaderos símbolos de dinero entre sus dijes, para que actuen de amuletos contra la mala suerte (véase como ejemplo el caso del traje masculino charro, cuyos botones se solían hacer con monedas horadadas).


CITAS:



(1) Foto liberada en la red y tomada del blog con localizador: http://dice-rice.seesaa.net/article/139149660.htmldel blog de ・w・・・V・・・L・ノ・・・・・y・j・X・o・サ・I・H http://www.afpbb.com/article/life-culture/life/2685398/5212770, al cual agradecemos nos permita divulgarla.

(2) Para consultar sobre el significado calendárico y numerológico del Tesoro de El Carambolo ver nustra entrada referida a ello del 19 de Julio Pasado: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-6_19.html
Sobre el significado del Collar y pectoral, como protector del alma, consultar nuestras entradas en este mismo blog de: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-9-8.html al igual que: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-7-9.html
Sobre el poder curativo de las joyas y su significado místico, tambien en este mismo blog y en la entrada: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-7-7.html
Sobre el "patrón oro" y su significado desde la Antigüedad, así como el de la joyeria, ver también en este blog: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-6-7.html
Sobre el LINGOTE KEFTIU y los "piel de buey" relacionados con Tartessos ver en este mismo blog la entradas: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/07/1-8-9-9.html
Finalmente, sobre nuestra teoría de que el Tesoro de El Carambolo es de gran influencia neohitita (entiéndase posiblemente frigio-lidia), cosultar nustra entrada de este blog, en la que traducimos los símbolos desde el alfa-silabario nehotitita en el que claramente se ve que aparece repetida la palabra frigia: "dios". VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/06/1-y-y-1.html
Tanto como para lo antes expuesto, CONSULTAR PRINCIPALMENTE en este blog: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/06/1-2.html