sábado, 25 de febrero de 2012

DE LA FIGA A LA HIGA Y DEL HIGO AL HÍGADO (De: Lo invisible en la mitología; Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XLIII).

Esta entrada es continuación de las anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, claustro (patio) del Antiguo Hospital de Tavera, en Toledo. En la imágen, al fondo a la derecha observamos la puerta de entrada a la botica del hospicio; a su lado una ventana que servía para despachar los "medicamentos" o "recetas" desde el interior del laboratorio -sin precisar tener contacto con los enfermos que las recogían (para evitar contagios)-. Si visitamos la mencionada farmacia, nos encontraremos que conserva dos muebles "lapidarios" (uno del siglo XVI y otro del XVIII), donde se guardaban las gemas y los metales para confeccionar los medicamentos. Minerales como oro, plata, cobre, carbones, calcios y hasta piedras preciosas (jades, esmeraldas o rubies), que se molían o se cocían para mezclar con otros componentes, con los que conformaban las recetas curativas. Pensándose firmemente que aquellos eran la "piedra de toque" de muchos medicamentos, a los que se les atribuía una capacidad sanadora por contener oro, plata, o gemas molidas. Diversos tratados sobre las facultades curativas de estos procesos alquímicos se han escrito, entre los que en nuestra tierra se distinguen el Lapidario de Alfonso X y Las Etimologías de San Isidoro de Sevilla. Estudios donde se especifica minuciosamente las propiedades curativas y sobrenaturales de los metales o de las piedras (sobre todo de las preciosas).
 

ABAJO: Collar de lignito (un tipo de azabache) de época eneolítica, fechado hacia el III milenio a.C., perteneciente al Museo Arqueológico de Burgos (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). En esta entrada volveremos a incidir sobre la importancia mágica y curativa de las joyas, tanto como en su significado apotropaico (contra el Mal de Ojo). Hechos que consideramos de suma importancia para el estudio de piezas antiguas de orfebrería, tanto como de los adornos personales en el pasado (especialmente arqueológicos). Debido a que un anillo, o un collar, hace siglos no era tan solo un abalorio para mejorar la imágen -tal como hoy se concibe-. Sinó que en principio suponía una seña de identidad (determinando un rango o status de aquel que lo portaba), tanto como un talismán con fines curativos y protectores, usado sobre todo contra determinadas "enfermedades" o "malos espíritus". Para comprender el significado de la joyería en La Antigüedad, bastará con imaginar el que tenía hasta no hace mucho en nuestra cultura una simple alianza de matrimonio. Portada como signo e identidad imprescindible para el casado -quien de no llevarla era visto como una persona "extraña"- y siendo parte necesaria en el propio ritual de la boda.



Comenzamos esta entrada resumiendo algunos conceptos ya expuestos en anteriores artículos, en los que lográbamos comprender la importancia de la joyería en la Antigüedad. Adornos fabricados en metales y piedras preciosas, de los que vamos entendiendo que no solo contenían unos poderes mágicos (o sobrenaturales); sinó que asimismo se les concedía unas verdaderas propiedades terapéuticas -que la "medicina" de entonces demostraba-. Tanto es así, que aún hoy en día existen teorías de tipo "naturalista" u homeopático donde se afirma que llevar determinadas pulseras puede llegar a curar enfermedades. Creyendo quienes las siguen, que al ponerse en contacto la piel con algunos metales (o gemas), ello genera campos magnéticos y "energéticos" que sanan algunas dolencias (en especial las óseas). No vamos a entrar a discutir sobre estas teorías, pues lo que nos importa es el mero hecho de que hasta nuestros dias se hayan conservado estas costumbres. Hipótesis medicinales (extrañas o no) que demuestran cómo estas ideas -que aún se siguen-, concedían ese carácter "medicinal" a las pulseras, collares o colgantes. Abalorios o torques que se consideraron portadores de energías y transmisores de poderes, capaces de sanar enfermedades y de proteger al que los llevaba contra los malos espíritus.

Por su parte, la joya en sí misma durante la Antigüedad contenía tres elementos mágicos; siendo el primero, los materiales con los que aquella estaba hecha. Valorándose desde el punto de vista económico por el oro, la plata y las gemas (etc) que contenían; lo que determinaba en gran parte su fuerza apotropaica -la capacidad de ahuyentar al mal relacionada con el "precio" de la alhaja-. Aunque también era de suma importancia la composición y mezcla de aquellos minerales que se fundían y engarzaban para lucirse. Habiendo de guardar un órden según la función para la que se usaban, teniendo cada metal y cada gema un significado que conseguía proteger al portador de aquella. Para que lo comprendamos bien, mencionaremos un ejemplo que venimos comentando: Así si la joya se trataba de un talismán combatir el Mal de Ojo, comunmente esta se hizo en la Antigüedad con piezas de color azul y en forma de pupila (habida cuenta de que en el Mediterraneo el ojo temido era el de color cobalto, tal como los bárbaros del Norte los tenían). Finalmente para que aquellas alhajas contuvieran un verdadero carácter mágico, un último y quizás más importante requisito era su diseño y el significado de lo que representaba. Guardando un minuciono simbolismo cada una de las formas en las que se labraban las joyas. Habiendo de representar de manera figurada (o real) el elemento sobre el que se deseaba actuar de manera "simpática" -nos referimos a "magia simpática", consistente en realizar una seña, rito o gesto, parecido a aquellos hechos divinos o naturales, sobre los que se desea intervenir o controlar-.

Para que lo comprendamos mejor y dado que en la presente entrada estudiaremos el significado de la mano "higa" como ahuyentador del Mal Fario. Vamos a exponer brevemente algunas ideas, para entender por qué se considera que estas las figas de estar talladas en azabache, se consideraba que contenían un mayor poder protector. Manos con el dedo saliendo, que tanto se ven fabricadas en este carbón cristalizado por la zona del Camino de Santiago. Cuya razón de ser no solo está en el hecho de que en las proximidades de la Ruta Jacobea se den las mejores minas de azabache de Europa. Lo que sin duda alguna puede considerarse uno de los motivos para la proliferación de talismanes tallados en esa piedra negra a lo largo del Camino Compostelano (sobre todo en su tramo final) -aunque ello no es el más importante motivo, puesto que los yacimientos de lignito se hallan más bien de la zona y tierras asturianas que gallegas-.

Por lo que la profusión de amuletos esculpidos en este carbón cristalino tiene su razón de ser en que aquella piedra negra era tenída por curativa desde los más antiguos y remotos tiempos. De tal manera, nos dice Carmén Baroja de Caro sobre el azabache: "Es el magno preservativo que se encendía con las aguas y se apagaba con el aceite; ahuyentando la mirada del Basilisco y recreando la de la madre. Con dicha piedra se puede conocer la virginidad y cocida en vino curaba los males dentales" (1). Igualmente, ya San Isidoro de Sevilla en sus Etimologías afirmaba que este negro carbón hacía huir a la serpiente. Tanto como Plinio aseveraba que poniéndo este mineral sobre el epiléptico, se lograba saber si sufría la enfermedad (e incluso curarle); tanto como el azabache servía para combatir el veneno de cualquier serpiente. Todo ello, unido a las propiedades que otros lapidarios -como el de Alfonso X el Sabio- concedían a este carbón cristal, del que se suponía que molido y aplicado sobre los ojos curaba oftalmias. Hacía de lo que se llamaba "piedra del Gagas" un mineral tan mágico como sobrenatural. Confiriendo unos dones maravillosos a este simple lignito, que por decirse procedía del rio Gagas (de Turquia) se terminó denominanado en el mundo árabe "azabache" (2).

JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, mano con el símbolo de la higa. Según los autores antiguos esta postura siempre tenía un sentido sexual: Algunos opinan que se refiere (o simula) la vagina, mientras otros consideran que significa el pene entrando en aquella. Los menos, también hablan de que se trata de un ojo, relacionando este con el sexo femenino. Para comprobar lo que decimos, hagamos el gesto con la mano y veremos cómo puede significar las tres ideas a las que nos hemos referido -bastando con girar de lado la "higa" para darse cuenta que aquel amuleto (o postura) que sirve para ahuyentar el Mal de Ojo, contiene claramente la forma de un ojo, cuya pupila sería el dedo gordo sobresaliendo-. A continuación trataremos sobre el origen y significado de este extraño signo que ya existía en el II milenio en Egipto y ha pervivido hasta nuestros días con un significado muy cercano.
 

ABAJO: Tres amuletos de los siglos XVII al XVIII en forma de figa, propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León (al que agradecemos nos permnita divulgar su imagen) (3). El primero de la izquierda se trata de la pata de un animal (tejón) que guarda una forma parecida a la mano ahigada. Los dos de su derecha son las típicas "figas" de azabache, tan comunes en la zona compostelana. Como venimos analizando, un talismán o un escapulario que de fabricarse con una piedra semipreciosa a la que le atribuían propiedades mágicas, contenía una mayor fuerza protectora. De tal manera, los poderes del colgante o del amuleto hechos con esos materiales específicos, a los que se otorgaban grandes dones, eran entendidos como grandes profilácticos. De todo ello, que las joyas contuvieran tres elementos sobrenaturales como hemos dicho: Primero su diseño (el objeto sagrado que representaban); luego el valor de sus materiales (siendo más mágicas cuanto más caros fueran los metales y piedras que las engarzaban). Finalmente, el poder del talismán se medía al estar fabricado con los minerales propios y determinados para combatir unos males y enfermedades.


Repetidamente hemos dicho ya que la Higa o Figa, es quizás el símbolo más antiguo y que ha sobrevivido durante más años con un significado aproximadamente parecido. Ello, porque al menos ya lo hallamos en Egipto previamente al II milenio a.C.; perviviendo de manera común en las civilizaciones sucesoras a la faraónica (como la púnica, la griega y la latina). Siendo la Higa tan usada entre los fenicios y romanos, que puede considerarse -junto con el ojo y el falo-, el talismán que más se encuentra en los yacimientos de aquellas épocas. Finalmente, pasa la Higa a la etapa cristiana; sobreviviendo curiosamente a prohibiciones y tabúes que afectaban a otros símbolos y que no quitaron nunca estas manos de la suerte. Tanto que en la España de los más duros siglos de la Inquisición, la hallamos puesta sobre cinturones que lucían la gran mayoría de los niños; a la vez que usada por viejos y doncellas (para ahuyentar el Mal Fario y la mirada envidiosa). Llegando en pleno uso y sin haber sido derogado su "culto" hasta el siglo XVIII; época de las Luces donde sabemos que pese a la Ilustración, en nuestras tierras había hombres matronas cargados de esas higas. Portando normalmente cada mujer y cada niño al menos alguna de ellas, escondida o a la vista (entre sus refajos o colgada de su pecho), para poder hacer la señal de "tomar la mano" cuando había sospecha de estar ante las miradas de aojadores.

De cuanto decimos dan buena cuenta los retratos y ajuares de los príncipes y nobles niños del siglo XVII y XVIII, a los que vemos luciendo aquellas higas. Tanto como infinidad de textos literarios (en especial redactados por viajeros), que nos narran con extrañeza como en España, toda mujer que se preciara -o noble que bien se cuidara-, llevaba siempre encima un buen aderezo de estas "manijas" con el fin de protegerse del Mal de Ojo. Es por ello, que el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española, en su primera edición define y describe la voz Higa como: "Amuleto con el que vanamente se persuadían los gentiles que se libraban del fascino y del mal de ojo, y apartaban de sí los males que creían poder hacer los envidiosos cuando miraban las personas o las cosas (...) La significación y representación de la figura es cosa torpísima y estaba dedicado a Príapo" (4) .

Pese darnos el diccionario la definición de un amuleto antiguo, hemos de añadir que en aquellos años de fines del siglo XVIII, en España las gentes llevaban y utilizaban comunmente aquellas "manijas mágicas". Tanto, que era más que extraño encontrar a alguien que no tuviera una en su casa, que no la hubiera llevado de niño, o que no la portara colgada. Algo de lo que dan fiel relato los libros de viajeros llegados a nuestras tierras en ese tiempo, quienes se asombran a ver a mujeres con collares de los que colgaban estas higas por decenas. Tanto como se sorprenden los extranjeros que escriben sobre la España del siglo XVIII, al observar a hombres, niños y matronas; quienes a la mínima sospecha -y ante la mirada de un extraño-, sacaban aquel talisman en forma de puño, diciendo (mientras señalaban al posible aojador): -"Toma la mano"-. A lo que el que se encontraba frente a "aquello", para quedar libre de toda sospecha, debía tocar la Higa pronunciando la frase: -"Dios la bendiga"-. Deshaciéndose el posible hechizo del Mal de Ojo, con este simple rito que tanto se repetia por entonces -sobre todo al encuentro de extraños-.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, foto de una lucerna de barro que contiene la forma de "higo" (figura 58 libro "Sex or symbol?" de Catherine Johns, editado por el Museo Británico en 1988). Vemos en esta lámpara romana del siglo I a.C. la ordinaria identificación que se hacía entre el sexo (femenino) y el higo. Tanta que aquellos dos "objetos" se concebían representados en la postura de la mano denominada "higa", que sabemos era un símbolo sexual. Seña que unía esa fruta, con el sexo y el ojo; e incluso era visto como una meción al hígado (del cual partía la líbido). Estos hechos, que nos pueden parecer tan groseros, son fundamentales de exponer y analizar para comprender cual era el significado de la Higa desde la más remota antigüedad. Una seña hecha con la mano cerrada sacando el dedo, que protegía contra al Aojo. Mal que se en parte se concebía debido a la envidia que nacía del deseo sexual, o de la observación de la belleza inaccesible y de algo que jamás podía poseerse (fascinación que curiosamente llegaba a trasmitir sus males con aquellas miradas). Lo que se combatía con el puño cerrado, sacando el dedo pulgar simulando con la mano una vagina (o un ojo). Signo que se llamaba Higa o Figa, relacionando aquel fruto y sus dones con la curación del aojo. Más abajó intentaremos explicarnos los por qués de un talismán y una seña de este tipo.
 

ABAJO: Varios amuletos romanos contra el Mal de Ojo, hechos en oro puro y con forma de figa (fechados entorno al siglo I d.C.). Observemos que son exactamente iguales a los que actualmente se usan, e idénticos a los que en Egipto y Fenicia se utiliazaban con el mismo fin (hace tres o cuatro mil años).


Veíamos en la foto superior una lucerna romana en forma de higo, donde la grosera identificación de esta fruta nos puede enseñar cual era el significado original de la Higa (desde hace más de dos mil años). Algo que podremos comprender mejor cuando Richard Payne (5) nos expone en su estudio sobre los ritos priápicos: "Ficus, era una palabra de género femenino y parece haberse transformado en el lenguaje popular en la forma más común de los nombres dados al órgano femenino". Voz que en casi todos los idiomas se dice de manera muy similar y así en inglés es "fig", en francés "fige", en italiano "fico", en portugués "figo" y en alemán se pronuncia "feige". Término que prácticamente en todo el Mediterraneo se interpreta en sentido figurado por el sexo femenino (e incluso el masculino). Grosera broma que aún a todos nos hace tanta gracia, pero que ya Aristófanes comenta en sus obras, llamando "siko" al sexo -voz esta última, cuyo origen no sabemos si procede de la misma raiz (ya que siko y sexo son muy próximas)-. Siendo para los griegos esa una expresión que se refería al del hombre tanto como el de la mujer; ya que "sikuos" () era "pepino" en idioma heleno, por lo que así mencionaban de manera ordinaria al "pene". Al igual que "sikon" () se traduce en sentido figurado por "vulva", significando realmente "higo".

La relación entre todos estos (el sexo, el pepino, o el higo) no solo se limitaba al "divertido" parecido, con el que se tendía de continuo a bromear. Una segunda razón existía -esta médica-, que interconexionaba la función reproductora del ser humano con aquella fruta; habida cuenta que se entendía que la líbido procedía del hígado. Órgano vital del que consideraban los médicos en la Antigüedad nacía el deseo sexual; una idea que llegó hasta nuestros días, tanto que se denomina "libidinoso" a lo que se creyó originado en aquella parte del cuerpo que en inglés se dice "liver". En una entrada anterior ya hemos comentado que aún más extraña era la teoría médica antigua que consideraba cómo el hígado se curaba ingiriendo higos (quizás por su efecto purgante) . Siendo tanta la identificación y la uniòn entre ese órgano y la fruta, que a ambos se les denominó de una igual manera: Higo e hígado. En opinión de algunos ello se debió al parecido existente entre la glándula hepática y la breva, aunque en todo ello también los identificaba el ser igualmente de algún modo similares al sexo (sobre todo al femenino); por lo que se creía que del hígado partía el deseo "carnal". Por lo demás, también se consideraba que al ingerir el fruto de la higuera se recuperaba el vigor sexual y de ello aquel árbol (y hasta sus hojas), fue tenido por el símbolo de la cópula -tanto que como ya dijimos, en algunas lenguas como el hebreo, "higuera" se dice igual que "fornicar" : "THANE"-.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado y abajo, diferentes Higas en hueso pertenecientes al tesoro de Villaricos ( fechadas entre los siglos del VII al IV a.C., y propiedad del Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Los fenicios generaron una auténtica industria de los amuletos, que fabricaban principalmente en hueso y en pasta vítrea. Tal fue la difusión y profusión de estos objetos que extendieron por todo el Mediteraneo (en forma de cuentas, abalorios, dijes y talismanes), que los griegos acusaban a los púnicos de timar a sus "socios", comerciando con lo que los helenos llamaban "quincalleria" (). Entre estos abalorios fenicios, los que más se repitieron fueron las cuentas de collar en forma de ojo y los amuletos como las higas o los pies (tanto como otros de origen egipcio).


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, diversos amuletos contra el Mal de Ojo de los siglos XVII al XX, propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León (foto tomada del libro ENSERES, Zamora 2007, catálogo del Museo, página 208). Vemos en la imágen, algunas "higas" en coral y en asta de animal, de hace trescientos (o doscientos) años. Abajo y a la derecha se puede observar una última más moderna y cristianizada, en la que aparece una cruz en el lugar de los dedos.
 

ABAJO: Capitel del siglo XIII en la iglesia de Cervatos de la Cueza, lugar en la ruta del románico erótico -que principalmente se da entre Palencia y Cantabria-. Esta figura de mujer enseñando el sexo, que a veces se representa tan solo como una vulva (normalmente esculpida en las portadas de las iglesias y de los castillos) es en nuestra opinión la llamada en Irlanda y en las Islas Británicas "Sheela-Na-Gig". Se trataba de una escultura obscena sexual, o de una figura mostrando la vagina y que se tallaba en las entradas de los recintos sagrados, o reales. Tenía el valor de provocar la suerte al lugar cuyo umbral coronaba, dando "fertilidad" y buen augurio al entorno. Como venimos repitiendo, estas matronas mostrando sus vergüenzas son herederas directas de deidades antiquísimas del tipo priápico o agrarias. Sustituyéndose en la Edad Media definitivamente los cultos a la madre tierra, que se llevaban a cabo en fiestas de la agricultura (del tipo órfico); por estos otros ritos que como los carnavales o las mascaradas, ya se realizaban frente o en las iglesias. Al menos hasta el siglo XV se permitió libremente que aquellas "madres de la agricultura" enseñando su sexo (cual si fueran la tierra abierta para ser semillada) siguieran presidiendo los templos cristianos -por cierto, oservemos la similitud entre lo que "enseña" esta Sheela-Na-Gigs española con el diseño de la lámpara romana de unas fotos más arriba-.


En referencia al hígado el importante significado de este órgano fué tal en la Antigüedad, que -como ya hemos dicho- se pensaba que allí residía el alma humana. Siendo sobre todo el pueblo etrusco uno de los que más valor dieron a esa víscera hepática. Algo que heredaron los romanos, quienes llegaban a pensar que de allí partía el pensamiento y hasta las pasiones humanas. Ello por saberse que los nervios y los estados de alteración de carácter afectan al hígado; siendo un hecho que la bilis está plenamente unida al estado anímico o de stress del individuo. Por lo que consideraban que el valor procedía de aquel órgano tan vital y de ello, entre los militares el hígado se tuviera por sagrado. Tanto que (como ya dijimos) la religión que los latinos heredaron de Etruria y que realizaba lecturas de las visceras del animal (o persona) sacrificado; tenía como ceremonia principal la hepatoscopia. Rito consistente en observar y prececir el futuro por medio del análisis del hígado del recién inmolado. La importancia del culto a ese órgano era tanta que podemos encontrar entre los restos etuscos moldes para el estudio de aquellos. Modelos con el hígado ya dividido en partes entre las que a cada una se asignaba a una divinidad, o a una casa del Cielo. todo ello con el fin de enseñar a los sacerdortes a leer el futuro en esos moldes hechos principalmente en bronce y que se preparaban para las escuelas de arúspices (augures lectores de vísceras, de origen etrusco pero que establecieron su culto en Roma).

Finalmente, queda tan solo por relacionar el hígado con la vista y con las oftalmias, algo francamente sencillo de comprender debido a que ya sabemos como antiguamente pensaban que la sexualidad partía de allí. De ello, si se consideraba que la ceguera se producía por los excesos sexuales, debido a que las enfermedades venereas afectan gravemente a los ojos. Los órganos reproductores, tanto como el hígado y los ojos, se veían interrelacionados bajo los mismos "humores corporales". Por lo que fácil será imaginar que una de las recetas para curar todas estas dolencias (las sexuales, las hepáticas, o las de la vista) era la ingesta de higos. Fruta que se tomaba en toda celebración de Baco o Príapo, al ser considerada afrodisiaca. Pero que ya vimos era igualmente consumida como un medicamento, en una receta que se realizaba con una pasta de higos secos mezclada con otros elementos, a la que llamaban "sikuta" (de higo=siko).

Esta sikuta era suministrada principalmente a aquellos que tenían dolencias estomacales que normalmente se consideraban originadas por el hígado. Como hemos mencionado se trataba de un preparado cuya base consistía en una masa formada por hígos secos, a la que se le añadían más "medicamentos", pese a que el principal curativo era la pasa de breva. Fruto seco que era la base económica de la Hélade, tanto que hemos de decir que los ejércitos griegos se alimentaban principalmente de pan de higos y de mojama. Pescados en salazon y brevas secas que podían conservarse durante meses, tanto como transportarse por los soldados (usándose para hacer sopas o comer en cualquier momento, conteniendo una carga vitamíjica que impedía los escorbutos y las anemias). La importancia de los higos era tanta que se prohibía la exportación fuera de las ciudades-estado a la vez que muchas de las campañas de colonización a tierras lejanas que realizaban los helenos, se hacían por motivo de conseguir estos frutos que en su tierra eran difíciles de cultivar (debido a lo pedregoso y seco del terreno).

Por cuanto decimos, sería fácil comprender que estuviera prohibido exportar ni menos vender a un extranjero aquellos higos (que eran la base de la alimentación de los soldados y de la población). Prohibición tan férea, que hizo nacer Grecia una extraña figura al que se denominaba el falso delator del que vendía higos. Aquel al que se llamaba "sicofanta" () fue en principio un chivato que denunciaba a quienes tenían cultivos de brevas y no los vendian enteramente para el herario público. Degenerando aquella figura del delator (que ya desde sus orígenes normalmente denunciaba mintiendo), hacia un tipo de falso chivato que se extendío e impuso en Grecia. Quienes normalmente presentaba querellas en los tribunales a todo rico, solo por serlo; acusándole sin motivos y tan solo para obtener dinero a cambio. Comenzaron las denuncias a los que se decía vendían higos a extranjeros, aunque ya la delación falsa se extendió a cualquier motivo, pese a que el nombre de estos que tenían como misión amargar la vida de los ricos siguió siendo sicofantas -de sicón (higo) y fantes (denunciar)-. (para conocer más sobre este extrano hecho ver: http://www.filosofia.org/enc/eui/e551144.htm ).

Para finalizar diremos que consideramos muy posible que el origen del temor al envidioso nazca de la figura de aquellos Sikofantas. Los falsos delatores que sin motivo y solo para hacer daño al rico o al poderoso, los denunciaban de continuo en la Hélade (sobre todo con el fin de obtener algo de dinero, pese a saber que partían de hechos falsos). Puesto que era verdad que en Grecia en cuanto alguna persona fue conocida como adinerada, aparecían aquellos falsos denunciantes, principalmente a decir a las autoridades que exportaba ilegalmante (higos o cualquier mercancía prohibida). De ello creemos que pudo surgir la seña de la "sika" (la Higa) para combatir al tan temido "sikofanta", el envidioso capaz de presentar demanda solo por hacer daño al que tenía más que él. No siendo una teoría absurda considerar que aquella Higa se hizo como talismán para ahuyentar a "delator de higos" (sicofanta); debido a que la señal hecha con la mano en un principio era insultante. Ya que ese gesto de cerrar el puño y sacar el dedo gordo, los griegos lo realizaban a modo de vejación (como la peineta entre nosotros). Por lo que es posible que de ese modo señalaran a los sicofantas, entre los que hubo verdaderos profesionales de la falsa denuncia (muchas veces llevada a cabo tan solo por hundir la vida del rico).

Así, de todo cuanto hemos ido estudiando, vemos que la relación entre el higo y la higa y entre esta y el hígado fue muy estrecha. Tanto como la identificación de la Higa o Figa con el ojo (el sexual o el de la vista), que se basa principalmente en "magia simpática" aunque por otro lado proceda de los hechos médicos que relacionaban las oftalmias con las dolencias venereas. Por lo que muy comprensible es que con esta mano cerrada de la que sale el dedo pulgar se pretendiera hacer huir al mal espìritu de la envidia que traía el Aojo y a la oftalmia del sexo: Al sicofanta y al tracoma.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, exvoto del siglo XIX, hecho en una lámina de plata y que a nuestro juicio se trata de un hígado votivo (propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen. Foto tomada del libro Enseres, catálogo del Museo, Zamora 2007).
 
ABAJO: Famoso higado etrusco de prácticas de augur fechado en el 150 a.C. y hallado hacia 1878 en Piacenza (propiedad de Museo Cívico de Piacenza, al que agradecemos nos permoita divulgar su imágen). Se trata de un modelo donde se enseñaba la hepatoscopia a los arúspices; hecho en bronce, está dividido en partes o casas del cielo, adjudicando a cada deidad una zona del órgano. Como dijimos, el hígado era de donde suponían los antiguos que partía el deseo y las pasiones; por lo que su unión al higo como símbolo sexual era absoluta. Del mismo modo, los etruscos consideraban que en este órgano habitaba el alma humana, de ello que lo estudiaran tras sacrificar en el templo, con el fin de poder leer en aquel órgano el futuro.


CITAS:
(1) Cita que recojo de la madre de Julio Caro Baroja, tomada de la vitrina en que se contenía la Higa en la exposición de la Fundación Joaquín Díaz: EL CUERPO EN LA TRADICIÓN. Ver libro del mismo nombre, capítulos: "Higo, higa, hígado y aojo (magia religión y medicina)". Publicado por la Fundación Joaquín Diaz. Valladolid 2005.


(2) San Isidoro en Etimologías afirma que el nombre de azabache procede del rio turco donde se halló por primera vez, llamado Gagas (y de aquí: "Az-gagas"). Aunque realmente la voz es de origen árabe y parece que se relaciona con el color negro que guarda este carbón precioso.
(3) Foto tomada del libro "ENSERES". Catálogo de MUSEO ETNOGRÁFICO DE CASTILLA Y LEÓN; Zamora 2006 (Página 209).
(4) Diccionario de la Real Academia Española, primera edición 1780.
(5) Richard Payne, fue uno de los primeros expertos en ritos y religiones órficas; estudios que recogió en su importante libro "El culto a Príapo". Sus investigaciones tomadas como "poco serias" en el siglo XVIII, al versar sobre el significado y la veneración al falo en la Antigüedad. Constituyen una fuente de sabiduría sobre el sentido religioso de los pueblos primitivos, relacionado las fuerzas naturales y la sexualidad. Por lo demás, el mencionado Richard Payne, fue uno de lo grandes benefactores del Museo Británico; entidad que se funda en gran parte a los fondos que aquel donó.
BAJO ESTAS LINEAS FOTO DE LA ESTATUA DE RICHARD PAYNE EN EL MUSEO BRITÁNICO.

























miércoles, 22 de febrero de 2012

EL OJO QUE ES DIOS PORQUÉ TE VE, Y NO PORQUE TÚ LO "BES". (De: Lo invisible en la mitología; Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XLII).

Esta entrada es continuación de las anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, uno de los muchos idolillos con forma de ojos, hallado en nuestra Península. Aparecen fundamentalmente en la zona Sur, aunque con más profusión en el área del Algarve- Alentejo y Extremadura, desde el IV al II milenio a.C.. Su forma, claramente nos indica una deidad relacionada con los planetas y el ojo, por lo que consideramos este amuleto de la foto (datado en el IV milenio a.C.) como uno de los primeros talismanes contra el Aojo que pudo haber en nuestras tierras.
 
ABAJO: Detalle de uno de los pectorales de Tutankhamon (XVIII dinastia) que se adorna con un Utcaht -pieza perteneciente al Museo de El Cairo, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen-. En la entrada de hoy explicaremos cómo se produjo la evolución que hizo llegar esta representación del "ojo de Horus" (que era uno de los talismanes más importantes del Antiguo Egipto), hasta la forma del dios fenicio de la pupila. Deidad púnica de la que surgió finalmente el llamado "ojo del Nazar", famoso dije en forma redonda y con un iris azul, que sirve en todo el Mediterraneo como apotropaico.





Trataremos hoy, de manera resumida y gráfica, sobre la evolución que sufrió el talismán más común contra el Aojo, ese dije en formas de bola que lleva en su centro una pupila azul. Abalorio que fue transformándose desde el Utchat o el ágata, nacidos con fines protectores ya en el IV milenio a.C.; que llega a ser esa "especie de iris" hecho de bolas, con figuras o formas relativamente desagradables (y hasta monstruosas). Pese a ello, dijimos que en un principio y previamente al II milenio a.C, aquellos objetos apotropaicos fueron fundamentalmente dos: En Egipto el Ojo de Horus (que vemos en la imagen superior); tanto entre los mesopotamios El ágata (o la piedra azul). Pese a lo que aun siendo el Utchat el gran talismán de los faraones, entorno al 1500 a.C. comienza a proliferar en el Nilo una nueva figura y deidad portectora del aojo, de caracter muy extraño, al que llamaron Bes.



Raro dios que se dice procedía de Nubia (de origen africano), pese a que algunos egiptólogos afirman que su aparición durante la XVIII dinastía se debió más bien a una influencia semita, llegada de Mesopotamia. Nosotros nos inclinamos a pensar que realmente aquel enano que protegía de la mala mirada (llamado Bes) vino por contacto con el mundo babilónico. Ya que pudo deberse a que aparece durante el reinado de Tutmosis I (o el de sus hijos), cuando Egipto había extendido sus fronteras hasta el mismo Éufrates. Por lo demás, también pudo llegar hasta los faraones gracias a la infuencia Nubia (tal como algunos consideran); puesto que la primera escultura conocida de aquel dios enano y protector está en el templo de Hatsepsut. "Faraona" que también decoró el mismo recinto sagrado con bajorrelieves de su expedición llevada hasta el país de Put. Tierra situada al Sur de Egipto denominada Put y que quizás fuera la actual Somalia, donde Hatsepsut mandó a buscar a sus generales especias y árboles de mirra. Ello, unido a que este dios Bes se conoció con el sobrenombre de "señor de Put", nos hace pensar que quizás se tratara una divinidad importada desde estos territorios al Sur del Nilo. Al igual que pudo ser instaurado como dios por la persona y personalidad de Hatsepsut, reina que llegó a ser faraón y portar hasta barba postiza. De lo que nada extraño sería que tras su expedición al reino de Put, hubiera instituido el culto a esta deidad representada por un enano barbudo, que tanto nos recuerda a un pigmeo y que se tenía por portador de la suerte y de la protección (quizás debido a que en Somalia se encontraban las mayores minas de oro y muchas de las riquezas que Egipto explotaba).


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, estatuilla del dios BES procedente de Dandara, de epoca egipcia grecorromana, y propiedad del Museo de El Cairo (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Su representación vemos que se trata de un enano con barba, desnudo y deforme, que enseña los genitales y comunmente va tocado con plumas (o luce cinturones y gorros, de los que salen culebras). La nota común a todas las efigies de este dios protector es su fealdad y cara similar a la de un mono (quizás por tratarse de una dios que basaba su ayuda en hacernos reir por medio de sus defectos). Sin lugar a dudas, puede tratarse de la recreación en la figura de un pigmeo, o de algún modelo de enano deforme que en la Corte faraónica se tuviera como bufón y acompañante, para divertir a los niños o a los mayores (costumbre muy arraigada ya en Egipto). Sea como fuere, es el dios del humor y de la ayuda contra la mala suerte.
 


BAJO ESTAS LINEAS: Estela perteneciente al museo del Cairo (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen), fechada hacia el siglo III a.C.. En ella figura Horus niño, como Esculapio; protegido y protector de la medicina. Observemos que el hijo de Osiris en esta escultura tiene dos sierpes en sus manos (símbolo del veneno y de la curación) pero sobre todo está protegido por una gran cabeza del dios Bes (al que se consideraba también sanador de la mordedura de reptiles). El rostro del enano corona la estela y muestra el poder de esa deidad, como guardián de la infancia. Dones que le identifican con los objetos apotropaicos y sobre todo con el carácter del falo protector, o de los colgantes que se ponían a los niños para evitarles males y enfermedades. Más tarde veremos la plena relación entre esta deidad y aquellos abalorios muy distintos que se usaban contra el aojo.



Tal como decíamos, ese dios Bes era el cuidador de los niños. Tanto que se le consideraba una divinidad que facilitaba su desarrollo, e impedía que tuvieran accidentes, enfermedades o que los pequeños fueran raptados y "tocados" por la mirada del envidioso (quienes provocaban los daños terribles del aojamiento). Curiosamente, parecer ser que aquella deforme cara y el aspecto horrible del enenito con genitales al aire, conseguían la huida de los malos espíritus y hasta la protección del hogar. Con ello, el mismo dios maltrecho era considerado el "lar" de la casa y el benefactor hasta de las nupcias y de la alcoba. Encomendándole el cuidado del acto sexual y hasta de la diversión en aquellos menesterers; tanto como la buena reprodución y el nacimiento de hijos sanos. De ello que fuera la divinidad que cuidaba por el buen parto y por la llegada al Mundo sin problemas del que recien-llegaba.



Por lo demás, todo lo anteriormente dicho le hizo guardián también del sexo y de la belleza, y así fué acompañante o cuidador inseparble de la diosa Hathor. De ello, que se le considerara el bailarin que daba la risa a la guapa entre las más bonitas, por lo que en unión de esta Hathor (divinidad de la música, la belleza y de la danza), eran considerados los patronos del arte de bailar y de tocar instrumentos. Tanto que Bes se tuvo por un laudista o arpista maravilloso, aunque con sus bailes tan solo provocaba reir a quienes le veían moverse y enseñar sus partes pudendas. De cuanto venimos diciendo, parece que este dios enano protector de los niños y contra el Aojo, puede ser la personificación de los esclavos que para el servicio y cuidado de hijos debieron tener los egipcios en casa. Muchos de ellos seguramente débiles de aspecto y bajitos, tanto como procedentes de zonas centrales de África (donde quizás los apresaban para llevar a esclavizar). Gentes, que si vivían en la Corte o entre los hijos de nobles y ricos (cuidando de ellos) cumplirían sin lugar a dudas muchas de las funciones que se le atribuían a Bes -protectores de la infancia e incluso guardianes contra el mal de ojo, los malos espíritus y la brujería-.


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, dios Bes fenicio. Amuleto hecho en pasta vitrea fechado en el Siglo VI a.C. (perteneciente a Túnez, Museo del Bardo al que agradecemos nos permita divular su imagen). Estos protectores contra el mal de ojo proliferaron entre los púnicos como colgantes (que fabricaban en vídrio de manera profusa). Finalmente, fueron sustituyéndolos por una figura que representaba la cabeza del Bes barbado y que al final tan solo incluyó sus ojos.
 

ABAJO: Dios Bes tambien fenicio, perteneciente a la colección Baggio de Italia (a la que agradecemos nos permita divulgar su imágen). En la foto observamos una obscena representación del enano bailando. Viendo aquí ya una unión plena entre los famosos falos que se usaban para combatir el aojo, con esta figura del dios desnudo que enseña su sexo. Del mismo modo, se entiende en esta figura de Bes, su asimilación con el Príapo griego (deidad que igualmente servía para fertilizar los campos y dar buena suerte).



Curiosamente aquel dios egipcio cargado de fealdad, fue el protector de la belleza. Así comentamos que era el inseparable acompañante de Hathor, con quien no solo bailaba e interpretaba sus melodías de laud, sinó a la que igualmente cuidaba en su "estilismo" facilitando sus perfumes y su cosmética. De tal modo, el pobre y horrible enano Bes fue igualmente la deidad de los ungüentos y de los afeites, tanto que se le consideraba el benefactor de todos los cosméticos. De lo que las mujeres adoraban a este pequeño dios pidiéndole no solo por sus hijos, sino también para que les embelleciera, les facilitara afeites, colonias, jabones y hasta maquillajes o pinturas de ojos. Pero es que además, debían rogar a Bes por todo cuanto bonito había en la vida, puesto que aquel era el dios de la moda, de los abalorios, de los collares, de la pedrería, de los adornos y de cuanto bonito e inútil nos rodea. Algo que puede comprenderse desde la figura de este enano protector cotra el mal de ojo, que en principio se consideraba luchaba con su fealdad al mal que provocaba la mirada del envidioso. Al considerarse que la belleza corporal, el atractivo, el buen aspecto y los olores agradables, podían provocar la envidia (sobre todo a quienes eran deformes u horribles - similares al dios- por lo que la imagen monstruosa del bailarín Bes se entendía como un protector).

 


No sabemos si solamente fue por influencia egipcia -o quizás también por un influjo mesopotámico-, por lo que aquella divinidad enana se convirtió en una de las más importantes entre los fenicios. Tanto que se asimiló a Baal Hammon o el dios del pebetero, quien era el señor de las brasas y por lo tanto el del fuego. Ello, como ya podemos imaginar le hizo identificarse con el señor de la luz y del calor, siendo considerado "un tipo de vulcano" o deidad de la forja. Quien a su vez era el dios de la llama y por lo tanto de la iluminación, y de lo que se consideraba la divinidad que permitía la visión. Por todo ello, era el dios del ojo y el protector de la mirada; tanto que se sabía capaz de ahuyentar a quienes con la suya provocaban el mal de la envidia (el aojo). Por su parte, su unión a las brasas de seguro le hizo ser representado en vidrios, material que comenzaron a fabricar por primera vez los fenicios (aunque no fueran sus descubridores) y que precisaba de hornos trabajando a altas temperaturas.




Pasta vitrea que se unía smbólicamente a la llama y a la luz, puesto que como es sabido los púnicos narraban ser sus descubridores gracias al fuego. Invento del vidrio que afirmaban se produjo cuando sus antepasados en una de las noches que varaban por las playas del Mediterraneo (durante sus largas singladuras), habian hecho una hoguera. Aparciendo a la mañana siguiente pasta vítrea bajo aquella, por efecto de haberse quemado las arenas siliceas bajo aquel fuego. Historia que nos une el vidrio con las fulgitas, que como sabemos son esas pequeñas piedras (o vidrios) que se forman al caer el rayo sobre arenas de sílice. Ya que al abrasar la arena la electricidad, queda a veces en formaciones alargadas y como cristales pétreos. Láminas vítreas creadas por la naturaleza, que se tenían como las "hijas del rayo" y que dieron lugar a las famosas leyendas de las "Piedra del Rayo" . Lo que consideraba a las hachas neolíticas como sagradas (y hasta las paleolíticas); que se decían hechas por la mano de Júpiter, a través del relámpago. Todo lo que identificaba a los dioses con esta pasta vítrea en la que los fenicios fabricaban sus amuletos y que trocaban usando como porpia moneda. Habiendo llegado a convertir estos talismanes y abalorios en una verdadersa fuente de ingresos y exportación, que llegó a inundar el mercado mediterraneo entre los siglos Iv al III a.C..


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, portada del magnífico libro LOS FENICIOS. Monografía dirigida por Sabatino Moscati, basada en una exposición de Milan (editada por FOLIO, Barcelona 1988). En esta portada podemos observar ya el dios Bes de Fenicia, simplificado tan solo como una cara de barbudo deforme y con pupilas azules. La introducción del color azul de los ojos se considera que procede del miedo que los pueblos del Sur mediterraneo tenían a las gentes bárbaras del Norte (que destacaban por sus ojos azules). Pese a ello, entre los mesopotamios ya hemos dicho que el mal de ojo se combatía con un ágata o un lapislázuli, tanto como El Libro de los Muertos de Egipto habla de que el ojo de Horus (utchat) ha de hacerse en lapislázuli.
 


ABAJO:  Portada de la revista Vaccea, en la que vemos un dios Bes-Jano hallado hace pocos años en las inmediaciones de Valladolid (en el yacimiento de Pintia-Padilla de Duero-). Evidentemente el uso de estas efigies como apotropaicos, es una costumbre fenicia que quedó en la Península  -tanto como la de guardar, reverenciar y comerciar con abalorios (especialmente vítreos)-. Lo más curioso en el caso de este "BES" de Pintia es que su figura se "reconvirtió" en un Jano bifronte, añadiendo una segunda cara en su dorso. Deidad cuyos poderes nacen por ser un dios "gemelo", figurando así la puerta de iniciación, tanto como la entrada y salida del año (en efigie de los meses de diciembre-enero, dando nombre a este último). Divo simbólico de la "doble vida", el renacer y los "secretos agrarios" que en gran parte comenzaban precisamente con el inicio del año -en el mes de Jano (January)-. Aún hoy en nuestras tierras se recuerda en forma de mascaradas y fiestas de solsticios, las famosas Saturnales romanas celebradas a ese Jano de dos caras; festividades que fueron nacidas directamente de los Misterios griegos (voz cuya traducción es la de "orgia"), lo que nos explica el poder de aquel divo de doble rostro (como la puerta, la moneda o la personalidad sibilina).


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, otra figura del dios "ojo" como deformación de Bes. Este fue hallado en Olbia y pertenece al Múseo Nacional de Cagliari (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Observemos que poco a poco se va tornando el diseño del protector contra el mal de ojo, en lo que finalmente tan solo serían dijes con bolas y ojos.
 

ABAJO: Aquí ya vemos el abalorio simplificado de la cara de Bes, transformado ya tan solo en ojos. Este collar de cuentas apotropaicas fenicias fue hallado en Ibiza y se fecha en el siglo III a.C. (pertenece al Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permuita divulgar su imagen). Del modelo que vemos en la imagen, que luce solo dijes con ojos consideramos que nacen y surgen lo que luego sería los ojos del Nazar; al igual que las joyas con bolas y esferas para protegerse del Aojo.



Como dijimos, aquel dios egipcio danzarín y que enseñaba sus vergüezas, fue también asimilado al Príapo griego. Deidad esta última que se igualmente se represetaba en la forma de una persona deforme y que mostraba el pene. Aunque en el caso de Bes, los egiptólogos llegan a decir que el enano barbudo es realmente una idealización del sexo masculino, que por su fealdad y su forma -tan "divertida como ridícula"- puede parecerse al dios. Hecho este que quizás se llega a apreciar en las representaciones priápicas romanas, en las que tal como en la foto de abajo vemos, el pene y los testículos se asemejan de algún modo a la cara de Bes. Para cuya demostración, recogemos bajo la foto de aquel, otra figura de la deidad del ojo fenicia en un colgante; la que en verdad tiene mucho parecido a lo que decimos. Similitudes y semejanzas que de nuevo nos llevan a unir en toda su simbología, la protección del aojo con objetos fálicos o que se relaciona con el sexo. Pudiendo determinarse ya de este modo cual es el origen de esos abalorios en forma de pupilas o con esferas que todas las culturas mediterraneas usan para atraer la buena suerte.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, amuleto falo romano del siglo II a.C. perteneciene al Museo de Jaen (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Observemos su forma de lúnula con una mano en forma de figa a un lado y un falo al otro, en cuyo centro tiene el sexo masculino. Imágen del pene y los testículos en la que dicen se inspiró la cara o la figura del Bes egipcio.
 
ABAJO: Collar en pasta vítrea fenicio que procede Cartago, fechado en los siglos IV III a.C. (propiedad del museo del Louvre, al que agradecemos nos permira divulgar su imágen). Sus cuentas con clara forma casi igual a la del Nazar, se culmina con un colgante de cara de Bes, en la que vemos algún parecido con el sexo masculino.




JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, collar moderno apotropaico, contra lo que se llama el Nazar (mal fario o mal Azar). Adquirido hace unos meses en Turquía, podremos obsevar en este que la enorme similitud que tiene con las cuentas fenicias de hace casi dosmilquinientos años.
 
ABAJO: Brazalete del Tesoro de El Carambolo (tartessio, hacia el siglo VI a.C.). En entradas anteriores vimos cómo este tesoro tenía un carácter planetario o calendárico, marcando sus bolas en numero de 13, 12 y etc. los ciclos de la Luna y el Sol. Todas las joyas hemos comprendido que contenían un enorme sentido mágico y de proteción. Siendo la forma más común para conferir ese poder de guarda y costodia sobre el que lo lleva, diseñar la joya conn formas que recuerdan al ojo (y a las estrellas). Observemos en esta de El Carambolo, como lleva la roseta símbolo del Sol y a su vez contiene estas semiesferas, que habrán de significar los planetas o los astros y por ende, el ojo y la visión.



Para finalizar, terminaremos de nuevo anotando la idea que varias veces hemos repetido, en la que afirmamos cómo las formas de círculo, esfera o bola, que se dan a los dijes y abalorios (de collares, pendientes, anillos o pulseras). Joyas a las que se atribuye poderes apotropaicos. Todas se refieren o simbolizan los planetas y el Cosmos en referencia a los ojos. De igual manera, las joyas en la antiguedad que conservaban estos diseños similares a un ojo, a una circunferencia o un granulado, se identificaban con los astros y con la vista de un modo sagrado. Ello porque el gran dios del Universo era el de los ojos, aquel que con sus dos grandes pupilas (el Sol y la Luna) todo lo veia y todo lo cuidaba. El mismo que con miles de ojos (las estrellas de la noche) aguardaba en las tinieblas, cuidando de los Cielos. Cosmogonía que simbolizaba en la joyería con los adornos plenos de bolas y esferas; simbolos todos que hacen referencia al Universo y al calendario. A la que se le atribuía un tremendo poder apotropaico y por ello era de uso obligado entre los poderosos. Por cuanto no es de extrañar que el mismo dios Bes -el feo enano bailarín-, fuera a su vez el patrón de la joyería y los adornos; ya que estos en verdad servían para embellecerse y protegerse contra el Mal de Ojo.


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, collar salmantino contra el mal de ojo, hecho en coral con una higa y bolas granuladas. Fechado en el siglo XVII es propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León (al que agradecemos nos permita divulgar su imñagen). Observemos no solo el trozo de coral en forma de mano higa, sinó tambien estas bolas de plata tipicamente salmantinas; de las que se sabe que, como el "botón charro", contienen un pleno sentido planetario (siendo descendientes del granulado fenicio).



ABAJO: Bolas y Alcorciles con carácter apotropaico del traje de salmantina fechados en el siglo XVIII. Pertenecen al Museo Etnográfico de Castilla y León (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Comparándolas con las cuentas fenicias, podremos observar como estos collares de la Alta Ruta de la Plata son casi iguales en su significado y su forma (pese a estar separados por más de milquinientos años).




























lunes, 13 de febrero de 2012

ORÍGENES Y SIGNIFICADO DEL CORAZÓN AHIGADO: SU RELACIÓN CON EL AOJO (De: Lo invisible en la mitología, Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XIL).

Esta entrada es continuación de las anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, de nuevo la imágen de un "templete lar" japonés; pequeñas esculturas que a modo de un "hogar de dioses" (en forma de habitáculo con techo) se suelen colocar frente a las casas y en los cementerios. Su uso y significado es muy similar al que este tipo de "casita de dioses" tenía en otras culturas que las usaron (como la etrusca o la romana), e incluso se relaciona con las hornacinas que utilizan los cristianos para guardar santos en las calles y caminos. Para comprender su sentido podemos compararlas en nuestra cultura con figuras como los cruceiros pétreos, o los vanos existentes en las fachadas de casas antiguas, donde se pone una virgencita o un patrón (tras un cristal, o en un estante). En el caso de este templete fotografiado en Maebashi, vimos en la anterior entrada que se trata de un "lar" dedicado al dios del ojo; deidad cuya misión era la de curar las oftalmias y guardar por la vista de los hombres. Su figura curiosamete recuerda mucho a un corazón ahigado (invertido) lo que analizaremos en esta entrada.
 


ABAJO: Tres jeroglíficos egipcios (pintados por nuestra mano) que se relacionan con el origen del famoso corazón ahigado -tan usado en estos días de San Valentín-. El primero, a nuestra derecha, es el de NEFER, cuyo significado es "laud"; pero que a su vez se traduce por "lo bueno" y "la bondad". Entendemos en ello, que una figura muy cercana a la del corazón, cuyo significado es "amor" en nuestra cultura, se tenía hace miles de años por un sinónimo de "bondad" (surgida de la belleza de la música, que para los egipcios era el arte más sublime -junto a la arquitectura-). A su lado y en el centro, vemos el jeroglífico de AB ("corazón"), que figura como un vaso canope o una vasija y cuyo significado analizaremos en profundidad. Finalmente, a la derecha está el de XERUI, que se traduce por "testículos" y que efectivamente lo parecen, pero a su vez es muy semejante a la imágen de un higo. Sobre todo ello escribiremos a continuación:


Habíamos dejado la entrada anterior analizando el mito japonés de Izanagi, desde el momento en que este "Adán nippón" huyó de los infiernos y creó los dioses del Sol, la Luna y los Océanos (Amaterasu, Tsukí y Susano -respectivamente-). Para ello hubo de lavar su ojo izquierdo, del cual nació la luz del astro rey -la diosa Amaterasu-; tras lo que hizo lo mismo con el derecho, del cual surge el resplandor de la Luna (Tsukí) y finalmente, al limpiar en el rio su naríz, dió origen a Susano (el dios de los Océanos). Todo ello se relacionaba plenamente a nuestro modo de ver con las mucosas y los ojos, de las que veníamos narrando su relación plena con el sexo. Relación que parte de que las afecciones sexuales, terminan por comunicarse con las oculares, produciendo unas secreciónes y enfermedades en los ojos. Tanto, que las más graves (como las blenorragias) infectan las cuencas oculares, llegando a provocar la ceguera por tracoma. Dolencias cuya transmisión más común es la sexual, aunque también se pueden contagiar simplemente por contacto con aquellas mucosas del enfermo (las de los ojos, nariz, o las supuraciones del sexo). Como dijimos, todas ellas eran en La Antigüedad una temida pandemia, que plagaba de invidentes, tuertos y gentes afectadas por clamidiosis, los lugares dónde la salubridad era mala y la higiene difícil (en especial áreas cercanas al desierto o las grandes ciudades sin caudal de rio ni aguas limpias).

De todo ello, entendemos cómo el mito de Izanagi explica que el padre de los dioses, tras huir de los infiernos -donde había convivido con un mundo putrefacto- lo primero que hizo fue lavarse en el arroyo cristalino de Hyuga. Allí se esmera en limpiar sus ojos, de los que nacen la luz del Sol y de la Luna; enseñando la leyenda la necesidad plena de la higiene y lavado en agua limpia, para no ser afectado por enfermedades (especialmente las oculares; algo realmente cierto, puesto que bacterias tales como la Chlamydia Trachomatis  -que produce el tracoma-, se contagia precisamente por falta de limpieza y por aguas sucias e infectadas). Por lo demás, poco antes de llegar al arroyo, para poder escapar de los infiernos, alejó a los demonios lanzando tres melocotones. Una fruta tirada a los dioses del Averno, que no solo se relaciona con la granada de Perséfone y los frutos del mundo de los muertos; sinó que también tiene un sentido sexual y hasta cercano al ocular. Ello, porque si observamos el diseño o la figura del melocotón, pronto nos daremos cuenta de que es muy similar al corazón ahigado invertido que se tiene como símbolo del dios del ojo japonés (ver foto arriba). Un diseño que sin duda alguna puede recordarnos más a un higo o a una fresa; pero que en todo caso es el de un fruto y como tal significa la flor del vegetal comestible (y con ello, la sensualidad).

En todas las religiones, frutas como la manzana, el higo, la granada o -en este caso- el melocotón; juegan un papel primordial frente a los dioses. Importancia cuyo significado en muchos casos se nos escapa, tanto que es mi teoría que "la manzana de Adán" nace posiblemente de una confusión fonética. Al traducir del griego "melas" (), que significa cordero; por "mele" () cuya interpreación es manzana. Siendo quizás la prescripción: No comer del cordero -entendiendo este como "el inocente"-; debido a que "del cordero" o "de la manzana" se escribe en griego "meleios" (). Por su parte, estos otros "melos" de Japón, los "melo-cotónes" de Izanagi tienen indudablemente un significado relacionado con la sensualidad (como toda fruta). Pero a su vez simbolizan los tres dioses que poco después Izanagi crearía (la luz del Sol, la de la Luna y el agua de los mares), con los que sin lugar a dudas hizo huir a los demonios lejos de él, permitiéndole salir de los infiernos. Deidades de la iluminación (Amaterasu del Sol y Tsukí-yomi de la Luna), nacidas de sus ojos. Por lo que la relación entre astros y pupilas vuelve a ser tan estrecha, que entendemos como las civilizaciones antiguas representen a aquellos dos que nos iluminan (en el día y por la noche), en "los ojos del Universo".

Pero el diseño de este dios del ojo japonés, curiosamente se relaciona con un símbolo de gran sentido sexual en nuestra cultura, como lo es el corazón ahigado. Representación del amor en forma de higo (o fresa) que es un dibujo tan antiguo como sensual. Ello, porque el llamado "corazón ahigado" en un primer momento recuerda plenamente al final de la espalda -especialmente la femenina- o incluso a dos pechos, relacionando aquello con un fruto. Aunque en Egipto, la misma forma y que bien parece la hoja del loto, se identificaba ya con el símbolo de bodad: "Nefer" que como hemos visto, significaba laud, pero a su vez se interpretaba por la bondad en sentido pleno. Pese a ello, no se relacionaba tanto con el corazón, ya que este órgano se escribía con el jeroglífico de una vasija (ver imágen superior); ello quizás por la importancia que los egipcios daban a esta víscera a la hora de embalsamar al difunto -siendo lo primero que introducían en el vaso canope, junto al pulmón-. De hecho, pensaban que en el corazón residía gran parte del pensamiento y los sentimientos; por lo que en el juicio final de Osiris, los dioses pesaban este órgano del difunto, para determinar su paso a la vida eterna.


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, amuleto de corazón egipcio (del Museo Británico, al que agradecemos nos permita divulgar la imágen). El corazón representado como una vasija, destaca entre los dijes egipcios. Abalorios que creaban los magos y sacerdotes como talismanes protectores, oficiando en su nombre invocaciones que solicitaban el favor de los dioses. Quizás, junto al Utchat (ojo de Horus) y el Ank, era este del corazón, el amueto más usado en ceremonias de curación y momificación.
 








ABAJO: Estela fenicia del tofet, en forma de "idolo botella" (fechada en el siglo IV a.C. y perteneciente al Museo Whitaker de Mozia, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Esta representación de una vasija que comunmente aparece entre las figuras sagradas fenicias, es denominada "ídolo botella"; aunque es nuestra teoría que se corresponde con la figura de un corazón egipcio. Vasija (o botella) que representa en jeroglífico este órgano vital humano, por lo que consideramos aparece entre las estelas y joyas de los púnicos (muy influidos por el Nilo). Además el jeroglífico del corazón (vaso) pintado sobre un pebetero (ardiente, encima del fuego); significaba en entre los súbditos del faraón, el nombre de su nación: Egipto. De ello la importancia de esta figura en forma de botella o vaso, que llegaba a describir o definir la denominación del reino de las pirámides.



Continuando con la importancia del corazón en Egipto ya hemos anotado en el pie de foto cómo su jeroglífico escrito sobre el de "pebetero encendido", se traducía por: Egipto. Por su parte, otra forma de pintar o dar a entender el nombre del reino de los faraones; era simplemente escribir el jeroglífico de Utchat -el ojo pintado de Horus-. Siendo verdaderamente llamativo que ambos (el amuleto del ojo y el del corazón) fueran las figuras que dieran nombre jeroglífico al país del Nilo. Por su parte, siguiendo con este vaso que significaba corazón; si se pintaba colgado de una persona (o bien en la forma de un collar del que pendía aquel), su traducción era "hombre bueno" o "bondad"; lo que igualmente podía escribirse usando la figura del laud (como hemos visto). Todo lo que ya nos indica cómo este diseño tan similar al símbolo del amor occidental (el corazón ahigado), tenía ya un significado muy cercano hace más de cuatro mil años.

Pero deseamos hacer un alto en Fenicia, donde nos hemos encontrado repetidamente con la figura de la vasija (como amuleto o representación sagrada), que consideran se trata de un "ídolo botella" -tal como se define-. Pese a ello y desconociendo si algún otro autor anteriormente lo ha advertido, habríamos de decir que en nuestra opinión estas "botellas" fenicias, se corresponden con el jeroglífico y talismán del corazón. Cuyo uso en ceremonias de difuntos era primordial, puesto que -como hemos dicho- Osiris pesaba esa víscera en su balanza, para que los dioses determinaran la culpa o la inocencia del que llegaba al más allá. Cuanto afirmamos se ratifica no solo por la repetida aparición de estas "botellas" entre las estelas fenicias, sinó también porque junto a ellas suelen situarse los "oreus" y cobras sagradas en el Nilo. Lo que creemos deja clara nuestra teoría de que los llamadas "idolos botella" púnicos, representan el amuleto de corazón.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, estela fenica, fechada hacia el siglo V a.C., con oreus y "botella" (pertenece al Museo de Cartago, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Observemos que la vasija representada es casi igual al talismán de corazón del Museo Británico que recogíamos arriba. Encima de aquella figura el disco solar (Amón) y sobre todo las cobras (Mehent) del Nilo; todos símbolos de origen egipcio.
 


ABAJO: Colgante de oro fenicio, procedente de Tharros y fechado entre el siglo VI al V a.C. (perteneciente al museo Arqueológico de Calgiari, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Observemos que aquí "la botella" está sobre un pebetero: Corazón sobre pebetero. Ello significa en jeroglífco: "EGIPTO" (tal como hemos dicho); nación que vemos franqueada o guardada entre dos cobras. El significado del diseño de este colgante sería pués algo similar a: "Egipto guardado por sus dioses".



JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS : Al lado y abajo, colgantes fenicios hechos en vidrio y metal; fechados entre los siglos VII al VI a. C. que proceden de Tharros (pertenecen al Museo de Sanna, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). En nuestra opinión, estos también representan el corazón (como jeroglífico de la vasija). Observemos que son iguales a los amuletos de este tipo egipcios. Desconocemos si anteriormente ya se ha advertido, puesto que creemos como seguro que estos colgantes, tanto como las llamadas "botellas", representan aquel talismán del corazón.



Pese a cuanto narramos, ni el diseño del jeroglífico "corazón" ni tampoco el de "laud", pueden considerarse exactamente el del "corazón ahigado" moderno, dibujo que curiosamente en Egipto tan solo se parece al ideograma de "testículos" (XERUI, ver imágen segunda). Ello seguramente porque esta parte reproductora del macho se identificaba con el higo -como ya hemos explicado en anteriores entradas-; pero también se relacionaba con el hígado. Órgano en el que muchas culturas antiguas consideraban que se generaba la fuerza sexual, de ello que aquella se denomine líbido (de "leber" = hígado). Tanto, que entre las civilizaciones semitas se consideraba que allí residía el alma humana; teoría que pasó a culturas de Anatolia y que finalmente fue exportada hasta zonas más occidentales. Llegando a Etruria, donde su religión se basaba en la aruspicina; ritual que leía las vísceras del animal (o individuo) sacrificado por el sacerdote. Siendo la parte fundamental de este culto de extispicina, la hepatoscopia o lectura del hígado; al considerarse este, el lugar donde residían las pasiones y el alma del hombre. De tal manera, en gran parte del Mediterraneo se generó una veneración al hígado (importada desde teorías de Asia Menor), que se estudiaba como portador del ánima, de vigor sexual y sobre todo, del valor (incluso del pensamiento humano). Debido a estas corrientes y creencias muy comunes a fines de la Edad de Hierro, creemos que aparecieron en algunas zonas de Fenicia amuletos en la forma de un hígado, que recogemos a continuación.



SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Talismanes que consideramos en forma de hígado. Al lado, un colgante de oro, perteneciente al museo de Calgiari (al que agradecemos nos permita divulgar la imágen). Procede de Tharros, fechado entre los siglos VII al V a.C. y su forma nos hace pensar claramente que se trata de un hígado, órgano en el que consideraban residía: El valor, el amor, las pasiones y el vigor sexual.
ABAJO: Detalle de otro amuleto fenicio similar (también procedente de Tharros, fechado hacia el siglo IV a.C y del Museo Nacional Cagliari, al que agradecemos nos permita divulra la imágen). En este se observa claramente la forma del hígado (siendo nuestra teoría que aquellos talismanes pudieron tener un sentido curativo para este órgano).




Tal como narramos, se consideraba entre algunos pueblos mediterraneos a fines de la Edad del Hierro, que del hígado procedían el valor y las pasiones. Pero a su vez se relacionaba con el ojo (los ojos), no solo por la unión entre sexo y enfermedades oculares, sinó también porque muchas de aquellas se curaban gracias al hígado. Ello debido a que gracias a los aportes vitamínicos que esta víscera tiene (sobre todo en vitamina A y hierro), los colirios antiguos se fabricaban fundamentalmente con extractos de hígado (usando principalmente el de pez). Lo que podemos leer en los múltiples manuales de medicina y papiros médicos de la antigüedad, pero incluso aparece mencionado en La Biblia; cuando narra la historia de Tobías y el Arcángel San Rafael. Al curar el primero la ceguera de su padre anciano, gracias a tomar un hígado de pescado, que exprime sobre los ojos del viejo, tal como el ángel le indicó hacer. Costumbre mesopotámica, donde se sabe que los colirios para ojos se fabricaban fundamentalmente con extractos de de este órgano (principalmente de peces, pero usando tambien el de aves, e incluso el hígado de murciélago, que al parecer es especialmente rico en vitamina A).

Consecuentemente y por herencia desde Etruria a Roma, llegaron hasta el pueblo capitolino todas las supersticiones acerca del hígado. No solo en lo que se refiere a la práctica de la hepatoscopia (lectura de la víscera del sacrificado para este fin); sinó tambien en cuanto a las creencias sobre su curación y su función. De tal manera, se decía que sufría dolencias de hígado, todo militar romano que en batalla hubiera contraido úlceras o males que afectaran a su estómago y a zonas cercanas al abdomen (a causa de los nervios, las aguas o la infra-alimentación). Males para los que se recomendaba precisamente comer higos, ya que la semejanza de este fruto con el hígado hacía pensar a los médicos que servía para sanarlo (curación o mejoras que en parte se debían al poder laxante de este fruto si se toma seco). Evidentemente que el higo sanaba el hígado, solo se debía a una teoría de "magia simpática" por la cual un alimento parecido en forma a lo dañado, curaba el órgano al que se le asemejaba. Pero tanto se difundió aquella teoría y creencia, que el nombre de higo (en griego sikum) terminó dando voz al hígado; fruta y víscera que en casi todas las lenguas romances se denominan de manera casi igual (ficus=higo; ficatum=higo).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, colgante fenicio en forma de hígado, de los siglos VII al VI a. C. (procede de Tharros, y se halla en el Museo de Sanna alque agradecemos nos permita divulgar su imágen). En este vemos el diseño similar a un hígado, aunque ya se asemeja en algo al famoso corazón ahigado que poco después se divulga como símbolo del amor. La relación entre ambos diseños puede estar en que se pensaba que el amor y el deseo sexual procedía del hígado; tanto como este se asemejaba al higo (que se identificaba con el sexo). Todo ello pudo dar como fruto el diseño del famoso "corazón" que se usa actualmente como símbolo del amor.
 


ABAJO: Acuñación de la colonia griega de Cyrene con la marca de la semilla de silfio, planta que se utilizaba como anticonceptivo y de la que se decìa contenía gran poder afrodisiaco. Por todo ello era utilizado este vegetal llamado en Roma Laserpicio, en los ritos dionisiacos (como potenciador sexual y contraceptivo). Parece ser que era escasa y desapareció hacia el año 50 de nuestra Era; aunque previamente, tan solo se conseguía en algunas islas cicládicas. Finalmente fue extinguiéndose, hasta solo hallarse en algunos lugares como Cyrene, donde tomaron esta planta cuya semilla se había usado antes de moneda, como su símbolo de acuñación. Su desaparición se debió a sobre-explotación, ya que desde el periodo Minoico, los micenios y luego los griegos la adoraban y usaban con fines culinarios y afrodisiacos (indispensable para participar en las fiestas, principalmente en las bacanales).


Como decimos, la identificación entre higo e hígado, parece pricipalmente que se debió a su unión con el sexo. Ello porque en Grecia y Roma ya dijimos que las voces "higo" (sikea ) significaban tanto el fruto del árbol como el órgano sexual -una ordinariez que parece hemos heredado y que a muchos tanto nos divierte, sobre todo cuando oimos aquello de "la fica" o del "jigo" (con hace pronunciada)-. De lo que se dedujo entre los médicos de hace miles de años, que aquellos que estaban mal del hígado (o bien tenían dolencias venereas), debían tomar la llamada "sikuta"; un preparado o ungüento, hecho a base de higos secos que decían sanaba los órganos genitales, tanto como la víscera que produce la sangre. Y tanta era la unión que había entre higo y sexo en la Antigüedad, que hasta los "olisbos" (consoladores de época griega) se hacían con madera de aquel árbol, al que se le daba propiedades afrodisiacas. Por todo lo que no podía faltar en las fiestas de Príapo, ni en las de Dionisos, donde las Bacantes lucían coronas y ramas de higuera, mientras comían el fruto y a la vez decían ordinarieces que identificaban esta fruta con el sexo.

Pero la unión entre aquella breva y el mundo del amor, no se limitaba solo a Grecia y Roma, puesto que en Egipto igualmente las esculturas del famoso pene de Osiris (que guardaban en los templos de Isis), se tallaban en madera de sicomoro -la higuera del Nilo-. Árbol que en el reino faraónico se consideraba el símbolo de la sexualidad, por lo que no es exraño que el jeroglífico de testículos que veíamos al principio, nos recuerde tanto a la figura del higo. Ya que tanta era la unión entre sicomoro y sexo, que la "continencia" se escribía en un jeroglífico que representa un toro atado a este árbol. Simbología que igualmente podemos intuir en La Biblia, donde la higuera es maldecida por ser estéril; lo que en nuestra opinión puede relacionarse con el hecho de que que en hebreo "higuera" y "coito" se diga de una misma forma: "THANE".

Pero pasemos a la planta que se asegura dió finalmente forma al corazón ahigado -aunque sin lugar a dudas tuvo mucho que ver en su diseño el fruto de la higuera-. Ya que se dice cómo aquel "corazón en forma de higo" es la imagen de semilla del Silfio (); lo que no se ha podido comprobar, debido a que vegetal abundaba en el área cicládica y en Creta, pero fue extinguiéndose debido a su alta demanda. Tanta, que se supone una de las grandes fuentes de ingreso del mundo minoico, donde se han hallado almacenes de Silfio. Especia muy escasa ya por entonces y que, además de un uso culinario, tenía otro principalmente: Como afrodisiaco. Así, se afirma que aquel vegetal que llamaban los romanos Laserpicio, producía instantanemente la menstruación tras su ingesta. Hecho este por el que lo tomaban las asistentes a las fiestas donde los excesos les podían dejar embarazadas. De igual forma, se asegura que aquella planta, tenía grandes poderes de excitación; todo lo que no se ha podido comprobrar, puesto que como decimos a principios de nuestra Era ya estaba extinguida (tanto que le fue enviada a Nerón una rama seca de aquella, como muestra del último ejemplar existente).

Uno de los lugares donde más se comerciaba y recogía el Silfio era en la colinia griega de Cyrene, cuyo rey Arcesilao se llega a representar en cráteras del siglo VI a.C. pesando y controlando la preciada mercancía antes de salir a la venta. Parece ser que allí, se comenzó a usar la semilla de esta planta como moneda en tiempos en los que no hubo metal con acuñación (costumbre que paso a otras colonias limítrofes). De ello, cuando tras el siglo V a.C. Cyrene comienza a tener moneda, en su sello y en la anverso de estas aparecerá siempre el árbol del Silfio. Siendo muy lamativa la que lleva en el reverso, que dicen era la semilla de aquella planta; un bulbo que mucho nos recuerda al corazón ahigado. Desde esta forma y semilla, se dice que evolucionó el dibujo del corazón como un concepto relacionado con el "amor"; pese a que, en nuestra opinión, aquel diseño tiene más que ver con el pasado. Nacido probablemente de la evolución de otros símbolos que venían de milenios atrás y que unían el "ojo", el corazón, el "hígado" y el "sexo", con formas que nos recuerdan al "higo cortado en su medio". Sea como fuere, no puede demostrarse ya que el Silfio desapareció y nunca sabremos si este "corazón ahigado" era realmente su semilla (usada como moneda) o simbolizaba más bien algo relacionado con el amor, el higo, el hígado, el ojo y el sexo.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, menora judía fechada en el año 70 a.C. en cuyo interior figura curiosamente este corazón ahigado. Pese a ello, en muchos adornos y lápidas romanas del siglo I a.C. se ve con profusión este símbolo.
 


ABAJO: Crátera del siglo V a.C. adornada con dos flores de corazón ahigado (propiedad del Museo nacional de Atenas, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen).




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, el higo, fuente de inspiración en todo el Mediterraneo Antiguo y moderno; ha sido durante milenios motivo para la sorna y la meditación sexual. Desde los más burdos, que denominan al sexo "fica" o "jigo" (con hache aspirada); hasta los mas refinados de la antigüedad, que estudiaron y demostraron la relación médica entre este fruto y en hígado -tanto como entre aquel y la líbido-. Todos han identificado la imágen que vemos con lo que tanta gracia parece hacernos (al menos a los más mediterraneos...).
 











ABAJO: Pieza de la corona del tesoro tartessio de El Carambolo. Regresamos poco a poco hasta nuestro tema, tras haber visto en las anteriores entradas, que el universo de las formas y el significado de los símbolos en la Antigüedad era importantisimo. De ello, que este tesoro esté pleno de simbología en sus diferentes piezas. Ya habíamos analizado su sentido planetario, explicando cómo el número de rosetas y bolas contenidos en sus pectorales se relacionaba con los calendarios solares y lunares. Hoy vemos una pieza de la corona femenina, cuyo trabajo de orfebrería es muy diferente a la masculina y contiene bolas horadadas. Seguramente algo que alude a un sentido lunar o de mujer; puesto que como hemos ido demostrando, el significado de la joyería en la Antigüedad tiene más que ver con lo sagrado, lo mágico y lo iniciático, que con un simple abalorio usado como decoración.