lunes, 1 de julio de 2013

ORÍGENES PENINSULARES, ATLÁNTICOS E INFLUENCIAS ANATÓLICAS, EN EL TESORO DE "EL CARAMBOLO" -de "El frigianismo en la Cultura Ibérica", capítulo 13º (Parte LXXXII de: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-.

ÍNDICE GENERAL: Pulsando la siguiente linea azul se llega a un índice general del blog. En el que se contiene las más de cien entradas que hasta ahora hemos subido. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/indice-de-entradas-con-algunas.html
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, portada de la Revista Arqueología en un número especial que dedicó enteramente al "Oro en la España Prerromana" (hace unos veinticinco años). Ejemplar monográfico de la revista que magníficamente dirigió Juan Antonio García Castro, y que trataba con una gran profesionalidad y acierto el trabajo de los metales preciosos, en la Iberia anterior a la dominación romana. Recogiendo entre sus páginas un dossier fotográfico que prácticamente reproducía todas las piezas importantes de los tesoros "ibéricos" hallados. Por su parte, el texto resume en breves capítulos practicamente cuanto entonces se conocía sobre el oro en nuestra Península antes de la llegada de Roma; conteniendo mapas, gráficos y una documentación inigualable sobre el tema. Como decimos, la labor de Juan Antonio García de Castro al frente de esta Revista Arqueología durante más de dos decenios, fue inimaginable; publicando números en los que se aportaba una documentación valiosísima y muy útil para cuantos amábamos el Mundo Antiguo.
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EN LA PORTADA DE LA REVISTA ARQUEOLOGÍA: Fotografía del tesoro de Cadas de Reyes (en el Museo de Pontevedra), fechado entorno al 1550 a.C.. A continuación tratamos acerca de la datación de este tesoro y sobre algunos aspectos que lo relacionan con el oro llamado de "periodo ibérico".
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BAJO ESTE PÁRRAFO: Puntas de flechas, junto a piezas de oro en láminas y anillas, de la Edad del Bronce -hacia el 1300 a.C.-. Fondos procedentes de un hallazgo alentejano, propiedad del Museo Arqueológico de Ébora, Portugal (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). A nuestra derecha -en la foto-, podemos ver el las formas comunes del trabajo de oro durante la Edad del Bronce peninsular. Una labor basada en el "batido en frio" remachado, obteniendo hilos o bien realizando anillas en espiral, tanto como placas planas formadas a golpe de tas. Planchas remachadas con las que montaban principalmente diademas y "coronas" -como las caracterísiticas de El Argar-; construidas con tiras de oro y que se usarían cual símbolos sagrados o de poder. Dichos trabajos de oro en frio, comienzan en el calcolítico peninsular, aunque se desarrollaron fundamentalmente a mediados del II milenio a.C.. Una labor de batido y remache que queda obsoleta con la llegada de nuevas técnicas de orfebrería a nuestras tierras, lo que sucede desde fines del II milenio a.C.. Desarrollándose por entonces en Iberia unas formas novedosas de trabajar el oro, consiguiendo ya piezas realizadas en fundido y a la cera perdida. A continuación tratamos sobre esta época y acerca de las técnicas del oro prerromano, antecedentes directos del tesoro de El Carambolo.
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A) EL TESORO DE "EL CARAMBOLO" Y SU RELACIÓN CON ORO EN LA EDAD DEL BRONCE:
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Antes de comenzar a tratar del oro en la Hispania anterior a Roma, hemos de hablar sobre dos obras que a fines de los años ochenta y comienzos de los noventa, presentaron los aspectos de la joyería en la Península durante la Edad del Bronce y Hierro de un modo admirable. Nos referimos primero, al resumen que dirigió Juan Antonio García de Castro en la Revista Arqueología (cuya portada hemos recogido en imagen superior), tanto como al libro un poco posterior de Alicia Perea, intitulado "Orfebrería Prerromana" (1) . En ambos estudios, podremos encontrar un minucioso recorrido acerca del trabajo de oro en la Península, desde sus comienzos y hasta la dominación cartaginesa. Una historia áurea que comprende principalmente todo el II milenio a.C. y termina con la orfebrería del siglo III a.C.; en la que vemos como hay tres épocas fundamentales en el trabajo de los metales preciosos de nuestras tierras:
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1º-Primeramente el calcolítico y la Edad del Bronce; época que en la Península comprende aproximadamente del 2700 al 1200 a.C. y etapa durante la que trabajaron este metal precioso en frio, batiéndolo y sin fundir. Realizando preferentemente placas y anillas en espiral (a baja temperatura y simplemente por calentamiento), tanto como algunos brazaletes o colgantes remachados a martillo. Piezas del tipo que hemos visto en la anterior imagen (de Ébora), siendo muy comunes las diademas o broches formados con placas. Entre las joyas de esta época, destacaríamos el "extraño" tesoro de Caldas de Reyes, que curiosamente es fundido pese a datarse a mediados del siglo XVI a.C. -más adelante tratamos acerca de este conjunto de Ponteverdra cuyas fechas no nos encajan en tipo de trabajo, ni en el conjunto de la orfebrería nacional-..
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2º-En segundo periodo de la joyería peninsular se produce durante el Bajo Bronce, que se fecha comunmente entre el 1200 y el 750 a.C. Etapa de gran expansión en el trabajo de oro en nuestra Península, tanto que han aparecido muestras de su joyería en gran parte del territorio nacional. Aunque las zonas donde se han hallado tesoros correspondientes a esta época, son principalmente aquellas muy ricas en minas de metales preciosos (fundamentalmente el litoral atlántico). Las piezas áureas elaboradas durante estos siglos serán ya fundidas y trabajadas a la "cera perdida", con una calidad y perfección inigualable (en mi opinión tan solo comparables a las de Mesopotamia y Egipto). Pese a todo, es mi criterio que quizás habríamos de avanzar y cerrar más en el tiempo la datación de las joyas de esta segunda época, pensando que muy posiblemente se hubieran de fechar entre los siglos XI y el VIII a.C. (no tanto desde el XIII a.C.). Siendo coetánea esta orfebrería peninsular del Bronce a los tiempos en que los micenios y los habitantes de Anatolia huyeron de sus tierras conquistadas entonces por los "hombres de el Hierro" (dorios, Pueblos del Mar, neohititas, asirios y etc, que expulsaron de sus lugares de origen a los herederos de civilizaciones del Bronce).
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3º- En tercer término, hay un último tramo histórico en la orfebrería prerromana hispana; época que comprendería desde el final del Bronce hasta la caida de Cartago. Es decir, desde mediados del siglo VIII, hasta finales del III a.C.. En esta etapa que muchos llaman de orfebrería propiamente ibérica, en verdad se desarrollan las influencias más orientales, que principalmente son de dos tipos: Greco-anatólicas y fenicias. Apareciendo por entonces el granulado y la filigrana (tan típicamente fenicias), tanto como la orfebrería de cordones de oro, las decoraciones hechas con hilos trenzados y todo tipo de adornos egeos (o griegos). Pudiendo distinguirse en este tercer periodo tres tipos muy diferenciados de joyería en la Península: La púnica -que apenas se diferencia de la que se crea en Tiro, en Sidòn y posterioemente, en Cartago-. La greco ibérica (muy semejante a la que existe en tiempos coetáneos en EL Egeo o en la Hélade e islas adyacentes). Y finalmente, la orientalizante (que predomina en Tartessos); que recoge o aglutina aquellas piezas cuyo paralelo no existe en Oriente, aunque su inspiración claramente procede de las gentes del Levante Mediterráneo (quienes colonizaron nuestras tierras desde el siglo VIII y VII a.C.).
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A este último tipo correspondería el Tesoro de El Carambolo del que Alicia Perea escribe: "para el que simplemente no existen paralelos próximos orientales y sin embargo se han pretendido encontrar multitud de paralelos mediterráneos" (2) . Con esta última y sabia frase de Alicia Perea podemos dar comienzo al análisis de El Carambolo y sus posibles orígenes e influencias. Considerando que en realidad este tesoro debe tener influjos púnicos, anatólicos, griegos e ibéricos (o peninsulares de El Bronce); una amalgama de estilos y formas diferentes de trabajar el oro, que darían como resultado esta maravilloso ajuar que sin duda debió de pertenecer a un personaje de gran relevancia tartéssico.
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Sin atrevernos a decir que aquellas piezas halladas en el cerro cercano a Sevilla (con forma de carambolo), eran el "tesoro real de los Artganthonios". Si creo firmemente que aquellas joyas fueron fundidas en tiempos de esa dinastía filohelena de reyezuelos (o monarcas) que gobernó el Bajo Guadalquivir entre el 670 y el 535 a.C. -un periodo de decadencia fenicia, y en el que los griegos pudieron comerciar directamente con Tartessos-. Por cuanto considero nos es posible afirmar -como teoría propia-, que en las joyas de El Carambolo se representan "los bueyes de Gerión". Bóvidos del rey de Tartessos figurados en esos dos pectorales o frontiles, con forma de piel de toro. Pellejo de bóvido en metal que como sabemos era el símbolo de la riqueza, del dinero y de la pecunia (tal como su nombre indica -de "pecus" = animal-). Unos bienes que se medían en cabezas de ganado y que se tasaron en ponderales numismáticos o metalúrgicos, con la efigie o la figura de un toro. Un diseño a modo de piel de buey que se correspondía con el lingote egeo más antiguo y que sin duda alguna creemos simbolizan aquellos bueyes del rey de Tartessos (Geriones). Toros que roba Heracles (los griegos) en un mito que nos narrá "el trasiego" de metales que los helenos realizan desde el Bajo Guadalquivir hasta sus tierras. Logrando durante una época hacerse con el mercado del cobre, estaño, plata y oro del Atlántico. "Hurtándolos" de Tartessos, tras evitar el control de Fenicia que por entonces estaba en una gran decadencia (entre el 670 y el 535 a.C., periodo de los diferentes asedios de sus capitales, Tiro y Sidón)
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Sobre estas líneas, el brazalete de Estremoz, hallado en esta ciudad portuguesa sita en las cercanías de la frontera con nuestra Extremadura. Agradecemos al Museo Arqueológico Nacional nos permita divulgar la fotografía de la pieza en su propiedad, fechada en el Bronce Final -comunmente considerada de los siglos XIII al X a.C.-. Pese a ello y a mi juicio, hemos de pensar que este tipo de joyas pudieron ser fruto de las influencias de gentes venidas en los comienzos del Hierro oriental. Migraciones llegadas desde el otro lado del Mediterráneo, buscando el oro y la plata de nuestras tierras, provocando en la Península aculturaciones que habrían dado lugar a este tipo de orfebrería maravillosa. Todo lo que e mi opinión personal pudo darse en un tiempo más tardío al comunmente aceptado, habiendo de datarse qquizás estas piezas como la de Estremoz, en fechas comprendidas entre el siglo IX y el VIII a.C.. Algo que concordaría con un tiempo coetáneo para la orfebrería Atlántica, como la de Galicia o de las Islas Británicas, cuyas joyas son muy semejantes a las del Alentejo y otras zonas de Iberia. Por su parte Juan de Mata Carriazo, ya en 1973 afirma que aquella orfebrería occidental es el antedecente directo del oro "tartesio" (concretamente del tesoro de El Carambolo. EL CARAMBOLO 1973; Juan de mata Carriazo, pags. 170 y ss)-
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BAJO ESTE PÁRRAFO: Uno de los brazaletes del Tesoro de Villena, del que hablábamos en nuestra anterior entrada. Agradecemos al Museo Jose Soler de Villena nos permita divulgar la fotografía de esta magnífica pieza que tanto se asimila a la de Estremoz. Un hecho que nos obliga a pensar como ambas joyas son de etapas coetáneas y pertenecen a una misma época y cultura. Pese a ello, muy poco -o casi nada- se sabe de quienes crearon estas maravillosas obras de arte en metal, comunmente hechas a la "cera perdida" y posteriormente cinceladas con "tas". Aunque podemos determinar que en nada se parecen a la joyería fenicia e incluso menos a la griega (helena) a la que se adelantan en siglos y en técnicas de ejecución. Puesto que la manufacturación y el trabajo de estos objetos de oro peninsulares de la Edad del Bronce tan solo es comparable a la de otros similares hechos en Egipto o Mesopotamia; e incluso a los del Egeo (de Creta o de Chipre), realizados durante el periodo micénico. Todo lo que obliga a pensar como la joyería ibérica se debió a pueblos llegados desde Asia Menor -o desde el área cretochipriota- tras la caida de Micenas; gentes herederas de mundo Oriental y mesopotámico, quienes a fines del II milenio a.C. gozaban de una alta tecnología en labores de oro (cercana o comparable con el trabajo de oro y esmaltes más refinados de aquel entonces). -dichos paralelismos ya los expone Carriazo en sus estudios. Ver: TARTESSOS Y EL CARAMBOLO, 1973; pag.170 y ss.-
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B) LA RIQUEZA EN METALES DE LA PENÍNSULA Y EL PROBLEMA DE LA ÉPOCA EN LOS DIFERENTES HALLAZGOS (hipótesis personal):
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Como decíamos en párrafos anteriores, las fechas que dan a los tesoros peninsulares en muchos casos no encajan con su estilo, o con las circunstancias históricas que le rodean. Este es el caso en primer lugar del hallado hace ahora unos setenta años en Caldas de Reyes, cuyo peso inicial parece que fue de unos veintisiete kilos de oro, de los cuales se han conservado algo más de la mitad -en varios torques y cazoletas que guarda el Museo de Pontevedra-. Su época se fija entorno al 1550 a.C., pese a que el estilo de sus piezas en nada nos recuerda cualquier otra obra del calcolítico o del Bronce Medio ibérico (coetáneas a ese tiempo). Muy por el contrario, los enseres de Caldas de Reyes mucho se parecen a los objetos de la primera Edad del Hierro (o a los de fines del Bronce) y a otras joyas europeas o anatólicas de los siglos IX al VIII a.C. Concretamente a piezas frigias, con las que comparten no solo su perfección y su maravillosa ejecución, sinó también algo de su diseño y simbolismo.
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Por su parte, entre los enseres áureos de los anatolios también se halla la peineta -típicamente escita-; aunque son las zonas de la "ruta del ámbar" donde más se da este artilugio como ajuar sagrado. Llamando la atención su aparición entre los hallazgos de El Bronce en zonas como Suecia y Escandinavia, que contienen peinetas de metal fechadas entre los siglos IX al V a.C.. Mientras igualmente en España hay numerosas estelas "tartéssicas" en las que también vemos el "gran peine sagrado" como atributo de guerrero; losas con soldados grabados y que lucen aquella peineta en su ajuar de tumba, cincelado sobre la piedra. Unas estelas de guerrero cuyas dataciones oscilan entre el siglo X y el VIII a.C., lo que "hace sospechar" que el tesoro del Museo de Pontevedra pudiera pertenecer a esta época.
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Por cuanto el ajuar de Caldas de Reyes -en mi opinión- pertenecería a una etapa similar a los de la "ruta del ámbar", tanto como se asemeja enormemente a los tesoros de las Islas Británicas del Bajo Bronce. Orfebrería anglo-irlandesa que hasta no hace tanto se fechaba entre el 1800 y el 1000 a.C., pese a que últimamente se ha bajado en gran manera su datación, creyendo que en realidad en la imensa mayoría estas joyas pertenecen a un periodo que comprende desde el año 1150 al 800 a.C.. Una época que curiosamente coincide con la que se dá a los ajuares de peninsulares en El Bronce; entre los que destacan ocultaciones como las de Villena o las del litoral Atlántico, cuyos torques y vasos son de un valor y una técnica inigualables. Todo lo que me obliga a unir estas joyas halladas en España, en Inglaterra o en Irlanda, en un mismo bloque de orfebrería atlántica (que incluiría el de Caldas). Tesoros del Atlántico en el Bronce Bajo cuyas fechas podemos imaginar que oscuilan entre el siglo XII y el VIII a.C. y que serían el antecedente directo de otras joyas ibéricas como las de El Carambolo.
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-Además, y por todo lo anteriormente expresado, nos atrevemos a decir que el tesoro de Caldas de Reyes considero hubiera que fecharlo en esos siglos del Bronce Final. De este modo y pidiendo perdón a cuantos se sientan ofendidos por nuestra duda acerca de la datación común de aquel ajuar de Pontevedra, añadiré que que no comprendo en base a qué criterios estilísticos, técnicos o de analogías se afirma que el hallazgo de Caldas es del mediados del siglo XVI a.C.. Habida cuenta que sus paralelos en la Península, en Las Islas Británicas, se fechan actualmente entre el 1150 y el 800 a.C.. Tanto como sus objetos similares de hallazgos en Escandinavia, se fijan en un periodo comprendido entre el siglo IX y el V a.C.-
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Para entender la importancia de la metalúrgia de nuestra Península durante la antigüedad, bastará con leer las fuentes clásicas que innumerablemente lo refieren. Textos antiguos que tratan sobre la abundancia de nuestras tierras en minas de oro, plata y plomo, cobre y hierro; y que hace ya casi un siglo, recopiló magníficamente Adolf Schulten en su libro HISPANIA (3) . Sabio alemán que igualmente dedicó una gran parte de su obra "Tartessos" a exponer esta riqueza minera de la Península como explicación de los mitos e importancia del Bajo Guadalquivir y del litoral atlántico, desde la más remota antigüedad. Unos yacimientos y ríos auríferos de los que -como decimos- trata Schulten en el capítulo "Metales" de su obra "Hispania", donde recoge las referencias que sobre ello dan Estrabón, Marcial, Aristóteles, Rufo F. Avieno, Plinio, Diodoro y Tácito (entre otros) (4) .
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De tal modo, destacaron Plinio en Viejo y Justino, la riqueza en oro de Portugal y Asturias (el norte hispano) (5). Mientras otros autores -como el zaragozano Marcial- describen la existencia de ese metal en las aguas de los ríos de iberia, citando las pepitas que arrastraba el cercano a Bílbilis (Calatauyud, de lo que suponemos es el Jalón el que arrastraría esas "arenas valiosas") (6) . Algo que se completa con numerosas menciones de afluentes y manantiales que portaban restos preciosos, destacando Silio Itálico el Tajo como rio aurífero (7) y Plinio, el Tormes y el Duero (que tomaba el nombre por ser "de oro") (8) . Por su parte, Estrabón habla de las fuentes del Tartessos, que tenían tal riqueza que sus habitantes utilizaban pesebres y barriles de plata y oro; algo que completa el mismo geógrafo al mencionar las riquísimas minas de plata de Cartago Nova (que hoy son las de la unión y de las que también escribe Plinio) (9) . Una abundancia que parece no solo se limitaba al sur peninsular y a la vertiente atlántica y cantábrica, sino que hasta el Ebro era famoso por transportar plata en abundancia (10) . Por su parte, Avieno hablaba en su Ora Marítima de un rio del oro al que llama Criso y que sitúa en las proximidades de Malaka (11) ; mientras Aristóteles menciona al Tader (el Segura) como portador de arenas cargadas de oro (13) . Finalmente, hemos de incluir las conocidas citas de Estrabón al respecto, quien escribe acerca de las mujeres de Iberia recogiendo este metal bateando arenas en las orillas de sus ríos y comentando asimismo la existencia de oro dentro de las tierras de nuestra Península (metal que extraían "en polvo" -literalmente-, al hablar Estrabón de sistemas de minería, como el de médulas para obtener el oro) (14) .
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Unos textos clásicos que confirman lo que la geología describe, cuando estudiamos las vertientes peninsulares que pudieron ser ricas en oro; plata y cobre. Destacando la abundancia aurífera de algunas áreas, como la llamada "zona pírrica del Bajo Atlántico", que comprende desde Rio Tinto hasta el Alentejo. Al igual que los yacimientos de Sierra Nevada o el Alto Guadalquivir en Andalucía; y mas al norte, la zona de La Mancha -en la cuenca del Tajo -llegando a Ricomalillo- tanto como la de Extremadura, que se extiende desde Calzadilla (en Cáceres) hasta la provincia de Lisboa (en Portugal). Pasando luego a la mancha áurea del Duero, situada entre Salamanca y la desembocadura de este rio, para llegar posteriormente hasta las múltiples minas o médulas de este metal -que existieron en los rios de las zonas de los galaicos y astures (desde León a Galicia y Asturias)-. Unos yacimientos tan abundantes como destacados, que conformaron la llamada Ruta de la Plata, cuyo comienzo en Rio Tinto y su paso junto a Almadén, Calzadilla y el rico Duero, culminaba arribando a las Médulas leonesas. Desde donde se pasaba ya a los numerosos puntos de oro que Galicia contenía, entre los que destacaban el rio Miño y el Sil que hasta no hace mucho arrastraba este metal.
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Sobre estas lineas; parte del tesoro de Mooghaun (North) encontrado en Co.Clare en 1854 (en el Museo Nacional de Irlanda, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Fechado en la Edad del Bronce, actualmente se considera que su época oscila entre los siglos XI y IX a.C.. El paralelismo y similitudes entre la joyería peninsular de estos años y la de Irlanda (o de Gran Bretaña) en El Bronce Final, hacen pensar que pertenecen a una misma civilización. Cultura de buscadores del metal, seguramente llegados del Oriente Mediterráneo y que recorrería el Atlántico durante el II milenio y comienzos del I milenio a.C. (principalmente entre el 1100 y el 900 a.C.). Gentes que crearon a su paso una orfebrería como la que vemos; una "consecuencia de su empeño" por trabajar y hallar aquellos metales preciosos, que adquirían o encontraban en las minas de las Islas Británicas y de la España Antigua. Por cuanto expreso, creo firmemente que el tesoro de Caldas de Reyes pertenecería a la segunda etapa del oro en el Occidente europeo, que como hemos visto ya trabaja este metal en fundido. Un periodo que va desde el siglo XII al VIII a.C. y que en nuestras tierras generó joyas como las de Villena, Estremoz; o los torques del tipo Bercozana y Sagrajas (tan comunes en las zonas de Extremadura y Alentejo).
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BAJO ESTE PÁRRAFO: Torques del tesoro llamado de Valdeobispo (por otros de Monroy), compuesto de cuatro bazaletes y un collar de oro puro. Fechado entre los siglos X al VIII a.C. y hallado en los años ochenta en las inmediaciones de los llanos de Calzadilla (junto al embalse de Granadilla). Un ajuar que fotografiamos tal como se presenta en el Museo Arqueológico de Cáceres (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Comparativamente podemos observar que es igual o muy semejante a los de las Islas Británicas (tanto en fechas como en su trabajo y formas), todo lo que implica una unión entre estas tierras cacereñas y la británicas durante esos años del Bronce Final.
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Un tiempo en el que hemos de suponer, como los pioneros (seguramente llegados desde El Egeo, Oriente Medio o Creta y Chipre) buscaron y trabajaron esos metales. Exporadores o comerciantes, llegados por entonces hasta la Península como expedicionarios o colonos, quizás venidos a nuestras tierras huyendo de las convulsiones que sufrieron sus tierras de origen, tras la aparición del Hierro -las costas y zonas centrales de Anatolia, El Egeo, Oriente Medio y hasta Egipto-. Momento en que hordas de "bárbaros proto-indoeuropeos" conquistaban con el "nuevo metal" extensas áreas hasta entonces ocupadas y dominadas por culturas muy antiguas, procedentes del Bronce. Ello explicaría claramente la aparición desde el siglo XI en el litoral atlántico de gentes que con este refinamiento trabajaban el oro, metal que seguramente vinieron buscando para llevarlo hasta sus antiguos lugares de origen. Donde ya comerciarían desde tiempos muy antiguos, el oro, la plata y el cobre que lograban obtener en el lejano Occidente (lugar al que se vieron obligados a huir muchas de estas gentes pertenecientes a las civilizaciones de El Bronce). La unión entre la orfebrería y el oro atlántico, con tesoros como los de El Carambolo, los explica Juan de Mata Carriazo (Tartesos y el Carambolo; 1973)
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C) EL CARAMBOLO Y SUS ANTECEDENTES HISTÓRICOS:
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Entre las varias hipótesis acerca de las influencias y orígenes del tesoro de El Carambolo, este ajuar no puede explicarse tan solo como un caso de orfebrería debido a colonización púnica. Ello por el simple hecho de que nada hay semejante a las joyas de El Carambolo, en otros yacimientos púnicos (nos referimos a los propiamente fenicios peninsulares). Siendo probado que ni siquiera hay joyería equiparable a la del tesoro sevillano, entre los hallazgos de las ciudades púnicas mediterráneas más importantes. No existiendo una orfebrería igual o manifiestamente paralela a esas de Sevilla, entre las fenicias; hemos de plantearnos que los orígenes e influencias de este tesoro tartessio fuera muy diverso (y no tan solo fenicio, como hoy se afirma).
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Muy por el contrario, la idea de que los trabajos en oro de nuestras tierras tienen muy diferentes influjos; unos llegados desde Oriente Medio o de las Islas y costas del Levante, y otros como fruto de un desarrollo cultural propio (peninsular). Nos explicará por qué la joyería de la Península Ibérica es de tal calidad y riqueza; nacidas unas del calcolítico, otras muchas de El Bronce y las últimas englobadas como orientalizantes. Por ello, no se pueden definir simplemente como de fabricación e influencias fenicias estas obras de una calidad inigualable y sin paralelos claros en el Mediterráneo. Pues la orfebería ibérica es muy superior a toda otra joyería de aquella cultura púnica. Conteniendo piezas de una enorme riqueza y en nada comparables con las halladas en Cartago, en Tharros, o en cualquier puerto púnico; cuyos trabajos en oro y plata son muy pequeños y de un enorme influjo egipcio (incluido las halladas en capitales como Tiro y Sidón).
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Ya que esta civilización marinera adoradora del fuego y del oro, creaba y fundía colgantes y adornos decorativos de poco peso, en metales preciosos. Piezas que normalmente eran abalorios, colgantes o pendientes, y que rara vez superan los cien gramos de oro (cuyo trabajo comunmente mucho nos recuerdan a los egipcios). Es decir, que nos cuesta admitir la idea de que el Tesoro de El Carambolo pueda ser "simplemente fenicio" (tal como ahora se afirma), observando que el resto de ajuares púnicos, son muy inferiores y diferentes al de Sevilla (en su peso, en su ejecución, en su estilo y hasta en su calidad de granulado). Por su parte, las joyas de El Carambolo no están trabajadas de igual forma a las fenicias, donde las bolitas áureas se adhirieron con azufre o a altas temperaturas, bajo técnicas de insuflar y pegar cada una, aprovechando al máximo el oro y ahuecando todo el metal. Así y como decimos, entre las piezas de Cartago o Tharros -e incluso las de Fenicia-, tan solo podemos ver zarcillos, colgantes y pequeños adornos comunmente egipciantes. Objetos de oro que por lo general son de una importancia, una labor y un tamaño mucho menor a cualquiera de las piezas halladas en Iberia y que actualmente "se dicen" fenicias (refiriéndonos a las diversas diademas, los cinturones y -principalmente- a este mismo ajuar de El Carambolo).
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Sin descartar que es evidente la existencia de unos claros rasgos púnicos en algunas de las joyas ibéricas del periodo Orientalizante (fechadas entre los siglos VIII al IV a.C.); nuestra orfebrería de ese tiempo también contiene influencias anatólicas, egeas, prehelenas y autóctonas. Pese a ello, como decimos, nada que se considere semejante a El Carambolo (La Aliseda, Jávea o Lebrija) existe entre lo hallado en yacimientos propiamente fenicios. Al igual que la orfebrería ibérica no puede tenerse como nacida directamente desde la griega y ni siquiera de anatólica (precedente o coetáneas). Por lo que habremos de considerar que la genial labor de orfebres en la Peninsula se debió a una tradición autóctona nacida de la mezcla con los gustos de nuestros colonizadores durante los comienzos del Hierro y venidos del otro lado del Mediterráneo (hacia el siglo XII a.C.). Dando como fruto una joyería surgida a fines del Bronce ibérico que seguramente culmina en épocas más tardías (hacia el siglo VIII a.C.). Trabajos en oro cuya técnica y refinamiento a mi juicio, fueron importados hasta nuestras latitudes por gentes que huyeron de Creta, Chipre, del Egeo y de Oriente Medio. Llegados durante ese periodo de convulsiones que fue la aparición en su área del Hierro y la invasión de los dorios.
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Fotografía de otra pieza perteneciente al Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgarla. En este caso se trata de media pulsera (partida) que forma parte de "un depósito de fundición" también fechado en El Bronce y hallado en Extremadura. Apreciándose en la foto un parecido innegable con los anteriores brazaletes que mostrábamos -el de Estremoz y el de Villena-. Todo lo que implica la existencia por entonces de unos talleres de oro de altísima calidad y extendidos por la mayor parte de la Península, fundiendo a gran escala este tipo de orfebrería. Para imaginar en qué medida se fabricaron estas joyas en nuestras tierras, hemos de pensar que tan solo un pequeñísimo porcentaje de cuantas joyas se hicieron, se ocultarían y llegaron hasta nosotros -ya que el normal destíno sería la reutilización o bien la venta a tierras lejanas-. Tras ello, y para calcular qué cantidad de ellas pudieron hacer por entonces, hay que añadir al número de piezas encontradas, las ocultaciones que fueron descubiertas en épocas anteriores a las nuestras (que las fundirían o reutilizarían, sin atender ni conocer su valor). Además, hemos de tener en cuenta entre las ocultas, aquellas que se destruyeron por agentes tales como la maquinaria de cimentación y las técnicas construcción (que han podido edificar en terrenos sin percatarse de la existencia un tesoro). Por último y sumando a las consideraciones anteriores, las muchas otras piezas aún permanecen bajo la tierra -en espera de ser descubiertas-. Podremos así calcular cuantas joyas hicieron de este tipo, y al observar los centenares de piezas de esta época aparecidas; se hace evidente que a de fines del Bronce y en la Península Ibérica, se fabricaron centenares de miles de estas (todo lo que puede explicar el número de aquellas llegadas hasta nuetros días). -Tal como anteriormente hemos anotado; Juan de Mata Carriazo, ya expone claramente desde 1965, que la orfebrería tartessia es heredera de la atlántica.   
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Uno de los dos cuencos áureos hallados en Axtroki (Guipúzcoa) y fechados en el siglo VII a.C. -Bronce Bajo- (agradecemos al Museo Arqueológico Nacional, nos permita divulgar la imagen). Muy semejante a otras piezas del mismo tipo que contiene el tesoro de Villena; trás observarlos y ver las coincidencias en su labor -tanto como en el trabajo áureo-; nos hace pensar que probablemente el ajuar alicantino debiera fecharse en épocas más cercanas a este otro de Guipuzcoa. De lo que en mi opinión el de Villena habría que datarlo en tiempos más próximos y entorno a los siglos X y VIII a.C. (no tanto entre el XIII y el X a.C., como se considera actualmente) (14) .
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Ello no solo relacionaría plenamente el hallazgo de Alicante con otros tesoros del Bronce Bajo ibérico contemporáneo a las primeras colonizaciones -como el de Axtroki-; sino que además resolvería algunas de las hipótesis sobre una desconocida etapa de orfebrería en la Península. Periodo que se ha pretendido relacionar con el mundo megalítico (al menos del Bronce), pero que quizás debiera unirse más a la Primera Edad del Hierro, con la llegada hasta Occidente de gentes procedentes de Oriente Medio y del Egeo (huyendo de su lugar de origen desde el siglo XI a.C.). Un tiempo en el que -como decimos-, se expande el nuevo metal en el otro lado del Mediterráneo, tanto que algunas de sus más antiguas civilizaciones (como la Micénica) son conquistadas por "nuevos pueblos" armados con hierro. Obligando al exilio a los antiguos moradores de áreas hasta entonces tan cultas como Creta, Chipre, las costas de Anatolia, El Egeo o el Sur de Grecia.
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Cuanto decimos sobre el oro en la Península, concuerda con las fechas y explicación que dan los más expertos a los tesoros llamados del "Bajo Bronce". Investigadores entre los que destacan Almagro Gorbea, Alicia Perea, o Ruiz-Gálvez (15) ; que explican la relación entre el ajuar de Villena, los de Portugal y los de Europa Central. Una orfebrería que comunemnete se fecha entre los siglos XI y el VIII a.C. y que ya se cataloga como perteneciente a "una misma civilización". De tal modo, estudiando el parecido de las piezas de Villena con estos cuencos fechados en el siglo VII a,C, se nos hace evidente que aquel tesoro alicantino pudiera ser más bien coetáneo al de Guipuzcoa; sin poder nunca relacionarlo en el tiempo con etapas dolménicas ni del I milenio a.C.. Asimismo, la semejanza de los enseres de Villena con tantas otras piezas que se catalogan como "orfebrería megalitista", debería hacernos pensar que la verdadera datación de esas joyas (consideradas muchas del II milenio a.C.) aleja en verdad esta orfebrería de esas fechas del Bronce. Más aún hay que reflexionar de su relación con las construcciones pétreas gigantescas es anacrónica (pese a cuanto se han querido vincular esta orfebrería y el dolmenismo). Acercándose su verdadera fecha ciertamente a periodos muy posteriores y coetáneos a la caida de Micenas, e incluso a la introducción del primer Hierro en la Península.
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Pese a ello y como es un hecho constatado la aparición de estos torques (pulseras collares o brazaletes) junto a construcciones dolménicas; hay algo que fundamentalmente demostraría una unión entre la civilizaciones de los megalitos y esta otra que fabricó las joyas a comienzos del Hierro. Todo lo que pudo originarse habida cuenta que ambas culturas y épocas se interesaron por las minas occidentales de metales preciosos. Así sería fácil entender que las gentes venidas del Egeo o de Anatolia a comienzos del I milenio a.C. se habrían establecido en los mismos lugares que sus antecesores -los constructores de aquellos rústicos monumentos de gigantescas piedras-. Áreas atlánticas muy ricas en minas y que tras ser aculturadas por el megalitismo y por el Bronce, lo fue por colonizadores aparecidos durante la Primera Edad del Hierro. Habiendo sido quizás para estos últimos colonos -buscadores de oro y plata- una señal inequívoda de la existencia de yacimientos en la zona, el ver en sus campos dolmenes, menhires o cromlechs. Construcciones antiquísimas que se elevaban desde el V milenio a.C. en áreas occidentales donde se hallaban los mejores terrenos y minas de ricos metales.
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De tal manera, al establecerse a nuestra Península esas gentes que vedrían desde Oriente Medio -o de Micenas en el II milenio a.C.-, simplemente observando los campos con megalitos, pudieron localizar rápido las tierras de mejores minas -áureas o argénteas-. Por todo lo cual posiblemente respetaron y reutilizaron aquellos monumentos ciclópeos, quizás como templos o nuevas tumbas y en señal de cuanto significaban desde lo más remoto. Por lo demás y en mi consideración, los tesoros de esta Primera Edad del Hierro que muchas veces se denominan dolménicos; realmente fueron enterrados en aquellas construcciones, dando un uso posterior a estas y como veneración de su simbolismo antiquísimo (seguramente como marcas de una cultura ancestral y de una tierra rica en metales). Todo lo que aún lleva a fechar muchas de sus joyas a comienzos del II milenio a.C., pese a que en verdad tendrían casí mil años menos. Es decir que -a mi juicio- fueron hechos en su gran mayoría trás la llegada a nuestra Península de gentes venidas de este Mundo Oriental (creto-micénico), que se establecerían el los campos con mejores minas; bastando para localizarlas buscar lugares plenos de megalitos. Zonas que seguramente serían las más civilizadas y que estarían pobladas por gentes mineras y capaces de generar una economía de metales (existente en esas zonas desde tiempos inmemoriales). Allí se establecerían y de un mismo modo que aculturaban a los habitantes autóctonos; reutilizarían los dólmenes o menhires, para enterrar sus objetos, ajuares y muertos. Todo lo que sucedería en un tiempo y en una época inmediatamente previa al nacimiento de Tartessos.
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Continuando con el comienzo del I milenio a.C., se hace indudable que este es un momento en el que se desarrollan unos magnificos talleres de metales preciosos en la Península (junto a los yacimientos mejores). Naciendo una orfebrería "pre-ibérica" de una calidad inigualable y cuyas artes mezclan modelos de tipo muy lejano (¿Mesopotámicos, asirios, egipcios?...), tanto como diseños postmicénicos, e incluso neohititas. Pese a ello, esta orfebrería es autóctona, propia, de origen atlántico, y muy carácterística en su tipología; tanto que los rasgos de sus piezas áureas se exportarán a otras zonas de Europa (como es el caso de las Islas Británicas y "la ruta del ámbar"). Siendo aquellas piezas de origen pre-ibérico hechas en oro y plata, las joyas que comunmente se han denominado "tesoros megalíticos" u "orfebreria del Bronce"; aunque -como hemos dicho repetidamente-, en mi opinión hubieran de fecharse en etapas muy posteriores a las catalogadas (en todo caso, poco antes de la aparición del Hierro y en etapas cercanas al nacimiento de Tartessos).
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Por su parte, estos mismos talleres y minas, con el paso de los años (apenas uno o dos siglos más tarde), creemos que dieron como fruto un segundo tipo de joyería autóctona; trabajos que ya mezclarían modelos muy egeos, griegos y sobre todo púnicos. Naciendo así y por entonces, las joyas que comunmente han sido catalogadas como orientalizantes, de las que muchas se clasifican como tartessias -y que actualmente se dice extrañamente tan solo son fenicias (o púnico-coloniales); siendo este el caso de tesoros como: El Carambolo, La Aliseda, Lebrija o Jávea-. Obras que durante este "último ciclo" de la orfebrería prerromana -comprendido entre los siglos VIII y V a.C.-, mezclaron las técnicas autóctonas ibéricas (llamadas "del Bronce") con las influencias venidas de Fenicia, de Frigia o de Grecia. Influjo que se produce después de las colonizaciones, por todo lo que el trabajo de oro peninsular durante esas épocas -desde la "orientalizante" y tartessia a la cartaginesa- se parecerá al de las piezas etruscas y a muchas de las anatólico egeas (conteniendo rasgos plenamente griegos y fenicios).
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La explicación que hemos presentado en los párrafos anteriores, es nuestra hipótesis acerca del origen e influencias de las joyas tartéssicas (tanto como el estilo de la ofebrería que se fabricará en la Península desde el siglo VIII a.C. hasta el final del dominio Cartaginés). Por cuanto considero que bajo estos parámetros podríamos comenzar a comprender tesoros como el de El Carambolo, Lebrija y La Aliseda. Ajuares que venimos estudiando en su simbolismo, en su técnica de fundición, en sus influencias, en sus antecedentes y orígenes. Pese a que su análisis encierra algunas dificultades, dada la complejidad cultural que comprenden y la fusión de las diferentes civilizaciones que contienen esas joyas. Tanta que -como hemos demostrado en el caso de El Carambolo- llevan inscritos hasta signos en idioma Luwio (o neohitita). Portando los sellos del collar hispalense, caracteres silábicos hititas que significan: "Rey", "dios", "casa", "sagrado" (e incluso el nombre de la diosa frigia "Kubaba").

PARA CUANTOS ESTÉN INTERESADOS EN ESTOS ASPECTOS DE EL TESORO DE EL CARAMBOLO, LES RECOMENDAMOS CONSULTAR LAS SIGUIENTES ENTRADAS DEL PREENTE BLOG:
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34ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los Bueyes de Gerión en el Tesoro del Carambolo (Parte VI: Análisis de los símbolos. Conclusiones: ¿Relación entre El Carambolo y el rey Midas?) .-COMENZAMOS A ESTUDIAR LA POSIBILIDAD DE QUE EL ORIGEN DEL DISEÑO EN EL TESORO DE EL CARAMBOLO SEA ANATOLIO- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-2.html
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35ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los Bueyes de Gerión en el Tesoro del Carambolo (Parte VII: Algunas ideas y conclusiones ya apuntadas; orientaciones sobre el carácter ibérico y la herencía del Bajo Bronce; en las joyas de El Carambolo ). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1_19.html
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36ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGIA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte VIII: Simbología neohitita en las joyas; un tesoro de rasgos frigios que bien pudo ser hecho, o regalado a Arganthonio, por el rey Midas).-DESDE ESTA ENTRADA EXPONEMOS QUE EL DISEÑO DE EL TESORO DE EL CARAMBOLO PUEDE SER FRIGIO O NEOHITITA- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-9-8.html

37ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÏA: Los bueyes del rey Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte IX: Interpretación y traducción de los símbolos en las joyas). -DESCUBRIMOS QUE LOS SÍMBOLOS QUE CONTIENE EL COLLAR DE EL CARAMBOLO, SON LETRAS DEL SILABARIO NEOHITITA (LUWIO), PUDIENDO TRADUCIRSE COMO "dios y rey"-VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-7-9.html
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38ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte X: Los descendientes del rey Midas y su posible tumba en Chinchilla del Monte Aragón -el monumento neohitita de Pozo Moro-). -RELACIONES ENTRE EL MUNDO NEOHITITA (FRIGIO) Y TARTESSOS- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-8-9-y.html
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39ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte X : Los descendientes del rey Midas y su posible tumba en Chinchilla del Monte Aragón. El monumento neohitita de Pozo Moro -Continuación-). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-8-8.html
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40ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte XI: Arganthonios y Midas. ¿Era de origen escita el monarca del oro?.). -DE NUEVO, LA RELACIÓN ENTRE EL MUNDO ANATOLIO DEL SIGLO VIII AL VI A.C. Y EL SUDOESTE PENINSULAR- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1_28.html

41ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte XII: Midas. El rey de origen escita y los adoradores del oro que comerciaron con Tartessos.). - DESCUBRIMOS CITAS HISTÓRICAS QUE MENCIONAN EL COMERCIO ENTRE MIDAS (REY DEL ORO NEOHITITA QUE GOBERNABA GORDION) Y TARTESSOS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/07/1.html
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48ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte XIX: Análisis histórico y numerológico de los pectorales). -ANÁLISIS DE SUS FORMAS Y SIGNIFICADO CALENDÁRICO DE SU DISEÑO Y GRANULADO- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/07/1-6.html
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96ª LOS HEREDEROS DE MICENAS: Su establecimiento en Israel y su relación con Tartessos (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXVII). HABLA ACERCA DE DÓNDE FUERON LOS PUEBLOS QUE CONFORMARON MICENAS, TANTO COMO DEL ORIGEN Y LUGAR EN EL QUE SE ESTABLECIERON MUCHOS DE LOS LLAMADOS "DEL MAR": LAS COSTAS DEL ACTUAL ISRAEL
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_19.html
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97ª LA INSCRIPCIÓN DE LA DIOSA FRIGIA KU-BABA EN EL COLLAR DE EL CARAMBOLO; PARTE PRIMERA: Posibles cultos a Cibeles en Tartessos. (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXVIII). ANÁLISIS DE LOS SELLOS DEL COLLAR DE EL CARAMBOLO, LLEGANDO A LA CONCLUSIÓN DE QUE EN ESTE SE HALLA ESCRITA LAS PALABRAS NEOHITITAS DIOSA KU(baba) -Cibeles- http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_26.html
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98º LA INSCRIPCIÓN DE LA DIOSA FRIGIA KU-BABA, EN EL COLLAR DE EL CARAMBOLO; PARTE SEGUNDA: Cultos y ritos heredados desde Frigia. (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXIX). LOS MISTERIOS DE ATTIS Y CIBELES Y SU RELACIÓN CON RELIGIONES EXPORTADAS AL OCCIDENTE, EL COLLAR DE EL CARAMBOLO Y SUS SELLOS http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_28.html
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, fotografía de Estremoz por la noche, localidad de origen dolménico (al igual que todo el área alentejena) y en cuyas inmediaciones se hallaron importantes piezas de orfebrería del bronce -como el brazalete que vimos en las primeras imágenes-. Esta zona tan próxima a Badajoz, se hallaba hace tres o cuatro mil años en un lugar inmejorable por sus condiciones climáticas, y muy próxima a rios tan importantes como el Guadiana y el Tajo (navegables). Situada junto a la llamada "brecha de oro" ibérica, pertenece a una tierra riquísima en ramas áureas y argénteas existentes en Península (hace más de treinta siglos); que gozaba de una "falla abierta" plena de metales preciosos. Zona minera que recorría su vertiente Atlántica de Norte a Sur, partiendo desde Huelva y llegando hasta Galicia. Una terreno cuyo geosinclinal abierto en brecha, eran las mejores minas de oro, plata, cobre y estaño de Europa (incluso del Mediterráneo y tan solo comparables con las del Cáucaso en el extremo Este del Mar Negro).
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Consecuentemente muchos de los pueblos buscadores de metales que viajaron durante el II milenio a.C. desde Mesopotamia, Anatolia, Oriente Medio o el Levante; arribarían a zonas como Villena o Estremoz. Unos puntos que finalmente se tomarían como entrada, refugio y camino del oro y de la plata; debido a su cercanía y situación estratégica en la vía hacia las áreas mineras. Así, Villena (donde se halló el famoso tesoro) debió ser lugar de refugio y encuentro de aquellos primeros comerciantes del oro; debido a su situación apenas a setenta kilómetros de la costa Mediterránea y camino de las fuentes del Guadalquivir o de las del Guadiana. Por su parte, Estremoz, se halla igualmente a pocos kilómetros del mismo rio Guadiana ya en el tramo final y fronterizo de Portugal, desde el cual se puede navegar hasta su desembocadura, junto a las Minas de Rio Tinto (yacimiento cúpreo y de estaño, explotado por gentes venidas de Oriente al menos desde el 2700 a.C.). Siendo esta zona del Alentejo, donde hubo magníficas minas argénteas y de plata, en cierto modo cercanas a las de mercurio de Almadén.
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ABAJO: En las inmediaciones de Estremoz existen innumerables ejemplos de construcciones megalíticas; sobre todo junto a la capital del Alentejo -en las cercanías de la ciudad llamada "ibera" (Ébora)-. Cromlechs como el de Almendra que se sabe era un observatorio astronómico, o dólmenes como el de la imágen, se suceden en estas tierras a cada pocos kilómetros. La fotografía está tomada en una colina a pocos kilómetros de Estremoz y a unos cientos de metros de Redondo, en el dolmen llamado "Antas de Candeeira", fechado entre los milenios VI al III a.C.. Curiosamente esta construcción megalítica fue posteriormente reutilizada hasta por los ermitaños de la órden de Jeronimos, que más tarde fundarían el monasterio de San Pablo (distante a unos dos kilómetros de este lugar). Frailes de quienes se dice abrieron un boquete en sus lajas para observar el Sol y las horas; siendo ello un ejemplo de cómo estas obras megalitistas han sido respetadas y utilizadas durante milenios (unas veces para enterrar enseres y joyas, otras -entre los celtas- para celebrar ceremonias; e incluso entre los cristianos como centro de eremitas). - como venimos explicando Juan de Mata Carriazo; hace ya cincuenta años, intuyó que la orfebrería tartéssia o megalítica era  el paso previo al oro de Tartessos.-
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Continuando con El Carambolo, para afirmar -tal como actualmente se hace- que aquel ajuar en oro es tan solo púnico, habríamos de mostrar que entre los hallazgos peninsulares fenicios se encuentran objetos muy similares a este. Nos referimos al hecho fehaciente de que tendría que haber otras piezas muy cercanas en diseño, forma y tamaño a las sevillanas, procedentes de los enclaves que los fenicios mantuvieron en nuestro litoral y fechados en un tiempo cercano al tesoro del que hablamos (entre los siglos VII a. V a.C.). Aunque los ajuares de joyas hallados en estos puertos costeros de tirios y sidonios afincandos en nuestro litoral -heredados luego por los cartagineses-, no son muy espectaculares ni menos semejantes a esa joyas tartéssicas. Sinó que muy por el contrario la orfebrería fenicia es bastante repetitiva en sus formas egipciantes, tanto como "humilde" en sus cantidades y calidades de oro (principalmente en las colonias de Iberia).
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Por cuanto, viendo estos tesoros fechados entre los siglos VII al V a.C., con una gran calidad en su trabajo (y de una enorme cantidad de metal precioso) que proceden de teritorios cercanos o vinculados a Turdetania. Puede decirse sin temor a equivocarnos que son orientalizantes, aunque autóctonos. Ya que de común se encontraron en tierras de influencia tartessia (incluso en lugares muy lejanos a la presencia fenicia), tanto como se han hallado próximos a las colonias griegas ibéricas. Unas joyas del tipo oriental, pero muy significativas en sus formas y rasgos, que las diferencian claramente de otro tipo de orfebrería -como la púnica o la griega- . Y dado que siempre aparecen en el entorno turdetano, su normal clasificación es la que todos los grandes maestros de la arquelogía le han dado, definiéndolas como "tartéssicas".
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Todo lo que hemos expresado intenta refutar las últimas tesis que clasifican de púnicas estas pieza. Manifestando por mi parte que no son simplemente "joyas fenicias"; algo que se demuestra al no haber hallazgos semejantes a El Carambolo en Gadir, ni en Malaka, en Sexi, o en Adra -y largo etcétera de puertos púnicos; es decir, en las colonias propiamente fenicias-. Habiéndose encontrado las ocultaciones de grandes y valiosos tesoros tan solo en ciudades iberas como las sitas en las inmediaciones de Alonis y de Hemeroskopion; o bien en territorios como la Extermadura española y portuguesa y en áreas de Tartessos -La Aliseda o Cancho Roano (incluso donde no existe ningún testimonio de presencia fenicia)-. De lo que ha de pensarse obligatoriamente que la cultura que promovió hace más de dos mil quinientos años una orfebrería del tipo "Carambolo" (con tal calidad y utilizando aquellas cantidades de oro puro) no debió no ser púnica, sinó más bien autóctona orientalizante. Es decir, una civilización ibera nacida durante el Bajo Bronce y con influencias fenicias, pero también con influjos anatólicos (o egeos y cretochipriotas). De todo cuanto se entiende la frase ya citada de Alicia Perea referente a El Carambolo, diciendo sobre aquel: "simplemente no existen paralelos próximos o remotos y sin embargo se han pretendido encontrar multitud de paralelos mediterráneos".
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES:
Como decimos, el Alentejo fue tan rico en metales antaño como hoy lo es en monumentos megalíticos. Dólmenes, menhires, alineamientos y piedras diversas, nos recuerdan un tiempo en el que esta tierra debió estar plena de metales y de riquezas. En las imágenes, arriba, Piedra de la fertilidad de San pedro de Corval, en las cercanías de Monsaraz (un símbolo milenario de la fecundidad, que parece fue adorada en esta forma hace más de cinco milenios). Abajo, otro de los "antas", en este caso el llamado dolmen de Oliva da Pega; también junto a Monsaraz y fechado en el IV milenio a.C.. Estas construcciones fueron reultilzadas por muchas de las civilizaciones que les precedieron; en concreto -en mi opinión- aquellos buscadores de oro llegados a nuestras tierras a fines del II milenio a.C., los debieron considerar sagrados y quizás se valieron de ellos para conocer los lugares ricos en metales preciosos. Puesto que la aparición del megalitismo y la de tierras ricas en oro y plata, coinciden por toda la cuenca atlántica (desde Gibraltar hasta Irlanda y Escocia). Habiendo sido quizás estas construcciones la referencia para establecerse entre aquellos exploradores que buscaban minas, ámbar y joyas durante el II milenio a.C. Quienes viajarían hasta la costa atlántica para luego comerciar lo obtenido de sus periplos, vendiéndolo en el Oriente mediterráneo. 

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Acerca de la procedencia de la joyería tartéssica, sin olvidar nunca que obviamente es de origen orientalizante; hemos de tener en cuenta que también goza de rasgos propios. Es decir, que contiene un carácter que personalmente considero nacido desde la cultura Occidental Atlántica -la del oro autóctona-. Una civilización desarrollada fundamentalmente durante el II milenio a.C. y que culmina desde el siglo XI al VIII a.C.; a la que considero como "madre" en gran parte de la posterior Tartessos. El reino del Bajo Guadalquivir que a mi juicio no era propiamente heredero del megalitismo ni del colonialismo fenicio-egeo; sinó de esta otra cultura creada por exploradores metalúrgicos llegados hasta el Atlántico a fines del II milenio a.C. (en busca de ricas minas).
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Sobre cuanto expongo, hace unos treinta años preparé una "tesis" que no pude acabar al haberla publicado un tercero sin mi autorización. "Alguien" que se hizo con ella y quien tras "darle leves retoques", la firmó y editó. Mi deseo por entonces (en 1984 y cuando estudiaba aún Derecho) era presentar un "paper" preparatorio para ingresar en el seminario de Historia y especializarme en protohistoria Occidental. Bajo la tesis referida, argumentaba la existencia de una civilización común en todo el Atlántico durante la Edad del Bronce. Cultura que procedía de visitantes Orientales (egeos y anatolios principalmente) quienes habrían viajado hasta nuestras tierras en busca de metales durante el III y el II milenio a.C., confirmando una "unidad histórica" entre el siglo X y el VIII a.C.. Exploradores llegados de Creta, Chipre, Anatolia y Asia Menor; que generaron en sus repetidas "visitas" una civilización en las costas más occidentales de Europa, con ciertos rasgos muy peculiares y comunes. Cultura que se extendería desde el litoral Oeste peninsular (principalmente el andaluz), subiendo por todo el galaico portugués; y que comprendía igualmente las Islas Brtitánicas, ascenciendo en ocasiones por la "ruta del ámbar", hasta "tocar" Escandinavia.
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De tal manera proponíamos que la aculturación de las Islas Británicas, la de las costas Occidentales de Europa y las de la Península, no fue como herederas del megalitismo; sino procedente de unas colonizaciones llegadas del Levante mediterráneo. Todo lo que iría tomando forma gracias a las repetidas llegadas por mar de metalúrgicos, quienes nos visitaron durante dos mil años y antes del descubrimiento de El Hierro. Terminando por fraguándose una civilización común en esos litorales de la primera Europa con unos rasgos muy concretos y definidos, ya hacia el 1150 a.C. -tiempo en el que huirían en masa las gentes del otro lado del Mediterráneo-. Un hecho que entendíamos como consecuencia directa de la aparición del "nuevo metal" en Oriente, al ser este siglo XII a.C. el momento en el que se expande el Hierro (desde Asia Menor y por todo el Mundo Antiguo). Lo que lógicamente obligó a huir a los habitantes de muchas de las civilizaciones de El Bronce levantinas; que escapan de sus tierras al verse atacados por pueblos aculturados, nómadas, y armados con aquel nuevo y resistente metal . Desde ese hecho y observando las coincidecias durante la Edad del Bronce en Las Islas Británicas, en Galicia, en Portugal y en el Suroeste Penisular (especialmente en las cuencas del Tajo, Guadiana y del Bajo Guadalquivir). Escribí -como digo- hace unos treita años el referido estudio -de unas doscientas páginas- que intitulé "Las leyes de Tarschisch" y en donde proponía la idea de esta civilización del Bronce Atlántico como origen de Tartessos.
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Consecuentemente, teniendo en cuenta los múltiples rasgos comunes que existían durante los milenios III y II a.C. por toda esta cuenca marítima que cubre desde Gibraltar hasta Cornualles (y las Islas Británicas). Se me hizo evidente que el Atlántico Occidental contenía una Historia unitaria, que permanecía con unos caracteres y costumbres muy semejantes por todo este área hasta el siglo VIII a.C.. En base a ello me propuse demostrar que este era el origen de Tartessos, pese a lo que al ver mi primer trabajo publicado por otra persona, ese hecho me desmoralizó tanto que dejé de estudiar y de escribir sobre el tema. Aunque ahora (casi treinta años después), me propongo reiniciar el estudio y poder ir demostrando cuanto en aquella tesis planteaba casi tres décadas atrás. Siendo uno de los puntos de gran importancia la procedencia de algunos rasgos de la joyería tartéssica (especialmente por la calidad y perfección); todo que a mi juicio vendría desde esta herencia de la orfebrería Atlántica.
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, un torques de plata hallado en Morval, Cornwall y perteneciente a los siglos VIII al VII a.C. (encontrado junto a otros seis brazaletes, de oro, dos iguales a este y el resto sin esa terminación en forma de campana). Estas joyas son casi iguales a las coetáneas, que se encontraron en Portugal y en Extremadura; conteniendo un diseño practicamente idéntico a estas de misma época, aparecidas en lugares tan dispares como Sintra, Sagrajas o Calzadilla (Cáceres y Portugal). Un modelo de orfebre que aparece en varios yacimientos de Castilla y León, siendo muy similar a otros que se descubrieron en Galicia o en Asturias, en La Mancha (Ciudad Real) y en Andalucía (especialmente en la cuenca del Guadalquivir).
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BAJO ESTAS LINEAS: Uno de los más famosos torques, el de Sagrajas (Extremadura), fechado entre los siglos IX al VIII a.C. -perteneciente al Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen-.Como podremos observar es muy parecido al anterior, tanto como a otros muchos brazaletes y pulseras coetáneos hallados en Irlanda o en Gran Bretaña. Todo lo de demuestra una cultura común, que creaba unas joyas casi iguales y que comprendía la Península Ibérica (especialmente su lado Oeste -en especial Portugal, Extremadura y Galicia-) y las Islas Británicas.
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BAJO ESTAS LINEAS: Oro de Cancho Roano.
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Para finalizar este artículo vamos a recoger algunas fotografías en las que podremos comprobar los hechos históricos que hemos ido exponiendo, siendo muy de destacar las coincidencias absolutas entre la joyería británica y la ibérica occidental (entre los años, 1150 al 800 a.C.). Arriba, una de las vitrinas del Museo Arqueológico de Badajoz -al que agradecemos nos permita divulgar la imagen- en la que se encuentran zarcillos y pulseras del siglo VI a.C., procedentes del yacimiento tartéssico de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz). Como podemos observar su hechura y calidad es casi igual a la que contiene la joyería británica durante el Bajo Bronce. Pulseras, collares y pendientes hallados en Irlanda o en Gran Bretaña y fechados comunmente entre los siglos XII y el VIII a.C.; pese a lo que consideramos que su arco de datación debiera extenderse al menos hasta este periodo coetáneo con Tartessos. Ya que la cultura nacida en el Bajo Guadalquivir se origina gracias al comercio de metales con el litoral altántico, lo que explica que las piezas aparecidas en los yacimientos tartéssicos (cercanos al Guadiana o al Tajo), sean casi iguales a las británicas, a las de Galicia o a las portuguesas (fechadas al menos desde el 1150 al 800 a.C.).
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ABAJO: Uno de los múltiples torques hallados en la zona de Cornualles y datado entre los siglos XII al VIII a.C. (propiedad del British Museum, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Como podremos analizar, este es casi igual a los de Cancho Roano y a tantos otros hallados en Extremadura, en El Alentejo o en Castilla y Galicia.
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ABAJO: Pebetero frigio del museo de Usak.
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Como hemos comprobado, la joyería de las Islas Británicas y la que se realiza en la Península Ibérica durante este periodo del Bronce Bajo (desde el 1150 al 800 a.C.) es casi idéntica. Algo que evidencia y constata que este área perteneció a una misma cultura. Civilización metalúrgica que una vez diremos como creemos fue generada por las gentes venidas por mar hasta las costas altlánticas, en sucesivas oleadas y principalmente desde el Egeo (de Oriente Medio y de Anatolia). Consecuentemente muchos de aquellos modelos de orfebrería ibero-britano contienen ya rasgos muy característicos y heredados desde formas hititas, frigias, minóicas o micénicas. En la imagen de arriba hemos recogido un Thymiaterion (pebetero) frigio fechado hacia el siglo VII a.C., con un diseño muy extraño y que en ocasiones comparte esta orfebrería occidental del Bronce Bajo Europeo (agradecemos al Museo de Usak, nos permita divulgar la fotografía).
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ABAJO: Estela tartéssica fechada hacia el siglo VII a.C. y llamada "Del alamillo" -encontrada en la Dehesa del Boyal en el año 2000 (Ciudad Real)-. En su ortostato se observa un guerrero con una espada del tipo utilizado entre Los Pueblos del Mar, quienes -como sabemos- eran gentes huidas de Anatolia desde el siglo XIII a.C.. Población errante, sin hogar y marineros que atacaron diversos estados (como el Egipto de Ramsés III) en busca de asentamiento -o de una pátria-. Parece ser que llegaron al Sur hispánico, tanto como a Cerdeña, donde se supone se establece uno de estos Pueblos del Mar, denominado Sardanos (que daría nombre a la isla). Gentes llamadas "Sardas" y de los que sabemos vestían con cascos de grandes cuernos y se armaban con espadas en forma de "lengua de carpa" (todo lo que se corresponde con el tipo de soldado en el grabado de la estela fotografiada). Por su parte, en el bajorrelieve tartéssico también vemos una peineta, esculpida sobre la piedra como símbolo de poder. Peinetas que igualmente fueron atributo del guerrero entre pueblos cercanos a los de El Bronce en la ruta del ámbar (especialmente en Suecia, donde se han hallado numerosos peines en los ajuares de enterramiento, pertenecientes a una etapa entre los siglos IX al V a.C.). Todo ello nos llevaria a relacionar el tesoro de Caldas de Reyes -presidido por una de esas peinetas de oro-, con estas gentes y estos tiempos (muy posteriores a la datación que realmente se considera para el ajuar de Pontevedra). Tanto como a considerar que esta ocultación de oro de Caldas, posiblemente fue coetánea -o cercana- al mundo tartéssico (lo que se explicaría por el conocido hecho de que las gentes del Bajo Guadalquivir iban comunmente hasta Galicia, en busca de la casiterita; un estaño acabado en el Mediterráneo desde el siglo XV a.C., e imprescindible para fabricar el bronce).
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ABAJO: "Candelabros de Lebrija".
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, dos de los famosísimos "Candelabros de Lebrija"; Thymiaterion (o pebeteros) tartéssicos en oro puro y que algunos autores -como Alicia Perea-, fechan en el siglo V a.C. (en vitrina, tal como los exhibe el Museo Arqueológico de Sevilla, al que agradecemos nos permita divulgar las imágenes). A mi juicio estos extrañísimos "candeleros" tienen un diseño muy relacionado con la joyería atlántica y más concretamente con modelos centroeuropeos. Tanto que se nos plantea al analizarlos, unas posibles concomitancias con el mundo "Hallstático", o celta más remoto. Influencias que también pudieran haber venido por mar y que quizás se deban a modelos egeos o frigios (incluso persas); con un estilo de trabajo que en nada se nos parece a la orfebrería griega ni a la púnica. Puesto que mucho más se acercan a las joyas de Centro Europa, o a las de la ruta del ámbar -e incluso a algunas británicas en épocas ya influenciadas por el mundo indoeuropeo, trás la llegada de los celtas a las islas-. De lo que consideramos estos "candelabros" de Lebrija posiblemente un poco anteriores a la datación que actualmente se les da y quizás más bien pertenecientes a los siglos VII y VI a.C.; por cuanto estarían muy influidos por la orfebrería atlántica o la europea del Bajo Bronce.
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ABAJO: El tesoro de El Carambolo una vez más y tal como lo expone el Museo Arqueológico de Sevilla, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen. Con un peso total de unos tres kilos de oro puro y fechado entre los siglos VII al VI a.C.; aun conteniendo paralelismos con otras piezas fenicias y helenas, no tiene parangón ni similitud alguna para afirmar que se trata de joyas mediterráneas, propiamente helenas ni menos púnicas. Puesto que en mi opinión es un tipo de orfebrería nacida desde las técnicas peninsulares del Bajo Bronce (las atlánticas, que repetidamente hemos visto), unidas a inspiraciones o modelos fenicios y griegos -aportados por los colonizadores desde los siglos VII al VI a.C.-. Por lo demás contiene letras y caracteres luwios (neohititas) en su collar.
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CITAS:
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(1): ORFEBRERÍA ROMANA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA, Alicia Perea; Madrid 1991.
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(2): Alicia Perea, (op. cit) pag 208.
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(3): HISPANIA, Adolf Schulten, recientemente reeditado por Ed. Renacimiento, Madrid 2004. "Capítulo Los Metales" pags. 116 y ss.
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(4): Estrabón, Geog. 143 y 147 // Plinio, Hist. Nat. XXXIII 67 y 68; XXXIII 118 /// Tácito, Anales VI 19. // Diodoro V, 35 // MENCIONAN LA GRAN RIQUEZA METALÚRGICA en oro DE LA PENÍNSULA. Plinio en Historia Natural XXXIII 118 habla de las minas de cinabrio en Sisapo (las de mercurio de Almadén) que eran más valoradas que las de oro.
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(5): Plinio, XXXIII, 78 y Justino XLIV 3-5.
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(6): Marcial, XII, 18 habla de este oro del Jalón, junto a su tierra natal (Zaragoza)
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(7): Silio Itálico, I, 234 habla de la riqueza en oro del Tajo.
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(8): Plinio XXXIII , 86

(9): Estrabón 151 sobre las fuentes del rio Tartessos y 147, sobre Cartago Nova y sus minas también mencionadas por Plinio XXXIII, 97.
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(10): Tito Livio, A.U.C. XXXIV 21 ; Catón Gelio, II, 22, 29
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(11): Oda Marítima, Rufo Festo Avieno, versos 419 y ss.

(12): Aristóteles, Sobre las Maravillas, 46
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(13): Estrabón, III, 4, 5 //// Estrabón Geog. III, 2, 8 y 2, 9
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(14): Almagro Gorbea, considera que Villena y Estremoz contienen contactos con El Bronce Centro Europeo y lo fecha desde fines del XI al VIII y VII a.C. (Almagro, 1974, pag. 89). Por su parte, Schule cree que el tesoro de Villena es una ocultación hacia el año 1000 a.C., algo que comparte Ruiz Gálvez (Ruiz Gálvez, 1964, pag 386), quien lo fecha etre el siglo XI y el VIII a.C. y considera está relacionado con los de tipo Bercozana con remates.
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(15): Alicia Perea, (op cit.) pag. 208.

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