sábado, 11 de mayo de 2013

El TORO, DIOS FLUVIAL DE LA FERTILIDAD (desde Apis, a los bueyes de Gerión) -de "El frigianismo en la Cultura Ibérica", capítulo 10º (Parte LXXIX de: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-.

ÍNDICE GENERAL: Pulsando la siguiente linea azul se llega a un índice general del blog. En el que se contiene las más de cien entradas que hasta ahora hemos subido. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/indice-de-entradas-con-algunas.html
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES; ARRIBA: Didracma en plata de Neápolis acuñado entre los años 275 al 250 a.C.; moneda de la antigua Nápoles en la que podemos observar el toro antropomorfo -símbolo de las aguas y de la fertilidad, para el Mundo grecorromano-. Labrado en esta ocasión con una bella estampa y los genitales muy marcados, indicando con ello sus poderes genésicos; sobre el bovino con cara de hombre barbado, se observa volando una Niké (Victoria) con la rama de olivo. Dando así sentido esta representación idealizada de la abundancia, a la idea de la fecundidad y la prosperidad. Ello porque la vara de olivo florecida significaba la paz -como es sabido-, pero también las mejores cosechas y los más valiosos frutos; bienes que se indicaban con ese árbol sagrado por su valor económico y por sus propiedades médicas. De tal manera vemos en el bajorrelieve monetal al "toro humano" de Neápolis, bajo el símbolo victorioso de la civilización mediterránea; cubierto por una Niké que bedice con su rama al astado. Bos antropomorfo cuya simbología fue la de las aguas y los manantiales. Rios que se repersentaban en el dios Aqueloo, recreado por la mitología como el buey con cabeza humana al cual venció Heracles, tras lo que le arrancó uno de sus cuernos. Asta que se convirtió en el famoso "cuerno de la abundancia"; un pitón que sujetaba Diana (o bien Artemisa) del cual surgían todos los bienes y riquezas. Como símbolo de la pecunia que como su propio nombre indica procedía del "pecus", o cabezas de ganado en que se medían los bienes.
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ABAJO: Dracma de plata de principios del siglo II a.C., con inscripción ARSETAR en alfabeto grecoibérico -imagen presentada en la exposición sobre la Historia del dinero por el Museo Arqueológico de Valencia (al que agradecemos nos permita divulgarla)-. Esta otra moneda tan similar a la anterior, aunque unos setenta años posterior a la de Neapolis (en foto superior); es una acuñación de Sagunto (Arse), en la que a juicio del Museo de la Prehistoria de Valencia puede representarse el rio Palancia -en cuyos cauces nació esta ciudad, por entonces griega-. Igualmente en el bajorrelieve vemos al considerado un dios Aqueloo como símbolo de la fecundidad y rodeado por atributos femeninos de fertilidad. Ya que el viejo barbado toro tiene a su lado un cuarto lunar y bajo su sexo, una flor de lis. Vegetal de tres hojas cuyo diseño partía de la flor del loto egipcia, en la que se representaba la sensualidad; habida cuenta que se consideraba el loto azul del Nilo uno de los más fuertes afrodisiacos (consumiéndose cocido en ramas, como un té de facultades excitantes). Esta flor del lis era -entre otros- el símbolo de la Astarté hitita y anatólica (Astaroth o Ishtar), ya que su modelo de dos lineas onduladas y otra recta central -todas convergentes en un punto medio- recuerda al pubis femenino. Comenzamos nuestro artículo de hoy con la imagen de este toro antropomorfo de Sagunto, que claramente es de origen griego, pero a su vez un totem de procedencia mucho más antigua y ancestral. Ya que el bovino con faz humana fue en Mesopotamia y Anatolia -durante los milenios IV al II a.C.-, la representación de la fertilidad, de los bienes, de la prosperidad y de la riqueza.
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En nuestra anterior entrada habíamos apuntado algunos aspectos de este dios con forma de bóvido antropomorfo; deidad que Delgado Linacero estudió en profundidad, en sus importantes y extensos trabajos sobre el tema. Así y comenzando por las culturas faraónicas, la mencionada autora nos narra algunas de las diferentes simbologias de fertilidad unidas al buey en Egipto, cultura que ponía cabezas de toro sobre un pilar para atraer las buenas cosechas. Una costumbre que iniciaron faraones como Ramses II (o bien Osorkón II) (1) .
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Siendo importante a mi juicio, este último dato que explicaría como el toro y el pilar fueron allí sagrados símbolos de la fertilidad, fundamentalmente en época de dos reyes que tuvieron pleno contacto con el mundo hitita. Primeramente menciona Delgado Linacero a Ramsés II, quien lucha contra estos en el Qadesh; tanto como el segundo que destaca entre los que acostumbraban a culgar cabezas bóvidas en pilares, a Osorkón II; quien fuera un faraón de origen Libio y perteneciente a los Pueblos del Mar. Gentes llegadas a Egipto desde Anatolia, Oriente Medio y el Egeo, tras los conflictos de la Guerra de Troya y la desaparición del Mundo Hitita. Además de esta puntualización donde hemos observado que esos faraones que relacionaron el toro y el obelisco con la fertilidad, tuvieron grandes influencias de la zona de la actual Turquía. Desearíamos añadir que las referidas menciones de culto al bóvido y al pilar, se hacían principalmente por ser la columna una representación del falo (como adoración solar masculina en forma de gnomon indicador de la luz -identificado con el pene que fecunda-).
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Estos ritos nilotas, sin lugar a dudas considero deberíamos relacionarlos con los que Platón describe en el Kritias, cuando narra el modo en que los reyes de la Atlántida sacrificaban bóvidos (tras luchar contra ellos). Derramando luego su sangre sobre una columna sagrada, donde se contenían las leyes de la liga atlante; legislación que se debía cumplir entre todos los miembros de la realeza -por la unión que se firmaba con la celebración de la muerte del bóvido-. Ceremonial que tiene plena relación con diversos cultos egipcios y con otros de fertilidad en el Nilo. Debido a lo que el relato de la Atlántida, recogido por Solón (tio abuelo de Platón) desde los sacerdotes de Sais -y que su sobrino narró en los diálogos Kitias y Timaios-; seguramente recoge hechos verdaderos o recordados, de una antigua civilización que estuvo en contacto pleno con la faraónica. Una cultura muy antigua, perdida en la memoria ya en tiempos de Solón y adoradora del bóvido como dios de la ley y la fertilidad. La famosa Atlántida que posiblemente es identificable con la etapa minóica del Egeo y sobre todo con las gentes cretochipriotas (en sus dos periodos de esplendor).
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Civilizaciones cuyos súbditos se ven obligados a huir tras la primera destrucción de sus islas, debido al terremoto del Tera (en el siglo XVI a.C.). Imperio de Minos que tras reconstruirse de algún modo por los micenios llegados después de ese cataclismo (a Creta y Chipre); fue aniquiliado de nuevo -tres siglos después-. Obligándolos a marchar por entonces de sus islas, la invasión doria; quienes portando armas de hierro, poblaron sus dominios (desde el siglo XI a.C.). Hechos históricos que hicieron desaparecer todo rastro minóico hacia el año 1000 a.C.; unos cuatro siglos antes de que Solón recogiera la historia de la Atlántida. Unos siglos en que debiendo los cretochiprotas -en su gran mayoría- abandonar el Egeo, llegarían -en mi opinión- hasta las costas más lejanas y occidentales. Huidos de Creta y Chipre que primero abandonarían sus islas trás el volcán Santorino (en el siglo XVI a.C.), y luego con la aparición de las hordas dorias que destruyen todo lo minoico (en el XI a.C.). Viniendo hasta nuestros litorales, donde los colonos que arribaban de ese Oriente fundarían en sucesivas migraciones la posterior Tartessos (de grandes concomitancias culturales con las civilizaciones egeas cretochipriotas). Todo lo que haría identificar La Atlántida con Tartessos ya en época de Platón (cuando también la civilización del Bajo Guadalquivir había tocado a su fin, pocos decenios antes) (2).
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES; ARRIBA: Menhir de Outeiro, situado a pocos kilómetros de Monsarraz (en el Alentejo portugués). Con más de cinco metros y medio de altura y cinco mil años de antigüedad, es claramente un símbolo ciclópeo del falo -En la imagen, hemos marcado el tamaño de un hombre a su lado, con una mano que se sitúa a 1,80 ctms. (para hacernos una idea de sus increibles dimensiones)-. Estos monolitos que se extienden por toda la costa atlántica desde el V milenio a.C. (en especial por las de Portugal, las gallegas, las bretonas y británicas), tenían a mi entender como uso observar los astros -en especial los menhires, el Sol-. Algo fundamental para conocer los periodos de siembra y labores de agricultura; lo que explicaría la identificación de estas piedras con el falo fecundador. De tal manera, si vemos con detenimiento el extremo superior de este menhir, encontraremos la forma clarísima de un pene (incluso con la salida de la uretra marcada). Por ello creo que en sí mismos, estos mojones fueron el antecedente más directo de los posteriores obeliscos egipcios con los que se mediría de forma muy exacta el año sideral; calendario con el que se calculaba la siembra y siembra que producía la fecundación.
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Para tales mediciones bastará con ir marcando las sombras más largas y cortas del año; comprendiendo muy pronto que ese ciclo solar tiene 365 días. Tras ello, de seguir tomando referencias del reflejo bajo el obelisco (o menhir), veríamos que cada cuatro años varían en un día añadido (lo que se llamó posteriormente bisiesto). Tanto más ajustarían el valor del ciclo anual, si durante siglos seguían acotando las sombras del monolito; observando así de forma fácil que cada cien años, la más alargada pierde un día. Es decir: Que cada siglo hay un ciclo de cuatro años que no tiene bisiesto. De ello, comprobaremos pronto que si sumamos un día cada cuatro años (de 365 jornadas), quitando uno cada cien (veinticuatro bisiestos por siglo); las sombras y las fechas del calendario coincidirán siempre. Quedando como la más corta el 24 de diciembre y la mayor en el 23 de junio. Medio simple por el cual deduciría cualquier templo u observatorio, que el año solar no tiene exactamente 365,25 días de duración. Sinó que el total de la anualidad es exactamente de 365,2422 jornadas -para llevar a cabo dicha labor de cálculo no hay que ser astrónomo ni menos sabio; bastará un gran obelisco (o un menhir) e ir marcando bajo este (poniendo clavos en los reflejos). Así se medirían las sombras diariamente, durante algunos siglos, llegando a calcular con absoluta exactitud el ciclo sideral del Sol-.
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Por todo ello, quienes afirman que en la Antigüedad no conocían el bisiesto, al no incluirlo en los calendarios. Es porque -en mi opinión- no tienen en cuenta que aquellos hombres de hace milenios guardaban los secretos del Cosmos en los templos, sin difundirlos plenamente jamás al pueblo (tal como sucede ahora en las agencias espaciales o en la Inteligencia Militar -por ejemplo-). Algo que hicieron los egipcios y los mesopotamios (especialmente); quienes pese a "ignorar el bisiesto" ya habían puesto nombre en el IV milenio a todas las estrellas visibles del firmamento -tanto como a las constelaciones existentes-. Sabiendo orientar también esas civilizaciones con asombrosa exactitud sus edificios hacia aquellos astros que adoraban. Regulándose bajo calendarios de una gran complejidad, mayor a la del solar. Ciclos como el siriaco (shotiaco) de Egipto, o el babilónico lunisolar (con periodos de Saros); que basaban sus anualidades en estrellas como Shotis. Astro llamado por nosotros Sirio (del Can Mayor) en tierras nilotas Shotis, que aparecía cada 365 días y cuyo orto estaba relacionado con fenómenos naturales como las crecidas del Nilo. Por su parte, en Mesopotamia se regían por un calendario lunisolar complejísimo y muy perfecto, regulado en periodos Saros; basado en sistemas de medir el tiempo de Luna y Sol, con una exactitud mayor y más compleja al simple ciclo sideral del Sol -que tuvimos en nuestra civilización-.

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ABAJO: Capital Hathórido del templo de Bubastis, fechado en el tiempo del faraón Osorkon II (siglo IX a.C.) -pieza del British Museum, muy similar a otra existente en el Louvre y al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Como decíamos, este rey Osorkón pertenecía a la dinastía llamada Libia, que procedía originariamente de los Pueblos del Mar (concretamente de los Mashawas). Gentes de origen anatólico y que asaltan en repetidas oleadas el Nilo, desde tiempos de Ramses III (quien se dice, los venció rechazó); aunque a comienzos del I milenio lograron asentarse en tierras faraónicas- Tanto que uno de sus generales llamado Senshoq I, logra hacerse con la corona de Egipto en el siglo X a.C..
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Curiosamente en Almuñecar (en la necrópolis fenicia de Laurita) se han hallado varios vasos con inscripciones de reyes de esta dinastía, destacando alabastrones que llevaban textos referentes al más allá y a viajes a largos territorios. Leyendas en egipcio clásico, en memoria de aquellos faraones libios, entre los que se halla el mencionado Osorkón II (y dos de sus descendientes). En opinión de la gran mayoría de expertos, estos vasos de alabastro fueron reutilizados en Almuñecar, tras expoliarse del lugar originario (posiblemente Bubastis, donde situaron la capital los gobernantes de la dinastía libia). Otros arqueólogos, piensan que quizás se trata de simples copias hechas por los fenicios, quienes los fabricaron para venderlos por antiguos en el Sur Peninsular (replicando vasos originales, con textos más antiguos y que imitaron -poniendo literalmente la inscripción-). Sea como fuere, el hecho cierto es que piezas de esa dinastía libia que se consideraba descendiente de los Mashawas, se han hallado muy cerca de Tartessos. Siendo llamativo que a su vez este Pueblo del Mar denominado "Mashawa" se mencione entre los establecidos en el litoral ibérico (creyendo muchos que sería el origen de los "mastienos" ibéricos) (3) .
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Por su parte, esos faraones libios -originarios de Oriente Medio y Anatolia- fueron famosos por sus numerosos pactos con los habitantes de Fenicia, Siria e Israel (para comerciar conjuntamente o con el deseo de defenderse de Mesopotamia). De tal modo, la unión existente por entonces entre fenicios, egipcios e israelitas (quienes se hallaban en el periodo clásico -correspondiente en los primeros a Hiram, y en Judea a David, Salomón y sucesores); puede explicar claramente la aparición de estos vasos nilotas en las costas de Almuñecar. Alabastrones que quizás se corresponden con copias de una època recordada como memorable entre los habitantes de Canaan. Al ser estos siglos X y IX a.C., una etapa plena de pactos de unidad con Egipto; de lo que no es extraño que los fenicios rememorasen a reyes como Osorkón II, como benefactor y aliado (quien luchaba junto a ellos contra Mesopotamia). De tal manera, los vasos fúnebres aparecidos en Alumuñecar, probablemente se imitaron en la propia Fenicia (o en Israel), con el fin de divulgar y memorar ese periodo de esplendor, entre canaaneos y nilotas. Ello explicaría que las inscripciones no estén correctamente redactadas en el idioma del faraón, al igual que la calidad de los alabastrones nos sea precisamente la de una "alta artesanía" (como correspondería a un ajuar de un rey). Pese a ello, no hay que descartar rampoco la posibilidad de que estos llegaran a tierras hispanas en su época y como presentes traidos desde Egipto o de Canaan. -Ver cita (4) donde recogemos algunos datos del Profesor Pellicer, sobre estas piezas de la Necrópolis de Almuñecar-

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Siguiendo con el tema que referimos, del buey y la fertilidad en el Nilo; recoge también Cristina Delgado Linacero -obra antes mencionada, ver cita (1) - las palabras del conjuro de la diosa egipcia de la belleza (Athor). Frases que rezaban del siguiente modo: "he aquí que llega el que yo parí, cuyo cuerno brilla en el ungido pilar, el Toro del Cielo (en clara relación con la Luna)". Mencionando tal sortilegio la visión de las deidades egipcias tenidas como reses, de cuyos cuernos procedían los bienes y la fertilidad. Uniendo la frase recogida antes, el concepto de feminidad y de parto; con el de la Luna en sus cuartos ("cuernos lunares" que medían el calendario más antiguo). Astro que siempre se ha relacionado con las embarazadas y con la mujer, por cuanto sus fases duran un periodo de veintiocho días (igual al femenino); tanto como hay quienes afirman la existencia de un nexo entre concepción y nacimiento, relacionado con facetas lunisolares. Por su parte, las palabras "cuyo cuerno brilla en el ungido pilar del toro" no solo nos demuestran la identificación de los cuartos de Luna con las astas, sinó que además expone claramente el sentido del pilar como "pene fecundante de la luz". Ello porque a través de los obeliscos podía leerse la duración de las sombras durante todo el año; y con ello, calcularse perfectamente la duración de la anualidad solar (como hemos explicado).
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Así pues, bajo estos conceptos comprendemos la frase de la misma autora, cuando nos explica que los egipcios creían "como la piedra de `benben´ que coronaba su templo de Heliópolis, no era otra cosa que la semilla solidificada del dios (siendo) posible que dicho obelisco hubiera constituido un símbolo fálico de la ciudad" (5) . Evidentemente los pilares y obeliscos desde época ancestral eran representaciones del pene fecundador, algo que en mi teoría se explica habida cuenta que se entendía al dios padre como la luz y a la diosa madre como agua. Resplandor que al cernirse sobre los ríos, mares y lagos, producía el nacimiento de la vida; lo que se justificaría por el origen de los lodos -procedentes de "la nada"-. Todo lo que a su vez se completaba, porque ambos elementos (luz y agua) eran el secreto de la agricultura y de la fertilidad (6) . Por lo demás, como hemos visto en el pié de foto anterior; el obelisco al igual que el menhir permitía la lectura de las sombras, bastando con medir la de mayor y menor longitud en el año, para saber que la duración de la anualidad. Todo lo que explicaría esta identificación con la semilla, ya que gracias a sus sombras se sabría de antemano cuando hay que plantar, preparar la siembra, labrar y etc... .
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Por su parte Cristina Delgado también explica como en Egipto se equiparaba el becerro o el gran toro, al faraón. Recogiendo un texto en que se dice literalmente: "Pepi viene a ti, Oh padre suyo // Pepi viene a ti o Ra // Becerro de oro nacido del cielo // el delicado de oro formado por la vaca-Hesat" (7) . Deificación del astado en la figura del rey que se corresponde con la misma visión que le daban los mesopotamios; como divo protector del grupo y animal que concedía su carne, sus crias, su piel y su leche. Idolatrándose en símbolo del gobernante perfecto al ser el animal y el bien más importante y benéfico para la Sociedad (un hecho que igualmente contienen la mayoría de las religiones indoeuropeas).
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES; ARRIBA: Como ya vimos en algunos de nuestros artículos anteriores, los mojones de piedras, menhires y monolitos; en principio sirvieron para observar astros, tanto como para marcar territorios. De tal manera estos cipos sagrados delimitaban terrenos (prohibidos en franquearse o donde no se permitía pasar), caminos que se podían seguir o puntos de cruce de vías. Todos ellos, lugares que se marcaban con esas rocas. De una forma similar y ya desde el siglo VII a.C., los helenos tuvieron por costumbre marcar los caminos con montones de piedras que iban tirando en las encrucijadas -para señalar los puntos principales a seguir-. Todo ello, junto a los cipos que marcaban los territoros privados y el lugar por donde debía cruzarse o no, dieron lugar a una representación denominada Herma. Pilastra muy rudimentaria que se ponía en el campo o en los jardines (con el fin de protegerla de extraños o de marcar el campo y las guias).
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Finalmente, hacia el siglo VI a.C. los griegos terminan labrando sobre esos cipos la figura de un viejo (dios al que llamaron Hermes). Una deidad de la fertilidad y de las tierras, tanto como de los caminos y de la protección en los viajes; todo lo que le convirtió en el patrón de los comerciantes, del dinero, de los viajeros y de los ladrones (de ganado especialmente). En imagen Hermes como dios de la fecundidad, representado en columna "Herma" hacia 530 a.C. (propiedad del British Museum, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen) -A los interesados sobre el tema les recomendamos ver nuestros artículos: 63ª- Mercurio dios del comercio y la prosperidad. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXIV). -LOS DIOSES QUE ENVÍAN EL ORO Y LA PROSPERIDAD, RELACIÓN DE LA JOYERÍA CON LOS ASTROS- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-9.html y
64ª- DE MELKARTE A MERCURIO Y DEL CADUCEO A LA VARA DE OLIVO. (De: Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXV). -EL DIOS DEL COMERCIO DEIDAD DEL ACEITE Y DE LA SIERPE QUE CURA; LA MEDICINA RELACIONADA CON LOS METALES- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-8.html -.

ABAJO: Toro alado, guardián de los palacios del siglo VIII a.C. y hallado en Jorsabad, en el palacio de Sargón II (junto a la acutal Mosul) -propiedad del Museo de Chicago al que agradecemos nos permita divulgar la imagen que hemos retocado-. En mi opinión, el rostro barbado que ponen hacia el siglo VI a.C. los griegos a las Hermas (mojones de camino); procedería de estos divos mesopotámicos protectores. Toros androcéfalos y alados que ya vimos que desde el IV milenio a.C. se veneraban en esta zona del Tirgris y el Eúfrates, como custodios del ganado y de la Sociedad. Pasando a representar dioses tan importantes de Babilonia como Tammud, Enkidu; convertidos finalmente en estas quimeras astadas con plumas y alas, llamadas Lamasu. Sobre ellos ya decíamos en anteriores artículos que se les consideraba seres con un poder semejante a nuestros arcángeles; aunque fueron una mezcla del primer Mercurio-Hermes, junto a Marte-Ares: Un dios de la guerra (como el toro), al que unían el patronato del comercio y el de guardia de los campos y caminos; al que los griegos llamaban "HERMA" . Siendo este el posterior Mercurio que primitivamente representaban como un simple mojón de piedra -en plena Naturaleza con el fin de que la custodiara-, y que tenía un amplio carácter fálico, como divo de las cosechas, la prosperidad y de la fertilidad. Un dios que mucho se asemejaba al toro con alas mesopotámico.
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Por cuanto este buey con cabeza humana y alado (antecesor de Hermes), tendría sus orígenes en el VI milenio a.C., cuando se llamaba Tammud. Posteriormente humanizaron la figura de este divo-toro, representándole erguido (caminando sobre sus patas traseras), dándole el nombre de Kussariku entre los acadios. Deidad que desde la III dinastía de Ur (2050-1950) fue un ejemplo a seguir por por reyes, tanto que estos se coronaron con tiaras cornudas. Durante el periodo Kassita, se hizo de él un "demonio protector", llamado Enkidu; el hombre salvaje y fiel ayudante del rey Gilgamesh. Siendo esta figura la que los asirios transformaron en la imagen del buey andrócefalo con alas, que vemos en sus esculturas monumentales. Bóvidos espectaculares y alados que adosaron comunmente en las puertas de sus palacios (por considerárseles espíritus protectores que alejaban el mal del lugar); llamados por los persas Lamasu. 
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En razón a estas facultades del bovino, diversos dioses eran así representados en Egipto; como deidades-terneros entre las que destacaba Nut. La vaca sagrada, identificada con el cielo y con el firmamento; cielo que se figuraba en la barriga de res (de ello que las diferentes estrellas y astros decorasen el cuerpo de Nut). Iconografía que simbolizaba las aguas caidas de los cielos; lluvias que para el agricultor eran la leche fecundante de sus tierras. Y a su vez un Universo pintado en la panza "bragada" de la diosa vacuna, que además de significar la mencionada fertilización de las cosechas, a la vez representaban la luz del firmamento. Astros que permitían al egipcio conocer el tiempo y guiarse por el desierto. De tal manera Nut, comunmente se representaba en una mujer cuyo cuerpo se decoraba de planetas y que tocaba con sus manos y pies la tierra; siendo su estómago ese claustro materno celestial, donde figuraban los astros . De ello que Cristina Delgado Linacero afirme que el propio nombre de Nut -a su parecer- proviene de un término bovino egipcio. Todo lo que explicaría que su mito narre como Ra (el astro rey) viajaba por el cuerpo de aquella, siendo allí concebido como un becerro. Por cuanto el nacimiento del Sol se entendía de algún modo, como la venida al mundo del choto parido por la madre vaca (Nut); un dios de la luz solar llamado Ra (Re), que con sus cuernos brillantes regalaba a los hombres el calor y el día (8) .
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Por su parte Athor estaba muy relacionada con la anterior diva y con su leyenda cósmica, que unía también el firmamento a las astas. Siendo esta otra una deidad egipcia igualmente de gran importancia (segunda entre las femeninas); y que contenía características muy similares a Nut. Aunque Athor destacó por ser la madre del dios Osisiris y por su esencia y origen, plenamente vacunos; teniéndose por la protectora del ganado (tanto como de las artes, de los partos, o de la fertilidad y la sexualidad). Deidad relacionadísima con Isis en numerosas iconografías es imposible distinguirlas; luciendo comunmente ambas los "pitones de la luz astral" (en calidad de progenitores y amamantadoras).
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Así, Isis fue igualmente representada como una vaca, luciendo el disco solar y los grandes cuernos lunares en la cabeza; símbolos táuricos y cósmicos que se manifestaron en sus ritos. Sobre lo que cita Plutarco (en "Isis y Osiris" 52) que la becerra sagrada con la que los egipcios simbolizaban esa diosa; era conducida al templo del Sol en cada Solisticio de invierno, para dar con ella siete vueltas -lo que se denominaba la "Búsqueda de Osiris"- (9) . Sobre esta mención de Plutarco explicamos que como venimos repitiendo los cuernos del animal divinizado significan las fases de la Luna; por lo que la referida llegada al templo del bóvido (para dar siete vueltas junto a los sacerdotes) a mi juicio describe el ciclo lunar, que debían ajustar anualmente los astrónomos con el solar. Por su parte, el número siete que aparece aquí como sagrado, se identifica con Las Siete Athores o vacas sagradas de Ra (que más tarde analizaremos). Todo lo que creemos, procedería del periodo de la Luna (muy similar al femenino) y que en la medición del flujo de mareas tiene una duración practicamente de 28 días. Subidas y bajadas de aguas que afectarían al Nilo -o al Tigris y Éufrates en Mesopotamia-; duración de tiempo de la que nacería la semana semita (babilónica). Siete días que servían para cumplir o medir el "mes" (palabra cuyo origen es la voz Luna = "mensis"); en unas fases de este satélite formadas por cuatro semanas, que completarían las 28 jornadas. Pese a ello, la verdadera duración del ciclo lunisolar es de 29,53 días, todo lo que supuso que en Babilonia creasen un complejísimo calendario de Sol y Luna que habían de ajustar cada 19 años; momento en que ambos astros coinciden de algún modo en sus anualidades (siendo este ciclo el llamado Saros -babilonio-) (10) .
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES; ARRIBA: Pintado por mí, vértebra 2ª de toro, desde un modelo que Cristina Delgado Linacero presenta en su obra JUEGOS TAURINOS EN LOS ALBORES DE LA HISTORIA (Madrid 2007, pag. 136). Libro en que expone la teoría de que el amuleto egipcio del ANKH (o Ank) unido al DJET (pilar), prodecería de la segunda vértebra de la columna de los bóvidos. Ello, porque al parecer si en este punto se estimula a la res, aquella llega al orgasmo, eyaculando el semen en el caso de los machos (posibilitando la extracción de aquel para que el pastor fecunde las hembras). Debido lo que cree la citada investigadora, que al amuleto -que recogemos al lado del dibujo de la vértebra-, tendría esta forma tan similar al hueso.
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Talisman que según Delgado Linacero, contiene el diseño de una columna en forma de espina dorsal y que en su medio lleva la cruz ansada de Isis (siendo casi igual a la mencionada parte ósea del bos) Representando ello el sistema reproductivo de los dioses, relacionándose con el de los toros; ya que el mismo Libro de los Muertos habla de que el DJET (pilar) simboliza las vértebras de Osiris. Sin entrar a opinar sobre esta teoría, la recogemos (con algo de asombro) pues no deja de tan creativa como curiosa. Pese a la gran originalidad de esa idea, pienso personalemnte que el ANK se relacionaría más con la representación de pene o del útero y que como objeto, más bien pudiera tratarse de una alidada (sistema de medición astronómico, por el que se hacía un cuadrante, valiéndose de unas cuerdas y dos palos cruzados; lo que se llamó bastón de Jacob -o"crosstaff"-).

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ABAJO: La diosa Isis en el sepulcro del rey Horemheb, quien le ofrece vino a la diva (tumba de este de la XVIII dinastía, sita en el Valle de los Reyes; Nº KV57 ; a cuya institución conservadora, agradecemos nos permita divulgar la imagen). En el fresco vemos claramente a Isis luciendo los cuernos de Athor y representada como la Luna, con el disco solar central. En su mano izquierda lleva el Ank o cruz ansada, símbolo de la vida; talismán que en mi oponión se relacionaría con la representación del pene o del útero y con los cuadrantes alirados (bastones llamados modernamente de "Jacobson", con los que se orientaban los campesinos hasta no hace mucho y que consistían en dos palos cruzados sobre un mastil, a los que se unía una cuerda para medir la longitud o latitud). Por lo demás, Isis aquí luce un pecho descubierto (como símbolo de maternidad, sensualidad y reproducción -cercana a Athor-) y dos torques, que por su tamaño y forma, no son muy diferentes a los de El Carambolo. Asimismo lleva un collar (Menhat), que igualmente significa la fuerza reproductiva, actuando como protector del alma (y del corazón) (11) .
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El más adorado de los dioses bóvidos del Nilo, fue el famoso buey Apis. Toro astral venerado ya desde época de las primeras dinastías, y con un culto semejante al que otorgaban los mesopotamios al astado: Como protector del rebaño, suministrador de la fertilidad, de la fecundación y de los bienes (por cuanto era el divo de la luz y del agua; es decir, del Nilo y del Sol). Formas de deificar a las reses que se extendieron desde el III milenio a.C. por todas las religiones del Mediterráneo; siendo el astado uno de los dioses más importantes del panteón minóico, micénico e hitita; ahechos que tomaron mayor sentido tras la llegada de los griegos a Egipto (ganado el bos una enorme significación como engendrador de la fertilidad en su mitología). Buey sagrado entre los helenos -debido al valor del toro en esa cultura-, y que en épocas de Ptolomeo trasladó su especial relevancia a Egipto; siendo venerado como un dios sincrético "greco-nilota", en la forma del famoso Serapis (deidad tauriforme, que guardaba elementos de ambas culturas). Sobre los rituales originariamante egipcios de Apis, sabido es que era de una enorme complejidad la elección de aquel becerro faraónico, en el que se reencarnaba el buey (tras el sacrificio o muerte del que había en el templo). Debiendo hallarse un toro perfectamente blanco (o negro), pero con determinadas señales -manchas en el lomo, en la lengua y cabeza- que normalmente era un tríangulo en la frente, un águila en el lomo y un escarabajo en la boca, que simbolizaban las formas de los astros y los presagios del cornúpeta sagrado. Tras ello, el animal ya tenido por divino, era trasladado al templo donde se le trataba en calidad de dios renacido; lavándole, suministrándole los mejores manjares y las más elegida vacada de hembras. Hasta allí se llegaban en procesión las mujeres egipcias, y en especial las embarazadas -o las que no lograban ser fértiles-; muchas de hacían ofrendas y hasta enseñaban su sexo al toro (levantando los refajos) para conseguir ser fecundas. El método común de su imolación era ahogarle en las aguas del rio sagrado cuando cumplía veintiocho años, pese a que había otros muchos ritos de ofrenda al dios.
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Las fuentes clásicas han narrado el sacrificio del buey Apis (llamado entre los griegos Epafo) en escenas de ahogamiento o inmersión en las aguas. Simbolizándose con ese ritual el ocaso del Sol con los astros desapareciendo bajo el mar, donde hundían las "astas de luz" taurinas. Todo lo que se llevaba a cabo tras veintiocho años de "reinado" del buey, lo que expresa la importancia de este número lunar y femenino. Pese a ello, Heródoto en Euterpe expone cómo se mataban aquellas (otras) reses dedicadas a ese dios y los pormenores de ello. Texto donde "el padre de la Historia" narra también los exámenes para la elección del toro de Epafo; tanto como la muerte ritual a cuchillo de las víctimas que se dedicaban a este Apis. Destacando primero la dificultad que había para que los sacerdotes pudieran darle por reencarnado y sustituido en otro buey, a Apis; ya que un solo punto negro impedía tener por sagrado al candidato. Escribiendo Heródoto al respecto que: "encontrándose en el animal un solo pelo negro, ya no pasa por ser puro y legítimo. Uno de los sacerdotes es el encargado y nombrado particularmente para esta función, el cual hace revista de todo el animal: Bien en pie, ya tendido boca arriba; observanso en su lengua y sacándola hacia fuera las señas que se recibieren en una víctima pura, de las que hablaré más adelante" (...) "En caso de asistir al buey todas las cualidades que de puro y bueno le califican, márcanlo por tal enroscándole en las astas el biblo, y pegándole cierta greda a manera de lacre, en la que imprimen en su sello". (12) .
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Tras la ceremonia en que revisaban las reses hasta hallar al blanco Epafo, explica con detenimiento también los pormenores de la muerte que daban los oficiantes al sustituto Apis, sacrificado la res ante su templo. Siendo muy llamativos los hechos que decribe en Euterpe (II, XXXIX); frases que hemos recogido literalmente (13), y que a continuación resumimos al contener tan interesantes apreciaciones de Heródoto: (...) "dando fuego a la pira y derramando vino sobre la víctima, al pie mismo del ara; invocan su dios al tiempo de degollarla (cortándole luego la cabeza y quitando la piel del cuerpo). Cargan de maldiciones a la cabeza ya dividida, y la sacan a la plaza, vendiéndola a los negociantes griegos, si los hay allí domiciliados y si hay mercado en la ciudad. De otro modo (si nadie la compra), la echan al río como maldita". Continúa exponiendo que el ritual de esa cabeza del buey era de suma importancia y tenía propiedades mágicas para evitar todo maleficio en Egipto. Siendo imprescindible este culto por el cual se purificaban las tierras faraónicas, evitándose la maldición con la exposición pública de la testa del toro; parte del animal que se consideraba culpable de todos los hechizos y problemas. De ello explica Heródoto, que en diversos ceremoniales faraónicos se hiciera lo mismo con otras víctimas animales; tanto como justifica el hecho de que los egipcios jamás comieran la cabeza (o el interior de esta extremidad) en ningún género animal -el texto referido podemos leerlo en la mencionada cita, abajo transcrita por completo. -Ver: (13)-.
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Evidentemente, es de gran importancia este extraña costumbre apotropáica con la cual se depuraban los males de Egipto; cortando y vilipendiando la jeta al buey, maldiciéndola y tirándola al rio (o bien a los mercaderes). Ritual que en mi opinión procedería de los tiempos más remotos en los que se odiarían esas testas de reses; al ser las todavía semi-salvaje el ganado y atacar a los hombres con ellas. Época de los cazadores de ganado y periodos ancestrales, que habrían quedado en el recuerdo de las religiones panteistas de Egipto; como hechos mágicos de protección ante las bestías. Seguramente con costumbres que sobrevivieron de un pasado muy remoto, con las que se maldecían aquellas cabezas (o cuernas) y que podían provocar al hombre la muerte o la desgracia. Todo lo que se expresaría quizás con las mencionadas ceremonias de la muerte del toro y de la maledición de su jeta; para evitar los daños posibles. Lo que daría -en mi opinión- lugar a estas ofrendas y celebraciones egipcias como las de Apis, en las cuales la testa del vacuno (o de cualquier res con cuerna) eran expuestas y vilipendiadas como culpables del mal. Por su parte, no debemos olvidar un hecho del que dábamos constancia al comienzo de la entrada y que se refería a que en Egipto, para obtener buenas cosechas, se ponían cabezas taurinas sobre pilares. Magias y ritos ancestrales, con similar simbología.
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Por su parte la adoración a esta extremidad y a la cuerna del bos, era común en gran parte del Mundo Antiguo, aunque sus más remotos inicios ya vimos que se hallaban en Katal Hüyüç (hoy Turquía). Donde al menos desde el 6500 a.C. se rindió culto al toro decorando los recintos sagrados con sus pitones y extremidades superiores. Veneración que siguió al menos en una forma muy semejante, hasta fines del II milenio por toda Anatolia, siendo la de más importancia en las ciudades principales prehititas e hititas (como Alaca Hüyüç o Tell al Halaf). Yacimientos antiquísimos de la actual Turquía, donde la sacralización del bóvido (salvaje) era la principal forma de adoración. Fe en el dios buey que se unía con la divinización de la madre del príncipe-toro; diosa del la maternidad que dominaba a las fieras. Una Cibeles (Artemisa) antiquísima, presentada comunmente sobre leones y cuyo hijo se identificó con el rey, tanto como con el astado bravo y sagrado. Religión anatólica que dió origen a los cultos hititas en el II milenio a.C., en que se decoraban los lugares sagrados con cabezas y pitones. Todo lo que se tiene arqueológicamente como el origen de los ritos y cultos del toro, que durante época minóica, micénica y griega se llevaron a cabo en El Egeo. Tanto como se consideran la raiz más cierta de costumbres similares extendidas por el Mediterráneo Antiguo. En especial las ibéricas, entre cuyas tribus se adoraba de forma semejante al astado -colgando su cabeza expuesta-; siendo uno de los ejemplos más significativos de ello, las esculturas de bronce de Costitx.
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Evidentemente, parece que los ritos del Apis narrados por Heródoto no serían los mismos que los de esos otros de Mesopotamia y Anatolia, en que deificaban al bóvido por su fiereza. Sino que en el Nilo la sacralización de Epafo contendría un carácter muy diferente, adorándolo por su mansedumbre y por su aportación de leche y de carne. Pese a ser muy distintas (en su sentido inicial); considero personalmente que estas celebraciones que exponían la cabeza del toro -en unos y otros lugares-, contendrían unas mismas funciones religiosas y apotropáicas. Oficios mágicos con los que se se pretendía dar valor a la cuerna y a la testa de aquel animal que podía matar con su embiste. Todo lo que seguramente explica el sentido de las violentas muertes del buey sagrado del Nilo, cuya cabeza se maldecía; tanto como la de aquellas reses que se le sacrificaban. Imolaciones unidas en el intento de captar el poder genésico y de fertilidad que al bóvido se le ortorgaba. Ya que en su concepto y simbología, el astado era siempre considerado totem de la guerra y a su vez, animal de bondad plena (o de gran utilidad social).
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Significando quizás el corte de la cabeza del Apis, el triunfo del poder del hombre sobre el del dios cornúpeta, simbolizando en ello probablemente la victoria del Sol sobre la Luna. Cosmogonía que puede explicarse por el dominio del calendario solar, sobre el lunar (basado en cuernos, o fases de ese satélite). Todo lo que a su vez tendría un sentido histórico, al considerarlo una representación del modo de civilizar y de reinar del hombre. Ser humano que dominó y convirtió el toro fiero e indomable, en el manso buey del Nilo. Por lo demás, a mi juicio el nombre de Apis, que en griego se convierte en Epafo -y que en el idioma de Egipto era Hepu (o Hapy)-, considero está muy relacionado con el del Nilo. Rio que se denominaba Hapy en lengua faraónica y cuyas deidades fluviales tienen mucho en común con este buey (tal como más abajo veremos y estudiaremos).
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Teminaremos nuestro comentario sobre este dios faraónico personificado en un bóvido, con algunas palabras Elisa Castel. Gran especialista en mitología egipcia, quien escribe que Apis estaba "relacionado en los primeros tiempos con el dios solar, fue la deidad más importante de la fertilidad". Aunque "En el último periodo de la civilización faraónica, se convirtió en dios de los muertos con carácter psicopompo y se entendió que el divo conducía al difunto hasta su tumba, le ayudaba y protegía, para que el finado controlara los cuatro vientos del Más Allá". Por su parte, sobre el trato que el animal recibía en el templo y las condiciones que se exigian dice Elisa Castel que "En vida se le proveía de un harén de vacas sagradas, que a su vez simbolizaban las Siete Hathor y que al morir se convertía en Osorapis" . Tras ello, "la elección de un nuevo toro Apis, encarnación terrestre del dios, era muy rigurosa e importante para el pensamiento egipcio. El animal tenía que poseer 29 marcas específicas como prueba de que el toro era la verdadera encarnación del dios".
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES; ARRIBA: Estatua del dios egipcio Merhy (o Merur) hallada en Memphis y pintada por mí. En esta se representa un hombre con cabeza de toro, cuya iconografía se relaciona plenamente con la divinidad antes mencionada (Serapis). Un divo adorado en la forma de humano-bucéfalo (semejante al Minotauro) y que como decimos, en Egipto que se denominaba, entre otras formas, como Merhy. Deidad muy poco común y que a juicio de Elisa Castel (14) puede asociarse a Osiris y la Luna (venerado principalmente en tiempos de Seti I -padre de Ramsés- en Abidos-). Una figura casi igual a esta, era la del dios representado en un toro negro o en un hombre con cabeza de toro; androide con un brucráneo en la testa, que a diferencia del anterior tenía entre las astas un disco solar. Este segundo divo (tan similar a Merhy) era llamado Merur y seguramente fue el antecedente del primero, ya que es una deidad muy antigua que fué venerada hasta la Baja Época.
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Merur, representaba como ser sagrado, el "ba" de Ra y sobre todo la fecundidad y como tal, que  se expresaba en la fuerza genésica de la patada del toro, hudiendo su pezuña en la arena. Curiosamente este buey negro que se conservaba en el templo de Ra, era considerado el método para entrar en contacto con el dios supremo. De tal manera, se realizaban oráculos sirviéndose del astado sagrado Merur (que habitaba en el recinto sagrado y que cuando moría era enterrado de igual forma a cualquier humano; momificado y con vasos canopes). Pese a ello, ambos dioses (Merhy y Merur) creemos que están muy asociados al antes analizado Apis y todos ellos a la fuerza del Nilo o a los divos de la catarata (quienes igualmente tenían un nombre similar a Hapy o Hepu -denominación del rio egipcio y nombre del buey sagrado que los griegos llamaron Epafo-).

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ABAJO: En la imagen: Museo del Toro en Coria (Cáceres); cabeza de una de las grandes reses que allí se lidiaron en sus fiestas de San Juan -agradecemos al museo nos permita divulgar la foto-. Una de las más extrañas costumbres egipcias referentes al buey Apis, consistía en la necesidad de cortar la cabeza de los toros que a él se ofrendaban, maldecirla y tirarla al Nilo (o venderla a los mercaderes). Ritual que sin duda alguna se relaciona con el poder terrible que el morlaco tiene en su testa y astas, capaz de matar al hombre que se cruce en su camino. Una peligrosidad del animal que se hace manifiesta cuando de cerca contemplamos una cabeza cortada de aquel (como la de la imagen), dándonos cuenta de sus afilados pitones y del tamaño de la res. Evidentemente el buey Apis ya no era uno de estos toros bravos, que en épocas predinásticas egipcias los habitantes del Nilo matarían y cazarían; exponiendo luego su testa (lo que creemos fue el origen de esa costumbre en los comienzos del reino).
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Pese a ello, parece que en ese rito de maldecir la cabeza del buey y colgarla (arrojándola al rio); se encuentra el recuerdo del miedo hacia la faz del toro salvaje -como animal feroz más peligroso incluso que el león (habida cuenta que los felinos atacan por hambre, pudiéndose conocer sus razones; mientras el toro lo hace sin motivo alguno)-. Por su parte, el hecho de tirar al rio el despojo maldito, completaría la unión de conceptos de la res como totem de la fecundidad y del agua del Nilo; símbolo del mismo bos en su poder genésico y de fertilidad -del semen que fertiliza la vaca-tierra (Isis)-. Manteniendo todas las civilizaciones una identidad plena entre el cuerno y el pene; lo que a su vez se relacionaba con el arado y los aperos de siembra (que en la más remota antigüedad se fabricaban con astas). Por lo demás, el falo de Osiris igualmente había sido arrojado al Nilo, donde nunca se encontró; por lo que Isis hubo de concebir a Horus sin penetración (con una réplica en madera, o con un cuerno imitando aquel sexo del difunto Osiris). Hechos míticos que pueden relacionar los pitones de Apis con ese falo sagrado (perdido en el Nilo y que se dice fué devorado por los peces -entre ellos el Oxirrinco-). 
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Como hemos descrito, considero personalmente a Apis una personificación muy antigua del dios fluvial egipcio; un hecho que podría explicar por qué su nombre -en idioma faraónico- era exactamente igual al que le daban al Nilo (que por entonces fue: Hapy, o Hepu). Por su parte, ello relacionaría estas deidades con el concido Herur, divo de las corrientes del rio y representado como hombre con cabeza de carnero. De tal modo, la iconografía de Apis y Herur era bastante semejante; aunque sobre todo fue común a la de otros dioses de la fertilidad, antropomorfos y con astas. Divos como Merhy y Merur -ya analizados en el pie de foto (superior)- figurados como un hombre con cuerna y que también se adoraban en la forma de un toro negro. Un hecho que a mi juicio, muy probablemente tuvo sus orígenes en el poder del fango del Nilo, como abono natural (identificándolo con la fuerza genésica de aquel bóvido oscuro). Lo que explicaría por qué Merhy o Murur significaban la fecundación representada por medio de la patada del negro astado sobre la tierra. Por todo ello el gran buey color azabache se conservaría en el templo de Ra como sagrado, con el fin de consultarle en oráculo -para transmitirse a través de ese toro con el dios supremo-.
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De tal manera, al ser la iconografía de Herur (con cabeza de carnero) tan parecida a la de Merur (humano con testa de bos, casi igual a la de Merhy) y observando que este primero -de cuernos ovinos (Herur)-, representaba la fuerza de la catarata. Creo poder afirmar que posiblemente fueran ambos unos dioses iguales (o muy semejantes) y de ello sus nombres tan cercanos (Herur, Merur -y Merhy-). Unas figuras donde los egipcios idealizasen el poder fecundador de las corrientes o fangos fluviales. Siendo pensable incluso que los tres fueran en origen un mismo divo (o un igual culto), en adoraciones de diferentes puntos y épocas faraónicas. Deidades de aquellos limos oscuros que invadían las tierras en las crecidas y que se identificarían con el semen fertilizante; un esperma que en el Alto Nilo (junto a la catarata) se idealizaría en el carnero fecundador y en el Bajo, con el totem táurico -tan relacionado con el puerto, las naves y la desembocadura-. De todo ello, conociendo que el carnero Herur era el dios de la cascada y sabiendo que el primer salto importante de agua se produce en el Nilo al llegar a las cercanías Aswan. Hemos de pensar que posiblemente Merur sea el mismo que Herur, aúnque el primero como culto del Bajo Egipto, mientras el otro lo fue del Alto (uno representado en un semental bovino, y el segundo con uno ovino)
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Siendo así, creo poder afirmar que además de estas dos iconografías (tres contando con Merhy) dónde se figuraba el potencial creador de las aguas. Hubo uno dios principal del poder fecundo del Nilo, que unía a todos ellos y que sería Apis -de nombre muy semejante al rio-. Toro sagrado que dió lugar al mito de su "descendiente" heleno Epafo (divinidad sincrética importada por los griegos en periodo Ptolomáico, que nació en épocas de adoración de Serapis). Bueyes Apis, Serapis o Epafo, que estarían plenamente relacionados con Merur y con Herur; aunque estos segundos -humanos con cabeza de astado- a mi juicio fueron simples divinidades locales y menores; mientras el famoso Apis simbolizaría plenamente el poder fecundante de las aguas (no tanto del limo). De ello, encuentro y veo en el posterior Epafo griego (cuyo nombre y figura nace de Apis), una personificación fluvial helena ya en sentido absoluto: Una diosa de los rios. Representando esa vaca Epafo el poder fertilizante de las corrientes y crecidas; a la vez que la fuerza bélica del peligroso astado (fortaleza y peligrosidad gracias a la que logra salvarse -en el mito- y que se idealizarían en las corrientes). Por su parte, la importancia del poder de los rápidos y canales, se debía en la Antigüedad a su enorme utilidad; ya que los pasos y arrastres servían para dar vida a numerosos mecanismos -entre los que principalmente se hallaban las norias (de riego) y los molinos (fluviales)-.
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Pero voviendo sobre Epafo, como dijimos su historia mítica nace en gran parte del "Apis griego" (al que llamaron Serapis), pese a lo que su leyenda se desarrolla en gran parte fuera de Egipto y es puramente helena. De tal modo la fábula nos narra que su madre (la divina Ío) fue perseguida por Hera, tras haber copulado con Zeus. Entonces, al saberse además preñada por el dios, Ío hubo de convertirse en vaca para ocultarse de las iras y del ataque de la esposa de su amante. Así metamofosesada en bóvido se tiró al mar, llegando en su nado hasta el Egipto más lejano y profundo. Bajando posteriormente desde las fuentes del Nilo hasta su desembocadura en el delta, donde (ya a salvo) volvió a recuperar su figura humana. Tras elló parió en este lugar al hijo de Zeus (que se llamó Epafo); un niño que al poco fue raptado por los Curetes, quienes bajo el mandato de Hera (que les seguía odiando), ocultaron al recien nacido en un lugar donde nadie pudo encontrarlo. El padre Zeus acabó con los Curetes, reanudando la búsqueda de su hijo, llegando a saber que estaba en poder del rey de Biblos; ciudad siria en la cual logra recuperar al niño. Tras ello, devolvió a Epafo a su hogar de Egipto para ser allí educado y donde al llegar a edad adulta, reinó. Casado con la hija del dios del Nilo (Memfis); con la que tuvo una niña a la que llamaron Libia y que dio nombre al país vecino (15) .
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES; ARRIBA: Iconografía común del buey Apis, representado por un toro negro con señales blancas (bragado, o de lomo manchado en forma de águila y la frente con un triángulo), con disco solar entre sus astas (aunque igualmente podía figurarse como un hombre con cabeza de astado y disco del Sol en su frente). Como pudimos ver, estas figuras se correspondían exactamente con las del dios Merur, e incluso con Merhy, quienes realmente eran bóvidos totalmente negros, mientras Apis se trataba de uno en origen completamente blanco y en efigie bragado (zahino y con tripa o lomos blancos). De tal modo, el verdadero Merur era un toro color azabache que guardaban en el templo de Ra, con el que leían el oráculo. Tal como dijimos, este junto a otras formas -como la de Merhy- en mi opinión claramente serían antecesores o deidades paralelas a Apis; aunque mejor sería considerarles dioses locales de los poderes fluviales que imitaban al gran buey. Del mismo modo, creo que fue una similar personificación la de otro divo llamado Herur; el patrón de la catarata y de a corriente del Nilo, figurado en un humano con cabeza de carnero, con disco solar sobre su frente. Como podemos ver, todos estos dioses (muchos de ellos menores) eran equiparables de alguna forma con Apis; quien en mi teoría simbolizaba plenamente el poder fecundante del Nilo y de sus lodos desde el punto de vista animal, no vegetal (siendo los divos de este segundo aspecto botánico del limo y la crecida, otras deidades como Minu o Mehent).
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ABAJO: Grabado que contiene escena egipcia de adoración al buey Apis. En la parte superior vemos las alas de Horus (Isis) muy similares a las de Mazda (dios de la luz mesopotámico) y en cuyo centro aparece un Sol, dejando ver la forma de un iris y su ojo -entorno a las alas-. Bajo este, el buey recibe una libación que parece de vino, mientras tiene su sexo en erección (o muy marcado). La ofrenda que el oficiante ha puesto sobre el pebetero es de flores de lotos, que como sabemos son el símbolo de la sexualidad, ya que el loto azul del Nilo hervido era tenido por uno de los mayores afrodisiacos. De aquí la leyenda de los lotófagos y las representaciones de esta flor egipcia junto a divinidades de la fertilidad, como don de la naturaleza para procrear (estando probado que el té de loto azul se trata de un excitante con poderes alucinógenos).
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Más abajo, otro oficiante entrega (o muestra) uvas, junto a unas ánforas de vino sobre las que descansan varios lotos. La mezcla de las uvas, las jarras y los lotos, habla claramente de un "euforizante" afrodisiaco unido con el vino, tal como se hacía comunmente en Grecia (donde se solían añadir al "caldo" varias sustancias alucinógenas). En Egipto es sabido que en ciertas épocas se tomaba la cerveza mezclada con mandrágora picada; una bebida que principalmente fue común durante la época de Akhenatón (hecho este del que comentan pudo nacer la visión alargada que los artistas daban a las esculturas y figuras...). Sobre esos euforizantes y sus usos médicos o en fiestas, ya hemos tratado ampliamente en nuestra entrada acerca del Farmacos y el Farmacon; explicando las diferentes plantas que se utilizaban en las ceremonias sagradas, entre las que se hallaba el loto de Egipto, como alucinógeno afrodisiaco. (ver nuestra entrada DEL FARMACÓS Y DEL FÁRMACON -parte primera-: Sobre los fármacos "sagrados" http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/blog-post.html ).
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Continuando con el análisis de la imagen, diremos que por último y al lado derecho (abajo), un último "sacerdote de Apis" sujeta un gran loto con una mano, mientras en la otra porta un recipiente con dos triángulos. Ofrenda esta segunda que creemos se trataría de panes (o quizás quesos fabricados con leche de vaca); por cuya forma podemos identificarlos con los dioses de la sexualidad y con la figura triangular que debía lucir Apis en le frente. Comunmente estaban unidos al triángulo los divos de la fecundidad por razones obvias -nacidas desde la forma del pubis femenino (origen de la vida y del deseo sexual)-; impulsos que suelen simplificarse en Egipto con esa forma, ya que esta figura es igualmente el inicio de la geometría (la primera de tres ángulos sobre el plano).

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En lo que respecta al mito relatado de Epafo, observamos en su leyenda algunos aspectos que desde mi análisis (siempre evemerista) considero muy importantes: En primer lugar y sin duda, tal como expresa Heródoto (III,27), este dios egipcio es una síncresis y transformación del buey Apis. Aunque muy extraño es el origen de tal deidad si vemos que procede de las costas de Anatolia (del mar Jónico -de allí su madre Ío-), desde donde llega al imperio faraónico; lugar del que fue raptado, para ser ocultado en Biblos. Ello nos hablaría en primer lugar sobre un culto al toro de tipo fluvial con este origen anatólico, que hubiera sido importado por los jonios (o gentes que habitaban este mar) hasta Egipto y donde se le habría identificado con el de Apis (uniéndosele a los dioses del Nilo). Finalmente, el secuestro y ocultación de este Epafo -hijo de Ío (los jonios)-, tanto como su hallazgo y liberación en Biblos, hecha por su padre Zeus (personificacion de los helenos). Nos intentarían describir la existencia de una religión de culto al buey fluvial con origen anatolio, llevada en un momento hasta Egipto y posteriormente tan solo seguida en Siria (en Biblos). Ciudad de la que los helenos la rescatarían mucho después (considerado estos cultos como propios), para devolverla al Nilo; algo que se ha de suponer sucede en época del dominio Ptolomáico.
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Evidentemente nunca sabremos si la historia de Epafo nos habla de algunos aspectos de esas religiones de la antiquísima Biblos; en la que en verdad se adoraba a los rios, personificados en gran parte como toros. Un dios de las fuentes y manantiales (sagradas en Oriente Medio por razones evidentes), que también era venerado en la figura del monarca, como rey de la Naturaleza y de los bosques. Pese a ello, la llegada de ritos del Nilo a Siria, son hechos muy ciertos, puesto que los dioses de Biblos y los de Egipto fueron tan similares como los de Grecia y los de Roma. Ya que esta ciudad bibliota era prácticamente una colonia de los faraones (al menos hasta el siglo XV a.C.). Pese a ello, en la historia de Epafo, que comienza con la huida de la madre Ío desde las costas anatólicas, veo quizás una narración que pueda tener mucho que ver con los Pueblos del Mar. Gentes que -como sabemos- se ven obligados a irse o escapar de sus tierras tras la Guerra de Troya, embarcando en la zona de Jonia.
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El éxodo de esos pueblos anatólicos denominados "marinos" y que eran hititas o micénicos; sucede tras la contienda troyana y sobre todo con la aparición de los "hombres del Hierro" (los indoeuropeos). De tal manera, desde fines del siglo XIII hasta comienzos del X a.C., estos a los que llamaron Pueblos del Mar, estuvieron asolando las costas faraónicas repetidamente, intentando establecerse en aquel imperio (lo que finalmente lograron, consiguiendo incluso la corona egipcia a principios del I milenio a.C. como hemos visto antes, al mencionar a Sensoq I, iniciador de la dinastía Libia) (16) . Por su parte, la forma de vaca que adopta la madre de Epafo para escapar, es sin duda alguna el símbolo de las embarcaciones; barcos que en Oriente Medio comunmente llevaban un mascarón de proa con la escultura de un bóvido (de igual manera, era común que sus cubiertas fueran protegidas por pieles de este animal). Todo ello hizo identificar el toro con las naves, denominándose vacas o bueyes al barco; un homónimo que facilmente comprenderemos poniendo un ejemplo semejante, y hablando del toro del fuste (base de la columna así llamada por representarse en aquella, estos animales). Por lo demás la identificación de las naves con los bóvidos, ha sido repetidamente explicada y demostrada por varios investigadores del Mundo Antiguo -entre ellos la repetidamente mencionada Cristina Delgado Linacero-.
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De cuanto exponemos, no es aventurado suponer que la huida de Ío y la llegada de aquella "vaca preñada" a las fuentes del Nilo (desde donde va al delta a parir); simbolice la "invasión" de los Pueblos del Mar. Personificando miticamente en la embarazada madre de Epafo -Ío- los barcos llenos de población y que huían desde Anatolia (tras la invasión de los dorios). Gentes que sabemos fueron repetidamente rechazadas por los faraones (primero por Ramsés III), teniendo que establecerse en las costas de Canaan. Todo lo que puede describirse de una manera idealizada en el rapto de Epafo en Biblos. Un dios que finalmente es rescatado por Zeus (que personificaría la llegada de los Ptoloméos a Egipto); tras lo que fue llevado de nuevo al Nilo, donde reina como una dinastía helena. Cuanto exponemos quizás podamos considerar que no pudo ser recordado por los griegos, pero no así por los egipcios, quienes citan en su Historia y monumentos a estos Pueblos del Mar. Reflejando quizás el mito que hemos interpretado las guerras entre los pueblos prehelenos y los del Bronce (minoicos tardíos, neohititas y micénicos) quienes se vieron asediados desde tiempos de la caida de Troya y que hubieron de huir como errantes o navegantes (sin lograr tener patria en Egipto hasta el sigo X a.C.). Finalmente Zeus y su liberación de Epafo (que simbolizaría a estas gentes huidas de Troya, rechazadas por el faraón y refugiadas en Biblos); narraría de forma idealizada la llegada al poder faraónico de personas de origen heleno, establecidas en Oriente Medio. Unos hechos, que tras el advenimiento al poder reinante de los Ptoloméos, pudo idealizarse en el mito de Epafo y su madre (Ío-nica).
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES; ARRIBA: Representación del gran "Toro del Oeste", "Señor de la Eternidad", esposado con "Las Siete Athores". Esta figura, sin duda alguna se relaciona con el "ba" (una de las almas) de Ra (el Sol) y por lo tanto sería una forma de buey Menur, que se guardaba en el templo del dios, para consultar su oráculo. Pese a ello, su cualidad del "Señor" del Oeste, nos habla del viaje al Más Allá y de la entrada a la Duat (mundo de los muertos) que se fijaba en el extremo Occidente. Punto cardinal donde sobre el cielo aparecía y rotaba la Constelación del Toro (Tauro), que emerge en el firmamento en primavera y desaparace en Noviembre (marcando así los periodos de calor en Egipto). De ello posiblemente se identificaba ese "toro cósmico o astral" (buey del Oeste), con el barco del último viaje; simbolizando los cuernos del "Señor de la Eternidad" los de la barca de aquel tránsito hacia el lugar de los muertos.
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Por cuanto expresamos, le vemos representado junto a las dos naves que significan el amanecer y el ocaso (tanto como las fases de la Luna y con ello el giro de los astros). Barcos cuyos cuatro remos se entienden como los puntos cardinales. Por lo demás, sus siete esposas, llamadas las Siete Hathores (o Athores) en mi opinión son las Pléyades, estrellas más destacadas de esa constelación del Táuro. De lo que personalmente deduzco que este Señor del Occidente y rey de aquellas siete Athores (Pléyades) debió ser interpretado posteriormente como el monarca de la Atlántida. Rey del extremo Occidente (zona que llamaron los griegos Atlántikos); cuyo nombre es el mismo que el de la estrella principal de aquella constelación táurica. De tal modo, ese Tauro y el lugar misterioso del Oeste (que luego fue personificado en Tartessos) debieron de identificarse bajo un mismo concepto ya desde tiempos muy antiguos. Habida cuenta que la constelación con el nombre del toro es precisamente la que dominaba el Oeste y la que salía en épocas en las que se podía navegar (de allí el nombre de sus estrellas: Las Pléyades, de "pleo" = navegar-). Estas y otras circunstancias fueron identificando el reino de Tartessos con zonas enigmáticas del extremo Oeste, donde situaban el fin del Mundo y la entrada a la Duat; todo lo que fue concediendo un gran misterio a los mitos (entre griegos y egipcios); naciendo así en mi opinión las leyendas situadas en nuestras tierras, unidas al toro y a la mítica Atlántida.

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ABAJO: En Egipto -como en tantas otras civilizaciones-, el bóvido era el símbolo de la virilidad y la fecundidad. Muchos fueron los dioses nilotas que representaban esta función genésica, de los que casi todos se figuraban en la forma del toro. Hemos hablado de Apis, Serapis, Menur, Merhy y Herur. Pero igualmente iconografiados como un astado (normalmente con cuerpo de hombre) fueron otras deidades que guardaban prácticamente idénticos significados. Dioses de la fertilidad de los limos y las aguas, entre los que se encuentran: Bujis, Heseb, Kamutef (ese último, como apodo del toro Min o Minu) y Kemur (quizás como variación de Menur). Todo lo que se completaba con las figuras de Athor e Isis, divas de la fecindidad e iconografiadas como vacas (quienes también tenían diosas parecidas y menores con similares atributos, como era el caso de Juyt).
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En la imagen, una de las muchas festividades y mascaradas que se realizan en España aún en nuestros días, en la que se invoca la fertilidad. Curiosamente en la mayoría de esas celebraciones y rituales de origen ancestral (que celebran la fecundidad), el protagonista suele ser un hombre-toro (o un toro simulado). Presentamos bajo estas lineas un bello caso de ello, como vemos en esta preciosa fotografía de El Antruejo de Velilla de la Reina; agradeciendo nos permitan publicar este interesante cartel, a la Asociación Cultural Guirrios y Toros, de Velilla. En la ella se observa el "hombre-toro", que actúa transmitiendo la fertilidad mágica con su poder genésico, durante esa mascarada leonesa que se celebra en fecha de los antiguos Idus de Marzo (hoy Carnavales). 

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Tal como hemos recogido unas lineas más arriba, muchos fueron los dioses de la fertilidad masculina, idealizada comunmente por los egipcios en el rio y su limo; únicas fuentes de agua y vida en ese desierto. Divinidades todas ellas de origen ancestral y en cuyo principio estuvieron las formas más primitivas del dios Ra. Deidad solar que se personificó en el primer faraón denominado Min (o Mino), cuya figuración era comunmente la de un rey itifálico y manco, aunque en sus formas más antiguas también se representó con la imagen del toro. Un buey que en sí mismo era el de Ra y su alma ("ba") y que como hemos visto se llamó posteriormente Menur (o Merhy). Patrones de la fecundidad que fueron venerados en otras formas menores -casi iguales a los principales- y a los que llamaron: Bujis (o Baj), Heseb, Kemur y Kamutef. Siendo los tres primeros prácticamente idénticos en sus funciones e iconografías a Menur y Merhy. Aunque Kamufet tuvo un carácter distinto al ser el sobrenombre de Min y de Ra, cuyo significado fue "quien fecunda a su madre" (epíteto del astado negro). Por último repetiremos que la representación común de todos aquellos dioses bóvidos, fue la de hombres con cabeza de toro; iconografía que compartieron todos (a excepción de Minu) y que definitivamente les asimilaba a Apis -también figurado como el humano con testa de astado-.
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Para terminar, acerca de Egipto añadiremos algunos datos sobre celebraciones o rituales del toro en esta cultura, donde destacaban (además de las fiestas de Apis) las que a continuación enumeramos: Siendo muy importante la del "Heb Sed" que debían llevarla a cabo los faraones al cumplir treinta años de mandato; aunque algunos la celebraban antes. Consistente en una serie de pruebas (físicas en su mayoría) para confirmar que el rey podía seguir gobernando. De ello, el monarca -tras sentarse en los tronos del Bajo y el Alto Egipto-, debía correr vestido solo con un faldellín y con un rabo de toro (que le colgaba de la mencionada faldita). La importancia y antigüedad de aquella celebración se manifiesta al ver como en Saqqara ya existe un complejo religioso, de unas quince hectáreas y dedicado a este ritual (fechado hace unos cinco mil años). Tras superar la prueba del "Heb Sed", el faraón volvía a recoger sus insignias reales y a vestirse. El ceremonial también era llamado "la carrera del buey Apis" y sus orígenes parecen que se remontan a épocas predinásticas; cuando tras unos teinta años de reinado, se sacrificaba al monarca para que ascendiera al trono su sucesor. Pareciendo que en periodos dinásticos ya se sustituye esta costumbre de echar -o matar- al faraón, por la de sacrificar a un animal; de lo cual muchos creen que surge el rito de ahogar a Apis en el Nilo cuando el buey cumplía 28 años de vida (17)
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Otros de los más famosos festivales en los que se rendía culto al poder fecundante del astado eran Las Fiestas de Min, que tenían igualmente un carácterer agrario y se celebraban con el fin de mejorar las cosechas. Durante aquellas, el faraón visitaba el templo del dios en Coptos y se situaba junto a la imagen del toro. Tras aquel rito, retornaba a su mando con un ramo de espigas en sus manos; por su parte, los sacerdotes que las oficiaban, durante todas las fiestas portaban rabos de toro en sus manos, mientras se anunciaba el matrimonio ritual de los dioses (18) . El simbolo bóvido como dijimos estaba unido a este dios de la fertilidad y primer faraón Min, por lo que dos grandes astas de Toro decoraban siempre los templos de aquel Minu (del que dijimos era el divo genésico por antonomasia, representado como un rey manco e itifálico, o en la forma de bos). Un antiquísimo dios de la fuerza regenerativa, de origen predinástico, también divo de la catarata y que desarrolló su culto en Panópolis y en Coptos, donde tenían sus edificios estas grandes cuernas. Deidad egipcia que Cristina Delgado describe así: "Min se manifestaba a través de un gran toro blanco y su unión con el faraón tenía lugar en una gran celebración anual que aseguraba la continuidad del linaje real (...) Ese carácter solar de Min le convirtió en su aspecto del propio monarca, un Horus reinante, el cual debía asegurar a la sociedad egipcia la abundancia benéfica de la Naturaleza" (19) .
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Algunas celebraciones más había en el Nilo en las que los toros eran los protagonistas, contándose entre aquellas la lucha de astados, para las que los egipcios desarrollaron una raza especial de bueyes de pelea, tanto como unos anfiteatros donde llevarlas a cabo. Del mismo modo, se cree que en algunos momentos, el famoso "Heb Sed" se convirtió en un "examen" que pasaban cada cinco años; debiendo incluso luchar los faraones contra toros, habiendo de volcar y vencer al bóvido. Ceremonias que al parecer se simulaban o trucaban (probablemente) realizando el rito "taurokathápsico" tras suministrar drogas al buey. Una tauromaquia "real" nilota de la que apenas ha quedado documentación, pese a que es evidente tuvo lugar en algunas épocas.
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Por lo demás, cuanto hemos narrado que identificó el toro con la fertilidad y a este totem de la fecundidad con el Nilo. Creemos que Apis fue uno de los orígenes más ciertos de la unión del bóvido con el río en los mitos griegos y romanos. Naciendo esta unión "buey-aguas fluviales" de un concepto religioso egipcio (entre otras civilizaciones), que se sincretizó -o se tradujo- en otros mitos similares de muy diferentes culturas. Transportándose a la Hélade y al Mediterráneo la imagen y la figura del hombre-toro; concebido como el dios de las corrientes, las fuentes y los manantiales. Transformando al egipcio Epafo en un Aquelo (de aqua), como deidad de los bienes, la fecundación y las riquezas. Lo que influyó en las leyendas grecorromanas que narran historias de bovinos personificando -o relacionadas- con las desembocaduras, cuencas y nacimientos de los rios. Tal como sucede en el mito de los bueyes de Geriones; tan unidos siempre al rio Tartessos y a las aguas del Lago Ligur en el Bajo Guadalquivir (hoy las marismas de Doñana).
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ABAJO: Tetradracma en que se representa a Aqueloo, como dios del rio Gela (cercano a Agrigento). Moneda acuñada en esta ciudad del Sur de Sicilia (Gela) hacia el año 480 a.C. (propiedad de la Biblioteca de París, a la que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Contiene la figura del hombre-toro personificación del gran dios fluvial, cuyos orígenes personalmente creo que se encuentran en el Apis egipcio (en Sereapis y el posterior Epafo). Iconografía que se halla igualmente en diversas monedas ibéricas, en las que también vemos a ese divo de los rios heleno (como el Aqueloo de Arse que más arriba hemos recogido). Por su parte, Gela según Tucídide,s fue fundada por una colonia de cretenses y rodhios, venidos hacia el año 690 a.C.; llegando unos desde Lindos (Rodas) y los otros probablemente de Xania (Creta), comandados por el rodio Antifemos y el cretochipriota Éntimos. Llamada primeramente y en su fundación Lindos (como la ciudad rodia de la que procedían), en la época que se acuña esta moneda (el 480 a.C.), gobernaba la ciudad Gelón (el tirano de Siracusa) que le da el nombre de Gela. Plaza dominada por los helenos hasta que en el 405 a.C. los cartagineses la invaden, como a Himera (destruyendo las fundaciones griegas del Sur de Sicilia).
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En mi opinión, creo firmemente que los primeros greco-egeos que colonizaron el litoral levantino ibero, vinieron de estas zonas cretochipriotas y rodias; tanto que importaron el alfabeto jónico (llamado en tierras hispanas grecoibérico). Siendo aquellos que fundan ciudades como esta de Gela, los mismos que levantarían los emporios griegos de Rosas (Emporiom), Denia (Hemeroskopion), Benidorm Villajoyosa (Alonis), o Arse (Sagunto). Por ello hay que suponer que al igual que trajeron sus mercancías y algunas de sus costumbres, aquellos helenos transmitirían a los iberos algunos de sus dioses. Entre estos los de los rios donde se establecían, un hecho que pudo ser el motivo de la aparición en las monedas ibéricas de esta figura de Aqueloo (el hombre toro). Asimismo, los "toros atropomorfos" sabemos que simbolizaban la fertilidad y por ende las riquezas; habida cuenta que el oro, la plata y el cobre se hallaba en los rios, o bajo la tierra (donde se encontraban los yacimientos y las aguas interiores). Siendo así, el metal tanto como la fecundación serían conceptos unidos -en lo que se denominan dioses ctónicos-; por lo que siempre mantengo como teoría que los bueyes de Geriones simbolizaban los metales de Tartessos (al menos en mi forma de interpretar el mito). Por todo ello, es perfectamente comprensible que esos bueyes se unieran siempre al rio del mismo nombre, habida cuenta que estas aguas del Tartessos fueron famosas por su plata y su oro (tanto como por el cobre que abundaba en rios cercanos -el Tinto y el Odiel, entre otros-)

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Cuanto hemos ido narrando sobre el culto del toro unido al rio (como símbolos de la riqueza), en mi opinión constituye una constante en los mitos de Tartessos. Un hecho que vemos evidente si tomamos algunos textos antiguos que hablan de aquellos bueyes del monarca del Bajo Guadalquivir, entre los que destacamos el que Jose María Blázquez recoge como una de las
menciones más antiguas de Gerión. Poema en el que ya se describen estas "facultades fluviales" de los bueyes del rey tartessio -la Teogonía de Hesíodo (287 ss.)-, donde nos dice el poeta beocio (que vivió en la segunda mitad del siglo VIII a. C.) : "Crisaor engendró al tricéfalo Gerión unido con Calirroe, hija del ilustre Océano; a éste le mató el fornido Heracles por sus bueyes de marcha basculante en Eriteia rodeada de corrientes. Fue aquel día en que arrastró los bueyes de ancha frente hasta la sagrada Tirinto, atravesando la corriente del Océano (después de matar a Orto y al boyero Euritión en su sombrío establo, al otro lado del ilustre Océano)". (Traducción A. Pérez, A. Martínez.). En otros versos (983 ss.) del mismo poema se encuentran algunas menciones similares, mostrando esa unión del rio y el buey: "Gerión, al que mató el fornido Heracles por sus bueyes de marcha basculante en Eritea rodeada de corrientes de aguas". (20)
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Las descripciones de Hesiodo -como las de tantos otros autores clásicos- comunmente unen al rey de Tartessos con las aguas oceánicas y fluviales. Algo que destaca igualmente en la forma de tratar el mito por Estesícoro de Himera; quien vivió alrededor del año 590 a. C. y escribió en verso la Geryoneías, diciendo del lugar en que vivía aquel rey que se hallaba: "Más o menos enfrente de la famosa Eriteia, junto a los manantiales inagotables, de raíces de platas, del río Tartesos, en la gruta de una peña". (Traducción de C. García Gual) (21) . Palabras en las que podemos ver claramente esta unión del toro con el rio y de ambos con las riquezas. Ello porque como sabemos los bienes se medían en pecunia (bueyes), tanto como se ponderaban en plata y oro; metales preciosos que principalmente afluían en las aguas fluviales (como las del Tartessos). Siendo a su vez esas cuencas o desembocaduras de las aguas dulces, el lugar donde más y mejor crecían las reses (22) .
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La unión entre el toro y el rio, tanto como entre el ganado y las riquezas, parecen absolutamente innegables. Todo lo que creemos procede principalmente desde ritos y costumbres milenarias egipcias que de algún modo se transportan hasta los famosos bueyes de Gerión. Ello porque en Grecia se unieron ya los mitos del toro anatólicos, con los mesopotámicos, los minóicos y los del Nilo. Cuatro civilizaciones que hicieron del bóvido y su piel, el símbolo de las fuentes de aguas dulces y de los metales preciosos. Siendo así que finalmente ese "hombre toro" tan adorado en Creta, pasase a ser visto como el dios de los metales entre los egeos. Una deidad que ya en la civilización minóica era concebida de un modo similar, habida cuenta que hasta el recinto del Minotauro se denominaba el Laberinthos. Sala que tomaba su nombre del hacha doble (Labrys), la bipenna que se adoraba como símbolo del dios del metal, ya que protegía y otorgaba todos los bienes materiales (como el martillo de Thor o la lanza de Atenea). Un laberinto que en mi interpretación y teoría (expuesta en numerosos artículos y libros) representaría en gran parte el camino a seguir hasta las minas de preciosos metales. Es decir, las rutas que durante el II milenio debían surcar los cretenses para hacerse con el cobre, el oro y la plata (que traían desde países tan lejanos como el nuestro o Cerdeña).
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Todo cuanto narramos identificó al rio con el bóvido, generando dioses como estos Aqueloo que aparecen en numerosas monedas acuñadas en territorio ibérico. Unos dioses fluviales que en nuestra Península han llegado a hallarse en grandes esculturas, como es el caso de la "bicha de Balazote". Una enorme figura en piedra caliza (de metro y medio de longitud, por uno de alto -aproximadamente-) en la que se representa aquel toro androcéfalo: El diós de los bienes y las riquezas. Deidad que fue hallada a muy pocos kilómetros de Albacete, cerca del Cerro de los Santos y también próximo a la tumba de Pozo Moro (monumento este claramente neohitita). En plena "Ruta herakleia"; que es el camino que tomarían para comerciar los metales de Tartessos, aquellos griegos asentados en las costas levantinas -o bien los íberos que trataban con estos helenos, cuyas bases se encontraban en Alonis, Hemeroskopion o Arse-. Por lo demás, la población de Balazote, además de encontrase en el paso entre el Mediterráneo y el Guadalquivir, está muy cercana a las Lagunas del Ruidera, un riquísimo emplazamiento sobre el acuífero 23 (de La Mancha) en que cual se llegan a producir pozos artesianos, saliendo a modo de fuentes las aguas en manantiales a chorro.
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Para terminar cuanto hemos ido tratando recogeremos una cuirosa frase de
Estrabón (en 3,2,6) cuando escribe acerca de las abundantes manadas de toros que vivían en el Bajo Guadalquivir: "Los animales que pasan a las islas del rio Tartessos (Guadalquivir) antes de la pleamar, sorprendidos por ella; al subir o al bajar las aguas, suelen perecer por carecer de fuerza para luchar contra corriente al intentar regresar. Diciendo que los toros acustumbrados al hecho, esperan a que se termine el reflujo para volver luego a tierra firme" (23) .
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ABAJO: Famosa escultura llamada BICHA DE BALAZOTE, fechada a fines del siglo VI a.C. y hallada en esta población albaceteña (agradecemos al Museo Arqueológico Nacional que nos permita divulgar la imagen de esta pieza en su propiedad). Representa un toro antropomorfo, con orejas bovinas, cabeza humana barbada; con morfología y rasgos típicos de la estatuaria griega arcaica y de la neohitita. En posteriores entradas trataremos de esta escultura importantísima que ya García y Bellido creyó se trataba de una representación de Aqueloo, con rasgos frigios, griegos, egipcios y hasta mesopotámicos. A mi modo de ver, se trataría de una deidad del rio y de la fertilidad (tal como afirma el maestro García y Bellido), pero a su vez también lo considero un totem relacionado con las riquezas, el ganado y el metal. Ello por ser esa "Bicha" de Balazote, tan similar a otros divos coetáneos mesopotámicos e hititas, que se representaban como toros alados entre los persas (ver fotos superiores y anteriores antradas). Unos bueyes con alas llamados Lamasu en época aqueménide, pero que inicialmente habían sido bóvidos androcéfalos con barba (muy semejantes a este de Albacete). Un hombre toro barbado que comunmente llamaron Tammud o Enkidu y en el que representaban al dios de los ganados y de los bienes -al custodio de los toros; ver anteriores entradas-.
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Todo lo que exponemos, uniría esta figura de Balazote a los toros de Gerión como totem del metal, el dinero y el ganado. Algo que se corroboraría al haberse hallado la escultura en el paso y camino desde el Mediterraneo hasta Tartessos; ya que esta población se encuentraen la ruta natural existente entre las fuentes del Guadalquivir (la antigua Oretania ibérica) y las bases griegas peninsulares. Es decir, en la ya mencionada Ruta Herakleia, que comprendía el recorrido que los metales de Tartessos tendrían que realizar por tierra desde el Guadalquivir hasta las colonias helenas ibéricas (paso terrestre para evitar ser interceptados por las naves y gentes fenicias, asentadas en puertos púnicos como Malaka, Sexi o Gadir).
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Por lo demás y en cuanto a la autoría de esta Bicha de Balazote, creemos estar seguros que mucho tuvo que ver con la gentes que vivían en el siglo VI a.C. en Gela (los que acuñaron la moneda anterior)y sobre todo con griegos y pueblos procedentes de Anatolia, Rodas y Creta; que tuvieron que huir de sus tierras en esos siglos por el acoso asirio y cimerio. Estableciéndose en Sicilia o en Magna Grecia, los que por suerte se consideraban helenos; pero debiendo huir hasta zonas más lejanas quienes no fueron tenidos por habitantes de la liga griega (al verse sin apoyo alguno). Llegando principalmente hasta Italia y nuestra Península, estos escapados de las razzias de las costas de Anatolia y de Frigia; un lugar donde seguramente pudieron las gentes que abandonaban Oriente Medio, pudo hallar algún asilo y algún medio de vida (comerciando con los griegos).
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El tiempo en que se fecha esta pieza de Balazote -tanto como la construcción de Pozo Moro- coincide con los años en que se vieron obligados a abandonar Frigia la mayor parte sus habitantes (so pena de ser asesinados o esclavizados). De lo que creemos y consideraramos estas esculturas y construcciones como neohititas, y fruto de esa huida masiva de los habitantes de Anatolia hasta occidente (donde se refugiarían). Unos turbulentos siglos VII y VI a.C., en que la gentes del reino de Midas (llamado por los griegos Lidia), fueron primeramente asediadas durante decenios por los Asirios, luego invadidos por los cimerios y finalmente conquistados por los griegos. Siendo erradicados de sus tierras millones de personas que hubieron de emigrar al Mediterráneo y hacia el Oeste (ya que al Este se encontraban sus enemigos).

Para más datos sobre el tema consultar nuestros artículos: 34ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los Bueyes de Gerión en el Tesoro del Carambolo (Parte VI: Análisis de los símbolos. Conclusiones: ¿Relación entre El Carambolo y el rey Midas?) .-COMENZAMOS A ESTUDIAR LA POSIBILIDAD DE QUE EL ORIGEN DEL DISEÑO EN EL TESORO DE EL CARAMBOLO SEA ANATOLIO- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-2.html
35ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los Bueyes de Gerión en el Tesoro del Carambolo (Parte VII: Algunas ideas y conclusiones ya apuntadas; orientaciones sobre el carácter ibérico y la herencía del Bajo Bronce; en las joyas de El Carambolo ). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1_19.html
36ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGIA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte VIII: Simbología neohitita en las joyas; un tesoro de rasgos frigios que bien pudo ser hecho, o regalado a Arganthonio, por el rey Midas).-DESDE ESTA ENTRADA EXPONEMOS QUE EL DISEÑO DE EL TESORO DE EL CARAMBOLO PUEDE SER FRIGIO O NEOHITITA- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-9-8.html
37ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÏA: Los bueyes del rey Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte IX: Interpretación y traducción de los símbolos en las joyas). -DESCUBRIMOS QUE LOS SÍMBOLOS QUE CONTIENE EL COLLAR DE EL CARAMBOLO, SON LETRAS DEL SILABARIO NEOHITITA (LUWIO), PUDIENDO TRADUCIRSE COMO "dios y rey"-VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-7-9.html
38ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte X: Los descendientes del rey Midas y su posible tumba en Chinchilla del Monte Aragón -el monumento neohitita de Pozo Moro-). -RELACIONES ENTRE EL MUNDO NEOHITITA (FRIGIO) Y TARTESSOS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-8-9-y.html
39ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte X : Los descendientes del rey Midas y su posible tumba en Chinchilla del Monte Aragón. El monumento neohitita de Pozo Moro -Continuación-). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-8-8.html
40ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte XI: Arganthonios y Midas. ¿Era de origen escita el monarca del oro?.). -DE NUEVO, LA RELACIÓN ENTRE EL MUNDO ANATOLIO DEL SIGLO VIII AL VI A.C. Y EL SUDOESTE PENINSULAR- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1_28.html
41ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte XII: Midas. El rey de origen escita y los adoradores del oro que comerciaron con Tartessos.). - DESCUBRIMOS CITAS HISTÓRICAS QUE MENCIONAN EL COMERCIO ENTRE MIDAS (REY DEL ORO NEOHITITA QUE GOBERNABA GORDION) Y TARTESSOS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/07/1.html

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CITAS:
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(1): EL TORO EN EL MEDITERRÁNEO; Cristina Delgado Linacero; Madrid 1996, Univ. Autónoma; pag 166. pag 274 y ss.

 
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(2): El texto del Kritias (25) en referencia al rito de la muerte de los toros, se expresa más o menos del siguiente modo: "Pedían al dios Posidón que tomara la ofrenda sacrificial que más fuera de su agrado, de entre los toros sueltos en su templo; tras ello los (reyes) que eran sólo diez lo cazaban sin hierro, con maderas y redes. Cuando lo atrapaban, lo conducían hacia la columna y lo degollaban sobre aquella, haciendo votos por las leyes escritas en esta. En ese cipo y junto a las leyes, había un juramento que proclamaba grandes maldiciones para los que desobedecieran esas normas. Tras hacer el sacrificio según su ley y ofrecer todos los miembros del toro; llenaban una gran cratera y vertían allí un poco de sangre por cada uno de los oficiantes. Lo sobrante era arrojado al fuego, una vez que habían limpiado la columna. Luego, mientras extraían sangre de esa cratera junto a unas fuentes doradas y hacían una libación sobre el fuego, juraban juzgar según las leyes de la columna y castigar si alguien infringió cualquier norma antes. Además prometían no contradecir intencionalmente en el futuro ninguna de las leyes escritas, ni gobernar ni obedecer a ningún otro gobernante, excepto aquel que mandase según las leyes del padre". En mi opinión, la hipótesis más segura es que este relato nos habla de las civilizaciones de la Edad de Bronce, adoradoras del bóvido y extendidas fundamentalmente por el Egeo. Tratándose probablemente de una historia que recoja el recuerdo de la Minoica. Pese a ello, la localización de la Atlántida en el Atlántico y junto a Gades ("Gadeiriké" como escribe Platón) claramente ratifica la teoría de que la heredera de estas culturas cretochiprotas debió ser Tartessos. Lugar al Sur de Iberia, donde probablemente se asientan los huidos desde Creta y Chipre en las diferentes crisis sufridas por estas culturas. Siendo la más importante la del Tera Santorino (volcán que en el siglo XVI a.C, destruye Creta y sus alrededores, haciendo caer el Imperio Minoico); aunque tras ello, una vez reestablecido el mundo minóico gracias a Micenas, sufren una nueva destrucción con la aparición del Hierro y las culturas férreas. Ello se produce desde el siglo XI a.C en que Creta y parte de Chipre son invadidas por los dorios; momento en que se sabe, huyeron los cretochipriotas hacia Oriente Medio (admitidos en las zonas de Palestina como filisteos o incorporándose entre las tribus israelitas). Igualmente es de suponer que hubieron de venir hasta Occidente, creando en esos siglos muy posiblemente los cimientos para el nacimiento de Tartessos. Ello identificaría el mundo minoico con el del Sur de Iberia, comprendiendo los egipcios que en la zona meridional de nuestra Península había de situarse la Atlántida. Más aún cuando el relato de esta civilizaciópn mítica le fue transmitido a Solón en los días en que Tartessos estaba en su apogeo (hacia el 630 a.C.); aunque cuando Platón redacta sus diálogos, aquella cultura del Bajo Guadalquivir ya había desaparecido (en el siglo V a.C.).
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(3)
: MASTIENOS: Grupo étnico ibérico que ocupaba el Suroeste peninsular (zonas entre la actual Granada y Alicante). Su capital era Mastia, localizada en la posterior Cartagena.
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(4): Acerca de la necrópolis de Laurita en Almuñecar y los vasos egipcios recogemos a continuación algunos fragmentos de
Manuel Pellicer Catalán en su obra LA NECRÓPOLIS LAURITA (ALMUÑECAR, GRANADA) EN EL CONTEXTO DE LA COLONIZACIÓN FENICIA
// VOL. 15 2007; PUBLICACIONES DEL LABORATORIO DE ARQUEOLOGÍA UNIVERSIDAD POMPEU FABRA DE BARCELONA // CAPITULO VII. LOS GRANDES VASOS DE ALABASTRO. Donde escribe el profesor Pellicer:

"Con cartelas de Osorkon II se hallaron en Laurita dos urnas cinerarias, de las que una en la tumba 2 y otra en la tumba 17, cuya inscripción se acompaña de una cabeza de Bes grabada, estudiadas ambas por J. Leclant (1964, 1968) y J. Padró (1976) con la siguiente transcripción: «Usimare Setepenamon/Osorkon Meryamon Si-Bastet». Otros vasos de alabastro con inscripción jeroglífica de Osorkon II proceden del palacio de Ahad (874-853) en Samaria (W. Culican, 1970), de Abydos (Amelineau, 1895-96, 1897-98) y de Katsamba (Creta) (V. Grace, 1956)". (pag 51)

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La traducción de este vaso según "J. Padró (1976), es: «Hedyjeperre Setepenre, dios y gobernador de Tebas (Tacelotis Meryamon Saisis)». «He venido de mi país extranjero, después de haber recorrido muchos países. He oído hablar de tu ser, Dios Primordial del Doble País, que ha creado lo que existe. Tus dos ojos brillan gracias a ti. Tu palabra es el hálito de la vida que hace respirar las gargantas. Ahora estoy en el horizonte lleno de alegría de los oasis de Baharya y Jargah como un acompañante. En mí hay una fuente de salud y de vida y el Ureo se posa sobre su margen». Según J. Padró (1976), los dos cartuchos contienen el nombre de Takelot II". (pag 52)
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"Una inscripción similar a la de la tumba 1 A de Laurita, pero con cartelas de Takelot III (764-757), representada en un vaso de alabastro de nuestro tipo 8, procedente del palacio de Asurnasirpal II y de Asaradón en Asur y traducida por F.W. von Bissing, dice: «He venido y regresado del oasis de Bahria con cantidad de buena leche, oh Hentkan, deberías traer algo del desembarcadero del Sacerdote de Harsaptes, Rey del Bajo y Alto Egipto, Príncipe de la Casa del Poder de Kheper-re, hijo real de Ramesses, Takelothis». Este mismo vaso de Takelot III de Asur ostenta igualmente una inscripción cuneiforme asiria, cuya traducción es: «Palacio de Asarhaddon, el Gran Rey, el poderoso Rey de Sumer y Akkad. Vaso de aceite, grande y lleno, que llegó con rico botín de toda especie del tesoro del Príncipe Abdimilkuti, Rey de Sidón, que mi fuerte brazo capturó». Las inscripciones egipcia y asiria de este vaso de Asur aportan un valioso documento explicativo de la presencia de urnas funerarias en Almuñécar. El vaso de Asur, fabricado en Egipto hacia el 757 a.C. y procedente de la tumba de Takelot II en Tanis, fue quizás robado, adquirido por los fenicios y depositado en el palacio real de Sidón en la segunda mitad del s. VIII. Posteriormente el rey asirio Asaradón lo capturó, como botín de guerra, en el palacio de Abdimilkuti, al conquistar, saquear y destruir Sidón el año 676 a.C., llevándolo, junto con otros tesoros, a su palacio de Asur". (pag 53)

Sobre el mismo tema, también puede consultarse la obra liberada en la red: LA FUNDACIÓN DE SEXI-LAURITA (ALMUÑECAR GRANADA) Y LA PENETRACIÓN DE LOS FENICIOS EN LA VEGA DE GRANADA. Por ALFREDO MEDEROS MARTÍN Y LUIS A. RUIZ CABRERO. Revista SPAL 11 (2002), pags 41 a la 67.
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(5): Idem (1),
pag. 274.
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(6): En referencia a los dioses de la fertilidad y su representación en el obelisco los interesados pueden ver nuestros artículos, pulsando la linea azul junto a las referencias:
60ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses de la Fecundidad y su posible significado calendárico -de Egipto a Japón-. -VEMOS LA RELACIÓN PLANETARIA DE LA SEXUALIDAD Y SU CONEXIÓN DIRECTA SOBRE EL OJO Y SUS MALES, PLASMADO EN LOS DIOSES DE LA LUZ-(de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXI). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/1-9.html

61ª- Dioses de la fertilidad, de la luz, del Sol y del oro; diosas del agua, de la Luna y la plata. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXII). -MÁS SOBRE EL SIGNIFICADO DE LA SEXUALIDAD Y LA LUZ, TODO ELLO UNIDO A LOS TALISMANES Y JOYAS QUE ALEJABAN EL MAL DE LAS TINIEBLAS; EL AOJO- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/12/1-6.html
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(7):
Pag 51 de la obra mencionada en (1), Cristina Delgado, citando a O. FAULKNER en Los textos antiguos de las Pirámides, Oxford 2820, 1969.
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(8): Op. cit. (1);
pag. 330.
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(9): Op. cit. (1);
pags 333 y 334.
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(10):
Como ya hemos repetido en varias ocasiones, el Saros es muy sencillo de calcular una vez conocido que la Luna tiene un mes de 29,53 días y el Sol un año de 365,2422. Siendo así que 19 años solares casi son 235 meses lunares (ello porque 253 x 29,53 = 693,55 días // y 365,2422 x 19 = 6939,6018). Pese a ello hay un desajuste que cada 144 los babilonios cerraban ya que este GRAN SAROS se corresponde con 6 ciclos de 19 años solares (ello porque 6 x 19 x 365,2422 = 41637,6108 dias // que se ajustan a los 1410.0105 meses lunares) Siendo tan bello el Gran Saros que 144 años de Sol son practicamente iguales a 1410 meses de Luna (números 1 y 4, que parecen mágicamente aliterados por la creador del Cosmos).

Por lo demás, existía una diosa de la vacada de Apis, denominada Las Siete Athor. Divas o hadas consistentes en siete vacas que acompañaban a Osiris como gran toro y señor del Occidente. Evidentemente estas se relacionan con las siete Pléyades griegas (estrellas de la constelación del Toro) y su razón de ser igualmente se halla en el número lunar 7. Se consideraban esas Siete Athór(es) como quienes marcaban el destino del niño al nacer y estaban unidas al harén bóvido de Apis.
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(11): Describe Heródoto en Los Nueve Libros (II;40) el sacrificio del buey a Isis: XL. "(...) Hablaré del de la diosa de su mayor veneración y a la cual se consagra la fiesta más solemne: El de Isis. En su memoria hacen un ayuno y le presentan después sus oraciones y súplicas; por último, le sacrifican un buey. Desollada la víctima, le limpian las entrañas dejando los entresijos pegados al cuerpo, con toda su gordura colgado. Separan luego las piernas del buey, y cortan la extremidad del lomo con el cuello y las espaldas. Entonces embuten y atestan lo restante del cuerpo con panales purísimos de miel, de uvas o higos pasos, de incienso, mirra y otros aromas; derramando sobre él después muchos aceites en gran abundancia, entregándolo a las llamas. Al sacrificio precede el ayuno y mientras está abrasándose la víctima, se hieren el pecho los asistentes, se maltratan y lloran y plañen, desquitándose después en espléndido convite con las partes que de la víctima separaron"
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(12):
Sobre el valor de los bueyes en Egipto y el rito de la muerte de Apis, también escribe Heródoto en el mismo libro Euterpe (II, 37): XXXVIII "Viven los egipcios en la opinión de que los bueyes son la única víctima propia de su APIS (Epafo), para lo cual hacen ellos muchas pruebas; pues encontrándose en el animal un solo pelo negro, ya no pasa por ser puro y legítimo. Uno de los sacerdotes es el encargado y nombrado particularmente para esta función, el cual hace revista de todo el animal: Bien en pie, ya tendido boca arriba; observanso en su lengua y sacándola hacia fuera las señas que se recibieren en una víctima pura, de las que hablaré más adelante. Mira y vuelve a mirar (el oficiante) los pelos de su cola, para notar si están o no en su estado natural. En caso de asistir al buey todas las cualidades que de puro y bueno le califican, márcanlo por tal enroscándole en las astas el biblo, y pegándole cierta greda a manera de lacre, en la que imprimen en su sello. Así marcado, lo conducen al sacrificio, y ¡ay del que sacrificara una víctima no marcada! otra cosa que la vida no la costaría. Estas son, en suma, las pruebas y los reconocimientos de aquellos animales.
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(13): Sobre el sacrificio de reses al buey Apis (al que llama como vimos, Epafo), también describe su ceremonia y el extraño ritual de cortar la cabeza y venderla o bien echarla al rio. Siendo sus palabras recogidas igualmente en Euterpe (II, XXXIX): "Se sigue la ceremonia del sacrificio (del buey Apis). Conducen la bestia ya marcada al altar destinado al holocausto, dando fuego a la pira y derramando vino sobre la víctima, al pie mismo del ara; e invocan su dios al tiempo de degollarla (cortándole luego la cabeza y desollándole el cuerpo). Cargan de maldiciones a la cabeza ya dividida, y la sacan a la plaza, vendiéndola a los negociantes griegos, si los hay allí domiciliados y si hay mercado en la ciudad. De otro modo (si nadie la compra), la echan al río como maldita. La fórmula de aquellas maldiciones expresa sólo que si algún daño amenazara al Egipto en común, o a los sacrificadores en particular, se descargue todo sobre la mencionada cabeza. Estas ceremonia las usan los egipcios igualmente sobre las cabezas de las víctimas y en la libación del vino y se valen de ellas generalmente en sus sacrificios, naciendo de aquí que nunca un egipcio coma de la cabeza de ningún viviente".
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(13b): Palabras recogidas del "Gran diccionario de Mitología egipcia" de Elisa Castel. Ver:
http://www.egiptologia.com/religion-y-mitologia/62-diccionarios-de-dioses-y-diosas.html
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(14): Idem anterior GRAN DICCIONARIO DE MITLOGíA EGIPCIA; artículos referidos a los nombres que mencionamos.
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(15): Sobre Epafo,

Fuentes clásicas: Calímaco; Sobre las Aves, Fragmento 100 (narra la huida de Ío hasta Egipto) /// Luciano; Diálogo de los dioses 3 (Huida de ío desde Anatolia) Higinio; Fabula 145 (huida de Ío) y Fábula 149 (parto y secuestro de Efpafo) /// Ovidio; Metamorfosis, I, 748 //// Apolodoro; Biblioteca d.H. II, 1,3 y 4 /// Heródoto; Euterpe (II) 153 (explica la huida y llegada a Egipto de la madre de Epafo) y Libro III, 27 (donde explica que es Apis) //// Homero; Iliada III, 6 (sobre Ío) /// Robert Graves, LOS MITOS GRIEGOS, (Ío ; 56, b y c; además de 3 -tambiñen 133 ka donde habla de Busiris descendiente de Epafo).
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(16): Acerca de la dinastía Libia y de los faraones vinculados con los Pueblos del Mar, ver nuestra cita (4) y los párrafos de arriba en que se refiere el tema que esta cita cuarta trata.
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(17):

Op. Cit. (1) Cristina Delgado en su pag 288 de este libro, explica con palabras muy semejantes a las que hemos recogido, el ritual descrito.
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(18): Idem (1),
pag. 289.
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(19): Idem (19); pag.
152
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(20):
Gerión y otros mitos griegos de Occidente // José María Blázquez Martínez // [Publicado previamente en: Gerión 1, 1983, 21-38 (también en J.Mª Blázquez, Fenicios, Griegos y Cartagineses en Occidente, Madrid 1992, 323-348) // pag 323.
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(21); Idem (20) Pag. 327
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(22):
Una tradicuión acuífera relacionada con los bueyes de Geriones que también se tenía en la Italia más antigua. Puesto que en Padua existía a comienzos del Imperio un famoso oráculo de Gerión, que se podría remontar a la época griega (Suet, Tib. 14. Claud. Carm. min. 49) en las proximidades de la fuente Aponus. Según este autor citado el Epiro era uno de los eslabones de la leyenda de Gerión. Afirmando Blazquez que ese dios de la fuente Aponus era muy diferente del Gerión griego, cuyo nombre lleva. Datos tomados de: Gerión y otros mitos griegos de Occidente // José María Blázquez Martínez // [Publicado previamente en: Gerión 1, 1983, 21-38 (también en J.Mª Blázquez, Fenicios, Griegos y Cartagineses en Occidente, Madrid 1992, 323-348) // pag 327
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(23): Esta curiosa cita también la recoge Cristina Delgado Linacero en su página 26 de (1) ; siendo una observación que relaciona plenamente el rio Tartessos con la abundancia depastos y de ganado.