miércoles, 17 de julio de 2013

EL "PROBLEMA FENICIO" EN LAS JOYAS DE EL CARAMBOLO, PARTE SEGUNDA: SUS DESCUBRIDORES Y LAS ÚLTIMAS PROSPECCIONES -de "El frigianismo en la Cultura Ibérica", capítulo 15º (Parte LXXXIV: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-.

ÍNDICE GENERAL: Pulsando la siguiente linea azul se llega a un índice general del blog. En el que se contiene las más de cien entradas que hasta ahora hemos subido. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/indice-de-entradas-con-algunas.html
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ESTE ARTÍCULO TIENE UNO QUE LE PRECEDE Y QUE SE ENCUENTRA EN LA ENTRADA ANTERIOR. PARA LOS INTERESADOS EN LA LECTURA DE ESA PRIMERA PARTE, VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/07/el-problema-fenicio-en-las-joyas-de-el.html
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Sobre estas líneas, estatua de Astarté de unos 16,5 centímetros, en bronce y que se considera hallada en el Cerro del Carambolo (propiedad del Museo Arqueológico de Sevilla, al que agradecemos nos permita divulgar la fotografía). Según narra el profesor Juan de Mata Carriazo -en las pocas ocasiones en que se refiere a ella-, le fué entregada días después de comenzar las excavaciones por "alguien" que afirmaba haberla encontrado en las inmediaciones, donde apareció el ajuar áureo. Ello sucede durante septiembre de 1958, semanas en las que toda la prensa se hizo eco de las joyas encontradas en el cerro cercano a Sevilla y en unos días en los que también aparece casualmente otro tesoro. Esta vez a unos cien kilómetros, en el llamado Cortijo de Ébora (próximo a Sanlúcar de Barrameda); joyas que gracias a la familia de la condesa de Lebrija se hacen llegar al prof. J. de M. Carriazo, quien sorprendido ante tantas "apariciones" a un mismo tiempo, desconfió logicamente de la coteidaneidad de aquellos hallazgos. Deduciendo muchos que quizás el "tesoro de Ébora", habría sido guardado en alguna colección -catalogadas como piezas del siglo XVIII o bien hispanoárabes- por quien finalmente decide entergarlo al Museo (al comprender su importancia, pudiendo tratarse de orfebrería tartessia, tras leer las noticias sobre El Carambolo).
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De igual manera, en los estudios del descubridor de El Carambolo apenas se habla de la escultura en imagen -superior-, observándose siempre unas grandes dudas acerca de la procedencia de esta Ishtar o Astarté. Estatuilla que también le fue entregada a Carriazo por "alguien" que aseveraba haberla hallado en el cerro, antes que las joyas, y sin dar más explicaciones, ni especificaciones. Lo que levantó unas muy razonables "sospechas", puesto que ningún dato parece que se añadió a aquella "entrega". Muy por el contrario, sobre la aparición del tesoro le fueron indicando todos los pormenores: Lugar del encuentro, día y forma en que aparecen las piezas, cuales vieron primero y hasta cómo estaba enterrado el ajuar. Frente a tanta información recibida del enterramiento del oro y aunque incluso le reconocen que se lo habían "repartido" antes de llegar al acuerdo de avisar al Museo. Acerca de esta escultura fenicia de Astarté nada le dijeron, ni nada más se sabe; tan solo que la recibió el profesor Juan de Mata Carriazo, de una persona que asevera había aparecido varios dias antes que las joyas y por la misma zona. Todo lo que la encubre de un misterio y hasta de unas sospechas más que fundadas; pensando muchos que esta pieza pudo ser encontrada en otro terreno, y que se hizo llegar por este medio al Museo de Sevilla -tras leer el hallazgo de las joyas en los periódicos y observar el valor de la cultura tartessia; o para evitar que se interviniera y excavara en el solar del cual realmente procedía-.

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ABAJO: Una de las vitrinas del Museo de Sevilla que presenta cerámicas orientalizantes cercanas al siglo VII a.C. (agradecemos a esta institución nos permita divulgar las imágenes). Según el descubridor de El Carambolo (Juan de Mata Carriazo) la más importante aportación que aquel cerro dió, fue la cerámica de tipo orientalizante, hallada junto a las joyas. Unos fragmentos de barro, que aún siendo muy inferiores en su tasación "económica" al tesoro, los arqueólogos consideraron de un valor cultural incluso superior al ajuar de orfebre. Ello porque se trata de piezas de barro bruñidas, no existentes en otras zonas del Mediterráneo y muy semejantes a las de Chipre -coétaneas-. Un tipo de cerámica propia de la cultura del Bajo Guadalquivir, todo lo que confirmaría la adscripción al mundo tartessio del tesoro de El Carambolo.
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De nuevo atendemos hoy a la polémica -recientemente suscitada-, por la que algunos expertos afirman desde hace algunos años, que el tesoro de El Carambolo ha de considerarse fenicio (no tartessio). Algo que últimamente se argumenta fundamentándose en el parecido de sus formas con las orientales; pero sobre todo por la Astarté hallada supuestamente en aquel cerrito. Juzgando el influjo venido del Levante mediterráneo, como ajeno al mundo indígena; por lo que hay quienes aseveran que El Carambolo (tanto como la mayor parte de la joyería del Periodo Orientalizante), ha de "recatalogarse" como púnica y no como ibérica.
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Este que decimos, es un hecho que no podemos admitir, no solo porque aquella orfebrería tartéssia carece de paralelos en Fenicia; sino porque de tenerlos, los parecidos con las formas de Oriente Medio, tampoco significarían la desaparición de lo propiamente indígena (en el mundo turdetano).Pues tal como habíamos visto en nuestra anterior entrada, las similitudes de diseño y formas en el arte, no suponen que una obra -u objeto- perteneciera a una misma civilización. Ello porque el universo de los símbolos y de la estética, pasa de unas culturas a otras y aquellas que los reciben, normalmente no quedan anuladas por las que se los "prestan". Aún cuando las modas o maneras de crear, fueran impuestas por una sociedad que las domina; ya que mientras haya una civilización distinta que lo recibe, esas otras que heredan siempre le darán unos rasgos diferentes. Todo lo que permite distinguir claramente unas culturas de otras, aunque hayan sido colonizadas plenamente, o pese a que tengan unos modelos idénticos (como pasa con la estatuaria helena y la romana que aún siendo idénticas han de diferenciarse) .
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Además de lo anteriormente expuesto, existe una forma indiscultible de separar unas civilizaciones de otras; lo que de común se observa en virtud del tiempo y del lugar en que co-existen. Siendo así, ello explica por qué el arte que imitó al romano entre los siglos XI al XIV, se denominaba románico y no de Roma; al igual que aquel que copia los modelos latinos desde el XV al XVI, se llamó renacentista. Una mutación de lo imperial, que nuevamente se produce poco después, "plagiándose" las formas grecorromanas de nuevo durante los siglos XVIII y XIX (con en llamado estilo clásico y el neoclásico). Pese a ello y aunque nos empeñemos en expresar que todos los periodos antes referidos (románico, renacentista, clásico y neoclásico) imitaron a la escultura y la arquitectura helena o latina; el carácter que tuvieron esas artes de periodos tan distintos, los hace absolutamente diferentes -tanto como las civilizaciones a las que pertenecieron-.
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Así pues, por encontrarnos un mismo modelo, de una igual estética y hasta con un idéntico diseño -en uno u otro lugar-, no podremos dejar de clasificar aquel objeto y forma, como autóctonas (del sitio en el que se crean y del tiempo en que se hicieron). Porque de lo contrario, no existiría ni el románico, ni el renacentista, ni menos el clásico o el neoclasicismo; ya que todo ello entraría bajo la catalogación de "grecorromano" -incluso el arte de Roma habría de considerarse como una forma de lo heleno...-. No digamos ya lo que sucedería con el estilo hispano-romano o bien con el visigótico, que tan solo podrían encasillarse como unas burdas labores de copia coloniales, hechas por los iberos o por los godos centroeuropeos (imitando fórmulas imperiales y sin poder definir su carácter como distinto al romano). De tal manera y siguiendo este criterio que se aplica al Carambolo, por el cual un estilo o símbolos significa necesariamente que el objeto pertenece al lugar en que primero se crearon aquellas formas. Todo el arte colonial desaparecería, tanto que habríamos de clasificar como obras españolas o portuguesas, las realizadas en Iberoamérica desde los siglos XVI al XIX (etapa durante la que este Continente fue gobernado por hispanos o lusos). Finalmente juzgando con ese mismo rasero, por el que cuando un artista copia a otro, pertenece a la cultura y la civilización que ha imitado; la mayor parte de lo fenicio sería egipcio, tanto que el mundo púnico casi podría desaparecer -puesto que casi la totalidad de la orfebrería, la estilística, el diseño y la simbología de Fenicia, procedían del Nilo-.
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Siendo así, no nos puede caber la menor duda de que las joyas del Periodo Orientalizante peninsular tienen muchos más paralelismos con algunas de las faraónicas, que parecidos con las púnicas. Algo que es evidente puesto que no hay una orfebrería similar a la de El Carambolo -o la de Lebrija-, entre las de Fenicia y sus colonias; mientras que en el Nilo podremos encontrarnos con adornos y enseres muy semejantes a estos de Tartessos o de la Iberia antigua (aunque ello se deba al influjo e importanciones de los fenicios...). Este que documentamos, es un hecho que ya había observado Juan de Mata Carriazo -hace más de cuarenta años-; sabio maestro que consideraba aquellos "aires" procedentes de Egipto o de Oriente Medio, llegados al Bajo Guadalquivir a través de marineros egeos, jonios y de las costas de Asia Menor. Gentes venidas hasta nuestro litoral desde el siglo X a.C., como comerciantes -o huyendo de las convulsiones que sufre Oriente tras la aparición del Hierro-. Unos primeros colonos de nuestras tierras que Carriazo ya entedía en gran parte procedentes del mundo creto-chipriota durante la etapa inicial. Aunque desde los siglos VIII al VI a.C., otros más organizados lograron fundar bases, llegando desde Fenicia y poco después de las costas de la Hélade anatólica (del Egeo).
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: En el artículo de hoy vamos a tratar en profundidad sobre la clasificación de fenicias, que muchos proponen a las joyas de El Carambolo. Una influencia púnica que aparece en todo lo tartessio, como es normal en una tierra visitada y aculturada en gran parte por aquellos mercaderes de Tiro y Sidón. Pese a lo que para catalogar de "importado" el ajuar de El Carambolo, habría que demostar que existen multitud de piezas iguales en Fenicia y en Oriente Medio (tanto como la incapacidad de crear una orfebrería semejante en nuestras tierras por aquel tiempo). Como ninguno de los dos casos se dan y el tesoro apareció junto a Sevilla, consideramos que la clasificación de tartéssico es la correcta. No porque lo digamos nosotros, sinó por los hechos antes referidos y porque así lo consideraban personalidades tales como: Juan de Mata Carriazo, Maluquer de Motes, Gómez-Moreno, Almagro Basch, Blanco Freijeiro (y largo etcétera de los mejores expertos en Mundo Antiguo que conoció el siglo XX). Por lo demás, existe en nuestros días un intento de infravalorar el Mundo Tartéssico, obligando a creer que tan solo es una leyenda y dudando hasta de su existencia. Ello obliga a muchos a considerar que el Periodo Orientalizante es plenamente fenicio y ajeno a toda creación indígena; un error que a nuestro juicio pudiera ser como clasificar de "español" todo cuanto se crea y realiza en la América "postcolombina" (una catalogación que llevaría a no considerar la existencia de un periodo colonial, con su arte y su cultura propias -bien diferenciadas de las españolas-).
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EN LA IMAGEN SUPERIOR: Parte de un collar o diadema del Imperio Nuevo, fechado entre los años 1370 y 1300 a.C. (propiedad del Museo Nacional de El Cairo, al que agredecemos nos permita divulgar la fotografía). En esta podremos ver como la orfebrería egipcia es muy semejante a la que luego hacen en la Península; concretamente con las diademas ibéricas seis siglos después. Ello porque las formas y técnicas de trabajo se heredan o pasan de unas culturas a otras; un legado en el que tan solo podremos observar el camino que el universo de los símbolos y de la estética ha seguido a lo largo de la Historia. Sin deber clasificar de egipcias las diademas del Periodo Orientalizante peninsular, ni menos confundir nuestra orfebrería con la faraónica. De un igual modo, las piezas de esa época peninsular y datadas entre los siglos VIII al VI a.C.. no pueden considerarse fenicias ni helenas (propiamente); sinó "feniciantes" o "helenizantes" . Siendo muy curioso que mientras el término helenizante o helenizado es muy común; apenas he leido ni conozco la voz "feniciante" o "feniciado". Quizás al quererse rechazar que la existencia de piezas con un influjo púnico y con aportaciones autóctonas, como obras muy distintas a las orientales (todo lo que se da en aquellos lugares donde los marineros de Fenicia arribaron para fundar sus colonias).
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BAJO ESTAS LINEAS: Detalle de una parte del cenotafio de Sennefer, gobernador de Tebas en tiempos de Amenofis II (Tumba N.96; Abd el-Kurna -agradecemos a la entidad conservadora de estos sepulcros, nos permita divulgar la imagen-). Observemos en los murales de las paredes, la moda que luce el gobernador y su mujer (o concubinas); donde les veremos con unos brazaletes muy semejantes a los de El Carambolo, tanto como unos colgantes o pectorales cuyo significado debió ser muy cercano al del ajuar tartésico. Estas joyas egipcias las imitaban casi iguales los fenicios, aunque aquellos las creaban reduciendo enormemente su cantidad de oro y su tamaño (quizás para vederlas con más facilidad por todo el Mediterráneo, habida cuenta que muy difícil sería encontrar un comprador de una pieza de un kilo de metal precioso, mientras sería fácil distribuir cien objetos a escala reducida y con diez gramos de oro en cada). Por todo ello afirmamos siempre que debido a su peso y tamaño; los ajuares tartessios tales como el de El Carambolo (de unos tres kilos áureos puros) o el de Lebrija (con seis candeleros de unos siete kilos de oro); tan solo son comparables a las joyas de Egipto. Incluso, la orfebrería del Nilo igualmente se relaciona con la del Bajo Guadalquivir en sus formas, en sus usos y diseños (tal como ya expuso Juan de Mata Carriazo hace más de cuarenta años) (1) .
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A) ALGUNOS ASPECTOS DEL HALLAZGO EN EL CARAMBOLO; SEGÚN JUAN DE MATA CARRIAZO:

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Comenzaremos este epígrafe, resumiendo los discursos y estudios sobre El Carambolo, escritos por quien fue su descubridor: El profesor Juan de Mata Carriazo. Maestro que -junto con Maluquer de Motes- tuvo el honor y la perseverancia de legarnos una gran labor de búsqueda y entrega; y cuyos trabajos nos hicieron reconocer y conocer lo que este yacimiento sito junto a Sevilla, significaba verdaderamente para la Historia. Trás una breve síntesis de algunos textos del profesor Carriazo (donde narra los pormenores de su descubrimiento); analizaremos lo que consideran las nuevas prospecciones. Tanto como algunas teorías muy recientes, aparecidas unos años atrás. Ideas novedosas y excavaciones de no hace mucho, que nos manifiestan como este cerro de El Carambolo fue un templo y una fundación plenamente fenicias (ajena al mundo indígena o tartessio). Todo lo que -como veremos- contiene amplias lagunas e imposibilidades de admisión (al menos para mí). No porque lo digamos nosotros, sinó porque ya así lo habían expresado expertos como el referido Profesor Carriazo o su compañero Maluquer (junto al genial Manuel Gómez-Moreno). Al igual que más modernamente es un hecho admitido y que lo ratifican expertos tales como Alicia Perea, Jiménez Ávila, Sebastián Celestino Pérez, o Mariano Torres Ortiz (entre otros ilustres arqueólogos de nuestros días) (2) -Pero no nos entretendremos más en disertaciones y pasaremos a un breve resumen de lo que nos relataba el sabio Carriazo, hace ya más de cuarenta años, acereca de este cerrito sito a unos tres kilómetros del centro de Sevilla (junto a las carreteras de Badajoz a Huelva)-:
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Mencionando primeramente su descubridor, que el verdadero valor arqueológico de aquel yacimiento residía en sus piezas de barro. Unos enseres donde se mostraba lo propiamente autóctono y turdetano en un mundo muy distinto al de las cerámicas halladas en otras culturas del Mediterráneo. Conclusión del indigenismo en El Carambolo que no se obtiene tanto con el análisis de las piezas de oro, sino sobre todo estudiando las cerámicas allí encontradas (aparecidas junto al ajuar) (3) . Manifestando Carriazo literamente que ", acaso, las que más nos ayudan a discernir los caracteres de lo tartésico (...) Es, sobre todo la cerámica (...) enlazan con las eneolíticas y argáricas (...) mediante sus coincidencias con el mundo oriental, sobre todo chipriota, documentan el papel exacto de las colonizaciones". Por todo cuanto vemos, la opinión del sabio descubridor afirmando la influencia cretochipriota en el Bajo Guadalquivir; procede y es similar a la de su maestro (y amigo) Manuel Gómez-Moreno. Quien fuera el primero en darse cuenta hacia 1925 de las concidencias existentes entre el alfasilabario ibero y los caracteres de los sistemas de escritura de Chipre y de Creta. Unas similitudes de rasgos entre los silábicos creto-chiopriotas y los alfasilabarios iberos (resueltos por Gómez-Moreno); que desenmarañó el enigma de su lectura gracias a intuir que varios valores y signos eran iguales en los cretochipiotas y en la Península. Idea que obliga a pensar en una colonización llegada de Chipre y de Creta, que de seguro servirá a Carriazo para comprender el origen e influencias del cerro de El Carambolo (procedentes de las culturas del Levante y de la Anatolia micénica).
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Siguiendo con los trabajos del profesor Carriazo acerca de este yacimiento, detalla en varias de sus obras -de manera pormenorizada- el día, lugar, fechas y hasta la hora del hallazgo del tesoro (por unos albañiles que realizaban obras en el Tiro Pichón de Sevilla). Contando igualmente como dos días después de encontrar las joyas y una vez comprobado que eran piezas de oro, pusieron a disposición del Museo y de los arqueólogos el ajuar y el terreno del "Pichón", para ser excavado. Observando los profesores en el lugar, un terraplén bastante destruido por las obras del edificio contiguo, en el cual pudieron hacer varias catas. Prospección con la que se encuentran cuatro niveles, hasta llegar a la altura del ocultamiento del tesoro. Exactamente en donde se hallaron las piezas de oro y que fue excavado durante largo tiempo; denominando "fondo de cabaña" al sitio en el cual estaban escondidas esas joyas. Habida cuenta que se trataba de un pequeño recinto que fue de adobe y que se destruye o arde, tras enterrárse allí el ajuar (4) .
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Considerando Carriazo que esta sala ("fondo de cabaña") medía unos 4,5 metros por 6 de largo; aunque el recinto completo al que pertenecía, parece que fue un lugar sagrado con unos 25 de longitud por 10 de ancho (al comienzo de sus días). Perímetro del templo y sus alrededores, que se iría ampliando con el paso del tiempo, hasta llegar a la época anterior a su destrucción, alcanzando entonces a unos 400 metros cuadrados (5) . Por su parte y en otra zona del cerro de El Carambolo (abajo y a unos ciento cincuenta metros de distancia del lugar en que fue hallado el ajuar), encontraron un yacimiento diferente que corresponde a un barrio de época coetánea a las joyas y al que llamaron "Poblado Bajo". Pequeño sitio habitado y con casas (quizás al servicio del recinto sagrado) que logró sobrevivir hasta etapa romana; yacimiento en el que hallaron algunas cerámicas de igual fecha y calidad a las encontradas el los terrenos altos -que rodeaban el tesoro- (6) .
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Sobre estas líneas, un detalle del Cinturón de la Aliseda (Cáceres) fechado hacia el siglo VI a.C. y en propiedad del Museo Arqueológico Nacional -al que agradecemos nos permita divulgar la foto-. En ella hemos destacado tres tipos de figuras, como son el Herakles-Gilgamesh, luchando contra el león (en rojo); a su lado el árbol de la vida y la roseta encapsulada (en azul) y finalmente -en color verde- unas formas tipicamente chipriotas, etruscas y tartessias (semejantes a una lira o góndola y que aparecen en multitud de pasarriendas y objetos de estas culturas marineras). Más abajo, podemos observar una cenefa con lineas totalmente egipciantes, que contiene la flor del loto y las patas de escarabeo entrelazadas. Todos los diseños descritos, al igual que su técnica de granulado, son comunes a la joyería fenicia. Pero también son los normales de la orfebrería egea y sobre todo en la rodhia de los siglos VIII a VI a.C. (no olvidemos que los primeros colonizadores peninsulares proceden de Rodas). Incluso esta pieza que vemos, pudiera ser catalogada perfectamente como etrusca; ya que su modo de trabajar el oro e incluso su temática y diseños son casi idénticos a los que hacían en el centro de Italia desde el 700 al 400 a.C. (aproximadamente).
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Evidentemente y con los datos antes expuestos, es perfectamente admisible afirmar que se trata de una pieza fenicia y no tartessia; pero para ello habría que demostrar que La Aliseda (sita junto a Valencia de Alcántara en Cáceres) era por entonces un asentamiento púnico o muy frecuentado por aquellos marineros. Pues de no haber grandes hallazgos fenicios en el lugar, el argumento se desvanece. Además, y de un mismo modo, se puede afirmar que es orfebrería greco-ibérica. Con iguales razones a las anteriores -que la catalogaban de púnica- pero con mayores motivos; pues este cinturón se halló junto a una diadema, muy semejante en su diseño a las usadas por la moda helena y egea coétaneas. Por lo demás y partiendo de que fuera una pieza importada hasta el lugar donde fue encontrada (ajena a su cultura), también es factible considerarla etrusca; con unos argumentos casi tan fundamentados como los que clasifican de fenicio al tesoro de La Aliseda.
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Por cuanto hemos expuesto estamos obligados a pensar que no puede afirmarse que sea una joya grecoibérica, ni fenicia (ni menos etrusca); pese a parecerse a todas aquellas. Ya que como la orfebrería de los siglos VIII al V a.C. (de Oriente Medio, del Egeo y de Italia), es prácticamente igual a esta que vemos; su mejor clasificación es la de Orientalizante o tartéssica. Puesto que procede de un lugar que sin duda ha de clasificarse como muy próximo a Tartessos (al estar tierra adentro y en el camino de los metales). En un emplazamiento muy alejado de los puertos púnicos y cercano al Alentejo, tanto como a puntos turdetanos tales como el posterior Metilium (Medellín) o el yacimiento de Cancho Roano (Zalamea). 

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ABAJO: El modelo del hombre (o el centauro-esfinge) que lucha contra el animal feroz es tipicamente mesopotámico y anatolio. Tanto es así que el diseño del Cinturón de la Aliseda (arriba en imagen) se considera de origen anatólico, representando a Gilgamesh peleando contra el león. Evidentemete, pudiéramos creer que se trata de un Herakles contra el felino de Nemea, o bien del un Melkarte-Hércules; pese ello, el dibujo y disposición del héroe enfrentándose al totem del mal -tal como lo vemos en la Aliseda- es puramente hitita, neohitita o bien mesopotámico. De lo que se considera este cinturón con un Gilgamesh protector, puesto que la disposición de las figuras e incluso los adornos que la rodean, recuerdan principalmente a los sellos asirios o persas (de los milenios II y I a.C.).
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Además, aquel dios asiriocaldeo o hitita, tiene como atributo principal el cinto o la faja. Un adorno que luce entre los hititas o en Mesopotamia el divo que cuida a las reses y que llevan siempre los seres custodios que luchaban contra las fieras. Por cuanto la imagen de la Aliseda sin duda es la de Gilgamesh o bien Enkumi (el protector del ganado, luego llamado Lamashu) que combate por su mano al felino, salvando con su lucha y guarda a las reses. Bajo estas lineas y pintado por mí, recojo una impronta de sello mesopotámico; fechado en la primera mitad del I milenio, donde vemos al divo que cuida el ganado (Gilgamesh como Enkumi, Tammud, o Lamasu) convertido en esfinge-centauro y matando a un león. Como se podrá apreciar, el diseño de este sello asirio donde Gilgamesh combate al felino, es coincidente con el del cacereño Cinturón de la Aliseda.
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Siguiendo con El Carambolo; sobre el valor y la singularidad de las cerámicas que rodeaban las joyas, Carriazo a los pocos meses de su hallazgo ya daba buena cuenta de todo ello. Tanto que en un amplio artículo publicado en ABC de Sevilla -ese mismo año de 1958-, expresaba la importancia y peculiaridad de aquellos objetos de barro con las siguientes palabras: "ninguna es posterior a la Primera Edad del Hierro (..) Hay una cerámica de aspecto semejante a la pulimentada de la Edad del Bronce, otra parecida a la más antigua cerámica celta y algún asa de aire púnico (...) "han salido en el yacimiento de El Carambolo fragmentos de otras especies hasta ahora desconocidas, cuyo estudio nos apasiona en estos momentos tanto o más que el mismo tesoro" (7) . Finalmente y acerca de la clasificación de aquel ajuar, el sabio profesor y también en el año que lo encontró, ya nos dice que: "Por encima de las afinidades hallstátticas y orientales, demasiado evidentes (...) se hace imposible no relacionar el yacimiento de El Carambolo con el rico emporio de Tartesos, localizado en el Valle inferior del Guadalquivir y cuyo contenido arqueológico permanece aún desconocido" . Para terminar expresando que: "El nuevo tesoro ha sido ya calificado con las atribuciones más diversas: Asirio, egipcio, púnico, celta, incásico y visigodo" (8) . Todo lo que parece dejar bien claro que la catalogación del yacimiento como fenicio no es una idea reciente, sinó más bien pertenece a la fase en la que todavía no se habían estudiado bien ni las joyas, ni sus cerámicas; ni menos, la cultura a la que pertenecían (9) .
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Por lo demás, en otros escritos suyos detalla con menudencia los pormenores del hallazgo, destacando de común el hecho de que apenas aparecieran otros objetos en el entorno de las joyas, más que aquellas cerámicas (junto a algunos molinos de mano, trozos de metal, dos puntas de flechas, huesos diversos de animales y cascaras de huevos de avestruz) (10) . Cuanto a mi juicio -tal como dice el profesor Carriazo-, testificaría y manifestaría que el ajuar fue ocultado con deseos de salvarlo, y en un lugar quizás poco importante ya por aquel entonces. Seguramente para que no fuera encontrado por otros y quizás para que no cayera en manos de quienes -hemos de suponer- estaban invadiendo o destruían la cultura a la que pertenecían las joyas. Sobre los enseres y forma en que se hallaron los diferentes niveles de excavación, podemos resumir que en el cuarto estrato (el último y donde se encontraba el ocultamiento), tan solo había cáscaras de huevos de avestruz y las referidas cerámicas orientalizantes -junto a huesos de animales-. Siendo ese cuarto, el nivel más antiguo y que se correspondía a unos setenta centímetros de cenizas, donde ocultaron el ajuar. Tras ello, aparece un tercer "piso", de distinta época y en el que ya hay (además de los fragmentos de barro) algún molino de piedra y los restos de la cabaña destruida. Sobre este tercero, otros dos niveles más hallaron y que contienen iguales características y objetos semejantes a los que encontraron en el anterior (11) .
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Por lo demás, en su colosal obra TARTESSOS Y EL CARAMBOLO (12) Juan de Mata Carriazo expone de nuevo apliamente unos mismos hechos, teorizando que el ajuar fue ocultado seguramente en un lugar que previamente había sido quemado y destruido. Escribiendo: "Parece evidente que el tesoro no formaba parte original del yacimiento que luego excavamos, pues a la altura del nivel de su hallazgo apareció alterada la estratigrafía, como a su hora explicaremos". Tras ello describe que pese a no corresponder el lugar de enterramiento con un emplazamiento unido propiamente al tesoro, no es menos cierto que entre ambos hay un nexo de coetaneidad y por pertenecer a una misma cultura. Lo que se explica por el igual diseño entre las cerámicas del terreno y las lineas de la orfebrería; tanto como por su contigüidad y parecido entre aquellos objetos de oro y los hallados de barro. Diciendo Carriazo asimismo que: "La forma de ocultación del tesoro, puesto en aquella vasija como en un estuche y enterrado fuera de un nivel arqueológico normal, nos priva de cualquier indicación sobre su destino y modo de lucir tales joyas".
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Lo antes expuesto parece dejar bien claro que relacionar el terreno en el que fue encontrado el tesoro, con el uso o el significado de este ajuar, es más que "poco indicado". Ya que su descubridor consideró con gran criterio, que aquel escondite fue un lugar elegido precisamente para ocultar unas valiosísimas joyas. Abandonándolas así en un emplazamiento tan retirado como alejado de lugares importantes (quizás en lo que ya era un templo semiderruido e insignificante, por entonces). Todo lo que se comprende como un escondite, que de común se busca para evitar las sospechas de los invasores, o de quienes pretenden apoderarse de tan valiosas piezas. Pese a ello, habría que añadir que el hecho de enterrarlas en el monte El Carambolo -dada la visiblidad de aquel-, tiene el sentido añadido de que no se perdieran, al poder localizarse facilmente en caso de que los dueños volvieran al lugar. Ya que es uno de los más destacados cerros sevillanos, donde ocultando el tesoro se buscó un emplazamiento tan seguro como localizable; tanto que hasta hace poco no se halló de nuevo. Aunque allí también quedaba el oro a salvo de las inundaciones del Guadalquivir y de las torrenciales lluvias andaluzas (que provocan fuertes riadas). De cuanto ha de entenderse -al menos yo así lo deduzco-, que este Cerro de El Carambolo fue el elegido para ocultar unas joyas, entre las cenizas de un antiguo templo y en un momento que podemos considerar de guerra, invasión o huida de las gentes que gobernaron durante una época el Bajo Guadalquivir. Personas, sacerdotes o familias a las que pertenecía el ajuar y que lo pusieron de ese modo a salvo, antes de que cayera en manos de sus enemigos.

Por su parte, las fechas de ocultación y las del yacimiento (estratos III y IV) sin duda encajarían con momentos de convulsiones en el Bajo Guadalquivir. Ya que se data durante la época en que los cartagineses y "neofenicios" pudieron volver a Tartessos, para reconquistarlo y subyugarlo. Nos referimos al tiempo sucedido tras un periodo llamado de Argantonio. Momento en que estos turdetanos habrían abierto comercio directo con los griegos, todo lo que se sabe pudieron hacer libremente entre el 672 y el 531 a.C.. Ciento cuarenta años en que las capitales de Fenicia (Tiro y Sidón) fueron asediadas y hasta destruidas por Asiria. Aprovechando de seguro aquella crisis púnica los helenos, para acercarse hasta las fuentes del Guadalquivir y comerciar libremente con sus metales (evitando así el control de quienes se sumían en el caos y la guerra, en sus ciudades principales de Fenicia).
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Tras la irremediable rendición y caida de Tiro y Sidón, Cartago toma la cabeza y el relevo del mundo púnico. Siguiendo a ello, los días de reconstrucción del mundo fenicio; momento en el que observando aquellos como los helenos habían aprovechando su situación de crisis para comerciar libremente por el Mediterráneo, ese "oportunismo" levantaría sus iras. Por lo que se comprende que en estos años los cartagineses comenzaran a atacar las bases griegas occidentales, tanto que en el 531 a.C. habían destruido la flota focense en Córcega y Cerdeña (Alalia). Viniendo los de Cartago seguramente más tarde hasta Tartessos para hacer algo similar. Una venganza llevada a cabo por haberse aliado los tartessios con los griegos, o simplemente para subyugar al Bajo Guadalquivir a su único mercado. Por cuanto lo más posible es que hicieran en las ciudades importantes de Turdetania -que habían comerciado con los griegos-, algo similar a lo realizado con helenos en sus bases (a quienes literalmente despedazaron). Todo con el fin de que Cartago dominara y monopolizara de nuevo el mercado del metal atlántico; hechos que debieron suceder entre el 530 y el 470 a.C. (momento en el que se puede fechar la ocultación del tesoro en El Carambolo).
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, portada del libro de Juan de Mata Carriazo, EL CARAMBOLO; editado por la Universidad de Sevilla en 1978 y donde se recogen varios de los artículos y trabajos que realizó durante los primeros años, el descubridor del fabuloso tesoro -pocos años después de las excavaciones en el cerro-.
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ABAJO: Página 48 del libro antes citado (en portada) donde se encuentra la fotografía de la llamada Astarté del Cerro del Carambolo -agradeciendo a la Editorial y herederos, nos permitan divulgarla-. Esta esculturita el Profesor Carriazo no la considera propiamente perteneciente al resto de la excavación y ni la contempla del todo, como verdaderamente hallada junto al tesoro. Sinó que sobre ella escribe exactamente: "ESTATUITA DE BRONCE, DE UNOS 165 MILÍMETROS, QUE SE DICE ENCONTRADA EN EL MISMO CERRO, POCO ANTES DEL TESORO, HOY EN EN MUSEO ARQUEOLÓGICO DE SEVILLA. ES UNA REPRESENTACIÓN DE ASTARTÉ, SEGÚN LA INSCRIPCIÓN EN EL FRENTE DEL ESCABEL, ARTE SIRIO-FENICIO DEL SIGLO VII A.C., ACASO PROCEDENTE DE MENFIS".
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No queremos quitar una coma ni un punto a lo que redactó Juan de Mata Carriazo, quien claramente expresa de aquella escultura que "se dice encontrada". Frase con la que describe de un modo muy claro su incredulidad o sospechas sobre la procedencia; tanto que incluso añade finalmente el comentario "acaso procedente de Menfis". Quizás intentando expresar su extrañeza sobre la referida aparición de la Astarté, llegada a sus manos por "alguien" que muchos días después de comenzar los trabajos de campo en el cerro, afirmó que la había encontrado en terrenos cercanos al tesoro. Levantando ello tantas sospechas al Profesor Carriazo que expresa que quizás la pieza hubiera sido traida desde Egipto -no se sabe en qué momento: Moderno, antiguo o coetáneo al tesoro...-. Por lo demás, nada añade sobre la estatua en sus estudios; ni en los diferentes artículos de su libro "El Carambolo" y ni siquiera en su gran obra "Tartessos y El Carambolo" (editada ya en 1973).
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Tampoco la incluye entre los hallazgos, las referencias de cerro, ni menos entre los ajuares allí excavados (ni en el Poblado Bajo, ni en las obras del Tiro Pichón). Suponiendo todo ello, que para Carriazo posiblemente se tratase de un objeto que alguien extrañamente le hace llegar en este momento, trás conocerse la noticia y varios días después de haberse hecho famosa la existencia de las joyas. Algo similar a lo que sucede con el Tesoro de Ébora, y quizás aprovechando las circunstancias, haciendo ver que había sido también descubierta allí mismo la escultura (posiblemente para no dar a conocer el verdedero lugar de procedencia, evitando así que otras tierras fueran excavadas). La fama y repercusión que El Carambolo tuvo en toda la prensa mundial del momento, explica por qué en unas mismas fechas también fue entregado al Museo de Sevilla, el Tesoro del Cortijo de Ébora. Que se salva y ponen en manos de Juan de Mata Carriazo, tan solo dos semanas después de conocerse lo sucedido en Sevilla (por mediación de los hijos de la condesa de Lebrija). 

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Para terminar, diremos que tal como recoge Mariano Torres Ortiz -en su magnifico libro Tartessos (pags. 215 y ss, Madid 2002 R.A.H.)- esta Astarté fue dada a conocer por Fernández Chicarro en 1964, pensándose por entonces que se trataba de una Isis de época Saita. Pese a ello, en 1966 el profesor Ferrón pudo leer la inscripción de su pedestal como fenicia y que reza: "Este (ex-voto lo ha) hecho Baal-ytn, hijo de D'M(e)lk(ar) y Abda-baal, hijo de D'M(e)lk(ar), hijo de Yahil para la Astarté de la colina; que ha escuchado la voz de sus plegarias". Palabras que quizás constituyen uno de los primeros testimonios escritos en nuestra Península; refiriéndose probablemente al Cerro sagrado, todo lo que daría como cierta la procedencia desde El Carambolo. Finalmente los estudios sobre la pieza fueron completados por F.Jiménez Ávila en su impresionante estudio sobre Toreútica (R.A.H.; Madrid 2000, pag.448 y ss.); quien la fecha definitivamente entre los siglos VIII al VII a.C., todo lo que cuadra con la datación del yacimiento (estratos III y IV, donde se halló el tesoro) y quizás ratifica finalmente que en verdad hubiera sido allí encontrada -tal como un operario indicó a Juan de Mata Carriazo-.
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B) NUEVOS RESULTADOS EN LAS PROSPECCIONES MÁS RECIENTES DE EL CARAMBOLO: 

. Como decimos, hacia el 2006 comenzaron de nuevo las excavaciones en el Cerro sagrado, con el fin de ampliar los estudios (o para conocer mejor lo encontrado por sus descubridores cinco decenios antes). Ello quizás porque la Astarté de El Carambolo se tuvo desde 1998 como un eje o pilar fundamental, sobre el que se podrían reorientar todas las teorías sobre aquel yacimiento. Tanto que se reconsideró desde 1997 -por las recientes teorías debidas a Belén y Escacena (entre otros)-, que si en aquel lugar había aparecido una figura de la diosa Ishtar-Astarté, el emplazamiento hubo de ser un santuario fenicio y dedicado a aquella divinidad. Todo lo cual es plenamente lógico si en verdad allí se halló la famosa esculturita de la que hablamos. Pero no tanto si ello corresponde a una ocultación de un tesoro y de una estatua, poniendo a salvo estos objetos valiosos. Ye que entonces el emplazamiento no estarían tan ligados ni a este ajuar y ni a esa diosa. Una idea que ya expone Carriazo y que todos comprendemos; pues si queremos enterrar un objeto para que no sea descubierto por un tercero, el peor lugar para hacerlo es e un templo o palacio de importancia y menos el principal, dedicado a aquellas divinidades.
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Por todo ello, el hallazgo en las circunstancias que se produce, plantea un gran problema, como lo es que el tesoro y la estatua estén descontextualizadas. Algo que se muestra porque en todo el yacimiento (incluyendo el del Poblado Bajo) tan solo aparecen estos dos objetos como enseres importantes; pues el resto de lo encontrado son piezas rotas y de poquísimo valor por entonces. Lo que nos hace intuir que estas "dos reliquias" hubieran sido allí llevadas para salvarlas; dado que las joyas y la escultura de Astarté debieron ser en aquel tiempo enseres de una enorme importancia (tanto como hoy lo son). Una teoría que se obtiene como conclusión al observar que -como decimos-, todo lo demás aparecido en El Carambolo apenas son fragmentos de cerámica, pedazos de utensilios metálicos, trozos de molinitos, huesos de animales y cáscaras de huevos de avestruz. Debido a lo que nuestras dudas acerca de la contextualización de el tesoro y de la Astarté dentro del recinto, plantea muchos problemas (máxime cuando las ocultaciones de joyas siempre se realizan el emplazamientos sin importancia, para evitar levantar sospechas). Pese a ello, cuanto exponemos lo razonaremos después de conocer las últimas teorías acerca de El Carambolo, ya antes referidas. Estudios que vamos a resumir desde los principales trabajos que recogen aquella nueva afiliación y que cataloga como púnico al templo que hubo en el cerro, tanto como a sus joyas. Dando como definitivo de que el único mundo que allí existió fue el fenicio y afirmando que nada tartessio puede ser relacionado con el cerro (13) .
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Esta Astarté de la que hablamos es uno de los primeros argumentos esgrimidos actualmente para considerar un "error de clasificación" la catalogación del cerro como tartéssico. Consideración realizada hace más de cincuenta años por investigadores como Juan de Mata Carriazo, Maluquer o Blanco Freijeiro. Opinándose hoy, que aquellos antiguos maestros, en sus estudios olvidaron -o no vieron como suficientemente relevante-, el hallazgo de la estatua fenicia de El Carambolo. Un "olvido o irrelevancia" por parte de los investigadores de hace medio siglo, que como hemos podido leer no es tal; sinó que se trata de una simple incredulidad acerca de la procedencia de esta pieza, que extrañamente días después de comenzar las excavaciones les fue entregada por "alguien". Una persona que afirmaba haberla sacado de las inmediaciones -o junto al lugar- donde se encontó el ajuar, pero sin aportar más datos acerca de aquella.
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Todo lo que como narramos, hizo que dejaran los arqueólogos de hace cinco decenios a esta Astarté en un segundo lugar; algo que con curiosidad leemos viendo las sopechas que la estatuilla levantaba a Carriazo (incluso a Maluquer) -pues nunca se marcó el lugar preciso en el que la famosa figurita había aparecido-. De lo que se entiende por qué el descubridor de El Carambolo (y otros que le seguían) no incluyeran entre las piezas de este cerro a la mencionada pieza de bronce -olvidándola...-. Este hecho, es visto actualmente como un error inicial, del cual derivaría un "mal estudio" y catalogación de aquel yacimiento; tanto como la del tesoro hallado en las proximidades de la estatua. Tanto que se dice textualmente en los más modernos trabajos sobre El Carambolo que ni Carriazo ni Blanco Freijeiro tuvieron en cuenta esta escultura y pese a que el segundo fue "quien imaginó un santuario tartésico ubicado en un asentamiento también tartésico" (...) "no repararon en que el exvoto de Astarté del Museo Arqueológico Hispalense, cuya procedencia es del Carambolo" (14) .
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Sobre estas líneas, portada del mes de Septiembre de 1958 en que se recogen a toda página las joyas de El Carambolo, en el diario THE ILLUSTRATED del periodico LONDON NEWS (tal como la expone el Museo Arqueológico de Sevilla, al que agradecemos nos permita divulgar la foto). Como podemos ver, la repercusión mundial del hallazgo fue inigualable, hecho este que consideraba Juan de Mata Carriazo como un factor decisivo para la "aparción" de otros tesoros -como el de Ébora, encontrado a unos cien kilómetros de distancia y tan solo dos semanas después-. Muy probablemente creyeron que unas circunstancias semejantes fueron el motivo para la entrega de la famosa estatua Astarté; que fué puesta en las manos de Carriazo transcurridos unos días desde el comienzo de los trabajos de campo en el Cerro y diciéndo que había sido hallada allí (antes que el tesoro). Ello, y el hecho extraño de que nadie le explicara las circunstancias y pormenores de esta aparición, creemos que hizo pensar a los arqueólogos de la época que aquella figura no pertenecía al yacimiento.
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Sea como fuere, en mi opinión personal (siguiendo a Carriazo y a Maluquer), todo lo que concierne a El Carambolo parecen ocultaciones sobre un cerrito con un templo "ajeno" a estos valiosos objetos, que serían llevados hasta allí para evitar su expolio -seguramente en un momento de invasiones o guerras-. Pues cuanto se ha hallado en las diversas catas del montículo es muy diferente en su calidad -no en su época- al tesoro y la de la estatuilla de Astarté. Por lo que posiblemente identificar plenamente el yacimiento de El Carambolo con los dos objetos de gran valor en su cumbre encontrados, puede ser un error de concepto (tal como expresaba su descubridor). Ya que las ocultaciones se realizan en lugares que nada -o muy poco- tienen que ver con los enseres que allí se depositan y para evitar que otros los destruyan. Algo que puede comprobarse en cuantos tesoros aparecen así enterrados, cuyos motivos de inhumación son muy diferentes a los que se dejan en cistas (o en recintos funerarios). Por lo que aquellos ajuares escondidos se suelen depositar en templos en desuso, o en recintos sagrados sin importancia (pero bien marcados geograficamente). Lo que sucedió por ejemplo con la ermita de Guarrazar (de Guadamur); población situada en una montaña y a pocos kilómetros de la capital del reino visigodo (Toledo). Cementerio e iglesia sin importancia y donde los monarcas godos -o bien los que cuidaban del tesoro real- deciden ocultar las joyas principales, mientras se supone que huían de la invasión árabe. 
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ABAJO: Tesoro del Cortijo de Ébora del periodo orientalizante, tal como se expone actualmente en Museo de Sevilla (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Esta diadema -junto con algunas piezas más de oro- le fueron entregadas a Juan de Mata Carriazo, tan solo dos semanas después de hallazgo de El Carambolo. Afirmando sus descubridores, que las joyas habían sido halladas en aquellos días; todo lo que se logró recuperar (al parecer) gracias a la intervencion de la familia de los condes de Lebrija. Las sospechas de que el ajuar estuviera en poder de un coleccionista que las considerase del siglo XVII al XIX (o bien árabes) son más que fundadas. Habida cuenta que los modelos de orfebrería española apenas variaron desde estos de dosmil seiscientos años de antigüedad, hasta los que se hacían y lucían apenas hace una centuria. Pese a ello, se trata claramente de un trabajo tartessio "feniciante", datado hacia el siglo Vl a.C.; un periodo de influencia oriental, en el cual ya dijimos que la orfebrería se trabajaba de un modo semejante en gran parte del Mediterráneo. Por lo que esta diadema es muy similar a las joyas coetáneas de Etruria, del Egeo y -obviamente- de Fenicia.
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Tal es la importancia que se da actualmente a este exvoto fenicio de la diosa Astarté, que en base a ella se ha analizado de nuevo el yacimiento de El Carambolo - trabajos que como dijimos, se realizaron menos de un decenio atrás-. Obteniendo sus principales artífices unas nuevas conclusiones, entre las que son de destacar las expuestas por Fernández Flórez, Escacena y Rodriguez Azogue (junto a otros). Escribiendo estos últimos como: "Cuarenta años después de aquella primera intervención arqueológica, la información lograda entonces ha sido estudiada bajo un enfoque teórico y metodológico distinto, y especialmente con hipótesis muy diferentes. Así, en el supuesto ´fondo de cabaña` se ha visto una fosa ritual a la que se arrojaría el ajuar litúrgico ya inútil usado en los ritos de un santuario consagrado a Astarté" (15) . Evidentemente, no queremos entender en esta frase que el tesoro (tanto como la escultura) pudieran tenerse como "material litúrgico" amortizado que se arroja a un basurero ritual; pues es una hipótesis que no puede ser tenida como cierta (aunque se exponga como un hecho, por algunos de los nuevos investigadores de El Carambolo). Ello tan solo por pensar en su valor por entonces, ya que con 2,3 gramos de oro vivía una familia romana en época imperial durante tres meses. Siendo mucho más rica la economía de Roma a la que existía en el siglo VII a.C. en nuestra Península (en la cita 15-b, podremos ver la tasación actual del sueldo romano de unos treinta denarios de plata, que correspondían a un aureus; habida cuenta que un legionario ganaba diez denarios al mes, que equivalía a unos 0,75 gramos oro) (15 b) .
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Pero continuando con los estudios recientes del cerro (de Escacena, Belén, Amores, Rodríguez Azogue, Fernández Flores y etc); los resultados pimeros acerca del llamado "Fondo de Cabaña" son muy semejantes a los de Carriazo, viéndose en aquel como una pequeña sala (en la que se halló el ajuar). Pero a diferencia de este, consideraron Rodríguez Azogue y Fernández Flores trás como sus "últimos trabajos de campo realizados entre 2002 y 2005 han demostrado que el hipotético ´fondo de cabaña` no constituyó en su día más que una fosa irregular a la que fueron a parar los más lujosos elementos amortizados en el uso de un enorme edificio" (16) . Todo cuanto cambiaría el planteamiento y considera aquella habitación donde Carriazo pensaba se había enterrado el tesoro, un simple almacén de objetos litúrgicos usados o un lugar para arrojar los enseres sagrados utilizados y ya en desuso. Algo que haría suponer que un tesoro de estas características pudiera haber sido tirado a un "basurero litúrgico". Un hecho que llegaríamos a pensar de objetos sin apenas valor, pero que nos resulta imposible admitir tratándose de una de las joyas más importantes de su época. Ajuar sin parangón con otros de Fenicia, de Etruria y de Grecia; tan solo comparable con los conjuntos de orfebrería egipcia (por su peso y trabajo). Tesoro de El Carambolo del que nos es impensable hubiera sido arrojado a una fosa, solo por quedar en desuso -máxime viendo su estado y la manera en que apareció (encerrado en un estuche cerámico, tal como describen sus descubridores)-.
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En todo ello, además el posible origen del templo de El Carambolo como fenicio plantea una amplia duda, pues su fundación se realiza en el siglo IX a.C.; es decir casi cien años antes de que haya testimonio alguno de asentamientos púnicos en la zona del Bajo Guadalquivir (17) . Pese a lo que tal como podremos ver en la cita anterior (17) los nuevos estudios han podido reflejar fielmente como se construyó el recinto sagrado (atendiendo a criterios de orientación y arquitectura muy particulares). Asimismo los recientes investigadores han considerado que el Poblado Bajo, es el que abastecía y en el que vivían los que trabajaban en el templo alto del cerro. De lo que aquel "Poblado" sería un simple "barrio" del lugar sagrado que se situaba en la cumbre del montículo (donde fue hallado el tesoro). Siendo así, las dataciones del templo sito arriba -lugar de la aparición de las joyas-, deben marcarse por las de su Poblado Bajo; y como aquel "Barrio" bajo El Carambolo es claramente púnico -no olvidemos que pervive hasta la conquista de Roma-, es evidente que el cerro y su recinto sagrado ha de tenerse como una fundación y un lugares fenicios.
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Evidentemente no vamos a refutar las teorías anteriores, pero se nos hace imposible pensar que un tesoro ocultado en un templo derruido ya en el siglo VI a.C., pudo no ser rescadato jamás por quienes trabajaban en aquel recinto sagrado varios siglos después. Para ello, tan solo seríamos capaces de entenderlo bajo la hipótesis del objeto litúrgico amortizado. Es decir, concluir que el ajuar fue arrojado a un basurero ritual; y a la vez que no se le concediera importancia alguna al oro ( siquiera durante siglos, trás a haberlo depositado allí como un "detritus religioso"...). Pues de lo contario, lo lógico sería haberlo recuperado y fundido (tal como se ha hecho siempre con los metales). Tanto es así, que en otros estudios recientes sobre el cerro se dice que el alto de El Carambolo en épocas del nivel I y II, se convirtió en forja o fundición; donde se observa que antiguos objetos -seguramente litúrgicos- fueron allí mismo "reciclados". Todo lo que explicaría la idea contraria; es decir, que en el santuario del montículo fueron encontrados en cierta época varios enseres (ocultos) y los recuperan. Por lo demás y en lo que se refiere a las dataciones, fechar el alto de El Carambolo en función de su poblado Bajo, creemos que es algo similar a marcar los periodos de un castillo sito en la cima de un monte, conforme a las fechas del pueblo, a las faldas de aquel (pues los poblados sobreviven incluso centenares de años a los templos y a los recintos fortificados sobre ellos).
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, de nuevo una vitrina con fragmentos cerámicos de Periodo Orientalizante, expuestos en el Museo Arqueológico de Sevilla (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía). Los motivos geométricos de las piezas que vemos al fondo, pertenecen al tipo que Juan de Mata Carriazo consideraba como "más importantes que el tesoro", desde el punto arqueológico. No por su valor estético, ni por su espectacularidad; sinó por su tipología propiamente indígena. Al tratarse de unos fragmentos de barro cuyos diseños responden a motivos evolucionados desde la tradición turdetana más antigua, teniendo paralelismos con otras cerámicas descendienetes de las argáricas y de las halladas en los yacimientos del pleno Bronce, en la Baja Andalucía. De ello y del parecido de sus geometrías con parte de los diseños en la orfebrería de El Carambolo, deduce el profesor Crariazo que el tesoro es una obra puramente autóctona -aun contemplando grandes influencias orientales (conclusiones a las que este ilustre arqueólogo, llega en tan solo unos meses, tras el descubrimiento)-.


ABAJO: Un pendiente aúreo, de grandes dimensiones, encontrado en la llamada tumba Regolini-Galassi del yacimiento estrusco de Caere Museo (propiedad del Museo Gregoriano del Vaticano, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). La pieza de orfebre está fechada en el siglo VII a. y aún siendo típicamente estrusca, podemos observar los paralelismos existentes con la joyería tartessia. Tanto en su labor e incluso en su diseño, por lo que es casi igual a algunas de las obras en oro turdetanas coetáneas. Como por ejemplo, a la diadema del tesoro de Ébora, que dos imágenes más arriba tenemos en fotografiada y que podremos comparar con esta de la Italia prerromana. Llegándose pronto a la conclusión de que mucha unión debió de haber entre la cultura etrusca y la tartessia. Quizás al haber sido ambas civilizaciones -tan distantes pero tan conexas-, "fundadas" (o inicadas) por pueblos que huyen hacia Occidente, desde Oriente Medio y tras la llegada del Hierro o de la invasión doria.
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Gentes que al caer Micenas -entre los siglos XII al X a.C.-, en parte hubieron de refugiarse por tierras de Canaan y de Fenicia; quienes en su mayoría fueron absorbidos por tribus judías y por los pueblos canaaneos. Aunque muchos de aquellos que escapaban de las convulsiones e invasiones que la expansión de los Pueblos del Hierro provocaban en todo el litoral y archipiélagos de Asia Menor; se verían abocados a huir hasta lugares más lejanos (como la Italia occidental o la lejana Iberia -por entonces sin apenas colonizadores-). Así se iniciaría la etapa "pre-tartessia" y "pre-etrusca", en un periodo comprendido entre los siglos XI al IX a.C, en el que diversas gentes marineras se irían acercando hasta nuestras costas (y a las de Italia). Unas veces en busca de refugio y las más al encuentro de metales preciosos, del ámbar o de materias primas inexistentes en otras zonas del Mediterráneo.
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Siguiendo con las nuevas prospecciones en El Carambolo, es de enorme importancia una revelación que ofrecen sus más recientes investigadores. Dato que aportan -entre otros- Amores y Escacena, explicando en sus trabajos cómo tras el siglo VIII a.C. en el cerro se desmonta la sencilla construcción, para reconvertirla en un gran templo. Siendo entonces cuando allí se crea un enorme altar con forma de piel de toro y con el diseño idéntico a los pectorales (parecido a otros de la Iberia Sur prerromana, aunque mucho mayor en sus dimensiones). Pectorales del tesoro que para ellos autores serían dos frontiles o enjaezamientos de bueyes, algo que -como repetidamente hemos expuesto- nos resulta muy difícil de admitir, debido al valor y al trabajo de estas joyas (19) . Escacena y Amores, también manifiestan que las joyas habrían sido ocultadas -o enterradas- en un basurero litúrgico del templo (donde depositaban los restos de ofrendas). Una idea que para nada debe variar las hipótesis de Juan de Mata Carriazo, sinó tan solo ampliaría el uso y la disposición de aquel lugar sagrado en que se halló el ajuar. Un recinto con altares piel de toro, que como sabemos -y recientemente se ha podido testificar- perteneció a varias etapas. Entre las cuales se distingue una más antigua, en la que todavia no podemos testificar el culto a esta figura del Keftiu (el pellejo de buey) y en cuyo suelo aprovecharon para ocultar las joyas, haciéndolo bajo las cenizas de el famoso vertedero sagrado.
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Pese a ello -en mi opinión- nunca hemos de considerar como hipótesis cierta, que el ajuar fuera allí arrojado en calidad de un objeto de liturgia amortizado. Es decir, que el tesoro fuera "basura sagrada", depositada de manera ritual en el cenicero del templo, cuando ya dejan de usarlo en las celebraciones. Sinó que -muy por el contrario- aquellas joyas serían ocultadas en este lugar para evitar que fueran descubiertas; aprovechando para ello que ese "fondo de cabaña" tuvo como función desde las etapas más antiguas, ser el "vertedero del templo". Evitándose así que quienes llegaran hasta allí, rebuscaran en un sitio con esa utilidad y entre aquellas cenizas; que por ser de las ofrendas, se considerarían de muy poca importancia. Ello confirmaría que cuanto se arrojaba a este basurero serían los detritus sobrantes de las celebraciones. Unos restos que consisitirían fundamentalmente en trozos de animales sacrificados, piezas quemadas en los pebeteros; e incluso, algunos fragmentos cerámicos (de vasos y exvotos rotos -o perdidos- durante las inmolaciones).
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Todo cuanto en el párrafo anterior exponemos, explicaría la función y significado de lo descubierto por las excavaciones hechas recientemente en el alto Carambolo. Donde ya desde las primeras prospecciones fueron encontrados diversos enseres que rodeaban al tesoro, de muy poca importancia y en un lecho de cenizas. Un contexto del tesoro y la Astarté que se compone de: Huesos de fauna (doméstica), huevos de avestruz, algunos fragmentos de barro y molinillos de mano. Molinos que en mi opinión tendrían un uso igualmente ritual; ya que seguramente sirvieron para triturar los huesos o restos orgánicos, sobrantes de las ceremonias, antes de arrojarlos al vertedero (con el fin de que no se pudrieran, o que no se vieran grandes trozos óseos en un suelo sagrado). Una hipótesis bajo la que comprendemos perfectamente los objetos hallados en el entorno del tesoro. Joyas que a mi juicio nunca podemos considerar como piezas de liturgia amortizadas y tiradas allí. Ya que antes de ello habrían arrojado al lugar miles de enseres cerámicos (que hubieron de utilizar en el templo), tanto como decenas de objetos de metal -lámparas, quemaperfumes y etc- que evidentemente también se usaron en el recinto sagrado.

Por lo demás y acerca de las hipótesis que afirman como un hecho evidente, que quienes habitaron el Poblado Bajo, eran los trabajadores (e incluso los sacerdotes) que atendían al templo del Alto Carambolo (donde se encontró el tesoro). Habríamos de pensar que si estos que vivían en la zona del barrio inferior -bajo el recinto sagrado- eran sus trabajadores, dedicados a un culto y cultura continuadas; es imposible entender por qué nunca recogieron ni recuperaron el tesoro (aunque solo fuera para darle otro uso litúrgico). Todo lo que obliga a concluir que quienes entierran el ajuar no son los mismos -o poco tienen que ver- con quienes habitaron más tarde el Poblado Bajo. Ya que la hipótesis más lógica es concluir que aquellos que depositan allí las joyas, "desaparecen de la escena histórica" y no sobreviven o nunca más regresan a ese lugar (tal como muestra su hallazgo en nuestros días).
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Pese a ello, el Poblado Bajo siguió habitado tras la ocultación -hasta la llegada de Roma-; tanto como el templo estuvo en uso. Aunque aquellos que allí vivieron y siguieron oficiando tiempo después, hubieron de ser gentes totalmente ajenas (lo que se deduce al ser desconocedoras del tesoro oculto). Cuanto decimos se demuestra porque quienes vivían en la zona baja, aunque trabajasen en el templo de El Carambolo, nunca conocieron la existencia de las joyas en "cenicero sagrado". Un hecho que explica por qué jamás las desentierran, ni le dieron uso a tan valioso ajuar (ya que siquiera lo extraen para reciclar su enorme valor en oro). De tal manera, podemos concluir que los continuadores en aquel emplazamiento -del templo y del poblado- eran gentes de algún modo totalmente ajenas al tesoro y muy diferentes a quienes allí lo depositaron -en su categoría social, o bien en su cultura y religión-. Todo lo que explica por qué quienes siguen en aquel recinto sagrado oficiando y en su pueblecito de abajo viviendo, ignoraban la existencia del ajuar (quizás enterrado allí por monarcas -o sacerdotes supremos- de un reino -o de un culto-, que desaparece trás la obligada ocultación).
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Por cuanto decimos, la teoría reciente que nos ha demostrado que aquel otro yacimiento -llamado Poblado Bajo-, fue un barrio donde habitaban los sacerdotes y el servicio del recinto sagrado (alto). De nuevo advierte de una ruptura social o histórica en el momento en que se esconden las joyas. Ya que en aquel instante, quienes entierran el tesoro y los que por entonces habitaban en el templo y en las faldas del cerro, habrían desaparecido. Quizás perseguidos o destruidos por quienes los atacan, acabando con aquellos y desapareciendo gran parte de su poblado, (agredido o incendiado) por los que les obligan a huir y a enterrar las joyas. Lo que sucede en un momento en el que todos advierten existe una destrucción del recinto sagrado, motivo por el cual Carriazo -y otros-, deducen que una élite (en su marcha) decidió ocultar allí el ajuar. Aunque, de haber sido unos mismos sacerdotes y personas, los que continuaron viviendo siglos después en el Poblado Bajo -unos seguidores de un igual culto y religión-; es evidente que estos habrían recuperado el tesoro. Pues sus oficiantes del templo -o bien los moradores del "pueblo bajo"- conocerían la existencia de esos casi tres kilos de oro, entre los escombros, en la parte vieja del templo en el alto de El Carambolo.
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Sobre estas líneas, Antas de Heredade da Candeeira (que contiene el llamado "buraco del alma", realizado por eremitas de Sierra de Ossa, quienes fundaron los conventos jerónimos cercanos). Como decimos en diversas ocasiones, la continuidad en las civilizaciones y su expansión es muy dificil de determinar y delimitar. Tanto más lo es, en sus lugares sagrados y de culto; emplazamientos que se heredan de unas épocas a otras y desde unas religiones a las siguientes. Un ejemplo de ello son los dólmenes que en su mayoría pertenecen a los milenios IV y III a.C. (como el que vemos en imagen), aunque han sido reutilizados en numerosas ocasiones. "Antas" como este, sito junto a Redondo (Portugal), donde podemos ver una "ventana" abierta en uno de sus laterales; orificio denominado "buraco del alma" que durante tiempo los estudiosos consideraban era megalítico, para ser usado como mira -u observatorio- en el estudio de las horas y estaciones. Pese a ello, investigadores posteriores demostraron que aquel agujero fue abierto por eremitas del culto jerónimo que habitaron en el interior del dolmen (durante los siglos XIV y XV). Ascetas que más tarde fundan el convento de San Pablo, situado a pocos kilometros de este megalito y quienes al parecer, realizaron "la ventana" con un uso "doméstico"; para poder vivir en el interior de la habitación pétrea. Por cuanto exponemos, el estudio de los templos y emplazamientos sagrados heredados, es de una gran complejidad. Máxime cuando se trata de montículos y observatorios que -como El Carambolo- dominan y vigían el valle Bajo del Guadalquivir, donde se situó una de las principales ciuades de la Turdetania -como la Spal fenicia (Sevilla)-.
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ABAJO: De nuevo queremos recoger un ejemplo de joyería fenicia que es exactamente igual a la egipcia (pieza fechada en el siglo VI a.C. propiedad del Museo du Bardo, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Se trata en este caso de un Utchat (ojo de Horus) en un anillo montado giratorio de oro, del que nadie pueda afirmar que hubiera sido fabricado en Fenicia, en Cartago o en El Nilo. Pese a ello, y como fue hallado en las ruinas cartaginesas junto a Túnez, su catalogación lógica es la de fenicia; puesto que aunque hubiera sido hecha en Egipto y comprada o exportada por comerciantes púnicos, ello solo no le convertiría en un objeto faraónico, sino también en fenicio. Habida cuenta que la esencia del mundo púnico era la del mercado y el trasvase entre las tierras del faraón, las mesopotámicas y las del Norte o del Occidente Mediterráneo.
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Por ello, un objeto creado en Egipto para ser vendido por los fenicios, pertenece también a la cultura que lo comercia. De un mismo modo que cuanto se fabricó en España durante el periodo colonial, para exportarse a Sudamérica, no es totalmente español, sino más bien "hispano" -o hispanoamericano-. Lo que sucede porque el colonialismo rara vez consigue aniquilar y erradicar totalmente las culturas y civilizaciones que conquista; sino que simplemente las transforma. Más aún en lo que se refiere a la colonización fenicia peninsular, que no debió tener gran fortaleza en la Iberia antigua (al menos hasta la llegada de Cartago). Puesto que no logra ni imponer siquiera su lengua y ha de compartir puertos y comercio, con los griegos y otras gentes asentadas en el litoral mediterraneo.
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C) ALGUNAS CONCLUSIONES Y PREGUNTAS FINALES:
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Para terminar este artículo añadiremos o resumimos unos puntos de importancia y que quedarían sin aclarar en las nuevas teorías e hipótesis acerca de El Carambolo:
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1º- ¿Donde se halló la Astarté exactamente?. ¿En qué lugar y momento encontraron esa escultura?. Una estatuilla sobre cuya procedencia del yacimiento de El Carambolo dudaron tanto los primeros investigadores. De un modo, que ni siquiera la incluyen entre los ajuares del cerro en los primeros análisis. Volviendo a revisar la investigación y a considerarla ya como una pieza a tener en cuanta entre los trabajos de campo de El Carambolo, hacia 1964 (seis años despúes de su aparición en escena), tras leerse su basa en 1966.
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2º- Si tal como se explica ya desde los primeros estudios de Juan de Mata Carriazo, el tesoro fue ocultado en aquel lugar. La unión o identificación del ajuar a aquel al templo, queda bajo múltiples dudas. Ya que normalmente tan solo se contempla un nexo de contigüidad histórica (al ser coetáneas las joyas y el recinto sagrado, pero no más) y no de sedimentación. Es decir, que se duda mucho que las joyas pertenecieran al emplazamiento donde se hallaron.
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3º- ¿Si el tesoro fue allí enterrado para esconderlo, por qué no puede pensarse lo mismo de la figurita de Astarté?. Ello, porque esta escultura y aquel ajuar de oro, son en realidad los únicos objetos de valor encontrados en El Carambolo (donde el resto de enseres aparecidos son cáscaras de huevos de avestruz, huesos de animales, algunos objetos de metal sin importancia y molinitos de mano).
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4º- ¿Si el tesoro de El Carambolo es fenicio, por qué no hay paralelos de este -iguales o semejantes- en Fenicia ni en Cartago?.

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5º- ¿Por qué no se ha evaluado en los recientes estudios, la cerámica orientalizante aparecida en las inmediaciones del tesoro; como muestra de la cultura a la que pertenece el ajuar?. Habida cuenta, que tal como decía el profesor Juan de Mata Carriazo, los objetos de mayor valor cultural encontrados en El Carambolo, son estos fragmentos cerámicos pertenecientes a la cultura del Bronce Bajo de Andalucía, muy semejantes a los de Chipre (que practicamente no se dan en otras zonas del Mediterráneo). Una cerámica heredera de El Argar y de la que se hace en el Sur de la Península desde el siglo X a.C., que corrobora -según Carriazo- la catalogación como tartéssico del tesoro (coetáneo a aquellas piezas de barro bruñidas y de estilo semejante al cretochipriota).
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6º- ¿El tesoro de El Carambolo es fenicio por haberse encontrado la Astarté en sus inmediaciones o por paralelos con joyería púnica?. Creemos que tan solo el hallazgo de la famosa estatuilla, es del que deriva la nueva investigación hacia las conclusiones últimas; estudios que lo unen tanto al mundo fenicio, como para juzgar que en el santuario y en el ajuar de oro del cerro no hay nada de autóctono (o de tartessio).
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7º- Si aplicamos esta forma de juzgar los emplazamientos, en los que un culto o una religión implican la pertenencia obligada de aquel lugar a una misma civilización. ¿El Vaticano no sería un templo judio? Ya que hebrea es en origen y culto la religión cristiana. ¿La catedral de Guadalupe en México ha de considerarse totalmente española, sin tener nada que ver con la cultura hispano-americana? Puesto que allí se rinde devoción a una forma de aquella virgen extremeña. Incluso: ¿Las banderas de los paises nórdicos europeos indican claramente que eran tierras del Imperio Romano? Al aparecer en ellas la cruz como insignia o emblema principal (lo que realmente sucede por haberse unido muy tardíamente al cristianismo, sin haber sido romanizadas). Como explicamos, si consideramos que la aparición de un culto ajeno, indica la desaparición de una civilización mixta, tan solo habrá dos o tres propiamente dichas: La egipcia, la mesopotámica y la helena (pues el resto de culturas mediterráneas -o de Asia Menor- nacen por influencia de aquellas).
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8º- Finalmente: ¿Por qué no existe la voz "feniciante" o "feniciado", mientras sí se dice romanizado, romanizante, helenizado o helenizante?. Quizás porque se quiere ver como fenicio todo cuanto se hizo en el lugar visitado por aquellos; sin observar que cuando colonizaron hubieron de "feniciar", tanto como los griegos "helenizaban".
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Trás efectuarnos estas ocho preguntas, seguiremos con el estudio de las últimas investigaciones en El Carambolo, durante nuestros siguientes artículos.
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BAJO ESTAS LINEAS: Fotografía del Profesor Juan de Mata Carriazo, en los años en que descubría y excavó El Carambolo. Apasionado estudioso y amante de la civilización tartessia (que él escribía con una sola "s"), aportó un gran avance en sus investigaciones. Actualmente se pretenden desmentir o desmitificar en parte estas teorías, apuntando a que realmente El Carambolo pertenece al mundo fenicio. Algo que quizás nace desde áreas que no aman suficientemente a Tartessos... . Y es que para estudiar una cultura hay que quererla y admirarla, pues de lo contrario nada de lo suyo nos resultará verdaderamente valioso o interesante, ni menos original, relevante y auténtico.
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CITAS:
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(1): TARTESSOS Y EL CARAMBOLO Juan de Mata Carriazo; Madrid 1973 (Patronato Nacional de Museos). Pag. 170 y ss.
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(2): ALICIA PEREA, "Orfebrería Prerromana" (Madrid 1991), Capítulos referentes al oro durante el Periodo Orientalizante. MARIANO TORRES ORTIZ, "Tartessos", Real Academia de la Historia, Madrid 2002, Capítulo ORFEBRERIA, IX (pags 229 y ss).
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(3): Excavaciones en el Carambolo, cap II, 1963 de "TARTESSOS Y EL CARAMBOLO", J. de M. Carriazo // Universidad de Sevilla, 1978 // Dice textualmente en su página 29 : "Pero no son las joyas, acaso, las que más nos ayudan a discernir los caracteres de lo tartésico (...) Es, sobre todo la cerámica (...) tartesias y turdetanas (...) mientras por un lado enlazan con las eneolíticas y argáricas (...) mediante sus coincidencias con el mundo oriental, sobre todo chipriota, documentan el papel exacto de las colonizaciones" y el "Panorama arqueológico de la Baja Andalucía" .
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(4): Excavaciones en el Carambolo, cap II, 1963 . El hallazgo lo relata como enterrado en la cumbre del cerro, el interior del llamado Fondo de Cabaña, dentro de un gran plato hondo, del que se recuperan fragmentos. "Como la corona de la colina había sido terraplaneada para las primeras instalaciones del Tiro Pichón, no podemos saber a qué profundidad de la superficie se hizo la ocultación (...) Luego se ocultó después de arruinadas las construcciones antiguas y probabalemente poco después."-pags. 42 y 43 op cit (3)-
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Describiendo: Un gran fondo de cabaña, oblongo de unos 6 metros de largo por 4,5 de ancho. Todo ello rodeado de restos del edifico quemado y pilares o muros de adobe, casi perdidos pero reconocibles por su color rojo. Aparecieron junto a las joyas, fragmentos cerámicos múltiples, dos puntas de flecha, varios elementos como fíbulas y clavos, tres molinos de mano, cáscaras de huevos de avestruz y cáscaras de moluscos, un punzón de hueso, una pieza ovalada, una especie de cuchara, y finalmente gran cantidad de huesos de animales (268 de oveja, 193 de bueyes, 82 de cerdos, 18 de ciervos, 15 de liebres, 11 de aves, 2 de equino y 2 de rata, 1 de perro y 1 de gallina). "Pero el botín más importante de la excavación del fondo de cabaña sobre el que se depositó el tesoro (...) fue la cerámica obtenida en una cantidad y en una variedad casi increibles" (cree que es más importante este hallazgo incluso que el del tesoro) (pags. 43 y 44) la clasifica como "gris ampuritana", de retícula bruñida y la que denomina él como "cerámica pintada tartesia o bien estilo El Carambolo" ; fechando la cerámica entre los siglos VIII al VI a.C. (pag. 45) -op cit (3)-
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(5): Habla de cuatro niveles del terreno en los que los muros se superponen. Inicialmente parece que el lugar tuvo 25 x 10 metros y luego llega a los 400 metros cuadrados. "Los cuatro niveles suman un potencia que varía ente los dos y tres metros" (pags 46 y 47)-op cit (3)-.
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(6): - Las cerámicas aparecidas en el Poblado Bajo, nada desmerecen comparadas con las que rodeaban el ajuar. Entre los huesos hallados en este poblado tartessio, se ha identificado uno de un nonato humano -pag. 48; op cit (3)-. (sobre el dato anterior, añadiños que era costumbre tipicamente etrusca la de enterrar infantes bajo las casas, principalemente si eran niños de muy corta edad, o no nacidos).
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(7): "Lo más importante es la cerámica, ninguna posterior a la Primera Edad del Hierro, juzgando a primera vista. Hay una cerámica de aspecto semejante a la pulimentada de la Edad del Bronce, otra parecida a la más antigua cerámica celta y algún asa de aire púnico; entre otros muchos fragmentos atípicos y tosquísimos. Ni un solo fragmento romano ni del conocido tipo ibérico de Andalucía" (pag 61) Un tesoro digno de Argantonio; ABC DE SEVILLA 1958 -idem op cit (3)-;
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(8). En el estudio antes citado, Carriazo continua escribiendo:"han salido en el yacimiento de El Carambolo fragmentos de otras especies hasta ahora desconocidas, cuyo estudio nos apasiona en estos momentos tanto o más que el mismo tesoro" (...) La más importante que describe ampliamente "Ni nosotros ni los arqueólogos que la han visto hasta ahora -algunos especialistas muy reputados- le encontramos parecido con ninguna otra cerámica conocida. Es un mundo nuevo que se nos desvela y que armoniza muy bien con el geometrismo de sus joyas" (pags 61 y 62, op cita 3).
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(9): "Por encima de las afinidades hallstátticas y orientales, demasiado evidentes (...) se hace imposible no relacionar el yacimiento de El Carambolo con el rico emporio de Tartesos, localizado en el Valle inferior del Guadalquivir y cuyo contenido arqueológico permanece aún desconocido" (...) "El nuevo tesoro ha sido ya calificado con las atribuciones más diversas: Asirio, egipcio, púnico, celta, incásico y visigodo" (pag 62, op cit 3)
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(10): Un Tesoro digno de Arganthonio (de ABC Sevilla 1958). Expresa:"lo primero que se encontró, casi a ras de suelo fue uno de los brazaletes y luego, a poca distancia, en un recipiente de barro más enterrado, el resto de joyas. Tuvimos conocimiento oficial del hallazgo dos días después e inmediatamente emprendimos la excavación" (...) "lo hemos realizado con el mayor empeño, durante veinte días, hasta dejar plenamente explorado el recinto disponible" (...) "El tesoro estaba encima de un fondo de cabaña, con un lecho inferior de hasta 70 centímetros de cenizas y luego adobes calcinados" (...) "Ha salido una cantidad fabulosa de cerámica, toda rota de antiguo y casi nada más. Apenas dos puntas de flecha pedunculadas de cobre o bronce, del tipo de un lote de 30 que aparecieron hace mucho en un túmulo llamado Cueva de la Pastora (cosa de tres kilómetros en linea recta desde el lugar del tesoro); otros pequeños fragmentos del mismo metal muy oxidado, y una pequeña masa amorfa de hierro, al parecer. Y luego, una paleta de barro cocido de tipo eneolítico y algunos fragmentos de huevo de avestruz." (pags 60 y 61)
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(11) El cerro de El Carambolo (1969) -Op cit. (3): Narra como hay dos zonas de excavaciones, una en el entorno del tesoro, en cuya parte baja aparece el llamado Fondo de Cabaña; y otra en la ladera norte del cerro y bajo el tiro pichón, en el llamado Poblado Bajo "que desaparece antes de la conquista romana. Su excavación está apenas iniciada, mientras que el fondo de cabaña de la cumbre del cerri esta agotado." (pagas 106 y 107). Por su parte, desde la pag 113 narra EXCAVACIÓN DEL FONDO DE CABAÑA: Explica lo que encontraron junto a Maluquer en los estratos I y II que son: Materiales cerámicos, molinos de mano y huesos (cerámica estilo Carambolo e incluso otra de tipo eneolítico) (pag 116). Añadiendo: "El nivel III en cambio fue resolutivo. Estaba formado, al parecer, por los materiales resultantes de la destrucción por fuego de las paredes de la cabaña. Lo integraban pellas, trozos de cerámica, paredes y techos; numeroso huesos de animales (algunos quemados), molinos de mano y sobre todo cerámica abundante". (117) (...) "El nivel IV o inferior, es un estrato de cenizas que alcanza hasta 70 ctms. de potencia en el extremo oriental y 30 en el occidental, debajo de donde apareció el tesoro." Allí es donde se halla en gran abundancia la cerámica estilo El Carambolo, la mayor parte de retícula bruñida, menos fragmentadas que en los niveles superiores (pags 117 y 118)
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- AJUARES DEL FONDO DE CABAÑA (descrito en las páginas 118 y ss): a) En metal, dos puntas de flecha, seis u ocho barras de cobre, un aro y varios clavos de cobre, Una masa amorfa que parece hierro. // b) En piedra: Molinos de mano, Una placa de arquero, varios elementos de sierra u hoz y algunas lascas de silex // c) Huesos de animales // d) Conchas de moluscos // e) Huevos de avestruz // f y g) Barro en objetos toscos y Cerámicas del tipo descrito (pags 118 a 120)
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(12): TARTESSOS Y EL CARAMBOLO Juan de Mata Carriazo; MAdrid 1973 (Patronato Nacional de Museos). Nos dice: "Parece evidente que el tesoro no formaba parte original del yacimiento que luego excavamos, pues a la altura del nivel de su hallazgo apareció alterada la estratigrafía, como a su hora explicaremosL; pero no es menos evidente el conjunto de afinidades que ellazan el yacimiento con el tesoro, mucho más que por la inmediata contigïuidad" (pag 126)(... ) "La forma de ocultación del tesoro, puesto en aquella vasija como en un estuche y enterrado fuera de un nivel arqueológico normal, nos priva de cualquier indicación sobre su destino y modo de lucir tales joyas". (pag 126)
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- CAPÍTULO II: EL FONDO DE CABAÑA DE EL CARAMBOLO pag188 y ss.

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(13) Nos basaremos en los trabajos de JOSÉ LUIS ESCACENA CARRASCO;
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FERNANDO AMORES CARREDANO; ÁLVARO FERNÁNDEZ FLORES y ARACELI RODRÍGUEZ AZOGUE.
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(14): Según Carriazo, "la idea de que allí existió un templo fue adelantada en realidad de forma explícita por A. Blanco Freijeiro (1979: 95-96), quien imaginó un santuario tartésico ubicado en un asentamiento también tartésico. Pese a reconocer las fuertes influencias orientales, especialmente en el tesoro que dio fama al yacimiento, no reparó en que el exvoto de Astarté del Museo Arqueológico Hispalense, cuya procedencia del Carambolo él mismo aclaró (Blanco 1968: nota 5), sugería vínculos fenicios. Contaba con tanta fuerza el axioma "fenicios en la costa/tartesios en el interior" Pag. 1 (5) SOBRE EL CARAMBOLO: UN HÍPPOS SAGRADO DEL SANTUARIO IV Y SU CONTEXTO ARQUEOLÓGICO // Archivo Español de Arqueología 2007, vol. 80, págs. 5-28 ISSN: 0066 6742 // JOSÉ LUIS ESCACENA CARRASCO Universidad de Sevilla // ÁLVARO FERNÁNDEZ FLORES y ARACELI RODRÍGUEZ AZOGUE
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(15): Idem (14) pag 2 citando a : Belén y Escacena 1997; pag 114.
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(15 b): Acerca de esta tasación del Tesoro de El Carambolo ajustada a época romana y en la que fue hecho (hacia el siglo VII a.C.) ya hemos hablado en varias entradas. Pudiendo entenderse facilmente su valor si partimos de la base de que un legionario imperial cobraba diez denarios al mes, lo que se correspondería con unos mil euros de hoy. Por todo cuanto se puede deducir que si en tiempos de Roma -cuando las gentes eran mucho más ricas que en el de Tartessos-, un kilo de oro equivalía a cuatrocientos meses de salario (36 años de trabajo; todo lo que una persona ganaba en su vida). Se deduce que los tres kilos que pesa el ajuar de El Carambolo pudieron ser en época imperial, lo que a día de hoy son al menos 1.200.000 euros. Ello si tasamos el tesoro en valor de Roma, una época en la que el oro bajó mucho y las gentes fueron muy ricas; porque si ponemos su valor en relación al precio de la vida del siglo VII a.C., habría que apreciarlo al menos en el doble. A ello habría que sumarse el trabajo de orfebrería y esmaltes, todo lo que supone entre dos y tres millones de euros (mínimo) su valor en la época. Objetos que sí es normal ocultar en caso de asedio o de guerras, pero nunca puede considerarse que fueran tirardos a un basurero litúrgico, al quedar en desuso.
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(16): Ver cita (15 b) en la que comorenderemos que es imposible pensar que objetos como el tesoro fuera arrojado a un basurero en calidad de enser litúrgico amortizado. Es más, su estado era perfecto al ser hallado y tan solo fue roto en algunas piezas, cuando los albañiles que lo encontraron quisieron comprobar que era de oro (doblándolo). Por lo demás y tal como dice Carriazo, estaba depositado un eun vaso cerñamico que a modo de estuche lo conservó y cuidó para que llegara intacto hasta nosotros. Pese a ello parece que a idea de Fernández Flores y RodrígezAzogue es otra, expresando que: "No obstante, estos últimos trabajos de campo realizados entre 2002 y 2005 han demostrado que el hipotético "fondo de cabaña" no constituyó en su día más que una fosa irregular a la que fueron a parar los más lujosos elementos amortizados en el uso de un enorme edificio –en su máximo desarrollo contó con casi 4.500 m - cuya función fue evidentemente la de santuario" (Rodríguez Azogue y Fernández Flores 2005). Idem (14) pag 3
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"Las excavaciones recientes en la parte superior del cabezo, en las que entraremos de forma más pormenorizada, han afianzado la interpretación del Carambolo como recinto de culto (Fernández Flores y Rodríguez Azogue 2005). Según estas intervenciones, el edificio comenzó como una humilde estructura rectangular con eje longitudinal este-oeste subdividida en tres espacios: un patio y dos estancias cubiertas al fondo de éste. Luego, esta primera construcción conoció varias remodelaciones que agrandaron el conjunto y lo dotaron de más lujo, hasta el punto de constituir hoy el mayor recinto religioso conocido del Hierro Antiguo hispano. El exvoto de Astarté procedente del Carambolo..." IDEM (14) pag 1.
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Algo muy simlar expresan Escacena y Amores en: REVESTIDOS COMO DIOS MANDA. EL TESORO DEL CARAMBOLO COMO AJUAR DE CONSAGRACIÓN JOSÉ LUIS ESCACENA CARRASCO y FERNANDO AMORES CARREDANO // SPAL 20 (2011): 107-14
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(pag 1) donde escriben:"Tenido de siempre por asentamiento tartésico (Carriazo 1970; 1973), a finales de los noventa del pasado siglo nuevos planteamientos teóricos y metodológicos vieron ya en él, por el contrario, un santuario fenicio fundado a la vez que la propia Sevilla (Belén y Escacena 1997: 109-114). Con las excavaciones recientes, realizadas entre 2002 y 2005, se ha podido verificar esta segunda hipótesis (Fernández Flores y Rodríguez Azogue 2005a, 2005b, 2007; Rodríguez Azogue y Fernández Flores 2005)".
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(17): "La construcción conocida ahora en el Carambolo Alto comenzó con un recinto mucho más pequeño, que, con sólo tres estancias, presentaba en conjunto una estructura rectangular orientada según el eje marcado por el orto solsticial de verano y el ocaso solsticial de invierno, con entrada por el este. Antes, el terreno fue velado y posiblemente purificado mediante la quema ritual de la superficie que iba a ocupar el recinto sagrado. Tal preámbulo ocasionó unos filamentos de carboncillos que han suministrado una fecha radiocarbónica calibrada del siglo IX a.C, casi cien años anterior a la que se tenía tradicionalmente como comienzo de la colonización fenicia en el Guadalquivir inferior". Idem (14) pag 3.
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"La primera ampliación de esta estructura más antigua corresponde al Santuario IV. La modificación consistió en levantar un edificio simétrico que tenía como centro y fondo el templo prístino, convertido ahora en patio. Así, surgieron al sur y al norte respectivamente de este nuevo patio dos habitaciones alargadas que contaron en su día con hogares y otras estructuras relacionadas con el funcionamiento cotidiano de un santuario: un horno, vasijas entibadas, hogares, molinos, etc. (...) Repintado y agrandado poco a poco, este mismo altar pervivió en la fase siguiente (Santuario III), en la que se añadió al complejo un gran espacio abierto de entrada pavimentado con guijarros de cuarcita"; Idem (14) pag 11.
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Por su parte, Escacena y Amores (18), pag 6; dicen al respecto que: "El edificio se inició como una sencilla estructura rectangular con eje mayor este-oeste y dotada de tres espacios internos: un patio y dos estancias cubiertas al fondo de éste. Se accedía al recinto por la fachada oriental, que disponía de una pequeña puerta con una suave rampa para subir hasta el umbral desde el exterior y con dos escalones para bajar al interior. Tanto el umbral como los dos peldaños internos se pavimentaron con conchas marinas del género GLYCYMERIS. Cada habitación del fondo del edificio disponía de un acceso independiente desde el patio. Aunque estas dos capillas aparecieron destruidas parcialmente por obras modernas (...) Los análisis radiocarbónicos sitúan este templo más arcaico, levantado sobre un cabezo entonces deshabitado, en la segunda mitad del siglo IX a.C., y desmontan por tanto la línea historiográfica que sostenía la existencia en aquel emplazamiento de un poblado indígena a la llegada de los primeros influjos fenicios"
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(18): "quienes intuyeron que todo el Carambolo pudo ser un santuario oriental, y nunca un asentamiento perteneciente a la comunidad autóctona, acumularon pruebas a favor de la nueva interpretación del yacimiento (Belén y Escacena 1997: 109-114; Izquierdo y Escacena 1998). En este contexto, la zona denominada "Carambolo Bajo" habría sido en su día, en realidad, básicamente un barrio de servicios originado al calor del templo. Por tanto, no estaríamos tanto en un poblado con su templo como en un templo con su poblado"
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REVESTIDOS COMO DIOS MANDA. EL TESORO DEL CARAMBOLO COMO AJUAR DE CONSAGRACIÓN JOSÉ LUIS ESCACENA CARRASCO y FERNANDO AMORES CARREDANO // SPAL 20 (2011): 107-14 (pag 3)

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.(19) Por lo demás, se añade por Escacena y Amores el dato importante de los altares en forma de piel de buey, con las palabras: "En momentos posteriores, ya del siglo VIII a.C., se desmonta esta sencilla construcción (...), (se hace un gran templo con el altar de fortma piel de buey) (...) Parecido al de Caura y a otros muchos altares protohistóricos hispanos que siguen este modelo de piel de toro extendida, este altar del Carambolo es, en cambio, de silueta más esquemática, y sobre todo de mayor tamaño que todos los hallados hasta la fecha en el área tartésica; además, en casi todas sus características similar al diseño de las dos piezas, conocidas comúnmente con el nombre de `pectorales´" Idem (18) pags 6, 7 y 8.
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