miércoles, 13 de julio de 2016

MARINEROS Y MINEROS: LA PROTOCOLONIZACIÓN (Capítulo 113 de "Los bueyes de Gerión en el Tesoro de El Carambolo")

ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general, que contiene los más de ciento cincuenta artículos que hasta ahora hemos editado en "Tartessos y lo invisible en el arte". PARA LLEGAR HACER CLIK sobre:
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La presente entrada se desarrolla en un texto escrito en negro y se acompaña de imágenes con un amplio comentario explicativo (en rojo y cuya finalidad es razonar las ideas). Ambos podrán leerse completos; pero si desea hacerlo entre líneas, bastará con seguir la negrilla o las letras rojas destacadas.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, tipos de barcos minóicos y egipcios, fechados entre el 1800 y el 1450 a.C.. 
En la imagen inferior, un mapa de Europa y el Mediterráneo donde he marcado las coordenadas que demuestran como Atenas y Giza están fundadas en paralelos exactos: La Gran Pirámide prácticamente sobre el Grado 30 y la Acrópolis encima del 38º. Podremos creer imposible que desde tiempos tan remotos manejasen ya de algún modo la “Latitud”; pero la realidad no era así (necesariamente). Pues hemos de dejar bien claro que para entender una situación geodésica no hacía falta conocer la esfericidad de la Tierra, sino simplemente haber medido la altura de la luz solar (con el fin de leer las horas o los días). Llegándose pronto a la conclusión de que dos veces al año (los días de Equinoccio) la sombra en Giza era de 30º -equivalente a un medio del gnomon- y en Atenas era de 38º (prácticamente 3/4 partes a la altura de la vara con la que la midamos). Para conocer estos hechos bastaría con analizar la altura máxima del Sol cada jornada, valiéndose de una regla de ángulos; artilugio que sabemos ya existía en el cuarto milenio a.C.. Asimismo es sabido que en aquellos tiempos tan remotos, ya se había dividido la circunferencia en 360 Grados (tal como actualmente seguimos haciendo) (1) . Por todo ello, hemos de pensar que necesitaban viajar a través de las sombras o altura de astros y por lo tanto fundaban sus ciudades y lugares sagrados en puntos geográficos perfectamente localizables (en el 30º -Giza- o el 38º -Atenas-).
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ABAJO: De nuevo, en la imagen explicamos el modo de navegar guiándose por las estrellas -o con la luz solar-, bastando con un compás y una regla angular. Nada hay que saber acerca de la esfericidad de la Tierra, necesitando simplemente conocer la fecha, partiendo de que cada día la sombra -o la altura de una estrella fija- varía 1/4 (+ 1/40) de Grado aprox. Es decir; por la noche bastaría observar la Polaris y durante la mañana, medir la altura máxima del Sol (al mediodía); tras ello calcular las jornadas habidas desde el Equinoccio. Ya que -lógicamente- desde el comienzo del verano al inicio del invierno, había que restar; y del solsticio invernal (21-22 diciembre) hasta el estival (21-22 junio) añadir en cada jornada, esta variación de un cuarto de grado diario -más o menos-. De esa manera y trazando líneas de sombras, podrían viajar sin perderse, sabiendo simplemente a qué altura de luz solar estaba cada puerto o destino. Lo que llamamos actualmente Latitud y que en la Antigüedad sería concebido como coordenadas de una igual situación bajo el Sol y las estrellas. Siendo así, es perfectamente lógico que se fundase Atenas en lo que después fue el Paralelo 38 (donde el Sol se situaba en los equinoccios a 38º; un lugar de fácil localización para los pilotos de naves) o que la Gran Pirámide se elevase en el Paralelo 30. Un punto donde la sombra era de 30º en los Equinoccios y que seguramente antes de localizarlo en Giza, se pensó estaba en Saqqara (donde elevaron la gran pirámide escalonada unos dos siglos previos a la de Keops)
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1- BARCOS Y NAVEGACIÓN EN LOS TIEMPOS MÁS ANTIGUOS:
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En nuestro anterior artículo habíamos analizado los diferentes tipos de embarcaciones mediterráneas, utilizadas durante el II milenio a.C.; centrándonos en un estudio de Marisa Ruiz-Gálvez. Trabajo de enorme interés (2) , donde esta profesora explica minuciosamente los pormenores de las embarcaciones usadas hace unos tres o cuatro mil años. Exponiendo la tipología de las naves del Egeo y de Oriente Medio durante aquel tiempo; pasando posteriormente a comprarlas con las que se han hallado representadas en territorio ibérico. Figuras con naves de las que en nuestras tierras tan solo se conocen algunos petroglifos y bajorrelieves; entre los que destaca el de Auga dos Cebros y los representados en un punto de vigía sobre el Estrecho de Gibraltar, situado en Laja Alta. Grabados sobre paredes o rocas, que hacen concluir a la profesora Ruiz-Gálvez la aparición de gentes venidas desde el Egeo y de zonas de Oriente Medio, en pleno Bronce Final. Unos “visitantes” de las costas atlánticas andaluzas y gallegas, llegados entre los siglos XIII y el XI a.C. (3) . Suponiendo asimismo esta investigadora que en las singladuras desde su tierra de origen, los marineros egeos, levantinos o cretochipriotas; dirigirían aquellas embarcaciones orientándose ya por las estrellas. Con unas técnicas de navegación que les permitiría realizar viajes en alta mar, perdiendo de vista durante días la costa.
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Ante la anterior afirmación, donde Ruiz-Gálvez considera que a fines del segundo milenio podían navegar de "altura", guiados a través de los astros; hemos de añadir que para viajar de ese modo tan solo era necesario conocer la altura de las sombras, o bien medir la Estrella Polar. Todo lo que implicaba viajar durante los veranos e ir trazando rutas de Este a Oeste y viceversa; pudiendo llegarse siempre a un destino, si conocíamos a qué altura estaba su sombra máxima o a qué grados se veía desde allí la Polaris. Bastando para encontrarlo poner rumbo hasta ese puerto en el cual la luz solar -o la visión estelar- se situaba en el punto de referencia que nos dijeran (tal como hemos explicado varias veces y repetido en la imagen superior). Siendo así, pondremos el ejemplo de cómo para llegar a Denia, desde Oriente Medio; bastaría saber que la sombra o grados de la Polar en este puerto de Alicante, es de 38,5º en Equinoccios. Consecuentemente, si -por ejemplo- teníamos que arribar a Denia un 10 de junio, calcularíamos las jornadas habidas desde el Equinocccio de primavera, hasta la fecha en que llegábamos a destino (que son 82 días). Posteriormente, multiplicaríamos 82 por 1/4 sumándole un resto de casi del diez por ciento (1/40 diarios -aprox-). El resultado es que la sombra habría avanzado el 10 de junio ya unos 20,5º + 2º (22 grados aproximadamente); por lo que para llegar a Denia habríamos de poner proa a un punto en el que a el Sol en su cenit (o la Estrella Polar, durante la noche) se vieran a unos 50,5º : Los 38,5º iniciales en que se sitúa ese puerto (al comienzo de la primavera o del otoño), más los avanzados durante esos 82 días. Como podemos comprobar, para esta operación no se precisa conocer ni la esfericidad de la Tierra, ni sus grados, ni la medida del arco terrestre. Bastando saber sumar y no necesitándose más que un compás, o bien una cuerda que se extienda desde un mástil, para medir los grados de inclinación en nuestra visión.
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Pero, además de este, existía otro modo de viajar con iguales resultados; tanto o más seguro que el de guiarse midiendo la Polar, o el Sol. Es el que en su día denominé "ornitonáutia"; un método de orientarse por medio de la suelta de aves. Diferenciándose -a mi juicio- dos sistemas principales en esa “ornitonáutia”: Primero el realizado con pájaros adiestrados (palomas mensajeras); que una vez lanzadas señalan el punto hacia el que retornan, pudiendo además transportar una pequeña "carta". En segundo término, los pilotos de las naves podrían soltar pichones y otros pájaros que llevasen a bordo, como comida; ya que estos pronto se elevan marcando dónde se halla el horizonte más cercano (o en su lugar, de estar muy lejos la tierra, volverán al barco en espera de huir de este cuando divisen de nuevo un lugar claro hacia el que poder dirigirse). Cuanto expresamos, unido a la facilidad de guiarse siguiendo las sombras, o la Polar; hace evidente que desde los tiempos más remotos pudieron llegar navegando de altura desde Oriente Medio hasta nuestras tierras (con un mínimo conocimiento de los astros o bien sirviéndose de aves y otros animales -como los delfines-). Unos hechos que se demuestran en que desde los tiempos más remotos, egipcios y mesopotamios eran capaces de atravesar el desierto (viajando entre las dunas durante días, cruzando miles de kilómetros con sus caravanas y careciendo por entonces de camellos).
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SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Arriba, barco que hemos numerado como 6º, de los que aparecen en el fresco de Akrotiri (isla de Tera-Santorini) fechado en el siglo XVIII-XIX a.C.. Como podremos observar, su casco está profusamente decorado con palomas, ave que los helenos denominaban “Peleias”, voz que a mi juicio procedería del griego pleo (“pleo”) y que significa navegar -al ser este el animal con el que viajaban en los barcos, sirviéndose de ellas para guiarse y alimentarse-. Por este motivo -a mi entender- las estrellas que marcaban la época en la que se podía atravesar el Mediterráneo en barco, fueron llamadas Pléyades. Conjunto estelar que nace en el firmamento a comienzos de Mayo y desaparece al empezar noviembre; meses en los que era posible navegar sin temporales, ni gran oleaje.
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ARRIBA: Grabado del siglo XVI (editado por William Borough -Londres, 1585-), en el que se describe la famosa “ballestilla” o alidada; con la que los marinos medían la altura de los astros, cuando no disponían de cuadrantes. Su funcionamiento es muy sencillo, consistiendo en observar la altura de la Polar -o del Sol- en su cenit, marcando el punto en que los vemos, con la varilla que atraviesa (la vertical). Luego, se leería en el listón horizontal los grados; marcardos por el fabricante de la alidada (quien simplemente los calcularía conociendo las alturas en cada caso, observando el triángulo entre el cateto (A) -listón vertical- y el (B) -tabla horizontal-. Con esta simple operación reconoceríamos la Latitud o altura Norte-Sur a la que estamos en cada momento; aunque para el cálculo de la Longitud (distancia de Este a Oeste) se tendrían que servir de clepsidras, relojes de arena, o bien de lámparas; que les indicaran la diferencias horarias en la salida del Sol y de las estrellas (algo que hasta el siglo XVIII, con la invención de los relojes mecánicos, fue muy difícil de hallar; de allí la importancia de la brújula divulgada desde el siglo XIII, para marcar rumbos).
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SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Arriba, de nuevo dos objetos propiedad del Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes): A nuestra izquierda, sandalia votiva tallada en hueso, hallada en el dolmen de Almirazaque. Junto a ella, zapatilla de esparto que vestía uno de los cadáveres encontrados en el interior de la Cueva de los Murciélagos -cuyas cabezas estaban también tocadas con cascos de esparto-. Decíamos en nuestros anteriores artículos: “la zapatilla votiva en hueso, contiene las mismas características que las lúnulas irlandesas y los idolillos megalíticos (tal como observó sabiamente en su día Almagro Basch). Fue hallada en un enterramiento megalítico de Almirazaque (Almería), localidad de Cuevas de Almazor, cercana a Los Millares. Sus dibujos son iguales a los del campaniforme y su significado votivo sobre el esparto deja bien claro la sacralización de este material. Un tejido que no solo les permitía vestir y crear instrumentos de manera sencilla; sino también armarse y protegerse, pues los escudos y corazas recubiertas de esparto serían francamente seguros, en una época en que no existían los metales. Ello explicaría por qué en la Cueva de los Murciélagos (antes mencionada), algunos de los difuntos allí inhumados tenían un "casco" de este tejido. Por lo demás, otros tipos de cáñamo también concedían una aplicación médica y bélica. Proporcionando la adormidera una droga que permitía parir y "operar" sin dolor, aunque también batallar sin sufrir miedos ni angustias. Siendo mi teoría que los ejércitos antiguos proporcionaban este tipo de drogas a sus soldados antes de entrar en confrontación, todo lo que actuaba como una `poción mágica´, normalmente realizada con adormideras”.
ABAJO: Fotografía mía, hace pocos años, tomada en unos grandes almacenes de Tokio, donde exponía y vendíamos objetos españoles de esparto (entre otras mercancías que promocionábamos). En la imagen, se me puede ver a la derecha, junto a diversas cestas y enseres tejidos con cáñamo; cuya calidad en cestería aún es insuperable (pues soporta humedades e inclemencias de un modo solo comparable con el plástico). Por estos motivos, siempre sostengo que la gran revolución neolítica y pre-eneolítica, llegaría con el tejido de lino y de esparto; materiales con los que no solo pudieron vestirse y calzarse, sino sobre todo, protegerse y crear velas o cuerdas. Sogas con una resistencia que les permitiría el arrastre y elevación de placas de piedra con varias toneladas de peso (tal como encontramos en los megalitos; hecho en ocasiones con lajas de decenas de miles de kilos). Asimismo, estas cuerdas de esparto, también servirían para navegar y hacer barcos; incluso tejiendo sus cuadernas con cabos atados que luego se embreasen. Pues -como es sabido- el secreto de la navegación residió hasta la aparición de los mercantes a vapor, en los velámenes de lino y en las grandes sogas de esparto. Cordeles y cabos, que junto a las velas tejidas, servían como motor, ensamblaje y guía de toda embarcación.

Todo ello puede hacernos comprender por qué las primeras civilizaciones están unidas al cultivo y manejo del cáñamo, del lino o del esparto. Explicando estos hechos por qué en los más antiguos enterramientos de la Península, aparecen objetos votivos de esparto; cuyo dibujo y diseño también comparte la cerámica de aquel remotísimo tiempo. Algo que podemos comprobar en la anteriormente citada Cueva de los Murciélagos; donde fueron halladas diversas zapatillas, junto a cestas oferentes hechas en esparto y que se fechan entre el 5200 y el 4600 a.C.. Además, contenían algunos de estos capacetes, flores de adormidera; lo que nos indica el sentido ritual e iniciático de este enterramiento de Los Murciélagos, en el que aparecieron doce cadáveres de hombre rodeando al de una mujer. Fue tristemente expoliado a principios del siglo XIX, pero un sabio coetáneo sería capaz de recuperar cuanto allí dejaron sus ladrones, e incluso describir en qué forma encontraron todo, aquellos que primero entraron en esta caverna-enterramiento, que sin lugar a dudas es el antecedente más directo de las posteriores cuevas artificiales -como las de Antequera-.
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2- BARCOS DESMONTABLES Y TECNOLOGÍA NAVAL EN EL SEGUNDO MILENIO a.C. (la nave representada en el desierto egipcio de Teneida)):
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En los párrafos e imágenes anteriores, hemos realizado una “breve introducción”, donde de nuevo mostrábamos el modo en que el hombre pudo lograr guiarse por medio de las estrellas -o a través de otros sistemas e ingenios- ya hace más de seis mil años. Asimismo, una vez más, incidíamos en la importancia del esparto, junto a los tejidos en cáñamo y linos, como origen de la revolución desde el Neolítico al Eneolítico. Surgiendo gracias a esas cuerdas y a las “telas” fabricadas con fibra vegetal, tanto el calzado y la navegación, como los primeros artilugios mecánicos (no solo el arco y cordeles para cazar; sino también determinadas ruecas y ruedas que permitirían trabajar el tejido o pulimentar la piedra). Tras esta breve exposición, regresamos al trabajo de la profesora Ruiz-Gálvez para iniciar el artículo de hoy, donde primeramente veremos algunas características más de la embarcaciones que manejaban en el Mediterráneo -hace unos treinta y cinco siglos-.
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Siendo así, nos explica la mencionada investigadora el modo en que las naves ya a mediados del segundo milenio a.C., tenían hasta “iluminación marinera”; en forma de faros fabricados con ánforas rotas o con lamparillas de aceite. Escribiendo Ruiz-Gálvez que entre los s. XIV a.C y XII a.C, se desarrollaron barcos en el Este del Mediterráneo mayores y más marineros, con roda, cofa, luces de posición, castillo de proa, y, al menos desde el s. XIII a.C., también, barcos de guerra, con galería de remeros, más rápidos y autónomos que los comerciales a vela, pero susceptibles (…) de ser también usados con fines mercantiles” (4) . Siendo este un tiempo en el que a juicio de la citada arqueóloga, ya disponían de una tecnología naval y de unas técnicas de navegación que les permitirían llegar sin problemas hasta los confines del Occidente mediterráneo. Refiriéndose a nuestra Península y mencionando estos hechos en relación con las representaciones de naves de tipo egeo, halladas al menos en Laja Alta (Cádiz) y en Galicia.
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Pese a todo, creemos que la insigne profesora Ruiz-Gálvez (a la que debemos algunos de los estudios más destacados sobre navegación y precolonización del Bronce peninsular), no ha mencionado un hecho importante, como es el de los barcos “plegables”. Naves fabricadas en forma de “kid”, desmontables por cuadernas y fases, que sabemos -al menos- transportaban los ejércitos de Egipto (tal como muestran los restos de la batalla de Qadesh, donde la infantería cruzó los ríos valiéndose de estos ingenios). Unas embarcaciones posiblemente encargadas en Biblos, zona de gran influencia faraónica y muy rica en bosques; a diferencia del Nilo, donde desde el 2000 a.C. apenas existían árboles. Lo que haría de aquel territorio un lugar deforestado a consecuencia del cambio climático -a finalizar de la glaciación, o por los constructores de pirámides-, en que sería muy difícil llevar a cabo la actividad de astillero. Fabricando los egipcios tan solo barcos con troncos de tamarindo o con juncos y papiro. De hecho, sabemos que los faraones desde tiempos muy remotos compraban sus naves a gentes de Biblos, donde a veces adquirían enormes embarcaciones ya terminadas, que les llegaban por mar. Aunque en otras ocasiones los compraban hechos por piezas, no tan grandes y que importaban hasta el Nilo en tablas (donde los montaban). Unas veces para llevarlos hasta el Mar Rojo, pero comúnmente para utilizarlos en el río, o en las orillas del delta.
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Acerca de ello, conocemos el modo en que esas naves plegables eran transportadas a lomos de cabalgaduras (en caravanas o expediciones militares), cuando los soldados o comerciantes se dirigirían hacia el mar y a tierras donde debían cruzar aguas. Recordando la Historia como en algunas misiones mandadas hasta el Mar Rojo (especialmente desde Tebas -la actual Luxor-); sus viajeros llevaban aquellos barcos, que montaban y ensamblaban al llegar junto a la orilla. Sirviéndose de ellos para atravesar hasta el otro lado del mar, o bien para realizar viajes no muy largos. Suponiéndose que no llegarían al Cuerno de África, ni menos saldrían al Índico; habida cuenta la ligereza de esas embarcaciones plegadas (preparadas para singladuras cortas y con poco oleaje). Pese a todo, no cabe la menor duda de que servirían para cruzar ríos y lagos; o para realizar tramos cortos marinos. Pero -principalmente- para transportar tropa y mercancías, en viajes de cabotaje (con pocos días de duración). Unas naves fabricadas por piezas, sobre las que nos dice Nicole Schuster que principalmente las utilizaban cuando salían desde el Nilo: para el Mar Rojo, dado que la ruta de Coptos hacia Qossier era terrestre, confeccionaron un sistema de barcos desmontables y trasportables por tierra (*). El argumento, que permite afirmar que son los egipcios quienes se encargaban de la construcción de los barcos “prefabricados”, reside en el hecho de que, a los alrededores de Qossier, no crecía la madera necesaria para la edificación de las naves. De ello se deduce que los egipcios han tenido que fabricar sus barcos desmontables en el valle del Nilo para poder luego transportar las piezas desarmadas y ensamblarlas de nuevo en el puerto (**) de Qossier(***)” (4b) .
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SOBRE ESTE PÁRRAFO: Arriba, barco que hemos numerado como 1º en el fresco de Akrotiri (aparecido en los restos de Tera-Santorini y fechado en el siglo XIX-XVIII a.C.). Como podemos observar se trata de una nave ligera, movida a remo, de unos ocho metros de eslora y con un timonel. Este tipo de embarcaciones -llamadas en el Norte hispano “traineras”- eran usadas en el Cantábrico para avistar y seguir a las ballenas que se acercaban a la costa. Atreviéndose los tripulantes a perseguir con ellas a los cetáceos hasta asestarles un lanzazo, quedando atados al arpón y sin temor a ser arrastrados mar adentro, o verse hundidos por el enorme animal que deseaban capturar. No se valían de barcos a vela debido a la falta de “maniobrabilidad” con ellos; habida cuenta que el primero que hiriese al gran mamífero, sería el dueño de la pieza. Siendo así, salían a mar en descubierto y con traineras de este tipo (muy ligeras, a remo), para perseguir ballenas que pesaban cien veces su cabotaje o que multiplicaban por decenas el volumen de la barca y sus ocupantes. Todo ello, hoy nos puede parecer imposible; aunque hace unos cien años se jugaban varios hombres la vida por lograr hacerse con un cetáceo, para vender sus miles de kilos de carne y grasas. Algo que debe hacernos reflexionar sobre cuánto harían y navegarían durante la Era de las Pirámides, por obtener el oro, la plata, el estaño, cobre y el ámbar del Atlántico.
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ABAJO : Pinaza vasca, tal como se expone en el Museo de Bilbao (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Se trata de una embarcación de unos 12 metros de eslora y 4 de manga, que era tripulada a remo o vela, por unos siete marineros y un patrón. Muy semejante a la nave del pecio de Uluburún; fechada en el siglo XIV a.C. y hallada frente a las costas de Turquía (con más de once toneladas de cobre y una de estaño). La pinaza, se utilizaba para pesca de bajura, aunque se sabe que con ellas llegaban hasta Terranova, en busca de bacalaos y de ballenas. Para todo interesado en la importante historia de la pesca y navegación en el Cantábrico, les recomendamos la serie de televisión que el canal 2 de TVE ha emitido recientemente bajo en nombre de “Balleneros”. En estos documentales se muestran los medios para navegar y el valor de los hombres de los puertos del Norte de España (desde Higer hasta A Guarda); quienes se atrevían a llegar a tierras del Atlántico Norte en barcos muy rudimentarios, con el fin de pescar esas enormes presas. Tras lo que regresaban, cargando el aceite y carnes en barriles que durante meses rellenaban mar adentro, cerraban y sellaban; para que luego fueran manufacturados en las factorías de las costas norteñas. Del mismo modo, en las playas y litorales del Norte existían plataformas de avistamiento para vigilar la posible llegada de cetáceos, a los que apresaban saliendo a toda prisa en las mencionadas traineras. Acercándose hasta ellos, para lanzar sus arpones y dejarse arrastrar por esos imensos monstruos marinos; que tras agotarse en su intento de huida -o desangrarse- eran capturados por estas pequeñas barcas (quienes luego los arrastraban hasta la costa, para ser troceados y convertidos en alimento, o en aceites -principalmente en óleos medicinales y de lámparas-).
PARA LOS INTERESADOS EN VER LOS REPORTAJES QUE INDICAMOS, PULSAR EL SIGUIENTE ENLACE:
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SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes de toneles gallegos del siglo XVIII, de enormes dimensiones (observemos la mesa y puertas junto a estos, para darnos cuenta de que se trata de recipientes con miles de litros de capacidad). Evidentemente, la industria de la tonelería mucho tendría que ver con la de los astilleros, por cuanto el tratamiento de la madera y los ingenios usados, debieron de ser comunes en ambos casos. En la fotografía de abajo, podemos ver el medio de cerrar los toneles cuando no se disponía de “cinchas metálicas”; usando en su lugar trenzados hechos con maderas muy elásticas (principalmente de árboles y raíces cercanas a los pantanos o ríos). Al parecer, este sistema de cinchar lograba apretar las bandas del tonel de un modo casi igual a las bandas de metal. Llegando a poder construirse barriles tan solo con maderas; algo que nos habla de unas técnicas capaces de desarrollarse ya en el neolítico; al igual que sería posible en esos tiempos construir barcos tan solo con cuerdas. Utilizando estas cinchas hechas con ramas y con cuadernas atadas; tras lo que la cubierta sería embreada y bien calafateada (con grasas o con resinas procedentes de raíces quemadas).
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Continuando con el trabajo de Ruiz-Gálvez que venimos analizando, la profesora incluye entre los tipos de barcos egeos de mediados del II milenio a.C.; uno representado en pleno desierto egipcio. Embarcación que nos explica pertenece a un “grabado que Basch publica, procedente de Teneida en el oasis de Dakhleh (Egipto), que el autor data a fines del siglo XIII a.C., época en la que en la costa egipcia se estaban construyendo fortalezas para defenderla de los ataques de las tribus libias” (5) . Dicho Oasis se encuentra entre las dunas; a unos trescientos kilómetros del Nilo y aproximadamente a setecientos de las costas del Mediterráneo (tal como podemos ver en los mapas que bajo estos párrafos incluyo). Como dijimos, a juicio de la investigadora, sería de tipo egeo esa embarcación representada en un bajorrelieve sobre piedra, encontrado en el referido oasis (imágenes del barco que también más abajo incluimos). Creyendo Ruiz-Gálvez que su aparición en aquel lugar, en mitad del desierto, se explicaría en razón a que Teneida se encuentra al comienzo de un camino caravanero. Ruta, que -como podemos ver en los mapas de abajo- unía las zonas cercanas a la actual Luxor, con un puerto antiguo del Mediterráneo situado donde hoy está Marmárica.
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Siendo ese el motivo para Ruiz-Gálvez, por el cual en mitad de las arenas encontraron un bajorrelieve representando un barco; según teoría del prof. Basch -entre otros- (6) . Pues desde ese camino que partía de Tebas, se llegaba a una pequeña ciudad portuaria sobre un islote. Salida al mar situada a unos 250 kilómetros al Oeste de Alejandría y al Sur de la isla de Creta; que según su actual excavador era un baluarte de poca importancia. Un puerto de mínimas dimensiones, tan solo dependiente de zonas del interior (quienes la protegerían); o bien donde gentes de esa costa lejana y del delta Nilo, lograban comerciar. Todo lo que demuestran los hallazgos allí, de Cerámica egea, chipriota, cananea, egipcia o anatólica, permiten datar la presencia de comerciantes en la isla entre fines del s XV a.C. y segunda mitad del s. XIII a.C., con visitas esporádicas a la misma en el s. XII a.C. (...). Para su actual excavador (ibidem), la isla era simplemente un punto de aguada y aprovisionamiento para los marinos que, estacionalmente, hacían la ruta entre Creta y el delta del Nilo, y nunca un emporio o lugar internacional de comercio” (7) .
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IMAGEN,ARRIBA: Mapa de la “ruta caravanera” entre Luxor y Marmara (desde la antigua ciudad de Tebas y el puerto frente a Apis, en la costa). He marcado en verde la distancia en linea recta desde Apis hasta Alejandría (unos 250 kmts) para podernos hacer una idea de los kilómetros que habrían de recorrer, para llegar desde Luxor al mar, a través de los oasis. Pudiéndose calcular que si viajaban unos 50 kilómetros en cada jornada; durmiendo por el día y desplazándose por las noches (guiados por las estrellas). Al menos se necesitarían cuatro días desde Tebas a Charga y otros tantos desde Charga a Teneida; logrando en unas dos jornadas más llegar hasta Dachia y subir a El Kasr. Luego precisarían de otros cinco días al menos para alcanzar Farafala y tres o cuatro hasta llegar a Bahrija. Finalmente, en otros cinco días más estarían en el famoso Siva (cuyo oráculo fue desde los Rameshidas uno de los más sagrados) y desde allí se sabe que en otras cinco jornadas de camino, se alcanzaba la costa -llegando a la ciudad de Apis-. Debido a ello, desde el lugar en que fue hallado el bajorrelieve en una piedra con el barco (Teneida) y hasta el mar, habría unos quince días de tortuoso camino en caravana; mientras para llegar de allí a Luxor, se necesitarían la mitad de jornadas (aproximadamente ocho).
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ABAJO: El mismo mapa de la ruta caravanera (a la derecha) y a su lado uno que hace años tracé, con la explicación del modo que tendrían para viajar antiguamente: En forma de cuadrículas; de Norte a Sur y de Este a Oeste, siempre siguiendo caminos rectos (sobre el mar o en el desierto). Como podemos ver, esta idea explica el por qué de ciertos oráculos y “omphalos”, como puntos geodésicos o de sombras, para poder guiarse. Coincidiendo en linea (a igual altura de luz solar y estelar) los templos de Dodona, con el Ararat y Monte Ida (en Turquía); sagrados para los canaaneos e hititas. El Oráculo de Delfos (en el Parnassos), con los templos ibéricos (Alcoy, Malleta en Alonis, Puig Campana, Yecla-Cerro de los Santos o Cancho Roano). Atenas y su Acrópolis, con el Oráculo de Clarós. Delos, con Dídimo y a su vez con Cnossos, al Sur. Al igual que el oráculo de Siva (Amonio) estaría en linea Norte-Sur con los principales palacios y santuarios minóicos (Malía, Festos etc). Todo ello demostraría el trazado de lineas de sombras y de caminos en recto Norte Sur-Este Oeste, para poder guiarse en el desierto o en los mares.
A los interesados, recomendamos leer nuestros artículos:
- OMPHALOS, MERIDIANOS Y PARALELOS EN LA ANTIGÜEDAD -los santuarios ibericos y su situación en el Grado 38,5º Norte.
-SECRETOS DE LOS ORÁCULOS
-PUNTOS GEODÉSICOS Y PIEDRAS MEGALÍTICAS: OMPHALOS Y MARCAS DE ORIENTACIÓN (PARA LEER, PULSAR): http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2015/08/nuevo-articulo-anadido-secretos-de-los.html
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De tal manera, considerando este el origen y motivo por el cual fue grabado en piedra el barco hallado a unos setecientos kilómetros de la costa (aparecido en el camino a través de las arenas y los oasis, entre el Mediterráneo y Luxor). Cita Ruiz-Gálvez que los profesores Basch y White relacionarían todo ello con batallas y guerras habidas durante los siglos XIV al XII a.C., en la zona de Marmara. Escribiendo cómo recuerdan en relación con el puerto de Marsa Matruh, la serie de fortalezas de época ramésida, construidas para contener el peligro de las invasiones libias que se habrían producido entre comienzos del s. XIII a.C y comienzos del s. XII a.C, esto es, entre los faraones Seti I y Ramsés III, de las cuales la de Apis (...), se sitúa apenas 25 Km. al Oeste de la isla de Bates. Sin embargo, Richardson (...) señala que la presencia de comercio internacional en la isla de Marsa Matruh se remonta al s. XV a.C. y, por tanto, es muy anterior a las guerras libias y a la construcción de las fortalezas egipcias” (8) .
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Pese a todo y en mi opinión personal, aquel punto sobre el mar, junto a la ciudad de Apis (ver mapa) tendría un uso principal como escala para unir Creta y Egipto; no tanto militar. Ello, debido a que se halla justo al Sur de esa isla con la que los faraones comerciaban de continuo; por lo que poniendo rumbo Sur desde las zonas cercanas a Festos -en Creta-, se llegaba o regresaba de ese puerto próximo a Apis. Un baluarte quizás fronterizo para los egipcios, pues debemos pensar que en determinadas épocas (de peligro o de desconfianza), los barcos minóicos no recibirían el permiso para llegar hasta el delta y el comercio se debería descentralizar hacia puntos lejanos al Nilo (como el que referimos, junto a Apis; en un lugar intermedio entre Creta y las capitales egipcias). Siguiendo unas medidas de seguridad plenamente comprensibles, sobre todo en etapas como las que la autora cita; cuando menciona los siglos en que los Pueblos del Mar atacaban las costas del país faraónico. Apareciendo por entonces, frente al Nilo, naves llenas peligrosas de gentes llegadas principalmente desde el litoral de Anatolia; que buscaban nuevas tierras para vivir o conquistar, tras haber sido expulsadas ante la caída del mundo hitita y la presión del Hierro -en su expansión como nuevo metal de la Historia-.
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Cuanto antes exponemos, concuerda con los hechos que Ruiz-Gálvez recoge al describir como Las recientes excavaciones en la cercana Apis (...) han proporcionado restos de una maciza e imponente fortaleza (...) ánforas de transporte cananeas y las jarras de estribo egeas, así como cerámicas finas chipriotas y cretenses. Snape (...) opina que, además de su posible misión militar, Apis podría haber servido como aduana para los comerciantes extranjeros que entraban en Egipto” (9) . Todo ello explicaría que aquel puerto de las costas africanas, a unos 250 kilómetros al Oeste de Alejandría, fuera en verdad el punto de parada para que naves desconocidas pudieran comerciar con los egipcios, evitando así que gentes con fines bélicos llegaran hasta la desembocadura del Nilo, haciéndose pasar por mercaderes. Siendo ese lugar cercano a Apis, el desvío y aduana mercantil del faraón; puesto allí como medida de prevención tan común como comprensible. Pues parece justo entender que tan solo llegasen a costas próximas a las ciudades importantes de Egipto, los barcos perfectamente autorizados (bajo pabellón o tutela egipcia). Máxime, en tiempos de guerra o de grandes peligros, como sucedía en los siglos mencionados (del XIV a XII a.C); cuando tribus y gentes huían desde Anatolia o de Oriente Medio en busca de nuevas tierras, tas haber sido expulsados por los nuevos dueños, de sus lugares de origen (huyendo de los Hombres del Hierro).
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SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes del bajorrelieve de Teneida que representa un barco con tripulantes. Arriba, el modo en que lo recoge el profesor Artzy (de la Universidad de Tel Aviv) en su libro “Mariners and their boats” (10) . El dibujo está realizado según interpretación del profesor Basch:
-En este vemos que se trata de un barco, al que le falta la proa y que lleva a popa un piloto con un gran timón y portando algo en sus manos (semejante a una embarcación votiva o a una alidada de medir astros).
-Frente a él, otro personaje en mitad del navío, luce lo que parece un enorme bastón, rematado en algo similar a un barquito o una ballestilla para observar el cielo.
-Sobre este segundo, uno o dos tripulantes más suben por el aparejo (tan solo se aprecian de ellos, los píes); la carencia de remeros y esas botavaras demostrarían que la nave se propulsa a vela.
-Delante de los anteriores, otros dos hombres (con gran pene circunciso) lucen también lo que parece una gran coleta (“trenza lastrada”), como casi todos los tripulantes.
-Más a proa, viajarían un hombre y una mujer en un camarote o en una cofa; él igualmente con el pene circuncidado y ella con lo que parece un barco votivo en sus manos, o un objeto de observación de astros.
-Finalmente, delante del todo (en la proa), vemos un personaje tocado, con coleta (trenza lastrada) y el pene circuncidado (igual a los anteriores) y que sujeta también uno de esos artilugios (que pudiera tratarse de una pequeña nave o de una ballestilla para observar los astros).
-Bajo estas lineas, recojo en detalle las figuras de proa en imagen del barco grabado descrito (foto según Basch, 1997).
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IMAGEN ARRIBA: De nuevo la piedra con el bajorrelieve del barco, sobre el que he marcado con lineas las figuras. Algunos han confundido con grandes garrotes lo que yo personalmente considero las “trenzas lastradas” de los marineros o príncipes que irían en el barco. Asimismo, lo que portan los tripulantes en las manos; parecen tanto alidadas para medir el cielo, como bien pudieran ser barcos votivos. Acerca del pene circunciso, creemos que se refiere a que los integrantes del barco pudieran ser sacerdotes egipcios, realizando una ceremonia sobre el lago del oasis. Rito en que ofrecieran esas naves exvotas con sus manos; o bien llevaran alidadas astronómicas, mostrando que ellos son la guía en el desierto y en las aguas.
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ARRIBA: Dibujo mío tal como veo e interpreto el bajorrelieve; donde veríamos claramente las coletas o trenzas lastradas (típicas de algunas clases -como oficiantes de Hathor- o de príncipes del Nilo) y los penes circuncidados, comunes a los sacerdotes egipcios. A la vez, considero objetos votivos o alidadas de medir astros, lo que tienen en las manos los tripulantes. Los investigadores, comúnmente interpretan estos enseres que portan los personajes, como armas o instrumentos de guerra; a la vez que muchos consideran que llevan garrotes (en vez de coletas) y que su pene circuncidado indicaría un origen canaaneo. Pese e ello, en mi opinión serían peinados rituales, comunes a los príncipes y a algunas clases sociales egipcias.
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IMÁGENES, SUPERIOR E INFERIOR: Arriba, detalle de una estatua del Museo del Cairo (al que agradecemos nos permita divulgarla), donde vemos la figura de Horus como Asclepio (Harpócrates); representado de niño príncipe y con la gran trenza lateral, común a los infantes aristócratas. Abajo, un bajorrelieve de la Tumba de Mereruka (datada en la VI dinastía) y en la que adoradoras de Hathor representan la “Danza de los espejos” luciendo una gran coleta lastrada, que solía tener una bola en su final con una “maraca”. Para los interesados en el significado de la coleta (lastrada) o trenzas en el antiguo Egipto, les recomendamos leer los estudios de Aroa Velasco Pírez: “LA TRENZA PERDIDA DE HATHOR” y “UN ACERCAMIENTO A LA SIMBOLOGÍA DEL PEINADO EN EL ANTIGUOEGIPTO” (11) .
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ABAJO: Bajorrelieve del templo de Edfú donde vemos una ceremonia en la que varios sacerdotes egipcios portan la barca votiva de Ra (a modo de paso procesional). Observemos como desde la mano del sacerdote que va detrás (marcado con una flecha) sale un objeto, que parece una mira o una alidada en forma de “Y”.
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Como hemos expuesto, los autores mencionados, comúnmente creen que aquel bajorrelieve con un barco hallado en mitad de desierto; apareció en ese lugar debido a que este punto (Teneida) unía el puerto mediterráneo de Mármara (Apis) con Luxor (tal como vimos en el mapa). Considerando que esa pétrea representación como el recuerdo de una nave militar que atacó las costas de Apis; final y principio de esta ruta caravanera. Lo que expresa Ruiz-Gálvez recogiendo que el prof. Basch: “clasifica el barco como de tipo largo, de guerra, y a la tripulación como libia por ser circuncisos, por el tocado en trenza rematada en bola que lucen y que, Heródoto, muchos siglos después, describe como característica de cuatro tribus libias y, finalmente, por el bastón o cayado que lleva el personaje de mayor tamaño, que él identifica con el jeroglífico que en egipcio designa el garrote de guerra de los libios. (...) El carácter de navío de guerra vendría ratificado por el instrumento musical del individuo del castillo de proa (...), que es mencionado en textos clásicos, como la Eneida, como la atronadora trompeta que sonaba en los ataques de los piratas etruscos. Basch (...) sugiere que el único miembro de la tripulación que aparece con un tocado de plumas podría ser un extranjero, pues en la inscripción que celebra la victoria de Ramsés III sobre los libios (...) aparentemente griegos, y que son los únicos a los que se representa con tocado de plumas, pues ello sugeriría tripulaciones multiétnicas, no pertenecientes a una entidad política concreta y aglutinadas bajo el común objetivo de obtener botín; es decir, mercenarios o/y piratas (12) .

No entraremos a polemizar, ni menos a discutir las ideas que aquí presentan los conocidos profesores Basch, Richardson y White; aunque sí expondré mi teoría personal (aún a riesgo de equivocarme). Al creer que aquella nave representada de manera tosca, sobre una piedra y en mitad del desierto, se trataría de una típica barca “desmontable” egipcia, realizando una ceemonia. Embarcación, que a mi juicio, pudo ser una de aquellas que transportaban por piezas los caravaneros y el ejército del faraón; para ensamblarlas y utilizarlas en el momento en que lo necesitasen. De tal manera y a mi entender, el barco del Teneida -que vemos en las diferentes imágenes (recogidas sobre estos párrafos)-; sería posiblemente una embarcación ritual o sagrada botada en el Oasis de Dakhleh -denominado en español también Dachia-. Usada quizás para procesionar o para llevar cadáveres de un lado al otro del lago en las ceremonias funerarias (tal como se hacía en el Nilo, cuyos entierros comúnmente terminaban transportando la momia de una orilla a otra del río, para inhumarlas). Ello explicaría la aparición de los circuncidados (que representarían sacerdotes faraónicos) así como el hecho de que los tripulantes lleven coleta o gran trenza; típica de los príncipes, de algunos rituales, o de los tripulantes de barcas fúnebres egipcias. Además, se entendería por qué los personajes portan enseres (votivos) en las manos, que probablemente consistan en pequeñas naves funerarias. Creyendo así, que la escena del bajorrelieve de Teneida se trataría quizás de una procesión, o de un entierro celebrado en el oasis; en el que muchos de sus personajes tienen entre sus manos un barco exvoto, o bien alidadas de medir astros y horas.
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SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Arriba,bajorrelieve de la tumba egipcia de Nebaum (hacia el 1300 a.C.) Observemos que la escena funeraria es casi igual a la del grabado sobre la piedra de Teneida (considerada coetánea); pues en ella se representa:
1-La popa del barco en este caso se halla delante, donde vemos un timonel que parece desnudo y maneja una gran aspa.
2-Tras este, aparecen varios remeros; dos están en un camarote y un tercero fuera (todos llevan trenza lateral o bien coleta lastrada -dando a entender el carácter funerario de la imagen-).
3-En mitad de la nave y sobre el camarote, dos tripulantes arreglan el aparejo y velas.
4-Más a proa (detrás de los remeros), alguien de rodillas y que también parece desnudo, toma medidas con lo que parece una alidada -o bien una pesa-.
5-En el castillo de proa, el patrón da órdenes gesticulando con los brazos.
Si ponemos en paralelo ambos bajorrelieves (este de la tumba de Nebaúm y el del desierto) veremos que su figuración es casi igual; aunque el de Teneida está realizado de manera tosca y esquemática, sin pericia alguna.
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ARRIBA: Dibujo del llamado Cuadrante de Davis; una sencillísima alidada utilizada por los marinos hasta el siglo XVII. Su funcionamiento es muy simple, bastando enfocar la altura máxima del Sol -o bien a la Polar-, manteniendo la linea del horizonte y tras ello, el compás de abajo nos marcará la Latitud a la que estamos (la altura de los astros o del Sol, cuando no conocemos la esfericidad de la Tierra). Es posible que el objeto representado en las manos de los sacerdotes en la piedra de Teneida fuera una alidada de este tipo; de muy sencilla fabricación en madera e imprescindible para guiarse en el mar (pero sobre todo, en el desierto).
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SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes de barcos funerarios egipcios. Arriba, de nuevo la nave de Keops, hallada junto a su Pirámide y que se supone fue usada para el entierro de este faraón (agradecemos al museo de Giza, nos permita divulgar la imagen). El barco de unos treinta y cinco metros de eslora, fue encontrado desmontado hace aproximadamente cincuenta años; pese a tener más de cuarenta y cinco siglos, se pudo ensamblar y montar de nuevo. Evidentemente, los cuatro mil quinientos años de antigüedad han provocado irregularidades en las cuadernas, aunque aún podemos ver la perfección que tenían estas barcas desmontables, con las de que sin lugar a dudas pasarían desde el Mar Rojo al Mediterráneo y de unas zonas a otras en los ríos (atravesando tierras y desiertos con ellas, para montarlas cuando necesitaban cruzar zonas de agua). No es este un caso aislado de faraones enterrados junto a sus naves, pues ya en las primeras dinastías inhumaban a los reyes al lado de la nave funeraria; tal como se encontró en los enterramientos de los faraones de la IV dinastía, en Abidos, a los que acompañaban naves de unos 23 metros de eslora y también fabricadas por piezas.
ABAJO: Una pequeña nave funeraria egipcia (propiedad del British Museum, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Traemos esta fotografía a colación, porque creemos posible que era lo que portaban los personajes del bajorrelieve de Teneida en sus manos: Barcos votivos como el que vemos; utilizados los entierros y ceremonias fúnebres egipcias. . Para conocer más acerca de la navegación faraónica y la construcción naval en etapas como la de Hatsepsut o en la Era de las Pirámides, recomendamos ver los siguientes programas de Televisión en Youtube:
Secrets of Ancient Egyptian Ships (Ancient Egypt History Documentary)
The Ships of the Great Pharaohs - Documentary on Reconstructing The Ancient Egyptian Ships
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3- LA “PROTOCOLONIZACIÓN” EN LA PENÍNSULA IBÉRICA:
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A) PRECOLONIZADORES O PROTOCOLONIZADORES:
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Una de las grandes obras que afronta y analiza en profundidad el tema de la precolonización en la Península Ibérica, es el monográfico del Cesic (publicado unos siete años atrás): Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a debate (13) . Obra de varios autores, dirigida y coordinada por el prof. Sebastián Celestino (junto a N. Rafel y X.-L. Armada) y donde diversos investigadores "ensayan" acerca de la llegada de colonizadores. Aculturadores previos a los "oficialmente conocidos" (los púnicos), como primeros visitantes o colonos anteriores, en nuestras tierras. Es decir, sobre la venida hasta el Occidente más remoto de otras gentes y culturas que nos visitarían en edades más tempranas que los fenicios. Al deberse fechar la llegada de estos colonos, venidos de Tiro y Sidón a establecerse en nuestras tierras, entre los siglos XI al VIII a.C. (tal como se documenta arqueológicamente).
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Pese a ello, la Historia Antigua -los historiadores grecorromanos- llegan a afirmar que las fundaciones de algunas ciudades ibero-púnicas (como Gadir o Utica), habría que remontarlas tres siglos más atrás de lo que marcan los hallazgos en ellas. Afirmando Veleyo Parténuca que la fecha de inicio de Cádiz fue ochenta años después de la caída Troya , lo que situaría su fundación entorno al 1100 a.C. (14) . De tal modo existe un tremendo desfase cronológico entre los objetos arqueológicos encontrados y los datos escritos; al datar los historiadores antiguos el comienzo de las ciudades fenicias de Occidente unos cuatrocientos años antes de que pueden ratificarse por medio de excavaciones (a través de restos en esas urbes). Un descuadre de fechas que ha originado la teoría de una precolonización fenicia; en una etapa previa, llevada a cabo sin asentamientos y tan solo establecida a través de contactos puntuales. Pese a todo, parece evidente que también hubo de existir una aculturación venida de otros lugares del Mediterráneo oriental y principalmente de Cerdeña (muy anterior incluso a la llegada de los púnicos).
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Siendo esta la “trama y planteamientos” sobre los que versa el tomo anteriormente referido y acerca del que vamos a tratar a continuación. Cuyo título (Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a debate) ya muestra y demuestra que el tema de la colonización, sus antecedentes y desarrollo, no es materia cerrada (ni menos, fácil). Tanto es así, que las conclusiones que se obtienen tras leer minuciosamente la extensa obra, es que cada autor tiene una idea -casi propia-, existiendo dos vertientes fundamentales en esas teorías: Los que tan solo observan restos y antecedentes fenicios en la Iberia precolonial, frente a quienes creen que antes de los fenicios llegaron hasta nuestras costas otros muchos pueblos (micenios, cretochipriotas, egeos y sardos -principalmente-). Evidentemente, unas y otras teorías han de demostrarse finalmente con restos, pues la arqueología últimamente ha tomado un derrotero más empírico que humanístico -como antaño fue-. Por todo lo que, careciendo de pruebas materiales, una teoría finalmente puede ser desechada por falta de testimonio hallado. Y por mucho sentido común que tenga una idea, conteniendo todas las señas culturales e históricas que se puedan pensar; al parecer, si algo no existe físicamente, no puede demostrarse arqueológicamente... .
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IMAGEN ARRIBA: Barco pintado en las paredes de una villa de Akrotiri (isla de Tera-Santorino), fechado en los siglos XIX al XVIII a.C.. Como hemos dicho, a mi juicio este fresco que fue hallado hace unos decenios, representaría una procesión votiva de naves que viajaban desde la isla de Tera, hasta la de Creta (a rendir pleitesía o a realizar ofrendas y visitas, al rey minóico de Cnossos). En la pintura se contienen hasta diez barcos (a remo y vela) cuyas esloras en muchos casos superarían los veinte metros -como sucede con el que vemos en imagen, con una fila baja de treinta remeros a cada lado-.
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IMAGEN ABAJO: De nuevo recogemos uno de los grabados de Auguste Mariette y Eduard Naville (1898); editado en su obra “Viaje a Etiopía...” publicada en 1877. En este caso vemos otra vez los barcos de los bajorrelieves del templo de Hatsepsut, en Deir-el Bahari (siglo XV a.C.), donde se representa la marcha y llegada de expediciones enviadas por esta reina hacia el reino de Punt. Tierra de donde importaban marfil, oro, ébano y piedras preciosas los egipcios al menos desde el siglo XXV a.C.; cuya ubicación se mantuvo en secreto por los siglos de los siglos, aunque los expertos la sitúan en las cercanías del Cuerno de África. Ambas imágenes (la de Akrotiri y esta) nos sirven para probar como en la primera mitad del segundo milenio a.C., las grandes civilizaciones tenían medios para llegar en barco hasta nuestras tierras (un viaje desde Creta, Chipre o las costas de Oriente Medio, que podía realizarse en los meses de verano, sin grandes dificultades).
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Este fundamento empírico, del cual no decide prescindir desde hace unos decenios la arqueología, es una corriente nacida principalmente de las teorías científicas y filosóficas de fines del siglo XX. Ideas esenciales para el establecimiento de los Estados de Derecho (donde la “presunción de inocencia” es fundamental) y para el progreso de una ciencia perfectamente regulada. Es decir, que el principio de que aquello que no pueda probarse, ha de desecharse; sirve para que ningún inocente vaya a prisión; o bien para que no se considere cierta ninguna teoría que no se haya demostrado. Todo lo que es absolutamente necesario en la medicina, en la aeronáutica o en el Derecho. Aunque bien es verdad que antes de admitirse una nueva idea científica, o previamente a condenarse a un imputado; hay un proceso de investigación en el que todo son hipótesis. Momento en el que puede prescindirse incluso de las pruebas obtenidas -al considerarlas insuficientes o erróneas- y pasar a deducir los hechos (o las teorías) por simple sentido común. Llegándose finalmente a sentenciar como culpable a un imputado, aún sin encontrar el cuerpo del delito; del mismo modo que se admite que ciertas terapias o fármacos curan, aún sin poder demostrar del todo las razones de esas propiedades terapéuticas.
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Por cuanto expreso -a mi juicio-, en la arqueología deberíamos aplicar esos principios de empirismo, al menos con los mismos límites que aceptan otras ciencias y humanidades. Pues de lo contrario, si necesitásemos probar todo tan fidedignamente (tal como muchos solicitan hacer con las teorías sobre Protohistoria); aplicando un igual criterio en el mundo judicial, los ladrones saldrían siempre libres a menos que se les apresara en el momento de cometer el delito. De un mismo modo, si hemos de demostrar y mantener los hechos científicos de manera tan absoluta, como la arqueología ahora exige (solo a través de pruebas físicas). Incluso sin admitir como ciertas, ideas ya superadas. Resultaría que teorías como la Ley de la Gravedad de Newton, deberíamos considerarla falsa -ya que Einstein la superó-. Todo ello, si únicamente atendemos a lo científicamente probado y nunca a lo verdaderamente probable, desde el punto de vista que el “sentido común” impone. Un “sexto sentido” que finalmente otorga el rango de humanidades a la Historia, al Derecho o a la Arqueología. Pues bastará leer dos periódicos del mismo día, para ver como afrontan de manera muy distinta una igual noticia; ya que nadie puede juzgar de un modo idéntico siquiera un acontecimiento sucedido hace unas horas (no digamos ya, expresar opiniones de lo que pasó hace miles de años). Debido a ello, las pruebas son un soporte fundamental sobre el que sustentar las teorías; pero nunca deben de ser el único medio para deducir la verdad protohistórica, ya que a falta de objetos encontrados, existen evidencias culturales.
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Algo que en el caso de la precolonización de Iberia habla de la presencia de gentes orientales llegadas mucho antes que los fenicios (en especial de cretochipriotas y sardos). Pese a ello, hay quienes niegan este hecho; aún tras los hallazgos de cerámicas micénicas, de Chipre o sardas y previas a la llegada de los púnicos. Argumentando que pudieron haber sido importadas por comerciantes muy posteriores, venidos del entorno de Fenicia (pues un objeto cerámico perdura durante cientos de años). Pero ante tales afirmaciones y frente a tantas evidencias de una precolonización muy anterior a la fencia; existien incluso quienes se obcecan en la idea de que Tartessos es una simple colonia púnica (sin más influjos); afirmando que el tesoro de El Carambolo es orfebrería fenicia... . Así pues, les preguntaremos lo siguiente, a quienes ven todo fenicio en la Turdetania pre-cartaginesa:
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¿Por qué si los tartessios eran fenicios, no escribían en ese alefato semita o no desarrollaron un alfabeto de tipo púnico (de derecha a izquierda y con signos semejantes a los usados por los fenicios)?. Pues el alfasilábico turdetano, al igual que los posteriores “alfabetos ibéricos”, son de raigambre cretochipriota; con signos alternados en sílabas y vocales -al igual que el alfasilábico minóico o los de Chipre; que pervivieron en uso en esta isla, hasta la llegada de Alejandro Magno-. Simplemente, atendiendo a esta pregunta, deberemos considerar que hubo una precolonización llegada de las zonas de Creta, Chipre y del Egeo (tal como demuestra el hecho de que los iberos -y antes los turdetanos- escribieran con signos iguales a los de estas gentes y no como los fenicios). Pese a ello y como “oficialmente” no se admite más que una precolonización fenicia, hemos elegido la palabra “protocoloniazación” para designar a esos pueblos que llegaron a la Península en los siglos anteriores al primer milenio a.C..
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, paneles explicativos míos en los que podemos ver los alfasilábicos ibéricos (tartessio, ibero-meridional, ibero-oriental) junto a sistemas de escritura paralelos. Como comprobaremos fácilmente, los signos con los que los iberos redactaban sus epigramas, son de origen cretochipriota (o en su caso, algunos otros de influencia egea y anatólica). Abajo tenemos otro panel en el que he recogido las “letras” no silábicas de los alfabetos iberos, pudiéndose ver perfectamente que no tienen coincidencias con el alefato fenicio. Todo lo que implica que el origen cultural de estos pueblos peninsulares no puede ser púnico, sino egeo-anatolio y más concretamente creto-chipriota; ya que se comunicaban con signos de estas islas (que en nada se parecen a los alfabetos semitas extendidos desde Fenicia). Evidentemente; quienes nieguen la presencia de cretenses o chipriotas en tierras ibéricas, habrán de explicar por qué los habitantes peninsulares escribían con esos signos. Del mismo modo que han de hacerlo quienes afirman que Tartessos es solo una “cultura púnica”. Pues deben razonar de un modo científico, por qué los turdetanos (si eran culturalmente cuasi-fenicios) no escribían en idioma y alefato púnico (sino con símbolos semejantes a los de Anatolia, Chipre y Creta).
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B) LA VIDA EN EL LAS TIERRAS AL OCCIDENTE DEL MEDITERRÁNEO:
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Como tantas veces se ha escrito, Iberia y las costas del Atlántico fueron el “Far West” de la más remota antigüedad; debido a que su riqueza en metales preciosos era inimaginable (miles de años atrás). Pese a ello, la comparación con el “Lejano Oeste” americano tan solo nos sirve para entender la importancia metalúrgica y su situación como tierra de expansión o refugio a emigrantes. Pues más bien deberíamos considerar a la Península y las zonas Atlánticas (a fines del Neolítico) como lo que fue todo el Continente americano desde el siglo XVI al XVIII. Observando que la conquista, explotación de los metales y recursos naturales en ese Nuevo Mundo (descubierto en 1492) pudo ser algo semejante a lo que realizaron durante miles de años las gentes venidas desde el Mediterráneo Oriental a nuestras tierras del Atlántico. Llegadas ya en el quinto milenio a.C., buscando yacimientos de metales preciosos, ámbar y otras riquezas (además de lugares vírgenes donde poder dominar y abastecerse). Ello sucedería profusamente hacia el 4500 a.C., un momento en el que el clima era aún diferente; tanto que Egipto y tierras como las del Sinaí por entonces estaban pobladas con bosques. Zonas que fueron deforestándose de árboles conforme los hombres los quemaron o talaron (para convertirlos en zonas agrícolas) y sobre todo a consecuencia del cambio climático al finalizar la última Glaciación. Un tiempo en el que quizás se llegaba andando sobre carámbanos a muchos puntos hoy separados por el agua -principalmente desde las Islas Británicas al Continente- cuando el mar estaba varios metros más bajo.
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De todo cuanto narramos, se desprende que hacia el 4500 a.C., los hombres pertenecientes a las civilizaciones más tempranas -de Oriente Medio, del Egeo o del Delta del Nilo- quisieran llegar hasta el Atlántico. Unos huyendo de sus tierras, en barcos, o a pie por las costas (debido a guerras y persecuciones); mientras otros vendrían en busca de alimentos, ámbar, piedras y metales preciosos. Siendo quizás uno de los bienes más preciados que por entonces encontrarían en tierras del Atlántico, las ballenas; tan fáciles de cazar como útiles en todo su ser. Pues su grasa se puede almacenar en ánforas durante meses, a la vez que su carne en salazón sería alimento para centenares de personas. Algo que unido a la utilidad de sus huesos o flexibles barbas (para fabricar enseres) y al hecho de que su aceite sirve para alimentar lámparas sin producir gases, ni humos. Harían de este cetáceo un bien tan preciado como para trasladarse hasta el océano y atravesar el Mediterráneo, con el fin de llevarse la carne, huesos y grasas de aquellos magníficos animales. Siendo así, probablemente la caza de la ballena (hoy extinguida, pero que entonces poblaría hasta zonas cercanas a Gibraltar); junto al ámbar, gemas y pepitas de oro o plata. Fue cuanto movió a estos hombres a viajar desde Oriente Medio, de las Islas del Egeo, Creta o Chipre y fundamentalmente desde el Nilo; llegando así a crear una nueva civilización milenaria, que llamamos megalitismo. Siendo los motivos para crear aquellas colosales construcciones, cuatro razones principales (a mi modo de ver):
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1º- Primeramente, religiosos; tal como de forma generalizada se entiende. Usando los megalitos como recintos sagrados, tumbas o símbolos rituales del grupo; debiendo destacarse que seguramente se momificaba dentro de los dólmenes (donde sería posible enterrar a los muertos y convertirlos en “mojama”, tras haberlos conservado en salazón o untándoles en ocre; simplemente manteniendo permanentemente un fuego en su entrada, junto al exterior).
2º- En segundo lugar, para utilizarlos también como refugio en caso de invasiones; de ello el hecho de que normalmente los dólmenes mayores se encuentren en valles y frente a grandes montañas, desde las que se vigilan amplias extensiones de mar o tierra.
3º- Asimismo, crearían aquellas grandes moles de piedra, imitando las ballenas y la estética de lo enorme, con el fin de atemorizar a quienes llegasen hasta esas tierras. Haciéndoles pensar que estaban habitadas por gigantes o gentes de una fuerza terrible. Todo lo que se vería nada más desembarcar en zonas como la actual Galicia o Bretaña, donde existen alineamientos y megalitos que llaman la atención, asustando por entonces a cualquiera que allí pisase tierra (intentando evitar así que extraños o gentes ajenas a sus organizaciones tribales, se quedaran en aquella zona desconocida).
4º- Finalmente, el último motivo para levantar esas tremendas construcciones pétreas estuvo a mi juicio en la necesidad de guiarse y marcar lineas de sombras; creando menhires y cromlechs por doquier para poder regresar hasta el lugar donde partíamos y para conocer a qué “altura de sombra” se encontraban en cada caso. Evidentemente, lo que denominamos “altura de sombra o de astros” es lo que se correspondería con la Latitud, un hecho que entonces desconocerían (al igual que la esfericidad de a Tierra). Pese a ello, no ignorarían que la luz del Sol y la situación de los astros (que marcan el Norte puro), cambia diariamente, siendo mismo a cada jornada del año. Algo que se descubriría simplemente midiendo las sombras en un menhir, o estudiando las estrellas sobre un cromlech. Debido a ello, levantando infinidad de estos gigantescos monumentos, podrían guiarse y conocer más sobre las coordenadas celestes (todo lo que les sería imprescindible para navegar por el Atlántico y para vagar tierra adentro, hasta alcanzar el lugar deseado).
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IMAGEN ARRIBA: Uno de los grabados del libro de Rafael Mitjana “Memoria sobre el Templo druida Hallado en las cercanías de la ciudad de Antequera”, publicado en Málaga en 1847. Unos ciento cincuenta años atrás, cuando todavía consideraban estas enormes construcciones obra de los indoeuropeos. Debido a ello, las databan en fechas cercanas a la Primera Edad del Hierro (del siglo IX al VI a.C.). Posteriormente pudo demostrarse que el megalitismo era obra de civilizaciones muy anteriores a los celtas; así, a fines del siglo XX estos dólmenes de Antequera llegaron a fecharse hacia el 2700 a.C.. Finalmente y gracias al C-14 ha podido demostrarse que el origen de esas construcciones (recientemente convertidas en Patrimonio de la Humanidad) es aún mil años anterior; debiendo considerarlas del 3700 a.C.. Todo lo que demuestra como al término de la Glaciación y mil años antes del periodo Dinástico egipcio, en nuestras tierras ya existía una civilización con una gran organización social, capaz de levantar estos monumentos colosales. Cultura a mi juicio procedente del avance que supuso la invención de la navegación y del progreso obtenido con la pesca marinera, durante el Neolítico. Lo que posibilitaría que ciertas poblaciones dirigidas por individuos inteligentes -ya desde el 5000 a.C.- se aislaran en islas como Sicilia o Malta (Creta o Chipre) del mismo modo que pudieron sobrevivir de una forma bastante protegida en las zonas del Atlántico.
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IMAGEN ARRIBA: Uno de los menhires mayores de Europa, llamado del Campo Doliente situado al Este de la Bretaña francesa. El desarrollo y la instauración de esta civilización que levantó moles del tamaño que vemos, tuvo unas razones y objetivos semejantes a otras grandes culturas, como la egipcia con sus enormes los obeliscos. Evidentemente la utilidad de aquellas piedras puntiagudas hubo de ser la de leer la luz solar y medir los astros; todo lo que era absolutamente necesario para guiarse y conocer las fechas -tal como sucedía en el Nilo-. Algo que demuestra el dolmenismo se trataba de una civilización viajera, basada en el comercio o en el trueque; debiendo conocer siempre dónde estaban (por lineas de astros) quienes llevaban y traían las mercancías. Un comercio marítimo que se iniciaría ya en el V milenio a.C. con las rutas del ámbar, pero que tras la aparición de los metales debió crecer a los sumo. Habida cuenta la escasez de estaño en el Mediterráneo y la falta de minas de cobre productivas, en las tierras cercanas a este mar. Siendo totalmente insuficientes las que había en Chipre o Cerdeña para abastecer las Sociedades del Nilo, las Oriente Medio, del Egeo y Creta. Todo ello explica que desde la difusión de la Edad del Bronce (hacia el 2500 a.C.) llegaran nuevos visitantes a las costas del Atlántico, acabando de algún modo con una primera etapa (neolítica) de los hombres que creaban estos enormes monumentos. Momento en que las antiguas civilizaciones megalitistas desaparecieron, siendo reemplazadas por un “neodolmenismo” que vino acompañado de movimientos como el “Vaso campaniforme” o “Los Millares”; que partiendo desde el Sur de la Península Ibérica y de manera similar a la anteriores, se expandieron por todo el Atlántico (desde mediados del tercer milenio a.C.).
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IMAGEN ABAJO: Fotografía mía en la localidad de Monsanto; un pueblo portugués de claro origen megalítico y que más tarde pasaría a adorar las grandes moles de piedra en la forma que los celtíberos hicieron (con santuarios pétreos escalonados, en las cimas de los montes). Como podemos ver, las calles de Monsanto han conservado esta tipología constructiva, respetando las lajas y grandes losas, entre las cuales sus habitantes han levantado casas y apriscos. Paseando por aquel pueblecito “de cuento” parece evidente que su defensa debió ser fácil; ya que lo escarpado del terreno y la fortaleza de los muros de piedra en que se guarecían, convertía en inaccesible esta urbe.
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Por otro lado, como mantengo en mi teoría sobre el origen de la tauromaquia y de los encierros de ganado hispanos; su principio se tiene documentado desde épocas ancestrales, cuando soltaban toros bravos en caso de verse asediados o si merodeaban extraños por la zona. Algo que se conmemora y recuerda en las fiestas de casi todos las localidades de España, realizando corridas y carreras de toros en memoria de los Santos del lugar. Lo que a mi juicio tiene su origen en estos sistemas antiquísimos de defensa (quizás de origen minóico): Valiéndose de ganado bravo, que los vecinos aprendían a lanzar contra el invasor; o bien soltando astados en las calles del pueblo, para evitar ser asaltados por el enemigo. Este de Monsanto es un ejemplo de las tradiciones mantenidas, al igual que lo es su localidad vecina en España: Coria de Cáceres. Donde cada 24 de junio se celebran los Toros de San Juan, en los que dejan dentro de las murallas astados bravos de edad; mientras los vecinos conviven con ellos (días) celebrando así la memoria de su santo. Unos hechos que reconozco heredados desde aquellas sociedades neolíticas que se defendieron con toros, tal como pudieron hacerlo los habitantes de la Península incluso hasta la Edad media y moderna (donde hay numerosos testimonios de morlacos usados en la guerra -al menos hasta época de Felipe II-).
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Continuando con el tema que nos interesa -que en este caso es la “protocolonización” de la Iberia- parece hacerse evidente que desde el quinto y cuarto milenio a.C. nuestras tierras tenían ya contacto marítimo con casi todo el Mediterráneo. Tanto, que los monumentos de la isla de Malta son tan similares como coetáneos a los de Antequera (al igual que sucede con otros muchos megalitos de la zona atlántica). Datándose los principales templos malteses entre el 3600 y el 2500 a.C.; cuyo final concuerda con ese momento en el que desaparece el “primer dolmenismo” (neolítico), naciendo en el sur de Iberia culturas ligadas a Los Millares o al Vaso Campaniforme -a mi juicio impulsadas por los buscadores de metales venidos del Levante mediterráneo-. Siendo así, los colosales templos malteses tienen sus paralelos constructivos y de igual época, repartidos por toda la zona Atlántica (no solo en el Sur de España, sino también en Portugal, en la Bretaña Francesa, Irlanda y Gran Bretaña). Fechándose aquellas enormes construcciones de Malta en ciclos que de manera igual se elevaron túmulos, cromlechs o dólmentes en los territorios británicos o peninsulares (antes citados). Siendo las dataciones generales para los referidos megalitos de Malta: Templo de Hagar Qim del 3600 al 3200 a.C. ; el de Ggantia del 3500 al 3200 a.C.; Mnajdra del 3600 3200 aC; y finalmente Tarxien en varias fases que van desde el 3600 al 2500 a.C. (momento este en el que como decimos desaparece la civilización megalitica del neolítico maltés).
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Acerca de las razones que pudieron hacer surgir ya en el 5000 a.C., en las costas portuguesas, gallegas o irlandesas, esa gran civilización ciclópea (que perduró casi dos mil quinientos años, expandiéndose por el Mediterráneo). En mi opinión personal estos motivos de progreso estarían unidos a una actividad ballenera y bacaladera, que desarrollarían gracias al conocimiento de la navegación (posiblemente importada por gentes venidas desde el Oriente mediterráneo). Todo lo que pudo desarrollarse tras el ciclo de cambio climático, al terminar paulatinamente la glaciación e ir perfeccionando las técnicas marineras en el océano. Donde incluso algunos viajarían subidos sobre carámbanos, en los que podrían llegar de un punto a otro sobre el mar. Siendo así y comprendiendo que en la época el canibalismo era normal y las condiciones de vida fueron terribles; hemos de reconocer que una parte de personas se verían en la necesidad de refugiarse en islas o de huir como pudieran (hasta zonas lejanas o protegidas). Llegando a subirse en trozos de hielo o marchando hasta el océano, que por entonces tenía grandes zonas unidas por esas aguas heladas (al menos en áreas como Galicia y en el Canal de la Mancha). Asimismo, estando gran parte del mar congelado, las distancias entre islas o entre África y España, serían más reducidas. Todo lo que permitiría la movilidad en simples canoas, llegando con facilidad a lugares que actualmente distan mucho unos de otros. El hecho cierto es que aquellos más audaces y mas inteligentes lograrían la supervivencia en un medio ligado al mar; sin necesitar someterse a la brutalidad y logrando establecer sociedades mejores. Sobreviviendo por medio de aislarse en islas (como sucedería en Malta y Creta) o bien a través de conseguir navegar y pescar en el Atlántico.
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Sea como fuere y partiendo de que el clima en el centro peninsular debió ser muy duro; se entiende que en las costas del Sur, en las portuguesas y hasta en las de Galicia se establecieran esas gentes huidas de focos neolíticos orientales (cargados de depredadores humanos). Logrando instituir Comunidades más desarrolladas e inteligentes; tanto como para poder crear el megalitismo ya desde comienzos del quinto milenio a.C.. Toda una civilización que a mi juicio partiría principalmente de los balleneros y los bacaladeros que se habrían establecido por entonces como una gran fuerza en las costas atlánticas; generando verdaderas sociedades de pescadores y marinos. Habiéndose creado la navegación a vela ya en esta época; una etapa que se vería fundamentalmente impulsada por dos grandes industrias extendidas: La del lino y la del esparto. Actividades ancestrales, cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos; pero que en el neolítico atlántico desarrollarían una labor fundamental. Puesto que gracias a las maromas de esparto y a las velas de lino (cuyas plantaciones son abundantes en el sur de España y Portugal), se lograría perfeccionar la navegación hasta límites insospechados. Consiguiendo por estos medios, construir y dirigir barcos de decenas de metros de eslora y asimismo, elevar las ciclópeas obras monumentales. Pues valiéndose de aquella “nueva tecnología neolítica” del esparto; lograrían arrastrar y levantar las enormes losas de los megalitos. Todo lo que explica la unión del dolmenismo a las sociedades marineras; y fundamentalmente, con las atlánticas.
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IMAGEN ARRIBA: Mapa en el que hemos situado las etapas y zonas de inicio del megalitismo. Destacando sus orígenes en Irlanda, Bretaña, Galicia y el sur de Portugal, en el V milenio a.C. (llegando a Malta) -NARANJA-. La expansión posterior del dolmenismo neolítico señalada en AMARILLO, durante el cuarto y mediados del tercer milenio a.C.. Finalmente -EN MORADO-, el inicio de su última fase durante el tercer milenio; desapareciendo el megalitismo neolítico al comienzo de los metales (hacia el 2500 a.C.). Surgiendo tras ello nuevas fases de dolmenismo, junto a otras civilizaciones (como Los Millares o el Vaso Campaniforme). En el mapa que vemos, se observa claramente el modo en que esta civilización durante el Neolitico estaba centrada en el Atlántico, aunque desde la aparición de los metales se internó también hacia el centro de Europa (e busca de materias primas). Pese a ello, la pervivencia del megalitismo en todas aquellas zonas donde ya había surgido anteriormente, fue absoluta. De tal manera, en Gran Bretaña hacia el 2500 a.C. es cuando se eleva el Stonehenge conocido, y en Irlanda algunos de sus más importantes túmulos, al igual que en Galicia y Portugal (pobladas de mamóas y antas de los milenios III y II a.C.).
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IMAGEN ARRIBA: Hoja con algunos apuntes míos, tomados hace decenas de años; en los que indicaba el modo de construir esas colosales edificaciones. En ella se explica cómo se hacía absolutamente necesario el uso de grandes maromas, a la vez que era obvio que utilizasen animales de tiro para transportar los grandes bloques. Algo que igualmente realizarían en Egipto; pese a que los cineastas se empeñen en dibujar un imperio faraónico en el que las losas eran llevadas casi a lomos de esclavos. Aunque se hace evidente, que por razones de comodidad, rapidez y abaratamiento, lo más fácil era tirar de ellas con animales y valiéndose de ingenios. En en caso del Nilo, por medio de canales y barcos que transportasen las piedras; además de a través de rampas y ascensores (con poleas), que funcionasen cargando de un lado arena y situando en el opuesto el bloque (logrando arrastrarlos o elevarlos por contrapeso). De igual manera, los grandes megalitos debieron hacerse gracias a miles de ingenios, entre los que no hay que descartar el arrastre por canales y el uso de hielo o nieve, para deslizar las grandes losas (pues no olvidemos que se elevaron en una época en la que la glaciación no había terminado totalmente). Ya que la primera etapa del dolmenismo se corresponde aún con una época de grandes fríos; debido a lo que es posible pensar que utilizasen nieve para llevar a modo de trineo, aquellos enormes bloques. Ello explicaría por qué desde el IV milenio a.C. y tras el cambio climático, gradualmente va reduciéndose el tamaño de las piedras con las que construían los megalitos; hasta quedar convertidas en simples losas de unos veinte kilos (hacia el milenio segundo a.C.). Sea como fuere, lo que en verdad podemos afirmar es que se trata de una cultura ligada a la navegación atlántica; por cuanto deduzco personalmente que se iniciaría impulsada por los marineros, balleneros y bacaladeros, junto a gentes huidas hasta esas tierras del remoto occidente.
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IMAGEN ARRIBA: Otro mapa nuestro, en este caso con la difusión de los metales, según zonas y épocas. El dibujo muestra el paso del neolítico al eneolítico en diferentes áreas, pudiendo comprenderse por qué cambian las etapas del megalitismo, iniciándose las de la Edad de los Metales. La Península Ibérica se halla en el mismo área que Malta, Sicilia o Italia, apareciendo el cobre hacia el 3200 a.C. y difundiéndose el bronce sobre el 2500 a.C.. Momentos en los que se fechan los últimos periodos de los templos malteses, que como dijimos, tienen las siguientes dataciones: Hagar Qim, del 3600 al 3200 a.C.; Ggantia del 3500 al 3200 a.C.; Mnajdra del 3600 3200 aC; y finalmente Tarxien con varias fases que van desde el 3600 al 2500 a.C
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IMÁGENES, SOBRE Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Arriba, huecograbado de un periódico londinense, publicado en agosto de 1878; donde vemos el tremendo ingenio que hubo de instalarse en la capital inglesa para poder elevar el obelisco de Tutmosis llevado hasta allí en esa fecha (tras ser regalado a Inglaterra por el bachá de El Cairo). En el dibujo es fácil observar en su centro aquel gigantesco bloque, cuyo traslado duró meses y pudo hacerse gracias a los ingenieros ingleses, que inventaron hasta fuselajes para que flotase y así poder arrastralo en el Nilo o remolcarlo hasta Inglaterra. Ello demuestra la enorme pericia y la maquinaria de la que disponían los faraones; pues como es sabido, los obeliscos se cortaban en la zona de canteras de Asuán, para ser remolcados Nilo abajo (muchos de ellos hasta la misma desembocadura, como sucedía con estos que inicialmente se elevaron en Heliópolis) (15) .
Abajo, una mujer tejiendo lino (tal como la muestra en fotografía el Museo de Castelobranco, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). El lino y el esparto durante el Neolítico y el Eneolítico, fueron los materiales que revolucionarían todos los medios de fabricación y de navegación. De un modo semejante a como lo han hecho en la industria actual, los metales ligeros y el plástico; con los que se realizan la mayoría de los nuevos inventos.
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B) FÓRMULAS Y NECESIDAD DE COLONIZAR EL OCCIDENTE (LAS TIERRAS MÁS ALLÁ DEL MEDITERRÁNEO):
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Terminamos el artículo de hoy con este epígrafe, en que explicamos brevemente cómo repercutió la aparición de los metales, en las posibles protocolonizaciones de nuestras tierras (a fines del IV milenio a.C.). Momento en el que Egipto se encaminaba hacia el inicio de su periodo dinástico y Mesopotamia despuntaba como la gran civilización que conformaría. Un periodo que comienza sobre el 3200 a.C. en que la difusión del cobre cambiaría la Historia; en espera de la llegada de El Bronce, que modificaría radicalmente todo concepto de Sociedad. Siendo este el ciclo en que aquellos que necesitaban minas cúpreas y estaño para subsistir (cuando las armas pasaron a ser broncíneas); llegarían hasta Cerdeña y a la Península Ibérica, en busca de yacimientos. Provocando entre el 2700 y el 2500 a.C. un cambio radical, que en Malta sería devastador al carecer de minas; aunque en nuestras tierras fue muy positivo. Ya que finalizaría el megalitismo neolítico, iniciando un nuevo dolmenismo, promovido por los buscadores de cobre y estaño. En un momento en el que nacerían las grandes civilizaciones del mar, en el Oriente mediterráneo; capitaneadas por las cicládicas y sobre todo por la minóica y la chipriota. Gentes que navegaron fundamentalmente para los egipcios (aunque también para todos aquellos que necesitaban metales), llegando hasta el Occidente remoto en busca de minerales. Principalmente hasta Cerdeña y la Península Ibérica, cuya riqueza en cobre y estaño era tan manifiesta, como escasos fueron aquellos metales en el resto del Mediterráneo.
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Siendo así, se comprende cómo y por qué desde el 2500 a.C., en el Sur Peninsular, comenzarían a darse enormes núcleos de urbes (del tipo Los Millares, continuados por otros de etapas como la de El Argar) cuya base económica hubo de estar en ese comercio o trueque de metales, con el Oriente mediterráneo. Desarrollándose finalmente culturas que unieron el antiguo megalitismo a aquellas nuevas modas del metal, llegadas desde zonas influidas por Egipto y Mesopotamia (principalmente). Siendo entonces cuando durante el segundo milenio a.C., existe una primera colonización o aculturación de la Península; gracias a estas continuadas visitas venidas desde Creta, Chipre o de Oriente Medio. Todo lo que he denominado “protocolonización” pues finalmente la “precolonización” -para muchos autores- es tan solo la fase inicial de la aparición fenicia (una etapa previa a la fundación de sus colonias en Iberia).
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Acerca de esos modos de aculturar, comerciar y colonizar el Occidente, el profesor Jaime Alvar narra las fórmulas que utilizaban los comerciantes llegados desde el oriente mediterráneo, para entablar contacto con indígenas lejanos. Escribiendo sobre ello en su separata del libro que anteriormente citábamos, esos "MODOS DE CONTACTO Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN en LOS ORÍGENES DE LA EXPANSIÓN FENICIA” (16) . Comenzando por decirnos el investigador que hemos de aceptar que hubo un comportamiento colonial fenicio en Occidente y que antes de esa modalidad de contacto hubo otra que se enuncia con el término «precolonial» (...) el término precolonización tiene sus orígenes en los estudios de micenología (...) Mi punto de partida ha sido la sugerencia de que aquello que se da en llamar precolonización no es una fase en el proceso del contacto, sino que constituye en sí misma una modalidad del contacto entre culturas (...) desearía identificar la colonización como una de las formas posibles en una forma más general de relación intercultural que podríamos denominar Modo de Contacto Sistémico Hegemónico (...) La precolonización, en cambio, (...) otra modalidad del contacto entre culturas. Los intercambios pueden ser esporádicos, lo que no requiere ni regularidad, ni sistematización (...) pueden existir enclaves comerciales permanentes sin función administrativa” (17) .
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IMAGEN ARRIBA: De nuevo otra fotografía de Monsanto (Portugal) -en este caso con mi mujer al lado, para comparar el tamaño de las lajas-; donde podemos observar los enormes bloques de piedra utilizados como viviendas, apriscos o refugios.
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IMAGEN ABAJO: Grabado de una embarcación egipcia, coloreado por mí y perteneciente al libro de Cecile Torr (Ancient Ships). Procede el dibujo de los que tomó Marietti hacia 1870 en Deir-el-Bair (templo de Hatsepsut) representando el famoso viaje hasta el reino de Punt enviado por aquella reina (en el siglo XV a.C.). Observemos que el barco debe tener unos treinta metros de eslora y a proa van dos patrones (uno de mando y otro con “algo” que parece una alidada de medir); en la popa -a la derecha- vemos un piloto manejando el gran timón en forma de remo.
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Evidentemente, las anteriores palabras de este sabio de nuestro tiempo (al que no me atrevo a clasificar tan solo de profesor Alvar) implican que hay muchas formas de entrar en contacto con las diferentes culturas. Y entre ellas, la colonización es la más compleja; pues precisa de un dominio político y militar sobre la zona en que se opera. Habida cuenta que para fundar una ciudad o un puerto franco en tierras ajenas, hay que mantener en su entorno una seguridad y un cerco de protección. De tal modo, por muy próximo que se halle ese lugar en el que se establezcan los colonizadores, su aparición ha de estar acompañada de milicia (o de unos pactos con los indígenas); asegurándose de que la nueva urbe no va a ser atacada de continuo. Siendo así, la colonización suele ir precedida de victorias militares, o bien de una gran superioridad bélica y económica. Tanta, que haga a los habitantes autóctonos admitir el establecimiento del extraño. Sin discutir la supremacía o la utilidad de tener ese nuevo vecino, que de algún modo invadirá su territorio, al fundar allí una colonia (por mucho que sea el intermediario para mejorar sus mercados -tal como sucedió con los fenicios al sur de la Península-).
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Acerca de la fórmulas con las que durante los tiempos más remotos iniciaban el comercio, narra el prof. Alvar el modo púnico de trocar en las playas atlánticas del Norte de África (tal como lo refiere Heródoto), escribiendo las siguientes palabras: Con frecuencia se ha postulado que el mecanismo más paradigmático del contacto precolonial, es el llamado «comercio silencioso». Está descrito por Heródoto (IV, 196, 1-3) -cuando dice-:
«Los cartagineses cuentan también la siguiente historia: en Libia, allende las Columnas de Heracles, hay cierto lugar que se encuentra habitado; cuando arriban a ese paraje, descargan sus mercancías, las dejan alineadas a lo largo de la playa y acto seguido se embarcan en sus naves y hacen señales de humo. Entonces los indígenas, al ver el humo, acuden a la orilla del mar y, sin pérdida de tiempo, dejan oro como pago de las mercancías y se alejan bastante de las mismas. Por su parte, los cartagineses desembarcan y examinan el oro; y si les parece un justo precio por las mercancías, lo cogen y se van; en cambio, si no lo estiman justo, vuelven a embarcarse en las naves y permanecen a la expectativa. Entonces los nativos, por lo general, se acercan y siguen añadiendo más oro, hasta que los dejan satisfechos. Y ni los unos ni los otros faltan a la justicia; pues ni los cartagineses tocan el oro hasta que, a su juicio, haya igualado el valor de las mercancías, ni los indígenas tocan las mercancías antes de que los mercaderes hayan cogido el oro».” (18) .
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Baste añadir que en esta fórmula descrita por Heródoto, podrían estafar fácilmente a los fenicios, o bien asaltarlos en las playas. Ya que no debía ser tan sencillo comerciar con los indígenas de tierras lejanas; pues muchos preferirían robar, a trocar; pudiendo complicarse el cambio y desconociendo siempre como reaccionarían finalmente unos y otros. Por ello, añadiremos que existiría otro modo más inteligente de ir estableciendo lazos colonos, como era el del “rapto de jóvenes”. Consistente en viajar durante la noche hasta alcanzar playas del lugar en que deseasen establecer contacto. Tras ello, bastaría desembarcar de forma sigilosa y hacerse con uno o varios niños que tuvieran más de cinco años y menos de diez; con el fin de aculturarlos en la civilización y tierras propias. De tal manera, una vez raptado el chico que tuviera ya una edad en la que hablase perfectamente su lengua materna; lo llevarían hasta el país de los marineros (Creta, Chipre o Fenicia), donde se le educaría entre las élites. Allí viviría con los mayores lujos y recibiendo la mejor formación, hasta una edad en la que fuera consciente de su misión. Pues años mas tarde sería repatriado y soltado en el mismo lugar en el que fue secuestrado, con el fin de que regresara con su familia y explicase todo lo que le habían enseñado aquellos que lo llevaron hasta sus tierras. Así, una vez devuelto el muchacho a su lugar de origen; bastaría tan solo esperar en la lejanía una señal acordada (de humo o luminosa, con espejos) para acercarse a la costa y poder comerciar libremente -gracias a aquel intérprete y persona de confianza que allí habrían establecido-. De tal manera, simplemente con este tipo de chicos, podrían comerciar libremente. Además, aquellos así educados y con el apoyo de los colonizadores, llegarían a casarse con los nobles y a ser elevados “reyezuelos” de la zona. Lográndose con esta fórmula descrita, en muy poco tiempo una “protocolonización” perfectamente limpia (sin necesidad de luchas, ni guerras). Pudiendo haber sido este sistema tan simple, el utilizado durante milenios para establecer contactos, cuando los comerciantes del metal, los mineros y los marineros llegados desde el Oriente mediterráneo debían introducirse entre nuevas gentes o nuevas civilizaciones. Principalmente cuando viajaron hasta el remoto Occidente atlántico, en busca de nuestros yacimientos.
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IMAGEN ARRIBA: Fotografía de Las Médulas, en la provincia de León, limítrofe con Orense. Lugar de una enorme riqueza de oro y que junto con las orillas del rio Sil fueron uno de los grandes yacimientos que abastecieron a todos nuestros colonizadores. Principalmente a los romanos, que para explotar más sus terrenos auríferos realizaban esta “ruina de montes” llenando las colinas con pozos y galerías, a los que luego inyectaban agua, provocando así que el terreno reventase. Tras ello, drenaban y bateaban las tierras destruidas por estas cuevas interiores artificiales, con las que habían logrado arruinar las colinas, dejando esta forma de “medulas” en el paisaje. El interés de todos los colonizadores por alcanzar esas minas es conocido a lo largo de la Historia peninsular; pues como es sabido, existe una gran “brecha geológica” que va desde Asturias-Galicia hasta Huelva-El Algarve, pasando por León, Zamora, Cáceres y el Alentejo; riquísimas antaño en oro, plata, el estaño y cobre.
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IMAGEN ABAJO: Fotografía de los restos Faistos, en Creta, al sur de la isla y ya frente a los puertos marinos que llevarían hasta el Norte de África (Apis-Alejandría). Hemos de suponer la aparición de estas civilizaciones marineras (minóico-egeas, anatólicas y chipriotas) en nuestro territorio; pues como se sabe, se abastacían de metales en el Occidente -habiendo sido Cerdeña uno de los puertos metalúrgicos más importantes de los chipriotas (al menos hasta el siglo XII a.C.)-. Como decimos, la venida desde Creta hasta el litoral ibérico pudo realizarse ya en tiempos muy tempranos y es perfectamente deducible que civilizaciones como las de El Argar o Los Millares, se produjeran por influjo o comercio de metales con estos marinos minóicos o egeos (que en verano circundarían el Mediterráneo en busca de oro, plata, estaño y cobre -metáles escasísimos en tierras cercanas a sus dominios-).
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CITAS:
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(1): -Recomedamos leer mi artículo: "SECRETOS DE LOS ORÁCULOS" (Capítulo 106 de: "Los bueyes de Gerión en el Tesoro de El Carambolo"): LLEGAMOS A LA CONCLUSIÓN DE QUE LOS OMPHALOS SITUADOS EN LOS TEMPLOS ORACULARES TIENEN SUS ORÍGENES EN PUNTOS GEODÉSICOS. MÁS CONCRETAMENTE PUEDE DEMOSTARSE QUE LA FUNDACIÓN DE GIZA EN EL PARALELO 30º, O DE ATENAS EN EL 38º; SE LLEVARON A CABO POR MOTIVOS DE ORIENTACIÓN. SITUADOS SOBRE PUNTOS GEODÉSICOS, IMPRESCINDIBLES DURANTE LA ANTIGÜEDAD PARA PODER VIAJAR Y LOCALIZAR POBLACIONES.
Para llegar al artículo, pulsar el enlace:
(2): Representaciones de barcos en el arte rupestre: piratas y comerciantes en el tránsito de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro /// Marisa Ruiz-Gálvez Priego /// Mayurqa (2005), 30: 307-339 (ed. Univ de Mayorca)
(3): Escribe Ruiz-Gálvez en el estudio antes citado (SIC): "El petroglifo Auga dos Cebros fue publicado por Costas et al (1995) y Alonso Romero (1995). Contiene dos tipos de grabados de factura aparentemente diferente (...) El barco representado corresponde, a mi juicio, al mismo tipo de embarcación que aparece representado en contextos del Heládico reciente IIIB2-C. (...) Los mejores paralelos están en los barcos de Tragana, Gazi, Dramasi, o Phylacopi, todos datables entre fines del s. XIII a.C. y mediados del s. XII a.C. (...) los de Laja Alta son barcos mediterráneos de fines de la Edad del Bronce o transición a la Edad del Hierro, grosso modo del HRIIIC-Submicénico, ello supone aceptar que, al menos desde esas fechas se practica navegación de altura y por tanto, se posee la capacidad de navegar de noche orientándose por las estrellas
(4): A favor de la propuesta de Frost estaría la presencia de diez lamparillas de pared y cuatro lucernas de pico en el pecio de Uluburum (Pulac 2001:fig. 4), innecesarias, sobre todo las primeras, si al atardecer el barco acostumbrara a ganar la costa para que la tripulación pasara la noche al aire libre en una playa. Asimismo, la iconografía egipcia permite reconocer la presencia de ánforas perforadas y conteniendo una lámpara en su interior, usadas como luces de posición en los barcos. Así es como Gasull (1986:fig. 1 y p. 197), interpreta la representación de ánforas sobre la proa de dos de los barcos cananeos representados en los frescos de la tumba de Kenamon, alcalde de Tebas, del s XIV a.C. Así pues, entre los s. XIV a.C y XII a.C, se desarrollaron barcos en el Este del Mediterráneo mayores y más marineros, con roda, cofa, luces de posición, castillo de proa, y, al menos desde el s. XIII a.C., también, barcos de guerra, con galería de remeros, más rápidos y autónomos que los comerciales a vela, pero susceptibles, como más tarde cuenta Heródoto de las pentacóntera foceas, de ser también usados con fines mercantiles. En resumen, parece que entre los s. XIV a.C. y XII a.C. y no antes, se dan las precondiciones, desde el punto de vista técnico, con las innovaciones en construcción naval, y desde el candaliza y con, ello, más espacio libre en el puente para más tripulación o más carga logístico, con la presencia micénica en el Tirreno, que hacen factible emprender una nueva ruta hacia los confines occidentales del Mediterráneo y más allá. Esto es, es a partir de ahora cuando se da un contexto histórico que puede hacer comprensible la iconografía de barcos como los de Laja Alta o Auga dos Cebros” PAG 322 OP. Cit (2) .
(4b): PODER NAVAL EN LA ERA ANTIGUA Y CLÁSICA // POR NICOLE SCHUSTER
Citas de la página:
(*)Ver History and Archaeology of the Ship. John Illsley. University of Southampton. Center for Maritime Archeology
(**) Se dice “Puerto” aunque no tiene el aspecto de los puertos como los imaginamos hoy. Más bien se trataba de una “playa” retirada y a cubierto, con almacenes que permitían esperar la llegada de las caravanas que llevarían a destinación los productos destinados a Egipto. Citado en Itinéraires de la Mer Rouge. Antiquité-Moyen Age. Jean Pages et André Nied.
(***) Para más información, ver History and Archaeology of the Ship. John Illsley. University of Southampton. Center for Maritime Archeology
(5): SIC:Similar a este último es el grabado que Basch (1997), publica, procedente de Teneida en el oasis de Dakhleh (Egipto), que el autor data a fines del s. XIII a.C., época en la que en la costa egipcia se estaban construyendo fortalezas para defenderla de los ataques de las tribus libias “
OP. Cit (2) .pag 311
Ruiz-Gálvez, CITANDO A:
BASCH, L. (1997): «Une répresentation de navire de type égéen dans l’oasis de Dakhleh (Égypte) vers 1200 av. J.-C.». En S. Swiny; R. L. Hohfelder; H. W. Swiny (eds): Res Maritimae. Cyprus Press p. 17-29.
(6): OP. Cit (2) .pag 311 SIC: “Tan importante como la representación del barco, de tipo egeo, y de los personajes que se asocian a él, como decía, es el sitio donde se localiza el grabado. El oasis de Dakhleh conecta el oeste del Delta del Nilo con la costa, a través de una pista caravanera tradicional que, de oasis en oasis, desemboca en el puerto de Marsa Matruh, a 250 Km. de Alejandría y único buen puerto en la costa de la Marmárica (Basch 1997:24) (Véase fig. 1.1)”.
Ruiz-Gálvez, PAG 311 citado a:
BASCH, L. (1997): «Une répresentation de navire de type égéen dans l’oasis de Dakhleh (Égypte) vers 1200 av. J.-C.». En S. Swiny; R. L. Hohfelder; H. W. Swiny (eds): Res Maritimae. Cyprus Press p. 17-29.
(7): OP. Cit (2) .pag 311 SIC: De acuerdo con su actual excavador (White ibidem), su tamaño original debió ser en cualquier caso exiguo y seguramente dependió de un asentamiento mayor en tierra firme. En la isla se ha excavado una agrupación de modestas estructuras comunales escalonadas, sin aparentes defensas ni huellas de zonas de embarcadero. Aparte de algunas estructuras domésticas, como hornos u hogares, lo más significativo es la documentación de un taller metalúrgico con restos de escoria y chatarra procedentes de dos hornos, así como restos de crisoles, aunque no de moldes. Cerámica egea, chipriota, cananea, egipcia o anatólica, permiten datar la presencia de comerciantes en la isla entre fines del s XV a.C. y segunda mitad del s. XIII a.C., con visitas esporádicas a la misma en el s. XII a.C. (White 2003:74-5). Para su actual excavador (ibidem), la isla era simplemente un punto de aguada y aprovisionamiento para los marinos que, estacionalmente, hacían la ruta entre Creta y el delta del Nilo, y nunca un emporio o lugar internacional de comercio, si bien los niveles de Bronce Final del sitio presentaban respetable número de fragmentos de huevo de avestruz, muy probablemente obtenidos a través de las tribus líbicas del entorno”.
PAG 312 hablando de la zona del puerto de salida de APIS y Marmárica, citando a:
WHITE, D. (2003): «Multum in parvo: Bates’ island on the NW coast of Egypt». En N. CHR. STAMPOLIDIS & V. KARAGEORGHIS (eds.): ΠΛΟΕS...Sea Routes... Interconnections i the Mediterranean 16th-6th c. BC. Athens, University of Crete & A. G. Leventis Foundation, p. 70-82.
(8): OP. Cit (2) .pag 314 SIC:Tanto Basch (1997:24), como White (2003:76), recuerdan en relación con el puerto de Marsa Matruh, la serie de fortalezas de época ramésida, construidas para contener el peligro de las invasiones libias que se habrían producido entre comienzos del s. XIII a.C y comienzos del s. XII a.C, esto es, entre los faraones Seti I y Ramsés III, de las cuales la de Apis (Snape 2003:64), se sitúa apenas 25 Km. al Oeste de la isla de Bates. Sin embargo, Richardson (1999:151 y nota 14) señala que la presencia de comercio internacional en la isla de Marsa Matruh se remonta al s. XV a.C. y, por tanto, es muy anterior a las guerras libias y a la construcción de las fortalezas egipcias, y que éstas parecen haber sido construidas menos para controlar la frontera libia que la línea costera, pues se alinean hacia el Norte y no hacia el Oeste del delta del Nilo.
PAG 314 citando a:
BASCH, L. (1997): «Une répresentation de navire de type égéen dans l’oasis de Dakhleh (Égypte) vers 1200 av. J.-C.». En S. Swiny; R. L. Hohfelder; H. W. Swiny (eds): Res Maritimae. Cyprus Press p. 17-29.
RICHARDSON, S. (1999): «Libya Domestica: Libyan trade and society on the eve of the invasions of Egypt». Journal of American Research Center in Egypt. XXXVI, p. 149-64.
WHITE, D. (2003): «Multum in parvo: Bates’ island on the NW coast of Egypt». En N. CHR. STAMPOLIDIS & V. KARAGEORGHIS (eds.): ΠΛΟΕS...Sea Routes... Interconnections i the Mediterranean 16th-6th c. BC. Athens, University of Crete & A. G. Leventis Foundation, p. 70-82.
(9): OP. Cit (2) .pag 314 , RUIZ-GÁLVEZ CITANDO:
SNAPE, S. R. (2003): «Zawiye Umm el-Rakham and Egyptian foreing trade in the 13th century BC». En N. CHR. STAMPOLIDIS & V. KARAGEORGHIS (eds): ΠΛΟΕS... Sea Routes ... Interconnections in the Mediterranean 16th-6th c. BC . Athens, University of Crete & A. G. Leventis Foundation, p. 63-70.
(10): Fig 8 MARINERS AND THEIR BOATS del profesor Artzy ; barco de Teneida interpretado por Basch.
(11): LA TRENZA PERDIDA DE HATHOR HATHOR´S LOST BRAID // Aroa VELASCO PÍREZ
Universidad Autónoma de Madrid // Antesteria Nº 2 (2013), 21-37.
UN ACERCAMIENTO A LA SIMBOLOGÍA DEL PEINADO EN EL ANTIGUOEGIPTO
Aroa, VELASCO PÍREZ
(12):SIC: “Dakhleh, porque dicho oasis se sitúa al final de la pista que enlaza el interior con el oasis de Siwa y el mar (...) a través de Marsa Matruh (Basch 1997: fig. 11; Richardson 1999: fig. 11a); y también porque Basch (ibidem:22), clasifica el barco como de tipo largo, de guerra, y a la tripulación como libia por ser circuncisos, por el tocado en trenza rematada en bola que lucen y que, Heródoto, muchos siglos después, describe como característica de cuatro tribus libias y, finalmente, por el bastón o cayado que lleva el personaje de mayor tamaño, que él identifica con el jeroglífico que en egipcio designa el garrote de guerra de los libios. (...) El carácter de navío de guerra vendría ratificado por el instrumento musical del individuo del castillo de proa (véase fig. 2.2), que es mencionado en textos clásicos, como la Eneida, como la atronadora trompeta que sonaba en los ataques de los piratas etruscos. Basch (ibidem:23 y 28) sugiere que el único miembro de la tripulación que aparece con un tocado de plumas podría ser un extranjero, pues en la inscripción que celebra la victoria de Ramsés III sobre los libios, figuran dos jefes cuyos nombres no son libios sino, aparentemente griegos, y que son los únicos a los que se representa con tocado de plumas, pues ello sugeriría tripulaciones multiétnicas, no pertenecientes a una entidad política concreta y aglutinadas bajo el común objetivo de obtener botín; es decir, mercenarios o/y piratas. El oasis de Dakhleh, donde se sitúa Teneida y el grabado del barco, corresponde, de acuerdo con Bates 1914 (recogido en Richardson 1999 fig. 11a), con el territorio originario de una de las tribus libias de fines de la Edad del Bronce”.
OP. Cit (2) .pag 313 , RUIZ-GÁLVEZ CITANDO:
BASCH, L. (1997): «Une répresentation de navire de type égéen dans l’oasis de Dakhleh (Égypte) vers 1200 av. J.-C.». En S. Swiny; R. L. Hohfelder; H. W. Swiny (eds): Res Maritimae. Cyprus Press p. 17-29.
RICHARDSON, S. (1999): «Libya Domestica: Libyan trade and society on the eve of the invasions of Egypt». Journal of American Research Center in Egypt. XXXVI, p. 149-64.
(13): Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a debate V.V. A.A. // coordinada por S. Celestino, N. Rafel y X.-L. Armada
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS // Madrid 2008
(14): En referencia a este tema, comenta el prof. Torres Ortiz, en la obra que estudiamos:
Veleyo Patérculo (Hist. Rom. I, 2, 1-3) sitúa la fundación de Gadir ochenta años después de la guerra de Troya (circa 1104 a.C.), lo que también confirman Mela (Chor. III, 46), aunque de forma más indefinida, y Estrabón (I, 3, 2), que habla de las exploraciones fenicias y la fundación de ciudades más allá de las Columnas de Hércules poco después del mencionado conflicto troyano. Todas estas fuentes atestiguan que dicha tradición estaba ya formada en torno al cambio de era, señalando Bunnens (...) que éstas ya lo estaban a fines del siglo II a.C. También Patérculo (Hist. Rom. I, 2, 1-3) sitúa la fundación de Útica pocos años después, al igual que Plinio (Nat. Hist. XVI, 216), que coloca la fundación de la ciu- dad unos 1178 años desde su época” LOS «TIEMPOS» DE LA PRECOLONIZACIÓN Mariano Torres Ortiz ; en OP CIT (12) ; pag 59 (separata de Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a debate. V.V. A.A. // Madrid 2008).
(15): ACERCA DE ELLO, ESCRIBE NICOLE SCHUSTER -Idem Cita (4b)-
Aunque su política comercial tuvo la reputación de ser pacifista, la reina Hatshepsut utilizaba, un milenio después del paso de Sahuré en la historia, barcos muy similares a los del faraón. Hatshepsut solía transportar obeliscos por barco, y uno de los obeliscos, que se encuentra en Karnak, deja percibir el tamaño gigante que habían alcanzado las naves bajo el reino de la mujer faraón. Con ella, la construcción naval recibió un fuerte impulso -Se estima que los barcos han podido alcanzar una longitud de 200 a 300 pies-”. Habla de naves de unos 75 metros de longitud, todo lo que supone un cabotaje de centenares de toneladas.
ASI MISMO, GARCÍA FLEITAS Y GERMÁN SANTANA EXPLICAN EN SU SEPARATA. De la guerra marítima a la suntuosidad de Ptolomeo Filopátor (Luz M.a García Fleitas y Germán Santana Henriquez CFC egi 11, 2001):
Plinio HN XXXVI 67 narra como en Alejandría el rey Ptolomeo Filadelfio levantó un obelisco de 80 Codos (más de 45 metros) que había cortado limpio y levantado antes en Arsioneo, el faraón Nectebis; en memoria de su mujer. (pag 213) // Liceas de Naucratis habla del tamaño de los barcos para transportar esos obeliscos (pag 214)
Se mencionan en el estudio embarcaciones hasta de noventa metros navegando por el Nilo.
(16): MODOS DE CONTACTO Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN: LOS ORÍGENES DE LA EXPANSIÓN FENICIA Jaime Alvar Ezquerra -pags 19 y ss de OP. Cit. (13)-
(17): Idem cita anterior, pags 19 y 20.
(18): Idem cita anterior, pag 22.
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